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Maestra poseída X

en No Consentido

Capitulo 10

 

Capitulo 10

Yolanda salió de la casa alrededor de las 8:30 de la mañana siguiente, y encontró a una estremecida Puri acurrucada bajo la toalla que, por supuesto, no era lo bastante grande como para proveerla de mucho consuelo.

 

"Buenos días, señorita Gómez."

 

"Buenos días, señorita García", masculló la pobre maestra. Estaba helada, sucia, hambrienta y necesitaba usar el baño.

 

Yolanda soltó las esposas de los tobillos de Puri y la ayudó a ponerse de pie. Tomó la cadena con la mano y comenzó llevar a su maestra hacia la casa.

 

"¿Necesita usar el baño antes de que entremos, señorita Gómez?".

 

Puri recordó la humillación del día anterior, pero verdaderamente necesitaba ir.

 

"Sí. Necesito usar el baño."

 

"Pues dése prisa entonces."

 

Puri se sentó en cuclillas una vez más delante de su estudiante y vació su vejiga. No supo qué haría cuando necesitara hacer otro tipo de necesidades fisiológicas. Una vez terminó con aquella tarea humillante, fue llevada a la casa y al baño.

 

"Tome una ducha, señorita Gómez. No se masturbe y no use el retrete".

 

Yolanda enganchó la traílla de la encorvada Puri encima de la ducha y salió del baño, dejando a la maestra que se lavase.

 

Puri estaba agotada. Había dormido muy poco las últimas dos noches. Sus músculos le dolían y sus pies estaban muy hinchados. Sus pezones y el agujero de su ano también estaban muy doloridos. Puri permitió el masaje del agua caliente por todo su cuerpo, restregó su piel rosada y lavó sus cabellos dos veces. Después de varios minutos, Yolanda volvió y desenganchó la traílla. Luego llevó a la empapada maestra a su alcoba.

 

"Séquese y arréglese los cabellos y maquíllese como sabe que me gusta. Su ropa para hoy está en la cama. ¿Cuándo espera que Eugenia vuelva a casa?".

 

La mención de su hija la regresó a la realidad de su situación.

 

"Debe estar de vuelta alrededor de las 5:00, señorita García", contestó la desnuda y empapada maestra.

 

"Tiene 30 minutos para arreglarse. Reúnase conmigo en la cocina."

 

Puri se secó rápidamente y se acercó a la cama a por su ropa. Halló un liguero rojo con unas medias rojas y las sandalias de tacón. Se vistió y luego secó y arregló sus cabellos. Los cosméticos no eran a su gusto pero sí al gusto de Yolanda. Echó una última mirada en el espejo y vio una mujer de 35 años vestida, o más bien desnuda, arreglada como una adolescente. Se sintió ridícula, pero se dirigió abajo hacia la cocina. Yolanda estaba sentada a la mesa comiendo huevos con una loncha de bacon y una tostada. Tenía una taza de café humeante delante de ella.

 

"Su desayuno está en el cuenco en el suelo."

 

Puri miró hacia abajo y vio un cuenco con trigo tostado con un cuenco de agua al lado de él. Puri se hincó sobre sus rodillas y empezó a comerse el trigo. Estaba hambrienta. Cogió el cuenco de agua y se lavó los restos de trigo que le caían por la barbilla. Cuando hubo terminado, Yolanda la mandó limpiar todo y reunirse con ella en la sala.

 

Puri lo limpió todo y se encaminó en la sala.

 

"Póngase ésto donde corresponde", dijo Yolanda, dándole el consolador y el tubo de lubrificante a Puri. Puri comenzó a encaminarse al baño.

 

"No, no, señorita Gómez. Hágalo aquí."

 

Puri se detuvo y empezó a lubricar el consolador. Se dio cuenta de que la única manera de que pudiera hacerlo era sentándose en cuclillas y forzándolo a entrar en su ano. Mientras lo hacía, su estudiante la miraba detenidamente. Fue sólo un poco más fácil que la noche anterior, pero todavía le era difícil y muy incómodo. Una vez que el consolador estuvo en su lugar, se le mandó a Puri que se arrodillara en el suelo ante su estudiante.

 

"Señorita Gómez, usted sabe cómo nos hizo aprender todas las reglas de gramática y escritura. Y cómo cuando no lo conseguíamos usted nos corregía y, a veces, nos castigaba."

 

"Sí, señorita García."

 

"Pues bien, he preparado una lista de reglas para usted. Es muy importante que las siga para guardar nuestro secreto y protegerla a usted y su reputación. Si usted deja de seguir cada regla, se la corregirá y castigará. ¿Está eso claro?".

 

"Sí, señorita García."

 

"Las reglas no están abiertas a discusión alguna. Si no entiende algo, pregúnteme. No intente interpretarlas usted."

 

"Sí, señorita García."

 

Yolanda le dio una lista de reglas a Puri. "Léalas en voz alta ahora para que pueda estar segura de que usted las entiende. Se agregarán nuevas reglas o se cambiarán cuando yo desee."

 

Puri empezó a leer:

 

"Reglas de vida para mi querida maestra:

 

Me quedaré desnuda con las sandalias de tacón puestas todo el tiempo cuando esté sola en casa a menos que se me ordene otra cosa por mi dueña.

Cuando no esté sola, llevaré una falda y un suéter, o un vestido con liguero y medias y tacones de 10 cms, a menos que se me ordene otra cosa por mi dueña.

Siempre tendré mis cabellos y mi maquillaje como a mi dueña le gusta.

Sólo comeré lo que mi dueña me permita y no usaré utensilios a menos que mi hija esté presente.

Nunca utilizaré el asiento de un retrete. Si estoy sola en casa usaré el patio trasero para mis necesidades. Si uso un baño me sentaré en cuclillas encima del váter con el asiento levantado.

Siempre tendré mi ano lubrificado.

Mantendré mi coño afeitado todo el tiempo.

Nunca llevaré bragas o sostén a menos que me lo ordene mi dueña.

Dormiré desnuda en el suelo cada noche a menos que se me ordene otra cosa por mi dueña.

Nunca me negaré a una orden de mi dueña.

Llevaré mi collar todo el tiempo cuando esté sola y lo llevaré en mi bolso siempre.

Llevaré un diario y sólo se lo mostraré a mi dueña.

Nunca me sentaré en ningún mueble sin el permiso de mi dueña.

Nunca tomaré cualquier decisión sin pedir la opinión de mi dueña.

Llevaré mi consolador anal, el consolador grande negro y las pinzas de los pezones conmigo todo el tiempo.

Llamaré a todos los estudiantes señorita o señor.

Mostraré siempre una cara sonriente.

Me masturbaré cada mañana, durante la comida, y en cuanto llegue a casa desde el trabajo, PERO no tendré un orgasmo sin permiso.

Reconozco que obedezco estas y cualquier otra regla y órdenes de mi dueña porque quiero ser un buen mascota.

Entiendo que ahora mi vida está controlada por mi dueña.

"Y bien, señorita Gómez. ¿Tiene alguna pregunta?".

"Ninguna, señorita García".

"Me quedaré en el cuarto de huéspedes. Le diremos a Eugenia que tengo problemas en casa y que usted estuvo de acuerdo en permitir que me quede aquí con permiso de mis padres."

"Sí, señorita García."

"Ahora, póngase la falda y la blusa que saqué para usted para que podamos traer mis cosas antes de que Eugenia regrese a casa."

Puri se fue arriba dándole vueltas a la cabeza. No tenía otra alternativa que obedecer a su dueña. ¿Pero por qué sólo con pensarlo mi coño se humedece?. Se puso la falda que verdaderamente le estaba sumamente corta, apenas cubriendo las cimas de sus medias y el suéter de Eugenia, que le estaba muy ajustado. Sus pezones duros casi hacían un agujero en el frente del suéter. El consolador en su culo todavía era bastante incómodo. Puri bajó la escalera y cuando vio a Yolanda le rogó, "no puedo reunirme con sus padres vestida de esta manera."

"No se inquiete por ellos en absoluto. Póngase el collar."

La confusa maestra enhebilló el collar alrededor de su cuello y caminó hacia el coche sin entender nada.