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Jefe Cumplidor 02

en Hetero: Infidelidad

Liliana

Soy una mujer casada de 36 años con el cuerpo y la apariencia muy sexys: metro setenta y tres de estatura, pecho más bien grande y erguido, cintura estrecha y estupendas caderas. Como contó mi esposo en el relato anterior, somos una pareja perfecta en todos los aspectos excepto en uno. Julián es guapo y hace bien el amor aunque tiene que conformarse con un miembro pequeño. Pero le excita verme follar con otros hombres mejor dotados que él.  Y los que leyeron la primera parte de este relato conocen de mi afición por las pollas grandes. 

En fin, lo cierto es que hace un par de años tuve un affaire sexual con el jefe de mi esposo, un tipo llamado Andrés. Me gustan los hombres atractivos, altos, musculosos, de penes grandes y que sean muy viciosos en la cama. Andrés cumple largamente con todos esos requisitos.  Empezamos nuestra relación en la boda de uno los compañeros de trabajo de Julián. Al terminar la fiesta, nos marchamos juntos a la casa de él y estuvimos follando hasta el día siguiente. Después de aquello, follábamos con bastante frecuencia. Generalmente Andrés iba a la casa cuando Julián no estaba, aunque a veces también iba por las noches. Tomábamos una copa con mi esposo y luego Andrés me llevaba a la cama.

A veces, cuando estaba de viaje por trabajo, lo llamábamos cuando todavía estaba en el camino y nosotros ya estábamos en la cama, follando. Era de lo más excitante y no podía dejar de imaginar a Julián meneándose la polla por encima de los pantalones mientras nos escuchaba.

Nuestra relación terminó después de un año en buenos términos (básicamente por él, que temía que su esposa lo descubriera y cada vez tenía menos tiempo) y al poco tiempo Julián consiguió un mejor trabajo en otra empresa. No había vuelto a ver a Andrés – hasta el pasado viernes.

Después de que terminara mi relación con Andrés estuve acostándome con un amigo de mi esposo que recientemente se había divorciado pero aunque estaba mucho mejor dotado que Julián, no follaba tan bien como el ex-jefe de mi marido. Eso también terminó y pese a que Julián no dejaba de animarme a que consiguiera a alguien, hace tiempo que yo no salía con nadie. Entonces Andrés volvió a escribirme, diciendo que tenía ganas de volver a verme. Dejé que pasaran un par de días y le dije que lo pensaría. La verdad, el mensaje me excitó mucho y lo cierto es que pese a los denodados esfuerzos de Julián, necesitaba sentir la enorme verga de Andrés partiéndome en dos. 

Así que ese viernes Julián ya había llegado del trabajo y estaba viendo TV, sin planes para más tarde. Yo estaba alistándome como si fuera a salir – tanga negro, vestido corto del mismo color, zapatos de tacón alto. Julián quizás imaginó que tal vez iba a tener algo de acción aquella noche porque me empezó a contemplar mientras se alistaba, eso es algo que siempre le excita, verme planear y preparar todo para una noche de diversión.

Mi esposo ya estaba tocándose la verga por encima de los pantalones cuando, para su sorpresa, fui hasta donde estaba vestida con su sexy atuendo, me arrodillé entre sus piernas, le sacó la polla y empecé a chupársela. Me considero una experta en mamadas y le trabajé la polla con la lengua de una manera fantástica. Julián lo estaba pasando en grande cuando de repente, sin dejar de pajearlo, cogí mi celular y marqué.

Seguí pajeando la pollita de Julián  y llamé a su ex-jefe. Masturbaba a mi esposo mientras le decía a Andrés cuánto extrañaba su verga y que quería que viniera a casa y me follara mientras Julián estaba presente y veía todo. Estuve mirando a Julián a los ojos sin dejar de pajearlo todo el rato que duró la llamada. Cuando colgué volví a chupársela. Mi esposo estaba a punto de correrse pero sé muy bien cómo retrasar ese momento y no lo dejé. Después de un rato me levanté y puse algo de música. Bailamos un poco mientras le decía lo mucho que iba a disfrutar follándome de nuevo a Andrés y que me iba a correr en la verga de su ex-jefe mientras él lo veía todo. Por cierto, Julián tenía la polla tan dura que pensé que le iba a explotar.

No pasaron ni cuarenta minutos antes de que escucháramos que llamaban a la puerta, así que pensé que Andrés había tenido que salir con prisa después de lo llamara. Ni bien abrí la puerta, empezamos a besarnos y a meternos mano por todas partes. Andrés me besaba con ansia y me agarraba las nalgas con sus grandes manos, apretándolas con fuerza. No tardé en estar de rodillas, le bajé la cremallera y el pene salió disparado. Agarré su tranca entre mis labios, pasé la lengua por toda su extensión, mordí con suavidad y a continuación, me la metí en la boca y la succioné con fruición. Andrés empezó a gemir y a gruñir mientras me tragaba su verga entera y le lamía las bolas, pero yo todavía no quería que se corriera.

Así que nos fuimos a la sala, donde mi esposo estaba esperando. Cuando entramos, yo llevaba el vestido levantado por encima de mi trasero y ya no tenía puesto el tanga. Tenía a Andrés cogido por la verga y lo así lo llevaba a la sala. Su verga estaba brillante por mi saliva y pude advertir que Julián lo notó. Seguramente supondría que había estado chupándole la polla a su ex-jefe. ¡Y tenía toda la razón!

Andrés me puso contra el respaldar del sofá y me penetró por detrás. Julián estaba sentado en la silla viendo todo y me vio entornar los ojos. Le dije a Andrés “Dios, cuánto extrañaba tu verga” mientras él empezaba a bombearme el coño. Me terminó de desvestir mientras me follaba. Fue muy excitante que me sacara el vestido mientras yo me estremecía por el ritmo de aquel polvo. Luego se deshizo del sostén y dejó libre mis opulentas tetas, que se bamboleaban mientras él seguía penetrándome. Andrés las cogió y las apretó desde atrás al tiempo que yo dejaba escapar gemidos y satisfacción y empujaba mi trasero hacia atrás, contra las caderas de Andrés, para incrementar la profundidad de las penetraciones.

Después de un rato, Andrés me volteó y me hizo sentarme en el brazo del sofá. Yo estaba tan mojada que mis muslos estaban goteando los flujos de mi concha. Abrí mis piernas para él y Andrés me empezó a follar de frente, tirando de mis caderas.

Le hice a Julián una seña para que se acercara y se sentara en el sofá. Lo tomé de la mano mientras Andrés seguía follándome a buen ritmo. Él vio la erección de mi esposo y le dijo “Te gusta ver cómo se follan muy duro a tu mujer, ¿no es cierto? Yo la voy a reventar bien, ya verás.”

“Eso es cariño, enséñale a este cornudo como se folla a una puta como yo.” - repliqué. El rostro de Julián era un poema. Estaba muy excitado, sin duda y no tenía idea de cómo reaccionar, simplemente estaba masturbándose y me miraba con ojos vidriosos. Sostenía mi brazo mientras  mis uñas se clavaban en su piel, inclinándose a veces para besarme y escucharme gemir de placer. Le dijo a Andrés que nadie me follaba cómo él. Él me puso de lado y me folló así un buen rato, luego me volteó y me penetró al estilo perrito sobre el brazo del sofá. Hice que Julián me sostuviera la mano todo el rato.

Mientras Andrés seguía follándome con furia, empecé a respirar fuertemente, al tiempo que mi rostro se congestionaba por el placer y me daba cuenta de la inminencia de mi orgasmo. Para entonces, ya había apartado a Julián y tenía a Andrés en el piso para poder cabalgarlo – esa es mi posición favorita para llegar al orgasmo. Miraba a mi esposo con ojos lascivos mientras me movía hacia arriba y hacia abajo, clavándome hasta los huevos la tranca de mi amante. Andrés me apretaba con fuerza las nalgas y me clavaba aún más su polla. Cuando estaba a punto de correrme, aceleré mis movimientos, puse los ojos en blanco y empecé a gritar. Fue un orgasmo poderoso, como hace tiempo no experimentaba.

Seguí cabalgándolo como posesa hasta que me di cuenta que Andrés estaba a punto de terminar, entonces me saqué su enorme verga de la concha y empecé a mamársela con ansias. No pasó mucho tiempo y Andrés eyaculó en mi boca, sin que yo desperdiciara una sola gota de aquella corrida. Antes de tragarme el semen, abrí la boca y se la enseñé a Julián. Tenía la lengua blanca por el semen y en el interior de mi boca, una gran cantidad de lefa lo ocupaba todo. Julián estaba desparramado en la silla, la polla flácida afuera del pantalón porque ya hace rato que se había corrido.

Descansamos unos minutos y luego subimos a la habitación, desnudos y cogidos de la mano. “Parece que hoy tendrás que dormir en el cuarto de visitas, cariño” le dije a mi marido, al tiempo que le hacía una señal de despedida con la mano y sonreía. Le mandé un besito volado.

Andrés no se marchó hasta el día siguiente – la verdad no sé qué excusa le inventaría a su mujer. Follamos toda la noche y pegamos un último polvo por la mañana, antes de que se fuera. Ahora hemos retomado nuestra relación, follamos tres a cuatro veces por semana casi siempre en casa; y estoy tratando de convencer a mi esposo de que vuelva a trabajar para él.