miprimita.com

Te odio, por eso te... Cap. IV

en No Consentido

Mientras Daria se maquillaba, bastante basta por cierto, muy remarcada, un carmín muy rojo para su tez tan pálida, ojos con sombras verdes que le quedaba muy de barrio, pero supongo que lo normal, para donde vivo. Mi barrio es bastante de la periferia, con esto quiero decir que el nombre más normal que se oye por la calle, es la “Vane, Jennifer, Andy y similares”.

Donde yo vivía tampoco es que haya mucha diferencia, un patio de vecino que siempre huele a cocidos y potajes, lavadoras, radios altas, etc… y aunque marché de mi casa dejando a mi madre sola (soy hijo único de padre alcohólico del que hace años nada se sabe) buscando un porvenir, nobleza obliga, había cambiado un barrio por otro similar.

Ya terminaba de vestirme, cuando Daria salió y me tiró un tanga nuevo, - ponte estos, exclamó. Yo, me los puse, eran semitransparentes y tipo brasileños con una fina tira trasera.

-          ¿Ya estás? Me inquiría para que me diera prisa

-          Si, señora

Abrió la puerta y salimos a la calle, todo muy normal, el cambio era radical, ella caminaba al lado mío, fuimos hasta la parada del bus. Noté o eso me pareció, como alguna chica joven nos miraba y se reía, otros miraban como con cara de asombro. Quizás por nuestra diferencia de edad, quizás me veían algo por el pantalón, o quizás….mierda…porque sin darme cuenta sujetaba el bolso de Daria colgado de mi brazo, hice como que pesaba y se lo devolví y subimos al bus.

Estaba lleno, yo me agarré a la barra superior, mientras ella se cogió a mi cintura, pasando la mano por dentro de mi rebeca, se puso a pellizcarme todo el trayecto, no me miraba, pero cada vez lo hacía mas fuerte, como esperando mi queja, aguanté como pude.

Llegamos a casa de Dunia, o lo que es lo mismo al edificio donde vive mi madre, bajamos y aceleré el paso, directo al portal, rezaba porque no apareciera nadie que nos viera. Pulse el ascensor, quinto piso me indico mi señora, (mi madre vive en el cuarto), yo sudaba y solo pensaba que nadie pulse, que nadie pulse,…

Momentos que me parecían eternos, y llegamos al rellano del quinto piso, Daria toco al timbre, oía pasos acercarse sin duda iba en tacones.

-          Hola querida, ¿Cómo estás? Me alegro que hayas venido, pasa la comida casi esta lista, adelante

-          Holaaa, bomboncito, (cambio su tono de voz a mimosa y…) ¿me das un besito?

-          Hola buenos días, claro

-          Hola, ¿solo?

-          Hola Dunia….señora Dunia

-          Mmmm, eso está mucho mejor, anda pasa

Cerró la puerta, y fue enseñándonos la casa, pequeña como todas las del barrio, una habitación, con las paredes pintadas de rosa, y fotos de sus cinco hijos, todos en marco dorado y papel brillante, muchos peluches en las literas, todo muy basto.

Un baño estrecho, con un plato de ducha justo, y azulejos celestes años 70, una cocina alargada en muebles blanco brillante con llamadores dorados, con una solana al fondo, que da al patio y desde donde se ve la casa de mi madre, lo sé bien, porque cuando vivía allí, muchas veces ví a la Dunia mirando desde su ventana a mi casa, observando cuando yo estaba en la cocina o en la solana lavando las zapatillas de deporte en la pileta ó hablando con mi madre.

Luego un pasillo y al fondo el salón,… -  vamos al salón, comentó

Caminamos juntos en fila, ella aprovechó para acariciarme el culo, no soltó la mano hasta que casi me senté.

-          ¿Y bien una copita?

-          Yo me tomaría un ponche ó un vermout si tienes, el no tomará nada

Dunia regresó con unos vasos de publicidad con ponche y se sentaron como buenas marujas a poner de vuelta a cualquiera que les viniera a la mente, yo mientras me limitaba a mirar para el resto del salón sin decir nada, me aburría bastante, tenía mucho calor, el sol que irradiaba la ventana de salón me tenia sofocado, así que me quité la rebeca

-          Ay, espera un momento, Dunia, …¿Mi cosita tiene calor que se ha quitado la rebeca sin permiso?

-          Yo..eh…si señora

-          ¿Que te crees que estas en tu casa, que vienes y te quitas el abrigo sin que nadie te diga nada?

-          No señora

-          Bueno Daria, no pasa nada se lo perdonamos por guapo, así que…

-          De eso nada, no sé chica, pero lleva unos días con unos atrevimientos, ya tuve que darle un repaso esta mañana, desde luego que hoy no puedo mas

A Dunia se le encendieron los ojos, cuenta, cuenta, le preguntaba a Daria, esta contó con todo “lujo de detalles”, nuestra escena de la mañana, - si mujer, hay que estar muy encima pero lo voy teniendo en mi mano, me miraban mientras hablaban. Yo estaba sonrojado y miraba para la pared, sin hacer ningún movimiento, tenias mis manos cruzadas y me pellizcaba con las uñas, no sabía que hacer.

Bueno Daria, quizás te falta persuasión, dicen que sino quieres café toma dos tazas, ¿no?, pues que tome café , ¿puedo?

-          Claro que si, dijo mi señora, que menos por haber tenido la gentileza de invitarnos a comer, faltaba mas

Dunia se excitó, lo sé, porque se rascó su ingle y se colocó sus bragas, se ajustó sus tetas y confiada me dijo, ¿tienes calor?, pues quítate la camisa también, ¡AHORA!

Lo hice sin rechistar.

Tus pantalones fuera, se levantó y vino hacia mí, era imponente muy alta, sus pechos caídos rozaban casi el comienzo de su falda, se bajó un poco y acercándose a mi, me dijo en voz bajita

-          Pórtate bien y seremos grandes amigos, ya lo veras, ¿no querrás que tu madre se entere que eres un mal chico?, ¿verdad que no? Y me dio un piquito con sus carnosos labios

-          Mi pene palpitó, ufff, que erótico me pareció, no dije nada y le entregue mi ropa

-          Pero cariño ¿y tus tangas, te has puesto los que le di a tu señora para ti, que detalle, déjame ver?

-          Mmmm. (Me levantó y me hizo voltearme para ella), fuera también, dámelos

-          ¿Y ahora tienes calor? ¿estás bien?

-          Si, señora Dunia

-          Muy bien pues ahora tranquilito, ven siéntate aquí en mis rodillas, hablemos tu y yo

Mientras mi señora seguía tomando ponche, le gustaba mucho, solo atendía a la tv, donde emitían un programa de cotilleo de varias horas, no nos prestaba ninguna atención

Dunia me hacia saltar en sus rodillas como un niño pequeño y me iba haciendo carantoñas, me besaba en la mejilla, en el cuello, me pellizcaba fugazmente en la punta de mi pene, me hacia cosquillas. Yo me estaba poniendo meloso la verdad y muy excitado, mi pene iba creciendo sin poder evitarlo.

-          ¿Sabes?, no tengo nietos, pero me gustaría tener uno como tu, cuchi, cuchi, cuchi, mmmm, un niñito calladito que se porte viene con su tata

Es tal su envergadura, que sentado en sus rodillas casi pasaba por un niño pequeño pues mi cabeza quedaba por debajo de su cuello, yo de vez en cuando miraba hacia arriba y la veía hablar, pero me centraba en su boca, carnosa, labrios preciosos, lo que daría por meter mi polla en ella…

El reloj de cocina sonó, y me enviaron a poner la mesa, una pequeña mesa en la cocina, donde puse los cubiertos, los platos, serví la comida, nada especial, todo muy corriente, sopa de pollo y unas croquetas. El alcohol reclamo su presencia, y durante el almuerzo me hicieron limpiar sus escotes de la sopa que se derramaba de sus cucharas, bastantes veces lamí sus escotes, ese fue todo mi almuerzo.

Luego tomaron algo de dulce que mi señora llevó y a mí no me dejaron probar. Yo comencé a recoger la mesa y me dispuse a fregar, fue cuando en ese momento, mi señora comento si no importaría que ella durmiera algo de siesta, pues estaba agotada.

Dunia por supuesto, le brindó su propio dormitorio al que la acompañó, yo estaba fregando, cuando pasados unos momentos ella apareció con una nueva copa de ponche, sin hablar, se puso detrás mío, y con su mano, empezó a acariciar mi espalda, bajando hasta mi culo, que lo magreaba sin pausa pero sin descanso, sola la oía tragar y echarme el aliento en mi oído.

Luego con insistencia pasaba sus dedos por la raja de mi ano, buscando la entrada oscura del placer que ya había descubierto con ella, yo seguía fregando pero más apartado pues una erección potente había hecho acto de presencia.

Mmm, lo que se pierde mami, si ella supiera el tesoro que tiene, tan sola, tan desdichada un marido que la abandona y un hijo que se va, su dedo corazón encontró lo que buscaba en mi ano, apretó fuerte, yo di un respingo

-          Quizás deberíamos llamarla, ¿Qué opinas?

-          Yo..no…no es buena idea,…señora Dunia

-          Ah no, yo creo que si

-          No…por favor…pídame lo que quiera pero por fav…se lo suplico

-          ¿suplicas?, niñato malcriado, tu madre debería ver como se educa a un hijo

-          Le prometo que hago lo que quiera, pero mi madre, no….no por favor

-          Lo que quiera, eh…. Ven conmigo

Me agarró por la polla y me hizo seguirla yo caminaba como podía cogido con total autoridad por su gran mano. Fuimos a la solana, yo intentaba echarme hacia atrás, pero ella, abrió la ventana, me hizo mirarla, me beso, introduciendo su lengua con gran maestría, encontraba toda mi boca, un beso como nunca, yo estaba cada vez mas empalmado y aunque intentaba alejarme de la ventana, me gustaba que me tuviera atrapado por mi polla.

Ella se separó un poco y me dijo, ¿te ha gustado?, pues ahora hazme lo mismo, donde yo te diga, me agarró por la cabeza y me empujó hacia abajo, se colocó mirando a la ventana, se bajo la falda, se quitó las bragas, abrió las piernas y me empujó la cara a su culo y comenzó a llamar a mi madre, por el patio.

Carmen, Carmen, ¿etas ahí? Carmennn…

Aprovechó un instante y mirando hacia mí me dijo, - chupa ya sabes donde

Yo de cuclillas, tapado por el poco muro de la solana, comencé a chupar el culo de Dunia, mientras ella llamaba a mi madre

-          Hola Dunia, ¿Qué tal? Oí a mi madre hablar

-          Hola Carmen, ¿cómo estás?

-          Bien, estaba recogiendo un poco la casa ya sabes

-          Oye, ¿Qué sabes de tu hijo?

Dunia empezó a balancear un poco sus caderas, abriendo un poco más las piernas, quería que la chupara más fuerte, yo no sé cómo explicarlo pero cada vez que escuchaba hablar a mi madre, una corriente sentía por mi cuerpo, que notaba en mis pezones que se ponían duros, mis testículos también lo hacían y mi polla…

-          Hace tiempo que no hablo con él, ya sabes que los chicos de ahora y el siempre ha sido muy independiente, si… (dijo con tono melancólico)

-          Bueno mujer, nunca se sabe, cuando menos te lo esperes veras como aparece (al decir eso, se bajo un poco para apretarse más hacia mi boca y volvió a subir)

-          ¿Y té qué tal? Preguntó mi madre

-          Pues aquí comiendo con una amiga, ¿quieres subir y tomar café?

Casi se me para el corazón, la muy estúpida, enterada a la que ahora me veía comiéndole el coño, invitaba a mi madre, para que me viera, sería mi fin. Con su pie me rodó un pequeño escalón para que me sentara, pues la posición me había hecho bajarme mucho y ya lo que estaba haciendo era besar sus muslos. Me senté en el y pude alcanzar otra vez su coño peludo y mojado de mis besos, retomé la tarea e introduje mi lengua, babeando su vagina

-          Te lo agradezco, pero ahora ni puedo, en otra ocasión tal vez

-          Bueeeno, ¡ahhh!, ¡ahhhh!, mmmm,…como… quieras, otro día nos vemos, te tomoooo… la palabra, pero una cosa que me … ¡ahhhhh!

-          ¿estas bien? Pregunto mi m adre extrañada

-          Nada, nada me he dado con el pie, ahhhh (yo mordisqueaba su coño y bebía sus jugos), pero no te vayas todavía, ¿a qué se dedica tu hijo?

Mi madre (es muy paciente), comenzó a relatar mi vida, que creo que no hacía falta, mis costumbres, que yo era muy rebelde, que dejaba todo a medio hacer y tirado por la casa, que había tenido muchas novias, que gastaba mucho, que cuando me tomaba las copas el fin de semana, hacia lo que me daba la gana en la casa, que había sufrido mucho conmigo y se lamentaba de no haber tenido un hijo mas correcto, pero que el carácter mío era así

Mientras mas le sonsacaba la jodia cotilla de Dunia, noté que en la solana desde la puerta me miraba Daria, que había despertado, no sé cuanto llevaría allí, pero solo sonreía y se mordisqueaba los labios, apuesto que le molestaba que no se le hubiera ocurrido a ella, obligarme a hacer lo que Dunia me había ordenado.

Se agachó como pudo y se puso a cuatro patas, fue caminando hacia mi, yo seguía chupando y besando el coño de Dunia, escuchando a mi madre, no sé en qué momento, las palabras de mi madre se relacionaban con mis besos en la vagina de Dunia y me hacia empalmarme, mi polla soltaba liquido preseminal que notaba cuando una brisa de aire daba en mi o mi madre hablaba.

Daria llegó hasta mí, me hizo abrir mis piernas, se quitó la dentadura y se metió mi polla en su boca, - Ahhh, ahhh, me viene, me viene,… (que calor, que sensación, era como decirlo, como tener la polla en un melón caliente), agggmmm, por….favor….por favor….

-          ¿Hay alguien hay contigo? Preguntó mi madre

-          No, no es la tele que está muy alta, ahora la abajo, pero continúa ¿Por qué no llamas un día a tu hijo y se vienen a casa?

Daria, continuaba succionando, adentro y afuera adentro y afuera, se separó por un instante, me miró y me pregunto mientras me hacia una paja e introducía un dedo en el orificio de mi ano.

-          ¿Quién manda?

-          Tu….aghhh…mi señ…se…señora

-          ¿Y en esta casa?

-          Tu…mi….señora

Así debe ser, ahora dame tu leche, y volvió a introducirse mi polla en su boca. Yo a su vez tenía mis manos agarrando el culo graso y gordo de Dunia, por su canal, e intentaba hacer lo miso meter alguno de mis dedos por su ano. Varios chorros salieron para mi señora, que en esta ocasión se lo tragó todo, pude oír  como tragaba varias veces.

Se repuso y de rodillas, siguió acariciándome mientras esperaba que a Dunia se corriera, cosa que no tardó, lo noté porque tuvo convulsiones en sus piernas y con una mano entre sus piernas, alcanzó mi cabeza, me tiraba del pelo y me empujaba contra su coño.

En apariencia mi madre no notó nada, creo, ambas se despidieron, Dunia cerró la ventana y corrió la persiana, se apartó, se puso sus bragas, se agachó y me dijo

-          Ufff,…buen perrito, buen perrito, eres un sol, tu madre no se debería perder esto, ¿tú que crees Daria?

-          La verdad es que es muy obediente, jajajaja

Las dos reían, mientras yo sentado en aquel escalón con mis piernas temblando y sudoroso, las miraba y pedía que por favor no lo hicieran, que me portaría bien, me tire al suelo y me puse a besar sus zapatillas, en especial sus dedos que sobresalían por la punta de ellas, mientras solicito y mimoso les pedía que no

-          Ya veremos, interrumpió Daria, ahora ve a dormir la siesta, Dunia y yo tenemos que hablar y no te olvides de ponerte el tanga, ya te llamaré, ¡rápido haz lo que te digo y pórtate bien!

-          Ni se te ocurra ir a mi cama, vete a una de las literas y no te tapes, dijo Dunia

Yo llorando, me levanté y me fui, las piernas me temblaban, solo pensaba en mi madre, en todo lo que la había hecho sufrir y en lo sola que estaba, ella era presa de su soledad y yo sin embargo presa de dos marujas a cada cual peor.

Sentí un picor pensando en mi madre, me acaricié mi pene y pensé en lo que había hecho mientras escuchaba la voz de mi madre, que ahora, sumiso y reeducado comenzaba a echar mucho de menos.

Me acosté sin dejar de agarrarme el pene y diciendo en mis pensamientos ¡mama, te quiero!.

Ellas se fueron al salón a ver la tele con el programa habitual de cotilleo muy alto, yo mientras me sentía como un esclavo en aquella casa ordinaria, en ese bloque ordinario, dominado por dos mujeres de las que era su perrito fiel y obediente, eso me hizo sentir entre desafortunado y dichoso, en cierta forma me había dado cuenta que me estaba enamorando de las palabras de mis señoras, de su tono de voz, de sus ordenes, de sus cuerpos, soñaba con que Dunia me amamantara y soñaba con besar las verrugas de Daria y soñaba con mi madre, algo me decía que debía ser bueno con mi madre.