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Despertar de Carlos

en Hetero: General

Mi esposo y yo solemos leer juntos algún relato de nuestros autores favoritos. Nos sirve para iniciar ese camino tan dulce de la excitación.

Yo misma he estado tentada de escribir en la página hace mucho tiempo. Tras consultarlo con mi esposo he descrito en mi primer relato, como fue mi despertar de esta mañana y, al leerlo, él ha sido el que me ha animado a publicarlo.

No he puesto oculto mi correo porque tanto a mi esposo como a mí nos hace ilusión recibir vuestros mensajes primvados.

Así fue lo de esta mañana:

Carlos dormía plácidamente sobre su costado cuando me desperté. Me gusta contemplarle dormido, escuchar su respiración pesada. Tiene “cara  de niño bueno”.

Me quité el pantalón de mi pijama y las bragas.

Carlos es mi esposo, me dobla la edad, yo tengo 22 años y el justo 44.

El brazo derecho de mi marido reclinado junto a mí, casi me rozaba. Me deslicé sobre la sábana hasta situarme junto a él, muy cerquita. Abrí las piernas y elevé su mano hasta hacerla reposar sobre el monte de Venus depilado. Él casi ni se inmutó, estaba profundamente dormido. Carlos se enfadó mucho el dia que me hice el laser en el coño, soy pelirroja y le gustaba el bello de mi entrepierna, colorado y suave.

Mire los números rojos del reloj de mesita. Las 09.00. Las persianas las habíamos bajado a tope por el frío y, aunque ya era de día, nuestro cuarto permanecía oscuro.

Sentía los dedos de Carlos rozarme los labios del coño y moví las caderas para situarlos mejor. Estaba cachonda y el aprovecharme de los dedos durmientes de mi marido me resultaba morboso y excitante.

Deslice una mano bajo la blusa de mi pijama y pellizqué el pezón de mi pecho derecho mientras volvía a rozarme con los dedos de Carlos en mi chochito, que ya mojaba levemente.

No sé en qué momento despertó, lo juro, pero sé que despertó y siguió haciéndose el dormido, porque cuando fui a buscar su pene bajo la tela del slip lo encontré ya duro como el acero.

-No despiertes amor- le susurré en el oído. Uní mi dedo anular al de su mano y lo empujé dentro del coño. Cuando estuvo dentro agarré con mis dos manos las suya y comencé a introducir y sacar el goloso dígito. Carlos me siguió el juego. No movía ni un solo músculo. Sólo su tremenda erección, elevando el algodón blanco del calzoncillo, delataba su excitación.

Lo acaricié antes de apartar el brazo de mi esposo y bajarme a realizar el trabajo que más me gusta. Tomé en un último gesto la mano de Carlos y lamí el dedo que me había introducido en el coño.

-Vas a ver lo puta que es tu esposa Michelle- dije apenas en un susurro mientras bajaba el elástico del slip y descubría el falo de mi amado.

Carlos tiene una polla preciosa. No muy grande, de unos quince centímetros. Eso si gordita. Le huele de maravilla.

Le saqué los calzoncillos y los tiré en el suelo. Me sumergí bajo la sábana y lamí sus testículos mientras le masturbaba con la mano. Paré por el cansancio.

-Sigue, sigue, no pares- La voz de mi esposo llegó a través de la sábana, excitada y suplicante. Sonreí triunfante.

-¿Pero te gusta?- Mi pregunta la realicé antes de meterme el pene hasta la garganta.

-¡Dios!- Exclamó entre dos jadeos de placer.

Abrí las piernas de Carlos sin dejar de comerme el rabo pétreo. Le hice lamerme el dedo índice de mi mano derecha y se lo introduje en el culo.

No aguantó más.

Me encanta cuando Carlos se corre en mi boca.

Saqué el dedo de su culo y se lo hice lamer mientras aún tenía contracciones en el falo.

Luego le besé en la boca. La mía aún conservaba gran parte de su semen.

-Me encanta lo guarra que eres Michelle-

Acaricié su mejilla, y volví a besarle con otro beso espermático.

-Y a mí me vuelve loca ser tu zorra, amor mío-

He creado un facebook. Buscame escribiendo mi correo en el buscador. He puesto una foto mía con mi nombre de escritora en el culo.