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Asturbalandia

en Fantasías Eróticas

Siento que pierdo el tiempo. Y cuánto mas tiempo pierdo más me pierdo en la madriguera de mi conejo preferido.

Esta no soy yo: Mujer fatal, que gusta hacer sufrir a los hombres, que juega con la vida, creyendo tener todo bajo control. Mujer segura, independiente, decidida y valiente. Esa , repito, no soy yo.

Todo lo contrario soy.

Avocada al fracaso Pinto monas en un cuadro mientras espero en la cola del paro mi primer trabajo. Y mientras espero, desesperó. Dibujo mis facciones en un cuerpo estilizado, "TimBurtonesco". Gafas enormes, flequillo negro, oscuro, bien opaco. Nariz pequeña, tristeza... Languidezco dando saltos. Deseo lo que ansió y tengo lo que no quiero. Y mis novios, nunca ha habido, y mis amigos, despacio. Lentos se difuminan, lentos van alejando sus abrazos esporádicos de intereses mal llevados. Ya bien pequeña busqué, inocente al ser alado. Algunas voces bramaron, y también me castigaron. Nunca más lo volvi a hacer (por lo menos hasta el sabado).

He intentado llevar una vida en sociedad. De razones yo me armo. Pero eso no es para mí. Nunca nadie me ha tocado. Sóla yo, en soledad, dirijo mi orquesta y disparo. Dudo entre advertir al violín o reñirle al contrabajo. Con trabajo placentero se trabaja más a mano. Y esa mano que resbala, que se desliza despacio, bajo la fina tela de gasa rosa con lazos, esa mano va buscando un conejo blanco rosado. El conejo que se escapa, que mira el reloj y Exclama:

- "Soy consciente de tu falta. Soy criatura del pecado. Pero eso ya no quita que me acaricies despacio"

Y eso hace Maria. Eso hago en mi letargo. Acarició bien despacio, tal y como veo en vídeos, en las fotos y en los cuadros. Son mujeres como yo. ¡De alguna forma empezaron! Quizá alguien les enseño. Yo estoy sola, y mis manos.

Ven mis ojos y lagrimean, perversiones muy bizarras. Con objetos, animales. Pero los hombres les ganan. Son sádicos, brutos, fieros... ¿Eso es amor? ¡Eso es malo! Una prima me lo enseñó. - "Yo los veo, y no he cegado. Hazlo tú. Yo te ayudo. Con mis dedos voy guiando". Luego a boca, mentón, la lengua, por mis muslos deslizando baja el flujo, misma esencia, dulce miel en mis zapatos.

Me tuvo a su disposición. Maria también indolente. Las dos Marias nos llamaban, nuestras madres inocentes. Pensando que sólo jugaban, pensando en eso se mienten. Y mi prima Maria: un demonio, un verdadero sirviente. Ya de Satanas probó en su ingle su simiente.

-"Voy a crear otra adepta" - me dijo- "voy a crearla, si quieres..."

Y con su boca llegué al orgasmo más ferviente. Me dejé abandonar, me abandoné lentamente, y el placer que me inundó fue bajando y subiendo fuerte. En mi cabeza estalló, y en mi coño, naturalmente.

Ahora recuerdo esto y me voy poniendo caliente. Ya hace tiempo que pasaron esos doce, sólo siete. En mis diecinueve abriles, que siga virgen me duele.

Miró a cualquiera que espera, e imagino bien qué quiere. Que quiere bajar mis bragas, follarme de forma indecente. Arrancar mi ropa rasgada, echarme el polvo del siglo. El polvo del siglo veinte. El que no me echaron entonces, el kiki que aún me deben.

Y mientras en mis dibujos, esa Alicia desmiente lo que soy en realidad, una friki adolescente, que aunque pasó ya su tiempo, sigue anclada en el presente. Sin saber lo que esta mal, a los ojos mas decentes. Si follar o ser follada por el tonto que hay enfrente, por el viejo, por la fea o por la chica de dientes, esos piños prominentes que se claven en mi vulva, en mi clitoris ardiente. Que le arranquen nuevos climax de colores transparentes.

Dibujos más caminos, unos trazos remitentes que unen varios destinos, el castillo y varias fuentes. La fuente de mi entrepierna que deja escapar su jugo, que resbala taciturno entre sollozos y grumos. Ese liquido viscoso que se tiende entre mis dedos. Huele a sexo y hiede a humo.

- Vamos niña, pasa al fondo. ¿Quieres pastas? - Es el lobo.

También está el conejo, el sombrerero y el búho. Me ofrecen pastas de te. Hay guirnaldas y más adornos. Rojos faroles vivientes, redondos, parecen ojos. Siete ratas complacientes, camareras a su antojo. Igual te sirven el te en el suelo, o lo esparcen en un pozo. Llenan agujeros negros, plantan plantas con sollozos.

- ¿Qué os ocurre? ¿Qué os pasa? - pregunto sin alborozo. Los otros ríen y cantan, felices, plenos de gozo.

En esta tierra de ensueño siempre hay fiesta entre susurros. Baila el sol con las estrellas. Ahora sacan los churros.

Los mojan con chocolate, los engullen con gran gula. Los restriegan por sus cuerpos, deformes bajo la luna. Y esa luna es un gran queso, y sirve de cobertura a sus sesiones de sexo y vicios sin ataduras.

El que fue lobo se deja ser felado sin premura, por una ratita sexi, con implantes de silicona.

La tetera encuentra hueco en el ano del conejo, que exhala gemidos sordos en idioma Macabeo.

Mientras, los gemelos gordos, se pierden en honanismos. Aporrean sus panderetas que ni suenan ni hacen ruido.

El del sombrero penetra a una gata bien madura, que sonríe transparente y en cada envite la acuna. Desde aquí les admiró atenta, valoró bien la coyunda. La gata vieja se rie, gime y grita locuras. Que si es hoy, que si ahora, que si nunca estoy desnuda. Esos pelos la delatan, y sirven de cobertura a su lívido insatisfecha, a su cruel calentura.

- Alicia, Maria, es lo mismo - dice-. Lo que importa es la cordura. Dejarla atrás en los barcos y prepararse sin duda a experiencias inhumanas, al sexo sin coberturas. A ser tu dueña de todo, de tu cuerpo y la vacuna de toda la hipocresía y de ser valiente sin duda.

La gata le habla al alma. Palabras profundas, francas... Suenan y dan aliento a una vida ya cansada.

Caigo para sentir lo que arriba se me escapa. En la superficie abundan las personas muy mundanas. Las que sueñan con riquezas, valores que no valen nada. Yo sueño con descubrirme, también escapar de la nada. La que lo engulle todo y acaba con esperanzas.

- Para eso aquí has venido. ¿O crees que has venido por nada? Las vírgenes puritanas tienen las puertas cerradas. Asturbalandia se llama el lugar donde te hayas. Convencida casi estas. Sólo dale una calada.

Es un gusano asqueroso el que me ofrece tabaco. Una babosa azul, un infeliz botarate. Sentado sobre una seta alucina mil dislates, pepinillos en vinagre y penes de mil quilates.

- No me drogo. No soy yo la que cae en esas trampas. Igual que vine me iré sin esperar tus chorradas.

Digo yo, yo afirmo, y reafirmo mis venidas. Los encuentros casuales son lo mejor de la vida. Aunque de casuales tienen lo que yo soy de cohibida. Ahora lo estoy, solo un poco. Sólo por no ir vestida. Mis rotos jeans se han perdido y sólo tengo camisa, bragas, calcetines blancos, y una fugaz pelusilla. La que oculta mi matriz, fruto de mis desdichas, aunque también del disfrute, de los mejores en vida.

Borró y Pinto vestido, puntillas en la camisa, que tape pezones de ésta que enseña barriga. ¿La del dibujo soy yo? El ombligo tengo al aire, mis muslos y pantorrillas. Y ese roce de la hierba va cociendo mi entrepierna entre idas y venidas.

- Sientese aquí, dulce dama. Abra sus muslos y admire, lo que puede volver loca a la cuerda más altiva.

Lo que ofrece el sombrerero es su pizpireta minga. Un gran pene que aparenta saber historias finitas. Como finito es su glande, fino y rojo que reluce, entre brillos de Rubí luce el hongo de las sales. Invita con gozo a frotarse, a resbalar por mi pecho. Me cuenta historias bonitas, disemina un rostro maltrecho, con su jugo que me invita, a probar tal manjar, a mezclar con mi saliva, sucio y salado acto del teatro de la vida.

- Que bien lo has hecho, Alicia. Como disfruto. Ya de jovencita gustaba tu paladar de canutos. Ahora vuelvete. Mira atrás y no temas. Lo que pronto va a ocurrirte de seguro te lo esperas. Voy a abrirte bien despacio desde abajo hasta la puerta. La puerta de entrar quien quieras, sólo el miembro que tu esperas.

- ¡Hazte a un lado, gilipollas! ¿Crees que vas a forzarme! A mas guapos que tú les he mantenido desplantes. No por venir aqui debes creer que lo quiero. Mi Virgo seguirá así, porque no es a ti a quien espero. Sólo evadirme en papel, eso es de verdad lo que anhelo. Y cuando llegue mi turno me iré, elevando tomaré vuelo. Y yo me llamo Maria. Ni Alicia, princesa del hielo.

- De princesas yo no entiendo, ni rey tampoco hemos puesto. Lo que si nos acongoja es ser de la reina siervos.

- La reina es pura maldad - dice el conejo asustado- La reina nunca te da lo de antemano pactado.

- Conoce cien triquiñuelas - Exclama el lobo asustado. Y un gran trueno que retumba prende una hoguera a su lado.

Ya se acerca la desdicha, eso aseguran todos. Los relampagos serpentean cual serpientes de ese modo.

Escucho lejano el ruido de mil botas desiguales. De una naipes gigantescos vestidos de militares. Braman fuerte sus cornetas, ordenan sus generales, de un lado a otro cargados hasta dientes de maldades.

No han de llegar hasta mí que ya me han sometido, con sogas y marineros inmovil me han retenido. Rasgan mi pálida piel que atestan de ataduras, cambian mi vestido roto por bolsas de la basura.

- “Tengo miedo” - Ahora pienso – “Debí sentarme en el hongo; fumar pipa babosa y probar las pastas del lobo.”

Tiran fuerte de las sogas, las insertan en mis pliegues, rozan fuerte a mis iguales y ordenan que me doblegue.

Y allí delante está ella. Y voy perdiendo cordura, al contemplar ahí delante a la reina de las putas. No son corazones rojos lo que luce en la pechera. Son penes y vaginas que encarnadas la veneran.

- Otro chochete tengo para mi colección de amantes. Otro coño que comer y que me coma el de "alante".

Y antes de dar el sí, antes soy retenida. Llevada casi a la fuerza hacia arriba, muy arriba. Al castillo de la reina donde cumpliré condena. Donde haré lo que me pida y cumpliré esta pena. Siempre hay que obedecer lo que ordene la señora. Ser vejada por cualquiera no entra en mis planes de boda. Ser una puta sirvienta no es buen plato ni a deshoras.

Siendo nula responsable se vive tranquila, señora. Haciendo lo que me pida y no cuestionando modas. Cuando quiera tire fuerte, aferre bien fuerte correa. Fustigue mis cuartos duro y abofetee a esta rea. Y si no la hago gozar castigue con gran dureza. Cierre todas las salidas y corteme la cabeza.