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Maestra poseída IV

en No Consentido

Capitulo 4

Cuando entraron en la alcoba, Yolanda mandó a la maestra que se arrodillara en el centro del cuarto. Luego, Yolanda procedió a abrir cajón por cajón por todo el cuarto. Algunos de los cajones contenían ropa de su marido, y Yolanda les prestó poca atención. En los primeros cajones de la señorita Gómez encontró bragas y sostenes. Los tiró todos sobre la cama y después de mirarlos detenidamente, Yolanda los tiró todos al suelo.

 

"Esto es todo para la basura, señorita Gómez".

 

Puri se sentía sumamente avergonzada de sí misma mientras permanecía arrodillada, mirando cómo una extraña inspeccionaba sus cosas más íntimas. El siguiente cajón contenía ligueros, correas, medias, panties y calcetines. Todos los panties fueron tirados en el montón de ropa del suelo. Una correa, que era de un tamaño más pequeño que las otras, se guardó, mientras que se tiraban las otras en el montón. Los ligueros, medias y calcetines, y el estrecho cinturón, volvieron al cajón. El siguiente cajón contenía blusas y pantalones cortos para el gimnasio. Yolanda mandó a Puri que se levantara y se probara cada par de pantalones y blusas. Guardó tres blusas y dos pares de calzones y el resto siguió al montón en el suelo. El siguiente cajón tenía suéteres. De nuevo se obligó a Puri a probarse cada suéter y sólo tres volvieron al cajón. El último cajón era de vestidos de noche y camisones. Éstos fueron todos al suelo salvo uno que su marido le había comprado en una tienda de lencería, muy ajustado y sensual. Yolanda hizo que Puri se lo pusiera. Le quedaba un poco justo de pecho, y apenas le cubría los pechos, mientras que la parte inferior no era más que un pequeño triángulo de seda sujeto por una cinta de tela que desapareció en la raja de su bonito culo redondeado. El triángulo de tela del frente era muy estrecho y el contorno de los labios de su coño desnudo era claramente visible. Realmente la hacía sentirse más desnuda que vestida de esta manera que cuando estaba realmente desnuda.

 

FLASH

 

Puri se quedó desnuda de nuevo y el conjunto volvió al cajón. Entonces Yolanda se dirigió al mueble de los zapatos que estaba tras la puerta y empezó a inspeccionar sus zapatos. Todos fueron cayendo inmediatamente el montón. Cuando se terminó sólo quedaron tres pares de zapatos. Uno par negro, un par de color marrón, y un par de color rojo.

 

"¿Son éstos todos sus zapatos, señorita Gómez?".

 

Puri contestó, "hay unas zapatillas de gimnasia en el fondo del armario y varios pares de zapatos en cajas en el estante en el armario, señorita García."

 

Yolanda se dirigió al armario y rápidamente ordenó los zapatos del gimnasio, guardando dos pares y agregando el resto. De los zapatos en cajas agregó un par de sandalias al mueble de zapatos, un par de zapatos blancos de tacón, y un par de zapatos negros de tacón de aguja.

 

"Señorita Gómez, ¿cuándo se pone estos zapatos?".

 

Los llevé en una fiesta de la víspera de Todos los Santos el año pasado, señorita García y me hicieron daño en los pies durante toda la noche."

 

"Póngaselos ahora", dijo Yolanda, tirándoselos a la maestra arrodillada.

 

"Ahora levántese, señorita Gómez".

 

Puri se puso de pie sobre sus tambaleantes piernas y se ruborizó mientras su estudiante se movía despacio alrededor de ella para examinarla desde cada ángulo.

 

"Me gusta, señorita Gómez. Me gusta la forma de sus piernas largas y bien formadas y hacen que ese trasero sea aún más apetecible. Ande alrededor de la habitación."

 

Puri se movió cuidadosamente alrededor del cuarto. Se sintió como si desfilara como algún tipo de prostituta. Sabía que su trasero oscilaba de lado a lado cuando ella intentó caminar sobre los tacones increíblemente altos. Sus pechos botaban ligeramente con cada paso. Sus pies le dolieron inmediatamente y, ante su desmayo, sintió una ligera excitación en su coño desnudo. “Se equivoca conmigo”, gritó su mente. "Señorita García, no puedo caminar con estos zapatos."

 

“No se inquiete, señorita Gómez, que tendrá ocasión de practicar mucho. Venga aquí junto a mí, señorita Gómez", le dijo a Puri mientras empezaba a rebuscar entre la ropa de Puri en el armario. Yolanda hizo que Puri se probara muchas cosas de su armario y muchas aumentaron el montón mientras que varias faldas, blusas y chaquetas se pusieron en un montón separado en la silla. El ocaso estaba próximo y sólo apreciaban sombras luminosas y sombras oscuras, y todo el resto siguió al montón, que era bastante grande ahora.

 

El último lugar por inspeccionar era la mesita de noche al lado de la cama. Puri había esperado que Yolanda no mirara allí porque su vibrador estaba en ese cajón, junto con un libro muy sexual que había leído. Nadie la había visto nunca con el vibrador, ni siquiera su marido. Lo había encargado por catálogo aproximadamente hacía dos años y lo guardaba oculto en el cajón. Con Puri junto a ella, Yolanda abrió el cajón. Sacó varios artículos, una linterna eléctrica, horquillas para los cabellos, píldoras anticonceptivas, etc., hasta que llegó al fondo y sacó el libro. "La historia de O". Yolanda echó el libro a un lado por el momento sin fijarse y volvió a meter la mano en el cajón y sacó el vibrador de su maestra.

 

Conectó el interruptor para que funcionase.

 

"¿Lo usa usted a menudo, señorita Gómez?", preguntó la adolescente sonriente.

 

"Sólo cuando mi marido está fuera de casa, señorita García."

 

"¿Cuántas veces lo usa cuando está fuera?", preguntó Yolanda.

 

"Casi cada noche," contestó la maestra cuya cara adquirió un tono carmesí.

 

"Túmbese en la cama y muéstreme cómo lo usa, señorita Gómez", le dijo Yolanda mientras tomaba asiento a los pies de la cama.

 

Sus manos no podían moverse, se le quedaron heladas, y su mente se negó a dejarla obedecer. Esto era demasiado.

 

"¿Señorita Gómez?".

 

Sintiéndose sumamente desgraciada, Puri rogó. "Por favor, señorita García, no puedo hacer eso."

 

"¿No puede, señorita Gómez?".

 

"No puedo".

 

"O lo hace ya mismo o me voy de aquí con la revista Y con las nuevas fotos. Su pequeño secreto será de conocimiento público el lunes."

 

La aturdida maestra empezó a mover el vibrador muy despacio por su cuerpo. Mantuvo sus piernas cerradas mientras movía el vibrador muy despacio por encima de su estómago y de sus muslos.

 

"Vamos, señorita Gómez, abra esas piernas y deje que la vea en acción."

 

Puri trató de concentrarse. Con su marido fuera de la ciudad en tantas ocasiones, su vibrador había llegado a ser su fuente principal de placer. Despacio, abrió sus piernas y situó el vibrador encima de su coño desnudo.

 

FLASH

 

Un temblor recorrió el cuerpo de la maestra a punto de masturbarse mientras se daba cuenta de que iba a sellar su destino. Cerró sus ojos y empezó a resbalar el vibrador de arriba a abajo por encima de su abertura mojada. Con su otra mano ella se masajeó sus pechos y empezó a pellizcar sus pezones.

 

FLASH

 

Su cuerpo tenía ahora una mente propia mientras se pasaba las manos por encima de sus pechos y se introducía el vibrador profundamente en su coño húmedo.

 

FLASH

 

Su coño parecía tan diferente después de ser afeitado, y las sensaciones causadas por el vibrador le parecieron más intensas que nunca vez. Su respiración se hizo más y más rápida, y sus manos pellizcaron y retorcieron sus pezones hinchados. El vibrador se movió más y más rápido entrando y saliendo de su coño.

 

FLASH

 

Sentía cómo sus fluidos vaginales salían de su coño y resbalaban por su trasero hasta llegar a su ano. Se tiró de los pezones y se los retorció mientras su cuerpo comenzaba a mover las caderas más rápidamente para introducirse aún más profundamente el vibrador en su coño.

 

FLASH

 

Su cuerpo se cubrió de sudor. Sus ojos se cerraron. El vibrador entraba y salía rápidamente de su coño hinchado. Olvidó completamente su desesperada situación y su mente entera se centró en el vibrador de plástico entrando y saliendo de su agujero.

 

FLASH

 

Dentro y fuera, dentro y fuera. De repente, Yolanda alargó la mano y tiró del vibrador, sacándolo de la vagina palpitante de su maestra.

 

"¡¡¡¿Por qué?!!!".

 

"Quiero que entienda que está totalmente bajo mi control. Cuándo folla, cuándo come, cuándo usa el baño, qué lleva, dónde va, toda su vida está ahora bajo mi control. Con estas fotos es usted verdaderamente de mi propiedad, en cuerpo y alma. ¿Lo entiende, señorita Gómez?".

 

De repente, lo desesperado de su situación cayó pesadamente sobre ella. Su vida estaba destrozada. Ella nunca más tendría el control de su propia vida. Y todo a causa de su estupidez juvenil.

 

"No se inquiete, señorita Gómez. Si usted hace todo que lo que yo le ordene, esto quedará entre nosotras. Por supuesto, si me desagrada, puede que me vea forzada a enseñarle estas fotos a alguien."

 

"Soy suya, señorita García, pero por favor, no permita que nadie vea esas fotos", imploró la derrotada maestra, suplicando.

 

"Ahora quiero que limpie el baño, recoja toda la ropa y demás cosas del suelo y las lleve al sótano. Luego prepáreme algo de comer. Usted sólo necesita poner un cubierto en la mesa y continuar con los zapatos de tacón puestos todo el tiempo."

 

"Sí, señorita García."

 

“Una cosa más. señorita Gómez. No se atreva a tocarse, alguna vez, sin mi permiso. Ya se ha ganado un castigo por olvidarse de mostrarme más respeto antes. Y ahora, muévase”, dijo Yolanda, cogiendo el desechado libro y bajando a la sala.