miprimita.com

Mi nueva vida impuesta

en No Consentido

No me lo podía creer, 6 horas de vuelo y me pierden la maleta, las cosas no podían ir peor. Luego de efectuar la oportuna reclamación en aquel aeropuerto tropical, donde las cosas evidentemente no se toman con celeridad, me senté a la salida, en un banco algo desvencijado y con el saludo afectuoso de ese cielo limpio y caluroso, me puse a reflexionar.

Quizás no fue buena idea, viajar al trópico, solo, con mi empleo perdido, al igual que mis enseres, pero era la única forma de olvidar mi reciente divorcio y quien sabe empezar de cero (algo que el destino bien me tenía preparado)

Deambulé sin rumbo fijo por aquellas calles pensando que iba a hacer, no conocía a nadie salvo a la tía de mi ex mujer que vivía allí, pero no quería saber nada de ella ni de su familia. Paradojas del destino viajo a donde hay familia de mi ex mujer.

Me había liberado de mi matrimonio, fueron 10 años muy duros, Eugenia era una mujer fea hasta el nombre no me gustaba, al principio ves a la persona, no el físico, compartes cosas, aunque debo decir que con una boca muy bien formada, unos labios gruesos y carnosos que me encantaba besar. Al principio era estupendo yo la besaba y me metía en ellos, mientras tocaba sus enormes tetas, ella se dejaba hacer aunque rara vez hacíamos el amor. Pero con el tiempo su carácter fue cambiando, cada vez era más autoritaria, no paraba de darme ordenes, todo estaba mal, que no la hacía feliz, que parecía un niño malcriado. Ella fue engordando, siempre vestía túnicas y en verano pareos, unos pechos que no se podían ocultar y que yo no podía tocar y cada vez estaba más enojada, siempre acababa cualquier discusión con su frase preferida “si fueras bueno conmigo”, le gustaba ver la tele toda la tarde y coser su única pasión, su única, ya que nuestra vida sexual era casi inexistente.

Se volvió caprichosa, todo lo quería, no hacía nada en casa, yo trabajaba y ella solo se quejaba del dinero, de que había visto tal o cualquier cosa, que no la comprendía. Siempre me decía que hiciera cualquier tarea, que fuera a comprar, que le llevara agua… me harté, no iba a ser su sirviente.

Nunca mostraba ningún interés por el sexo, ni por un beso ni por unas caricias, solamente era dulce y sociable halando con sus amigas, eso le encantaba, sino era salir con ellas, era que ellas vinieran a casa, muchas veces me las encontraba en casa, en el salón o en la cocina, siempre con risas o viendo una peli juntas. Tenia mas intimidad con ellas que conmigo.

Al final no pude mas y nos separamos, ella terminó de firmar los papeles con su clásico “si te hubieras portado bien”, pero en un alarde de autoridad se despidió con un, “volverás”, se que lo harás.

Estaba libre, pero sin sitio a donde ir, la noche llegaba y sin recursos no me quedó más remedio que acudir a la tía de mi esposa, Amalia.

Era ella diferente, aunque compartía su pasión por la costura, era doctora de una ong, ya se encontraba retirada, y se había quedado a vivir en el último lugar donde había estado de misión. Siempre había sido un poco excéntrica y muy liberal, de hecho a pesar de su soltería se había hecho matrona, según nos contó en una de sus contadas visitas en nuestro país. Donde ella vive, es necesario amamantar a neonatos, pues no siempre sus madres pueden hacerlo, y a la vista está que viven en tiempos remotos para cualquiera de nosotros. Nunca me ha quedado claro siendo soltera como puede amamantar, algún que otro hijo seguro que hay que no nos ha contado.

Después de una larga caminata, me armé de valor y toqué en la puerta, una casa terrera con un gran jardín delimitada por una alta valla, que no permite ninguna mirada del exterior.

Una voz seca y autoritaria (se nota que son familia ella y mi ex), pregunta… Tan solo al pronuncia mi nombre, la puerta se abrió, una tranquilidad me invadió, pues ya era de noche, caminé lentamente, un jardín muy cuidado, unos columpios, tres escalones.

Allí estaba, no había cambiado mucho, su misma altura, de 1,80, grandes pechos, frutos de su lactancia sin duda, su pelo negro azabache (supongo que ahora gracias a algún producto) y sus escotes y faldas anchas.

-          Hola Nino, cuanto me alegro de verte, pasa por favor, cierra la puerta

-          Lo mismo digo, Amalia, como te comenté...

-          No hay nada que hablar te quedas aquí ya te he preparado tu habitación, a decir verdad, la única que tengo excepto la mía.

Sin dejarme contestar me llevo hasta la cocina donde la cena ya estaba lista, después de contarle todo lo sucedido, ella inquirió por los motivos de mi divorcio

-          Bueno Amalia, las cosas de pareja, tu sobrina tiene un carácter…

-          ¿Y quien no lo tiene?, seguro que no era para tanto, en las relaciones se toma y se da, ¿no crees?

-          Pues si, pero…

-          Dando un poco de tu parte seguro que las cosas irían a mejor, ¿no crees?

-          Pues creo que,…

-          Bien ya es tarde, mañana me comentarás, es hora de que te vayas a acostar y no te preocupes, aquí estarás bien

Eran las 9 de la noche, dese luego que no estaba en mis planes acostarme, vine para divertirme y olvidar mis preocupaciones, pero dadas las circunstancias, no quise ser descortés, tomé una ducha de la que salí oliendo a perfume de mujer, pues como soltera que es, todo es bastante femenino, hasta mi dormitorio, donde un juego de sabanas de flores, y unos cojines bordados me esperaban.

Amanecí descansado, el olor era inconfundible, café, busqué mi ropa pero no la encontré, sin embargo al pie de la cama había una bata de raso, celeste. Supuse que mi ropa la habría lavado (conociendo a la familia) y como nadie mas había, me armé de valor y me puse tal prenda.

Desde mi divorcio he adelgazado bastante y tengo un cuerpo digamos fino, mas bien estrecho y poco musculado, por lo que me la puse sin ninguna dificultad.

Entre por la cocina, Amalia me miró y me dijo ¿pues no te queda tan mal? Y se rio, yo me limité a sentarme y tomar café no sin antes dar las gracias

-          Y ¿qué planes tienes para hoy?

-          Pues pienso ir al aeropuerto a ver si aparece mis enseres y luego…

No creo que haga falta que vayas, ya llamarán, ya hice las gestiones esta mañana temprano, no tienes que preocuparte (se levantó de su silla y acercándose a mi, me acarició el pelo, varias veces y con una leve sonrisa, repitió), - Estate tranquilo, todo está bien, no tienes porqué preocuparte

-          De acuerdo, de acuerdo,… (la verdad que esa caricia, me produjo una leve pulsación en mi pene, hace bastante tiempo que no tengo sexo y son muchas las ganas)

Intentando cambiar mis pensamientos, le dije que si podía ayudarla en algo, era justo pues me había cobijado, ella insistía en que no, que con tenerme de visita estaba bien, pero ante mi ofrecimiento, me pidió si podía repintar la valla pues estaba bastante deteriorada.

- Por supuesto que sí, ahora mismo me vis…. Recordé que no tengo ropa y la mía esta lavándose, bueno verás…

-          ¿La ropa? Por eso no te preocupes, todo está bien (nuevamente me acarició, pero esta segunda vez me estremeció, que costumbre…) Nino aquí nadie se mete en las coas de nadie y nadie nos ve ¿no es maravilloso?

-          Supongo que si

-          Algo te podrás poner que no importe se manche, enseguida vuelvo

Camino meneando su cuerpo, la falda se movía como un péndulo, y se notaba como sus pechos ejercían una autoridad innegable, me maravillaban.

Me levanté de un tirón, Amalia, muchas gracias, pero esto no puede ser. ¿Y qué más da? Dijo ella, te digo que nadie te va a ver. ¿Voy a tener que discutir que me ayudes, cuando eres tu quien lo ha dicho?

-          Eh, si, pero yo, pero es que eso es la braga de un bikini

-          Si y muy bonito por cierto, venga, en la cabaña de fuera tienes la pintura y lo necesario, te llamaré para el almuerzo

El calor era sofocante, luego de asegurarme que efectivamente, nada se veía al exterior, salí vestido solo con una braga de bikini, amarillo y muerto de vergüenza. A cada paso esta se fue pasando pero una notable erección llegó, el roce de la prenda, el saberme vestido con algo femenino, sus lazos a los lados y mis ganas de tocar y ser tocado, me hicieron aumentar mi sudor mientras me puse a la tarea

El medio día llego y con ello la llamada de Amalia que me llamaba, Nino, Ninooo

-          Voy Amalia, ya voy

-          Que sudado vienes, venga ya está bien por hoy, dúchate y a comer

Una ducha bien fría calmó mi calor externo e interno, llegué al comedor, Amalia estaba radiante, llevaba una camisa desabotonada en exceso que mostraba un impresionante escote, unos pechos llenos, hinchados, sin duda seguía ejerciendo de matrona o se sacaba la leche ella misma.

Además llevaba una falda amplia, muy fina, que transparentaba cada vez que en el vaivén de la cocina las ventanas mostraban su intimidad.

-          Estás bien? Nino estas sonrojado

-          ¿Eh?...es el calor, estoy bien

Y dime nunca pensaron en darse un tiempo y reflexionar, a los dos me refiero, si quieres no hablamos del tema, porque ¿tú la sigues queriendo, no?

(La amaba con locura, recordaba las noches de placer, sus besos fuertes como me dominaba en la cama, como me despertaba chupándome la polla por las mañanas, pero todo eso fue cambiando día a día y llegó a lo que llegó. Por supuesto nada de esto quería comentar)

-          Pues prefiero que no, no quiero decir nada que moleste, pero donde hubo siempre queda…

-          Claro que sí, ¿esta buena la comida?

-          Muy buena, muchas gracias, este zumo es muy refrescante

-          Lo hago yo, es de hierbas y algunos ingredientes secretitos, jajaja. Bueno estoy segura que cediendo cada uno un poco y tú poniendo de tu parte podrían recuperar el cariño que seguro se tienen, ¿por qué tu la sigues queriendo verdad?

-          Como ya te dije algo,…guaaa…(bostezé)..peerdona estoy un poco cansado, algo si, claro, la he querido mucho, pero como te….. un profundo sueño me invadía por momento

-          No has pensado en cambiar la relación, en ser más generoso, tener menos genio, más llevadero, en fin (sus palabras me sonaban cada vez mas huecas, con eco, se distorsionaban… me dormí)

No sé cuanto tiempo pasó, pero me encontraba en el sofá del salón, tumbado, en bata y ya era de noche. Amalia cosía  a mis pies, de vez en cuando, soltabas las agujas, se recolocaba los pechos, se secaba el canalillo y proseguía.

Después de unos minutos, me miró y me dijo ¿estás mejor?. Le pedí disculpas por mi comportamiento dando mil excusas.

Me replicó que nada, es normal, mucho viaje, encima pintar, me preparó un zumo de hierbas y me lo tomé

Esa noche volví a caer rendido.

Un nuevo día llegó y con ello mi desesperación por salir ya de esa casa y recuperar mi aventura que vena a buscar. Amalia me dijo que nuevamente había llamado al aeropuerto y nada se sabía que esto era así, que en cuanto cobrara la pensión me compraría algo de ropa, pero aun quedaban mas de 10 días.

¡10 días me dije, sin dinero, sin documentación! Le pregunte por mi ropa que llevaba puesta, hablando de otras cosas y diciendo cosas sin venir a cuento, me la mostró, estaba toda rota, decolorada y hasta encogida. Al parecer su lavadora se estropeó y ese fue el resultado

Estupendo me dije y ahora…

-          Tomate el zumo de hierbas, y luego a terminar la valle, ¿ok Nino?

-          Ehh…claro que si, ya voy Amalia

En menos de cinco minutos estaba con mi tarea y nuevamente con una braga de bikini ahora de color roja.

Así pasaron los días en casa de Amalia, me sorprendía lo rápido que le decía a todo que si, hace días que no tenía ningún remordimiento ni a mi ex, ni me encontraba perdido, al contrario me encontraba bien, muy descansado.

Pero varios días se convirtieron en varias semanas, no se me ocurrió preguntar por nada, todo estaba bien, así lo sentía, continuaba en la casa, sin salir, sin comprarme ropa, quedando dormido en cada almuerzo del que me despertaba sereno, y solicito a cualquier petición de Amalia. Mi tiempo pasaba en la casa y mi comportamiento fue cambiando.

Nino hazme esto, Nino hazme aquello, Nino las cortinas, Nino por favor friega, Nino, limpia aquí…. Eran frases diarias.

Cada almuerzo, Nino aquí tienes tu zumo, yo me lo tomaba siempre sentado, mientras ella me acariciaba el pelo, junto a mí, de pie, rozando descaradamente su pecho en mi cara y siempre la misma frase “todo está bien”

Cada mañana me encontraba mejor, y mas, no sé, suave, mi piel estaba mas tersa, dedicaba unos minutos al espejo, cada vez mas minutos, me miraba el cabello, me peinaba, me peinaba mucho, me miraba delante por detrás. Debe ser el clima pensaba.

Luego me vestía con la braga del bikini, que tuviera a los pies de mi cama, nunca me di cuenta de cómo ni cuando me la dejaba, simplemente, estaba ahí.