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Maestra poseída III

en No Consentido

Capitulo 3
Yolanda se bajó del coche y fue hacia la casa, mientras la humillada maestra se quedaba en el coche, sin saber muy bien qué hacer, con su blusa abierta y su falda alrededor de su cintura cubierta de helado de chocolate pegajoso y seco.

Yolanda le había advertido de que no podía haber nada de chocolate en su ropa, por lo que ella no podía taparse. Yolanda estaba ya en la casa esperándola. Miró alrededor del coche. Puri sabía que podía llegar al porche sin ser vista a menos que alguien pasara con su coche por la calle. Rápidamente, abrió la puerta del coche y con su trasero desnudo y su blusa ondeando al viento, corrió hasta la puerta delantera. ¡¡CERRADA CON LLAVE!!.

Puri empezó a tocar la campanilla de la puerta y a golpear en la puerta. Como una brisa fresca acariciaba sus partes íntimas totalmente expuestas privadas, ella se sintió más y más frenética mientras golpeaba la puerta.

 

"Por favor, señorita García, déjeme entrar."

 

Yolanda estaba de pie tras la cerrada puerta, oyendo cómo la frenética maestra golpeaba en la puerta y rogaba que la dejase entrar en su propia casa. Tenía otra sorpresa para la maestra cuando finalmente abrió la puerta después de dejar que le rogara durante cerca de cinco minutos.

 

Yolanda abrió la puerta y rápidamente hizo una foto de la frenética maestra.

 

FLASH.

 

"¿Dónde están los paquetes, señorita Gómez?. Vaya a buscarlos y use la puerta trasera", mandó. Yolanda cerró de golpe la puerta ante la asustada mirada de la maestra.

 

Maldiciéndose en su interior, Puri volvió corriendo al coche sabiendo que hasta ahora había tenido suerte de que nadie pasara por allí. Rápidamente, recogió los paquetes y su pala de la escuela y corrió hacia la verja del patio trasero. Mientras se afanaba con el pestillo de la verja con sus brazos llenos de paquetes, oyó el sonido de un vehículo que se acercaba. Al tiempo que la verja se abría, un camión de transportes apareció por el camino. Puri rápidamente se agachó tras la valla, esperando que nadie la hubiera visto.

 

Cuando llegó a la puerta trasera vio que estaba abierta y entró, encontrando a Yolanda en su cocina.

 

"Yolanda, no quiero ninguna foto."

 

GOLPE. "¿Cuántas veces deberé decirle que no debe llamar a sus superiores por su propio nombre?. Y no me importa lo que quiera", respondió Yolanda. "Ahora, llévelo todo arriba, a su alcoba, y reúnase conmigo en el baño. Deprisa."

 

Puri subió rápidamente las escaleras hasta su alcoba. Dejó todo en la cama y se dirigió al baño. Cuando entró en el baño se encontró a Yolanda sentada cerca de los lavabos dobles. El agua corría en la ducha y el baño estaba caliente y cómodo.

 

"Quítese la ropa, señorita Gómez, y dése una ducha rápida. Deje la puerta abierta".

 

Puri se quitó su blusa y su falda y se quitó sus zapatos. Luego se metió bajo el agua caliente, cogió el jabón, y empezó a lavar el pegajoso enredo de su cuerpo.

 

"Enjabónese más los pechos, señorita Gómez", mandó Yolanda.

 

Puri se ruborizó mientras sus manos se movían por sus pechos y se daba masaje con el jabón en su piel blanda.

 

FLASH

 

"Ahora, señorita Gómez, creo que debería limpiarse todo eso de su coño".

 

Las manos de Puri resbalaron hacia abajo y enjabonaron su área púbica. Metió sus dedos en su coño para estar segura de que se lavaba completamente.

 

FLASH

 

Un choque eléctrico recorrió su cuerpo mientras su dedo tocaba su clítoris. No era una buena idea, pensó mientras rápidamente retiraba sus dedos.

 

Con una sonrisa inteligente, Yolanda mandó a su maestra que saliera de la ducha y se quedara de pie.

 

"Siéntese en la taza, señorita Gómez".

 

Puri se sentó deseando saber qué sería lo próximo.

 

"Abra sus piernas tanto como pueda, señorita Gómez".

 

Puri se asustó, pero movió sus piernas abriéndolas ligeramente.

 

"Dije tan abiertas como usted pueda hacerlo, ¿o quiere que utilice la pala?".

 

Puri separó completamente las piernas.

 

"Quédese así un momento, señorita Gómez”.

 

FLASH

 

Yolanda acercó su silla y la colocó entre las piernas completamente abiertas de su maestra. Alargó la mano para coger una navaja de afeitar y espuma de afeitado que había encima del lavabo y de los que Puri no se había percatado.

 

"Por favor, señorita García, no me haga esto", rogó la maestra. "Está mal."

 

"Cállese, señorita Gómez", le dijo Yolanda mientras cubría sus partes íntimas con la cremosa espuma de afeitado.

 

El roce la hizo saltar. Puri nunca había sido tocada allí por otra mujer y el toque era muy diferente del tacto de su marido. Yolanda empezó a afeitarle los rizados cabellos púbicos. Puri sintió que sus pezones se endurecían y una sensación de calor fluyó por su cuerpo mientras Yolanda, despacio y cuidadosamente, resbalaba la navaja de afeitar por sus cabellos púbicos. La navaja de afeitar se movió por encima de su coño una y otra vez. Yolanda tocaba y apretaba el coño de su maestra mientras se lo afeitaba completamente desnuda. Cuando se afeitaron todos los cabellos púbicos, Yolanda cogió una toalla y limpió los restos de crema de afeitar de las partes íntimas de Puri. Luego, Yolanda retrocedió unos pasos.

 

"Sonría, señorita Gómez".

 

FLASH

 

"Abrase los labios del coño, señorita Gómez".

 

Puri sabía que no tenía alternativa mientras bajaba sus manos y se abrí los labios vaginales para su exigente estudiante.

 

FLASH

 

"Señorita Gómez, ¿está coño goteando?", preguntó Yolanda cuando vio la humedad en el expuesto coño de la maestra. Yolanda sostuvo un espejo delante del coño de su humillada maestra para que pudiera comprobarlo ella misma, "Me parece que aquí tendríamos que ponerle un consolador, señorita Gómez".

 

Puri miró su coño desnudo y mojado y lloró de humillación. Se encontraba desvalida y su cuerpo la traicionaba.

 

"Espero que mantenga su coño rasurado todo el tiempo. ¿Entiende?".

 

"Sí, señorita García", sollozó la maestra.

 

"Ahora, siéntese aquí", le dijo Yolanda, señalando la silla.

 

"No irá a afeitarme la cabeza, ¿verdad, señorita?”, lloró la maestra, sintiendo un repentino pánico.

 

"Por supuesto que no, señorita Gómez. Sólo un ligero corte de cabellos. Cortar el pelo es una afición mía y creo que parecerá más sexual con un estilo más corto."

 

Yolanda cogió un peine y unas tijeras y se colocó a espaldas de Puri mientras sus cabellos empezaban a caer al suelo. Puri no podía ver qué pasaba pero veía cómo muchos de sus cabellos caían al suelo. Después de aproximadamente diez minutos de cortar y recortar, Yolanda mandó a Puri que se mirara en el espejo. Ella casi no se reconoció. Parecía diez años más joven y con el coño afeitado aún caliente. No podía creer lo que veían sus ojos.

 

FLASH

 

Yolanda le dio el collar de perro a Puri. "Póngase esto, señorita Gómez. Tendrá que llevarlo puesto todo el tiempo. Si está sola lo llevará siempre y cuando no esté sola deberá tenerlo en su bolso para el caso de que yo quiera que se lo ponga”.

 

"Sí, señorita García", contestó la confusa maestra mientras se enhebillaba el collar alrededor de su cuello.

 

FLASH

 

Yolanda ató su traílla al collar de Puri. "Bueno, señorita Gómez, vamos a dar un paseo por su casa".

 

"Sí, señorita García", contestó la maestra encaminándose hacia la puerta, pero fue detenida en seco antes de llegar a la puerta por un brusco tirón de la cadena.

 

"De rodillas, señorita Gómez".

 

Puri se dejó caer al suelo sobre sus rodillas.

 

"Ahora demos el paseo."

 

La humillada maestra se volvió y empezó a arrastrarse hacia la puerta de la alcoba al extremo de una cadena para perros sujeta por una de sus estudiantes. Más que nunca deseó que no le hubieran propuesto posar para aquellas fotos.

 

"Vamos a comenzar por el sótano y luego regresaremos aquí, señorita Gómez",

mandó Yolanda ahora que estaba totalmente al mando.

 

Puri cuidadosamente bajó los dos tramos de escalera hasta el sótano. Bajar de rodillas era muy difícil. Una vez en el sótano, el hormigón del suelo era frío y duro. La señorita Gómez se estremeció por su estado de desnudez. Yolanda la obligó a seguir de rodillas mientras examinaba la zona para sus posibles usos más tarde. Cuando terminó, Yolanda miró nuevamente alrededor y luego mandó a su maestra que se arrastrara hacia arriba por la escalera. Siguiendo los pasos de su maestra hacia arriba admiró sus oscilantes pechos y disfrutó de la vista de su trasero mientras se arrastraba hacia arriba por la escalera.

 

"Su trasero se mueve deliciosamente, señorita Gómez".

 

Puri quería ser invisible. Nunca había estado tan avergonzada en su vida. Su situación iba empeorando cada vez más mientras se veía obligada a obedecer los ordenes de su estudiante, que la tenía absolutamente bajo su control. Una gira rápida del primer piso con la maestra arrastrándose de cuarto en cuarto era una humillación añadida para la maestra.

 

"Veamos el garaje, señorita Gómez".

 

Se arrastró hasta el garaje al extremo de su cadena. Yolanda la obligó a tumbarse en el suelo en el centro del garaje. Examinó el garaje en detalle mientras su maestra se estremecía de frío tumbada en el suelo helado de hormigón. Yolanda halló el botón de apertura de la puerta del garaje y lo apretó para que la puerta se abriera. Yolanda le tiró las llaves del coche a Puri y mandó, "Arrástrese fuera y meta el coche en el garaje”.

Puri recogió las llaves y se arrastró por el camino, fuera de la seguridad de su garaje, hasta llegar al coche. Metió el coche en el garaje y se arrastró fuera del vehículo mientras Yolanda se asomaba por la puerta abierta.

 

"Señorita Gómez, parece que se estremece. ¿No le sienta bien el aire fresco?".

 

"Soy muy sensible al frío, señorita García".

"Ya veo", dijo Yolanda, alargando la mano y pellizcando el pezón tieso de Puri.

 

"Vamos arriba ahora, señorita Gómez”.

 

La maestra sabía que le mostraría de nuevo sus encantos mientras ella se arrastraba hacia arriba por la escalera delante de su estudiante. Deseó que hubiera una manera de evitarlo, pero sabía que no la había. Se arrastró hacia arriba por la escalera. Puri llevó Yolanda a los dos cuartos de huéspedes primero y al cuarto de su hija Eugenia. Yolanda pasó mucho tiempo observando el cuarto de Eugenia. Miró los dibujos, los armarios y sus cosas mientras la incómoda maestra permanecía arrodillada calladamente junto a la puerta.

"Vamos a su cuarto para echarle un vistazo a su ropa."