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en Hetero: Infidelidad

Querido Julián:

Cariño, espero que estés bien. Probablemente ya hayas escuchado de tus compañeros de oficina que estoy de viaje en un crucero. Gabriel dijo que llamó y se aseguró de que todos se enteraran. Lo siento mi amor… no debería haber dejado que todos supieran que tu jefe está en un viaje de San Valentín con tu esposa, pero ya sabes, no le puedo decir qué hacer… o qué no hacer.

Mi amor, creo que entiendes que no podía dejar que los boletos se desperdiciaran. Y de corazón, te digo que siento mucho lo que pasó. Estoy segura de que debe haber sido muy doloroso para ti regresar a casa y encontrarme cabalgando furiosamente la verga del hombre que más odias en nuestra cama matrimonial, precisamente en el día de San Valentín. Completamente desatada, tu mujercita hacía sentadillas sobre tu jefe y se clavaba aquella verga hasta los huevos, ¡arriba y abajo, arriba y abajo! Iba tan rápido que mis tetas se bamboleaban con aquella cogida.

Pero realmente me quedé en shock cuando te vi parado en la entrada del dormitorio, sosteniendo la botella de champagne en una mano y lo boletos del viaje en la otra. Supongo que debí haber dejado de follarme a Gabriel, pero dios, su enorme verga se sentía tan bien clavada hasta el fondo de mi concha y yo estaba tan cerca. Lamento que me hayas tenido que ver corriéndome como loca sobre su miembro, ver mis jugos descender por el tronco de su nabo, verme arquear la espalda mientras un potente orgasmo me estremecía todo el cuerpo y me recorría entera.

Por supuesto, aquella fue la primera vez que me visto tener un verdadero orgasmo. Cariño, no es que tú no me des ninguno, pero eso sólo ocurre cuando tu cabeza está entre mis piernas, así que en verdad nunca me has visto correrme. Pero la tranca de Gabriel hace maravillas por mí. Y sabes, amor… Gabriel probablemente debió haberse detenido allí mismo. No estuvo bien de su parte colocarme en cuatro patas y montarme desde atrás como si fuera una puta cualquiera. No debió haberse follado a tu esposa justo enfrente de tus ojos, cariño. Pude advertir cuán lastimado estabas. Y sabes que no pude detenerlo, es tan fuerte. ¿Por qué no me lo quitaste de encima? ¿Por qué dejaste que se follara a tu esposa y le arrancara tres orgasmos más, mi amor?

En fin… estoy un poco avergonzada de la forma en que gritaba y gemía, y de la intensidad con la que me corrí cuando por fin lleno mi conchita de mujer casada con su leche. Pero al menos para entonces todo se había terminado, cogió sus cosas, te sacó del camino y se marchó. Mi querido esposo… a pesar de que lo llamé pidiéndole que no se marchara, no era realmente lo que quería decir. Y lo sabes porque me levanté y te abracé, te abracé con fuerza mientras el semen de tu jefe se escurría y salía de mi vagina, descendiendo por mis piernas hasta los zapatos de tacón alto que había usado en la cama para él. Y sabes que te prometí que nunca volvería a engañarte, y tú inclusive abriste la botella de champagne y brindamos por ello.

 Por supuesto… estuvo realmente mal que Gabriel regresara en ese momento. Yo todavía estaba débil, tú sabes cómo me pongo cuando estoy caliente y excitada. Cuando se echó en la cama y me llamó para seguir follándome… vi que querías retenerme y que regresara contigo, pero te quedaste tan callado e inmóvil. Así que monté su enorme verga de nuevo, sólo instantes después de prometerte que nunca follaría a otro hombre otra vez. Mi amor, estoy segura que debe haber sido aún más doloroso verme hacer eso y beber tu champagne del día de San Valentín mientras me corría sobre la magnífica herramienta de tu jefe de nuevo. Estoy segura de que fue por eso que te fuiste llorando y corriendo. No viste como Gabriel me cogió de las nalgas y empezó a martillear mi coño a una velocidad increíble. No paré de correrme en un buen rato, amor.

Intenté llamarte varias veces, sabes. Dejé un mensaje de voz en tu celular. Y cariño, ¡debes creer que estaba siendo sincera cuando te pedía que volvieras! Ya sé que estaba riéndome y a veces gimiendo… debo confesarte que Gabriel todavía me estaba reventando la concha con su gigantesca tranca cuando dejé ese mensaje. Le rogué que me permitiera llamarte, y él accedió con la condición de que me fuera con él al crucero. ¡Quería tanto hablar con mi amado esposo, que accedí! Eso fue lo que paso y por eso estoy aquí.

Bueno, ya sabes que me encanta el sexo, así que Gabriel y yo rara vez salimos de la habitación. De hecho, a veces hace que me vista súper sexy y paseamos por el barco mientras me luce como un trofeo, y la gente puede ver que yo utilizo una alianza de matrimonio y él no. Luego me lleva de regreso a la habitación y me folla hasta la extenuación. Son sesiones larguísimas en las que su enorme verga se pasea por todos mis orificios hasta hacerme estallar de placer. Gabriel sabe muy bien cómo follarme, siempre lo ha hecho tan bien. No exagero si te digo que es el mejor amante que he tenido.

Oh… bueno cariño… ahora que estamos siendo honestos, supongo que debería confesarte que estoy acostándome con tu rival desde hace dos meses, desde la fiesta de Navidad que dieron en tu oficina. Él estaba coqueteando conmigo, y tú no lo  detuviste. Bailamos un par de veces y no dijiste nada cuando su mano se deslizó hacia mi trasero. Luego me llevó afuera… ¿qué pensaste que estábamos haciendo, hablando? ¡Me mostró su enorme tranca! Dios, es tan grande, alcanza rincones de mi vagina a los que tu ridícula pollita ni siquiera se ha acercado. Me folló allí mismo, contra la pared, y no se detuvo ni siquiera cuando uno de los dueños de la empresa salió y nos vio en aquella situación. Quizás es por eso que ascendieron a Gabriel hace dos años, cuando ustedes dos competían por el puesto. Quizás es que simplemente es mejor que tú en todo aspecto.

Así que no quería verlo de nuevo, pero él vino a verme y volvió a poseerme. Ok, tal vez fui yo quien lo llamó al día siguiente, y le pedí que viniera, pero lo hice de forma inocente. Sólo quería hablar de lo que había pasado. Pero entonces Gabriel me folló en nuestro sofá, en nuestra cama matrimonial, donde duermes a mi lado todas las noches, en nuestro auto, en nuestra mesa de la cocina, en el jacuzzi. Incluso me folló en tu escritorio, cuando estabas en ese viaje de negocios a fines de Enero.

¿Recuerdas que también estuviste fuera de la ciudad por nuestro aniversario, a principios de este mes? Gabriel te envió lejos, pese a que le rogué que no lo hiciera. Ese fin de semana se quedó en casa y me folló casi sin descanso. Todo cuanto puedo decir es que fue sexo exquisito. Me sentía un poco culpable, porque la primera noche llamaste y hablabas sin que yo te escuchara. Gabriel te había puesto en altavoz y mientras me decías cuánto me extrañabas, él me restregaba su descomunal verga caliente y dura por la cara y las tetas con fruición, para luego clavármela hasta el fondo de la garganta. Tú seguiste hablando, pero me era imposible contestarte. Gabriel me estaba follando la boca y se corrió allí, me llenó la boca con su leche. ¡Me encanta tragar el semen de tu jefe! Sé que contigo nunca lo he hecho, pero entenderás que es diferente. Cuando se recuperó, me folló en todas las posiciones imaginables, amor. Me corrí sobre su enorme verga tantas veces, simplemente nunca es suficiente para mí.

Pero nunca quise que te enteraras. No era mi intención herirte.

Ahora, cuando este viaje termine, y Gabriel me deje en nuestra casa, ¿podemos volver a como todo era antes? Ya sé que toda la oficina sabe que tu esposa ha sido la puta de tu jefe durante este viaje, pero tú puedes manejar eso, ¿no es cierto? Por favor mi amor. Prometo que nunca volveré a engañarte de nuevo.

Lily.