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Rosario y Paco 2

en Hetero: Infidelidad

Hola soy otra vez Rosario y continuo con mi anterior relato, como ya os dije conté a mi marido lo que me había pasado con Paco, y me contesto que a la próxima que follara con él le gustaría estar presente, pero sucedió lo siguiente.

Recuerdo que era un miércoles y mi marido estaba de viaje. Ya es normal que en mi casa que siempre que él no está surge algún problema doméstico. Efectivamente, cuando fui a limpiar un trasto de cocina que había ensuciado me encontré con un monumental atasco en el fregadero. Después de maldecir todo lo mal decible, llamé a Paco y se lo conté y me dijo de cachondeo, es verdad que tiene el fregadero un atranque o quieres que te quite el atranque a ti jajá los dos le dije.

Me cogió literalmente en bragas. Estaba tranquilamente ordenando unos cajones vestida de estar por casa, es decir en camisa y zapatillas, y sin nada debajo además de que ya me sentía húmeda. Cuando llamo Paco al interfono. Como tampoco tenía tiempo de arreglarme un poco, decidí abrir la puerta. Total, los haré pasar a la cocina y lo dejaré trabajar tranquilo, pensé.

Cuál fue mi sorpresa que al abrir la puerta y se me presento Paco con un operario con un chaval de unos veinte años que debía ser su ayudante. Mientras les explicaba mi problema, ya me di cuenta que se les iba la mirada hacia mis tetas. Con las prisas no me había abrochado los botones de arriba de la camisa. Yo misma me sorprendí de mi forma de actuar, tenía que haberme cabreado y abrochado los botones rápidamente. Sin embargo, no hice nada de esto, interiormente me sentí halagada, mis tetas aún llamaban la atención de los tíos con los pezones tiesos y ya tenía el chocho encharcado, mientras pensaba lo que era correcto, hacía todo lo contrario. Movía lo brazos para que la abertura de mi camisa les permitiese ver algo más y empecé a sentir unas cosquillas en el estómago que hacía tiempo que ya casi había olvidado. Joder, pensé divertida, después de los años de monotonía aún me queda algo de golfa. Les dejé en la cocina y me fui al cuarto contiguo, desde allí oía sus risas, debían estar hablando de mis tetas. Sin quererlo, entre divertida y asustada, me estaba excitando pensando en aquellos tíos que tenía en la cocina hablando de mis tetas y de mi culo.

El ayudante tuvo que marcharse a buscar una pieza, por lo que Paco quedó sólo en la cocina. Al rato me llamó y cuando entré me lo encontré tirado boca arriba con medio cuerpo bajo el fregadero manipulando los desagües. Rosario me dijo, puedes abrir el grifo, por favor. Aún no sé por qué, para abrir el grifo puse una pierna a cada lado de Paco, por lo que al quedar abierta de aquella forma le di una ocasión para verme todas las bragas que ya estaban un poco húmedas, ya que cada vez me estaba poniendo más cachonda. ¿Así está bien? le pregunté, y al mirar hacia bajo vi que efectivamente estaba contemplando a placer mis partes más sensibles. Hizo ademán de levantarse, y para ello se cogió a mis piernas, entre el tobillo y la rodilla, al quedarse sentado fue subiendo por los muslos con otras intenciones diferentes al ejercicio de levantarse del fregadero, con la calentura, que ya tenía y viendo que Paco estaba ya empalmado me limité a dejar hacer. Él sentado debajo de mis piernas iba subiendo sus manos gruesas por mis muslos, cuando llegó al culo las deslizó por debajo de las bragas y acercó su cara a la parte delantera. Tuve que apoyarme en el fregadero, me temblaban las piernas de la pura excitación mientras notaba aquellas manos por debajo de la ropa interior. Se puso de rodillas y empezó a lamer suavemente el interior de muslo con la nariz pegada a mi coño. Que bien lo hacía el cabrón de Paco. Me aparto la tela que cubre el chocho y empezó a lamer todos los pliegues de una forma muy suave, pero con cierto ritmo. Era demasiado, me veía apoyada en el fregadero con Paco arrodillado entre mis piernas que me tenía cogido el culo con todas sus fuerzas y me lamía y chupaba el coño delicadamente, me sentí cachondísima deseando tener su gran polla en mí coño. Lo aparté y Paco se levantó casi sin sacarme las manos del culo me metió la lengua, pringada aún de mis propios jugos, en la boca, yo lo cogí del pescuezo con todas mis fuerzas y no té por primera vez su polla tiesa en mis bajos. Ahora se iba a enterar el mamón, empecé a bajar hasta quedar de rodillas delante del pollón le desabroché el cinturón de trabajo, le bajé lentamente la cremallera de la bragueta, aparté los calzoncillos y cogí su polla, muy dura, con la piel suave y un inmenso capullo rojo, toda moviéndose acompasadamente ante mi boca. Sin pensarlo más, liberada me la puse en la boca. Tan gorda estaba que trabajo me costaba mover la lengua, se la pasaba por todo el capullo, por el pliegue de donde termina y a la vez chupaba. Ahora era él el que estaba de espaldas a los fogones, mirando al techo y retorciéndose. Me notaba caliente y mojada, necesitaba que me metiera aquella tranca por el coño, pero no podía soltarla.

En estas estaba cuando pude oír un ruido en la puerta de la cocina, miré de reojo y vi apoyado en la pared contraria al ayudante, que al parecer había vuelto, y al ver el espectáculo se había medio bajado los pantalones y se la estaba meneando. Cuando vio que lo había visto primero hizo un amago de irse, pero después, se ve que se lo pensó y se acercó con la polla en la mano hasta ponerse al lado de Paco. Que cabrón, pensé, me debe tomar por una guarra. Era un chaval joven alto y tenía también una buena polla entre sus manos, solté por primera vez la de Paco y cogí por los huevos al ayudante empezando a lamer su aparato desde la base hasta la punta, la tenía larga y caliente, él no paraba de meneársela y aún me podía llenar toda la boca. Ahora estábamos en la mesa de la cocina el chico sentado y yo cogida en el borde chupándole su polla y ofreciendo mi coño y culo a Paco que al verme así me la clavó con todas sus fuerzas.

Tal fue la envestida que casi tumbo al ayudante de un cabezazo. Nunca hasta entonces había tenido dos pollas a la vez a mi disposición y es una situación que toda mujer debería experimentar algún día en su vida. Tenía delante un cuerpo joven con la polla tiesa y durísima que me metía y sacaba de la boca, la lamía chupaba y besaba y por detrás una polla gorda y veterana entrando y saliendo con maestría de mi coño. No quería que aquello se acabara nunca, pero me estaba corriendo, estaba fuera de sí, me sentía como una guarra. Cuando empecé a gritar de placer el ayudante se corrió en mi cara, yo también me corrí como nunca, era como corriente eléctrica, pero de placer, de gusto, no podía creerlo, le estaba limpiando la polla y bebiendo toda aquella leche joven. Una polla joven es magnífica, pero ahora aparecía ya flácida y morcillona ante mí, mientras que la veterana es como un coche Diesel, estaba brillante por mis jugos, pero aún tiesa como un palo. Los tres nos reímos.

Nos fuimos los tres a la habitación. A mí me dio por reír, ¿cómo me podía haber vuelto tan puta en tan poco rato?, porque lo bueno es que no quería terminarlo aquí, yo quería continuar. Nos tumbamos en la cama, yo en el medio, con una polla en cada mano, una gorda y dura, otra morcillona, pero es asombroso como se recupera la polla de un veinteañero. Podía notar como me crecía en la mano y esto me excitaba, cuando noté que volvía a estar brillante y dura me puse encima del chaval para fallármelo, así de claro. Sólo quería follar y follar, me había vuelto como loca. Mientras le cabalgaba con todas mis fuerzas, tocándome con una manola pipa, Paco se puso detrás mío, se la embadurnó con un pote de crema que encontró en la mesilla y me la metió por el culo sin ninguna contemplación ¡Cuidado!, la tienes muy grande. Di un grito de dolor, me hacía daño, mucho daño, pero a la vez me gustaba. Era una polla gordísima, aún no sé cómo pudo meterla, pero lo cierto es que mientras yo me cepillaba al ayudante, Paco me cabalgaba a mí con todas sus fuerzas. Ya no sentía ningún dolor, solo un gusto indescriptible, totalmente viva, deseada, sólo pensaba en hacer correr a los dos machos que tenía dentro Ayyyyy, ayyy, ahhhhhh, gemía yo al sentirse desgarrada por dentro, al mismo tiempo que el primer orgasmo sacudía de éxtasis en mi ser: aaaaaaa, siiiiii, aaaaaaa, jooooder , siiiiiii, siiiii, dale, dale, aaaaaaaa, no pareis aaaaaaaaa, aaaaaaaa, jooooooodeeeer, que gustoooo, dioooos!!!!!, me corro joder, me corrooooooo

Ahhhhh, ahhhhh, ummmmm, dioooosss y me corrí de nuevo y ellos también, Ayyyy, ahhhhhh, ahhhhhh, ummmm…

Al unísono, ellos empezarón a emitir una serie de sonidos ininteligibles como los bufidos y gruñidos de un toro, mientras apretaba con fuerza mis nalgas e iba aflojando en sus embates. Se estaban corriendo Buuuffff, bufffff, aggggggggggggggggg.. me salía la leche de todos los agujeros.

Se ducharon, me arreglaron el fregadero y se fueron sin querer cobrar su trabajo. Yo me quede sola de nuevo, me dormí y al despertar no estaba segura de que fuera un sueño, tenía los dos agujeros saliendo leche de Paco y del ayudante Ya más despierta pude comprobar las manchas en la cama y los restos de la reparación de fontanería en la cocina. Seguro que lo volveré a repetir, y a ver si mi marido esta delante y ve como dos grandes pollas me llenan de leche.

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