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Te odio, por eso te... Cap. III

en No Consentido

Amaneció temprano, como lo hacen los días de verano, un Sábado soleado entraba por la ventana, yo por fin dormido abrazado a la espalda de mi señora, nos interrumpió el despertador.

Un leve movimiento de ella hacía que nuestro lecho juntos terminara, por lo que rápidamente apague el despertador y me puse a darle suaves caricias en la espalda y besitos desde el cuello a los hombros, me fui deslizando más abajo, sin dejar de besarla (¡me parecía tan guapa, ella era mi institutriz, mi profesora, mi dueña, yo era su posesión!), esto me hizo empalmarme muy fuerte.

Seguí bajando por su espalda, ella dormida o no, fue echando su cadera hacia atrás, esto hacia lucir a cada beso un culo mas saliente, yo llegue a sus bragas, donde empecé a pasar mi lengua, por el tejido de algodón algo áspero, pero con su inconfundible aroma, ella se dejaba hacer, con mis manos acariciaba su cintura y en un atrevimiento, fui bajando poco a poco sus bragas, con cada desliz, un beso le daba para calentar su piel, así conseguí dejárselas en los muslos.

Debajo de las sábanas la luz tamizada de la ventana me dejaba ver, su culo, precioso, grande, blanco y su vagina, me rodé un poco, y lo besé, primero su ano luego su vagina, esto me iba haciendo llegar al paroxismo y no pude mas, hundí mi lengua en su vagina como quien toma un helado que se derrite.

Me sentía feliz, enormemente feliz, había pasado de tener una vida disoluta de alcohol y salidas perdidas, a la de ahora, ahora ella me había hecho entender mis obligaciones, la forma en que debo hacer las cosas y a obedecerla.

Ella despertó llevó su brazo hacia atrás me cogió del pelo y tiró fuerte diciéndome con voz de vieja, carrasposa y medio dormida - ¿Qué haces, que te has creído, te vas ….? Yo aproveché para acelerar mis movimientos en su vagina y abrazarla, era como una ventosa, ella poco a poco fue soltando mi cabello.

Yo continuaba ahora tragando sus jugos, que aparecían poco a poco, ella se acurruco mas en posición fetal, lo que me permitió más comodidad en mi atrevimiento, pero quería mostrarle lo agradecido que estaba, me había hecho descubrir una faceta en mi, y mientras lloraba de alegría, seguía besando y chupando, su vagina, su ano, todo su canal, con mi lengua deseosa de amar a mi señora.

Mi polla comenzaba a llamar mi atención, breves gotas querían ser invitadas y sin pensarlo y en un movimiento cariñoso, sin soltar mis manos alrededor de su piel, me giré un poco y rápido sin tiempo a reacción le metí mi pene en su coño. Ella gritó, ¡estate quieto, quieto!

Pero era imposible, ni escuchaba ni razonaba, demasiados días sin eyacular y con excitación permanente, comencé a bombear, cada vez que empujaba, notaba como ella repetía que me estuviera quieto, pero la voz se le alteraba, le salían como pequeños gallos.

Su tono fue bajando, y en voz baja, solo decía,… te vas a enterar, te vas a enterar…

Yo seguí bombeando a mi señora, quería que me sintiera dentro de ella, un escalofrío me vino por mis piernas, que fue subiendo y eyaculé, fuerte, se me tensaban las piernas, golpeaba y golpeaba, me abracé fuerte a ella, quería quedarme así.

Ella no dijo nada, pero podía ver que sus ojos estaban abiertos, mirando perdida a la pared, pasaron bastantes minutos, cuando se fue despegando de mi, se tocó y su mano estaba totalmente mojada de mi lefa, se levantó y fue al baño, la oí como se duchaba

Un sentimiento de culpa me invadió en ese momento, ¿se habría enfadado?, ¿no era una muestra de amor incondicional lo que había hecho?, vi que salió envuelta en una toalla que apenas la cubría solo sus pechos, pero su enorme culo quedaba casi al descubierto, sentada tomaba algo de café y unas galletas

Yo no sabía qué hacer, quizás acercarme y pedir perdón, quizás sentarme a sus pies y esperar que me indicara las tareas del día. Me levanté, me puse mis bailarinas y camine con la cabeza baja y mis brazos cruzados hasta la puerta.

No decía nada, terminó su desayuno, se levantó, camino hacia mí y muy seria me dijo, recógelo todo y ve al salón. Yo inmediatamente, me puse mi delantal, uno en color fresa que ella me había regalado, fregué, pase un paño a la mesa, observé que todo había quedado correcto. Fuí al salón, una vez más cabizbajo y con mis manos tapando mis partes y dije – Aquí estoy mi señora.

Parecía que se había repuesto del todo, su cara de enfado no dejaba lugar a dudas, un castigo estaba por venir, me indico que le trajera un vaso de agua.

Al instante se lo di con mi delantal y en una pequeña bandeja, ella me ordeno que me arrodillara ante ella

-          Que sea la última vez que te atreves a hacer algo así, ni te lo he permitido, ni tú puedes hacer nada que yo no te ordene o te diga, ¿está claro?, (levantó su pierna cruzada muy rápido y me golpeo en mis testículos)

Aguanté como pude el dolor y sin dejar de mirarla le dije – si señora

-          Te mereces un castigo, por tu glotonería, te gusta chupar ¿verdad?, ¿verdad?

Yo no sabía que decir a juzgar por su expresión, cualquier cosa que dijera estaría mal, y respondí – si señora, pero era por….

Zasss, otra patada, esta si que dolió y me hizo encorvarme, ella grito ¡que me mires!, volví a erguirme y la miré

Ella acariciaba el vaso de agua con su dedo índice, por el borde haciendo círculos, la oía murmurar, - mmm no sé, ¿Cómo podría enseñarte a aprender que solo puedes tener sexo cuando te lo diga y escúchame bien, con quien diga?, mmm, tomó un sorbo de agua

Lo que vi a continuación me dejó desarmado, y asustado, no lo sabía, era asqueroso de saber que…

Daria se quito la dentadura, la puso dentro del vaso de agua y me lo entregó.

Yo fui a levantarme para llevarlo al baño, pero ella puso su mano en mi cabeza y como un cachorrito me hizo estar de rodillas otra vez – Bébete el vaso.

Yo miraba hacia el suelo sin moverme, no podía, solo de pensarlo y sin nada en el estomago, me estaban dando nauseas

-          Que te lo bebas

Tomé el vaso, me lo acerqué a la boca y di un pequeño sorbo, restos de galletas flotaban en el vaso (¿no quieres desayunar? me dijo con rostro impenetrable)

Poco a poco, me tomé todo el agua y aguanté como pude la provocación.

-          Ahora ve al baño, lávalos y déjalos ahí, y vuelve

Hice lo que me ordenó, los lavé, cepillé y los puse en agua nuevamente, volví al salón ella, estaba recostada, con sus brazos en el cuello, y con cara de satisfacción, se daba cuenta de su total dominio hacia mi y evidentemente se sentía gloriosa, yo la miraba desde la puerta, y veía su boca, los labrios caídos adentro, su cara reflejaba ahora realmente su edad, sus verrugas se hacían más prominentes, su muslos, grandes que se esparramaban por el sillón, su toalla había cedido y mostraban su dos grandes pechos con dos pezones inmensos oscuros, movía los pies en círculos y movía sus dedos.

Ella abrió los ojos, dejó de sonreír, me miró y me dijo con una voz distorsionada la falta de dentadura se notaba, - Puesto que te gusta tocarme, porque te gusta ¿no es así?

-          Si señora

-          Muy bien pues como te gusta tocarme, empieza, hoy me vas a limpiar como hacen los gatitos con sus crías, empieza por mis dedos y ve subiendo, tu señora lo necesita

-          Y tu eres feliz obedeciendo ¿no es así?

-          Si señora

No hizo falta mas, delante de ella tome sus pies, y empecé a besar sus dedos, pasaba mi lengua entre ellos, chupaba uno a uno, luego seguí pasando mi lengua por sus tobillos, subí a sus muslos, cuando iba a empezar con su monte de venus, me tomó por el cuello y me dijo

-          Ahí ya te has divertido, continua

Yo aparté la toalla una gran barriga sin faja se mostraba, arrugada, flácida, blanca, la besaba y sus carnes se movían como una gelatina, a ella le debió gustar porque volvió a poner sus brazos en el cuello y no paraba de decir, - así, así, mi cosita, ….mmmm

Yo me estaba empalmado, mientras besaba su barriga, procuraba rozar mi polla con sus piernas, ella jugaba a atrapar mi pene con sus rodillas y yo disfrutaba, seguí subiendo y chupé sus grandes pezones oscuros, (¡me encantaba!), estaba siendo amamantado por la persona que me había descubierto como persona, la que me estaba enseñando a vivir a los pies de una mujer.

Mientras más chupaba y rodeaba su inmensa cadera con mis manos, mas pensaba en lo dichoso que era, ella realmente me había hecho comprender que el hombre, esta para cumplir los deseos de una mujer, sus caprichos, y vivir para adorarla.

No quería que el tiempo pasara, yo seguía a lo mismo, cuando de repente  sin motivo, me empujo hacia atrás, y me dijo, parece que disfrutas mas que yo

-          ¿Disfrutas mas que yo, estas empalmado?

Yo callaba, claro que sí, pero no me atrevía a decirlo.

-          O sea que encima te lo pasas bien, ¿Cuándo te has portado mal?

 Se levantó del sofá, y tomando unas de sus zapatillas, y señalándome con el dedo me dijo…

-          Ponte en el sofá a cuatro patas y levante bien el trasero, vas a saber lo que es portarte bien, y hacer solo lo que te digan

Yo clamaba, - por favor mi señora,…per…perdón, …no lo volveré a hacer. Por supuesto que no lo vas a volver a hacer, que te pongas a cuatro patas, ¡no te lo digo mas!

Me puse como me ordenó mi cabeza apoyada en el antebrazo del sofá y abrazándolo, me puse a cuatro patas y levante el pompis todo lo que pude.

Ella me mostró su zapatilla, color teja, con un bordado en su punta, de poco tacón, me lo acercó a la cara, olía a ella

Besa la zapatilla, así aceptarás que debes ser castigado, ….lo hice

Ella camino hacia atrás y zzasss, zassss, zasss, a cada cual más fuerte, yo no decía nada, solo me abrazaba mas fuerte al antebrazo del sillón y miraba hacia abajo, mis lagrimas salían, no podía mas y decía, perdón, perdón, mi señora, perdón, no lo volveré a hacer

-          Pues claro que no, aquí lo que se hace lo digo yo, ¿esta claro? Zass zass, varias veces mas

-          Si señora

-          Y recuerda esto bien y grábate esto, aquí no se trata de lo que tu quieras, SE TRATA DE LO QUE YO,…QUIERA

-          Si señora,

Ya hacía rato que el dolor había pasado a tratamiento, sus palabras me habían encendido otra vez, estar en posición de perrito, oír que aquí se cumplían sus normas y se trataba de lo que ella quisiera, amentaron mi sometimiento a mi señora, ella tenía razón, yo tenía que obedecerla, siempre. De reojo veía como se movía de un lado a otro, su barriga caída que tapaba su sexo, sus muslos gordos su enorme culo.

Ella no paso por alto, que me había empalmado, veía mi posición de perrito y mi polla erecta, (solo te falta levantar la pata y mear, ¿no? Jajajaja, se reía de forma ordinaria, alta, escandalosa, como es ella)

Bueno ya está bien por hoy, creo que has aprendido la lección, (se sentó en el sofá y comenzó a acariciar mi culo dolorido y rojo de los golpes)

Sus caricias calmaron mis lágrimas, yo me abrazaba mas al sillón y me temblaba el cuerpo de sentir sus suaves caricias.

Ella fue bajando poco a poco y desde atrás me agarró la polla y empezó a moverla como quien ordeña a un corderito, a “su corderito”, yo solo quería volverme y besar su boca, agradecerle su castigo y decirle que la amaba, pero ella insistía con sus movimientos, que produjeron un gran ardor en mi, pequeños chorros de esperma brotaron, directamente a su mano, poco a poco fue parando su movimiento, que termino con un par de tortitas en mis huevos ahora vaciados por la mano de mi señora.

-          Vuélvete

Me di la vuelta y de rodillas la miré. Ella extendió su mano y me dijo, - tómatelo todo. Yo lamí y relamí hasta dejar su mano limpia y brillante.

Daría se levantó y fue a su cuarto caminando lentamente y sin mirarme, me dijo, - Me voy a vestir, haz tu lo mismo hoy salimos de visita

Yo me incorporé y me atreví a preguntar que a donde. Ella se paró y desde la puerta de la habitación me habló con disciplina, todo lo que me dijo, me hizo estremecer, (no, no por favor pensaba, pero no me atrevía a hablar)

-          Varias cosas mi cosita

  • 1.- Ve a mi casa y tráeme la ropa que está en la silla de mi habitación, de la zapatera tráeme los azules
  • 2.- Vamos a ir a ver a Dunia, nos invita a almorzar, si…no pongas esa cara en el mismo edificio vive tu madre, y quien sabe a lo mejor estaría bien que me la presentaras, ya veremos…
  • 3. Y por último encima de la mesa de comedor, hay unos papeles, son la orden de domiciliación para tu nómina, a partir de ahora es mejor que sea yo quien te administre el dinero, tú eres un desastre y estará mejor cuidado por mí. Yo te daré lo que considere que necesitas

-          ¿Has entendido?

-          Si señora, pero mi madre,…por favor….por favor…nooo…

-          ¿Perdona no te oigo? ¿Qué?

-          Si,… señora

Daria, extendió su mano, con cara altiva y totalmente dominadora, la movió un poco, yo corrí hacia ella, bese cada uno de sus dedos, y la palma de su mano y corrí a vestirme, la situación me había empalmado otra vez, pero ya era la tercera en la mañana y me dolía un poco

Enseguida se me pasó, no podía dejar de pensar en la vista que íbamos a hacer a casa de Dunia.