miprimita.com

Maestra poseída XIV

en No Consentido

Capitulo 14

 

Puri sollozó en el suelo durante 10 minutos. “Yo no puedo hacer esas cosas. Quizá no lo he leído correctamente”. Lo leyó de nuevo con mano insegura.

 

“Querida señorita Gómez, debe hacer todo como se enumera en esta nota. Y recuerde que debe volver a casa antes de las 10:00 P.M. o seré incapaz de detener su descubrimiento y no sólo habrá destruido su propia vida, sino también la de su marido y de su hija.

 

1. Se quitará su falda y el suéter.

2. Se pondrá el vestido de tubo que hay en su bolsa de gimnasia.

3. Se pondrá los tacones de 11 cms.

4. Pondrá su falda, el suéter y los tacones de 10 cms. en su escritorio y los dejará en la escuela.

5. Ahora vaya a su gimnasio y haga aeróbic por lo menos durante una hora. (Yo verificaré la hoja del gimnasio para estar segura de que estuvo una hora.)

6. Se duchará y se asegurará de que por lo menos otras cinco mujeres vean su coño afeitado antes de salir la ducha.

7. Después de su entrenamiento irá a una farmacia y comprará 12 preservativos. No compre una docena en una caja sino 12 preservativos individuales. Pregunte al farmacéutico cuales son los mejores.

8. Entonces vaya al centro y disfrute de la comida. Recuerde, no se siente.

9. Vaya a la zapatería y busque al joven que le vendió sus zapatos de tacón. Si no está trabajando, elija a otro hombre para el siguiente punto de la lista.

10. Dele a él o a la persona que escoja uno de los preservativos que compró y pregúntele si no le importa llenarlo con su semen. Ofrezca lo que sea para que lo haga. Traiga a casa el preservativo lleno.

 

Recuerde que sólo tiene 5.000 ptas. Y que debe estar en casa a las 10 para asumir el resto de su castigo o yo me habré ido cuando llegue aquí.

 

Yolanda.”

 

Puri miró su reloj y vio que ya eran las 4:30. “¿Qué iba a hacer?”. Supo que no tenía alternativa pero cómo podría hacer estas cosas con sólo 5.000 ptas. Y sólo cinco horas y media era un misterio. Necesitaba una hora y media para el gimnasio, 30 minutos para la farmacia, y otros 30 minutos de viaje, lo que le dejaba sólo 3 horas. El viaje al centro y el regreso a casa le llevarían por lo menos una hora y media más, dejándola sólo con otra hora y media para terminar la cosa repugnante que tenía que hacer. Pero no tenía medio de transporte, y usar el transporte público agregaría por lo menos una hora más y no podía coger un taxi con el dinero que tenía.

 

"No tengo elección", decidió, mientras se levantaba del suelo y se acercaba al escritorio para recoger su bolsa de gimnasia.

 

"Hola, señorita Gómez", le dijo Luis mientras entraba en el cuarto. "¿Ha terminado ya?".

 

"Sí, Luis, he terminado. Estaré fuera en unos minutos."

 

"No hay ninguna prisa, señora, puedo empezar por la clase de la señorita Jiménez."

 

Puri recogió la bolsa y se encaminó a los vestuarios para cambiarse. Se quitó el suéter y la falda y se puso el vestido de tubo que sabía que le estaba demasiado pequeño y apretaba sus pechos firmemente y que la falda no cubría completamente las cimas de sus medias. Con los tacones de 11 cms., se miró en el espejo y estaba avergonzada por la imagen que vio reflejada. El pensar en lo que se la obligaba a hacer hizo que empezara a sollozar de nuevo. Se recuperó cuando se dio cuenta de que el tiempo corría y con un rápido arreglo de su maquillaje y cabellos y ya estaba lista para volver a su aula. ¿Cómo haría ella ahora para evitar a Luis?. Escuchó cuidadosamente y pudo oír que cantaba mientras trabajaba en el aula de la señorita Jiménez. Anduvo de puntillas hasta su aula y rápidamente puso la ropa en su cajón y fue a la puerta. Rápidamente salió al corredor y se dirigió a la salida.

 

Después de que pasara delante del aula de la señorita Jiménez, Luis se asomó y miró cómo el trasero de la caliente maestra oscilaba mientras caminaba por el corredor embutido en la ajustada falda roja.

 

Cuando Puri llegó a la salida sabía que éste sería su lugar más vulnerable para que la reconociera alguien. Con su cabeza baja se dio prisa en dirigirse a la parada del autobús en la esquina. Eran las 4:55. El autobús llegó a las 5:05 y el viaje hasta el gimnasio duró 10 minutos, que la maestra pasó ruborizándose cada vez más al ver cómo varias personas susurraban y la miraban.

 

Finalmente llegó al gimnasio a las 5:10, corriendo bajo la asustada mirada del empleado. Se encaminó rápidamente a los vestuarios y empezó a cambiarse para la gimnasia. La ropa que Yolanda le había preparado para los ejercicios casi no era tan penosa como el vestido de tubo. El leotardo se ajustaba completamente a su trasero y mientras caminaba hacia el gimnasio notó cómo se le metía en el coño. Los calzones de ciclista la mantenían a salvo de miradas concupiscentes. Decidió comenzar por la cinta de correr y empezó a trotar sobre la máquina de hacer ejercicio. Rápidamente llegó a ser muy consciente de que el leotardo le apretaba justo encima de su clítoris y que estaba frotándose encima de él con cada paso. Después de 15 minutos respiraba mucho más jadeante de lo que el simple trote le causaba.

 

Cuando se miró hacia abajo vio el crecimiento de una mancha mojada en la entrepierna de los calzones. El stepper tenía el mismo efecto y 15 minutos en él la hicieron sudar tanto que escondió el aumento de la mancha mojada, pero nada hacía para aminorar el olor a sexo que la propia Puri podía oler.

 

 

Después de otros 15 minutos en la bicicleta y otros 15 minutos de aeróbic, estaba agotada y cerca del derrumbamiento. Su coño era fuego por adelante y ella necesitaba alcanzar un orgasmo. Ella miró el reloj y vio que eran las 6:20. Se encaminó a la ducha y lavó el sudor de su cuerpo y sus propios fluidos vaginales.

 

Sabía que tenía que dejar que 5 mujeres vieran su coño desnudo en la ducha. Una de las señoras se percató rápidamente y le hizo un comentario sobre su coño afeitado. Ella le explicó que tenía una infección y que tenía que afeitárselo. Su cara estaba carmesí. Después de secarse y arreglar sus cabellos, ponerse su humillante ropa y firmar la salida del gimnasio, ya eran las 6:45.

 

Puri sabía que había una farmacia a la vuelta de la esquina del gimnasio. Había comprado unos medicamentos allí un par de meses antes. Sabía que parecía una prostituta y estaba avergonzada de sí misma, pero casi nadie se fijo en ella en la calle. Cuando entró en la farmacia estaba muy interesada acerca del tiempo que le quedaba. Se dio prisa en recorrer los pasillos con sus tacones haciéndole daño en los pies y encontró los preservativos. Se encontró con más de 12 variedades diferentes, lubrificados, de colores, con espermicida..., y eso sólo por describir algunos. Fue al farmacéutico y le preguntó si éstas eran marcas buenas. La miró con disgusto y dijo, "debe saberlo mejor que yo". Puri quería que el suelo se la tragara. Pagó y se dio cuenta de que el dinero podía llegar a ser un problema. El billete de autobús costaba 250 ptas., y los preservativos le costaron 2.500 ptas., así que sólo le quedaban 2.250 ptas. Para llegar al centro comercial y comer algo. Salió de la farmacia y se dio prisa en llegar a la parada del autobús. Eran las 7:05, así que había perdido el autobús de las 7:00, y tuvo que estar de pie y esperar.

 

Mientras esperaba, un tipo de aproximadamente 25 años se puso a su lado y le preguntó cuánto mientras le apretaba el culo. Se asustó, pero cuando miró alrededor de ella descubrió que estaba en una zona frecuentada por prostitutas. Pensó que no era posible sentirse más humillada y pensó en irse, pero llegó el autobús y se subió para ir al centro comercial sin responderle. La tarifa era de 300 ptas.

 

Durante los 55 minutos que duró el viaje, su mente estaba en la tarea que tenía que cumplir. Tenía que pedirle a un extraño que llenara de semen un preservativo para poder irse a casa. Quizá lo mejor sería permitir que las fotos apareciesen.

 

El autobús llegó al centro comercial a las 8:10. Mientras que no se sentía fuera de lugar en las calles de la ciudad, allí sí se sintió muy fuera de lugar. Ella sólo tenía 1.950 ptas. para comer, así que se compró unas galletas y se las comió de pie rápidamente antes de ponerse en marcha. Se sentía agotada y estaba hambrienta. Fue el centro de muchas miradas fija mientras estaba allí, de pie, comiéndose las galletas.

 

Cuando se dirigió a la zapatería fue seguida por un grupo de adolescentes que hicieron comentarios rudos acerca de su culo y de sus pechos. Entró en la zapatería exactamente a las 8:25. Sabía que tenía que coger el autobús de las 8:45 para llegar a casa a las 10: 00. Ella buscó frenéticamente al vendedor joven con la mirada. No estaba allí. Nunca había considerado esta posibilidad.

 

 

Entonces salió del cuarto de atrás llevando varias cajas. Corrió hacia él y le dijo, "necesito hablar con usted privadamente."

 

El vendedor confuso dijo, "en cuanto acabe con esta señora."

 

"No, ahora", le dijo Puri, agarrando su brazo.

 

Él la reconoció como la señora que había comprado varios pares de zapatos el fin de semana. Le dio las cajas a otro vendedor, "Puedes ayudar a la señora con estos zapatos, por favor”, le dijo.

 

Cogió a Puri del brazo y la llevó a la trastienda, "¿Dónde está su joven novia?", le preguntó.

 

"No es mi novia, es mi estud..., mi amiga".

 

"¿Y qué puedo hacer por usted?. ¿Tiene algún problema con sus zapatos?".

 

"No. Necesito un favor y no tengo tiempo para discutir."

 

"¿Qué es lo que necesita?”.

 

La avergonzada maestra dijo mirando al suelo, "necesito que se masturbe en un preservativo para que pueda llevarme su semen conmigo."

 

"¡¡¡¡QUÉ!!!!", exclamó él. "Está enferma", dijo mientras se volvía para salir.

 

La frenética maestra se agarró de su brazo. "Ésto va en serio. Yo le ayudaré si quiere, pero tengo que tenerlo. Se lo ruego", sollozó Puri mientras se hincaba de rodillas.

 

"No tengo un preservativo."

 

"Yo tengo", le dijo Puri, abriendo su bolsa de gimnasia y sacando los preservativos.

 

"¿Y por qué debo hacer ésto?. ¿Qué gano yo?”.

 

"¿Qué es lo que quiere?. Por favor, haré cualquier cosa, pero necesitamos darnos prisa."

 

Él pensó un momento, “¿Por qué no permitir que esta sexual, aunque extraña, perra me chupe la polla?”. "Llenaré un preservativo si me la chupas, perra, y sólo si me lo suplicas un poco más."

 

Puri se sintió picada por sus palabras, pero al alargar su mano hacia su cremallera se oyó suplicar, "por favor, déjeme que le chupe la polla. Por favor."

 

 

 

 

El vendedor cogió un preservativo y le dijo a Puri que se lo pusiera. Nunca lo había hecho antes y chapuceó con el envoltorio.

 

"Chupa mi polla para ponérmela dura, perra."

 

Puri abrió su boca y chupó la punta de la polla mientras abría el envoltorio del preservativo. La polla empezó a crecer en su boca y cuando estuvo completamente erecta, se la sacó de la boca y puso el preservativo encima de la polla. Una vez que el preservativo estuvo puesto, volvió a meterse la polla en su boca y deslizó sus labios de arriba a abajo mientras se arrodillaba en el suelo sucio del almacén. La trabajó con sus labios y usó sus manos, y cuando se dio cuenta de que estaba cercano a eyacular, el otro vendedor entró en el cuarto.

 

"¡Eh, yo también quiero un poco de atención!."

 

La frenética maestra agitó su cabeza negando, pero el vendedor le sacó su polla fuera y dijo, "O se lo haces también a mi amigo o no haré lo que necesitas.”

 

"Está bien”, dijo Puri mientras volvía a meterse la polla en su boca. El tiempo corría inexorablemente. Sintió cómo la polla crecía en su boca y los borbotones de semen en la punta del preservativo. Ella retiró cuidadosamente el preservativo de la polla del exhausto vendedor mientras el otro vendedor se colocaba delante de ella. Sujetó firmemente el precioso preservativo lleno de semen mientras envolvía sus labios alrededor de la polla del segundo.

 

Afortunadamente para ella, el otro tipo lanzó su carga de esperma en su boca casi inmediatamente. Puri se incorporó, se limpió el semen de sus labios y miró su reloj. Eran las 8:42.

 

Salió rápidamente de la tienda sin decir palabra y empezó a correr hasta la salida del centro comercial y la parada de autobús. Era consciente de que sus pechos amenazaban con salírsele del vestido, pero necesitaba coger el autobús. Llegó a la parada al mismo tiempo que el autobús llegaba a la parada. Subió en el autobús y pagó el billete, quedándole aún unas 500 ptas.

 

Puri pasó la hora siguiente sentada al final del autobús, ignorando las miradas y comentarios de los demás viajeros. Su mente estaba en lo que acababa de hacer. Una mujer felizmente casada, madre, con una buena carrera en la enseñanza que le encantaba, acababa de desfilar por un centro comercial vestida como una prostituta, y le había rogado a un tipo que le dejara mamarle la polla, y luego la había obligado a hacerle lo mismo a su amigo en un almacén sucio. Su cuerpo se estremeció.

 

Se bajó del autobús a las 9:51. La parada de autobús estaba a un par de kilómetros de su casa, ya que no estaba en la avenida principal. Empezó a correr sobre sus tacones de 11 cms. por el oscuro camino. Su bolsa botaba en su hombro y sus pechos casi se le salían del vestido mientras botaban de arriba a abajo, pero no podía detenerse.

 

 

Ahora podía ver la luz del porche de su casa, y estaba encendida, pero cuando se acercó a la verja delantera la luz se apagó.

 

"¡Nooooooo!", gritó. "¡Estoy aquí!", golpeó en la puerta. La derrotada maestra golpeó en la puerta sollozando, "¡estoy aquí, lo hice!."

 

Después de aproximadamente 3 minutos, la luz volvió a encenderse y Yolanda abrió la puerta.

 

"Bueno, señorita Gómez, bienvenida a casa."

 

"Lo hice, señorita García. Por favor, vaya a por las fotos."

 

"No se preocupe por eso. Entre, Eugenia se ha quedado a dormir en casa de su amiga Raquel."