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Teresa y un empleado mio.

en Hetero: Infidelidad

Hola otra vez soy Ricardo Quintana el marido de Teresa que ya os he contado otros relatos sobre mi mujer.

La ciudad en la que vivimos es de un clima caluroso permitiéndole usar a Teresa constantemente ropas muy sugestivas, minifaldas muy cortas, vestidos entallados y muy translucidos, blusas vaporosas que permitían transparentar sus pezones y su movimiento de cadera que es exagerado por el uso constante de zapatillas de tacón, siendo así objeto de piropos y obscenidades en la calle por parte de los tíos que me ven; desde luego esto me gusta, así que yo mismo lo veo lo que provocaba al salir a la calle sin hacer uso de mi coche pues me encanta que la vean y sentirme deseada, razón por la cual me gusta verla andar coqueteando .

Ahora es ella la que cuenta su experiencia:

En una de las ocasiones en que tuve que ir a la constructora iba yo vestida de forma atractiva, un vestidito muy corto de tela suave y trasparente de color naranja y entallado dibujaba mi figura deliciosamente, y el uso de mis sandalias hacían que me moviera un poco más de la cuenta haciéndome lucir muy cachonda, ya que en especial este vestidito me marcaba mis tetas sin sostén debajo y mis abultadas nalgas de forma más que apetitosa para los hombres pues si me veían con atención se notaba mi tanga. Al llegar a la Empresa de mi marido, vi que no había mucho movimiento salvo una secretaria y dos hombres que se hacían cargo de algunos trabajos de limpieza en el exterior de las oficinas.

Al llegar los saludé y me dirigí a la oficina de mi marido, pero al hacerlo escuche algo que me resultó inconfundible, alguien estaba follando allí mismo, puse atención y escuché como los sonidos venían de un pequeño almacén de papelería. Con sigilo me acerqué a la puerta y para mi suerte ésta se encontraba entreabierta, así que pude encontrarme con un cuadro erótico delicioso. Allí estaba uno de los trabajadores fallándose felizmente a una de las secretarias, eso no me hubiera sorprendido pues al no estar los jefes esto se me hizo muy normal; lo que si me dejó boquiabierta fue el tamaño de la polla del tío que se follaba a la chica, ¡era grandisima! Cualquier mujer se sorprendería de su descomunal tamaño, instintivamente me pasé la lengua por los labios, era una polla capaz de enloquecer a cualquier hembra y vaya que la chica lo disfrutaba.

Se oían sus quejidos de manera especial cuando ella misma, montada como estaba sobre el tío se clavaba la polla a hasta el fondo. Desde luego que ellos no se percataron de mi presencia y lo que más me intrigaba es que no alcanzaba yo a ver al tío; al estar ella montada no le podía ver la cara al dueño de tan formidable polla, solo la espalda de la chica y la polla del tío cuando ella se sentaba y se la metía entera. Me dio miedo seguir viendo más, pero la curiosidad me ganó, tenía yo que saber quién era ese hombre y por la forma en que ella disfrutaba me entró el implacable deseo de ser yo la que estuviera siendo follada por él, y eso me hizo mojarme de inmediato. Haciendo un esfuerzo me retiré y me dirigí a la entrada del almacén.

Hola, ¿qué no hay nadie aquí?, dije sonando mis tacones y entrando al pasillo.

Me dirigí al despacho de mi marido y ya no escuché ruido, creo que los sorprendió mi presencia y se habían parado o se había corrido el tío. Volví sobre mis pasos y me fui a la salida sin ir al despacho de mi marido, mi intención era que ellos salieran y así poder ver quien era ese tío que me había inquietado, la curiosidad fue tremenda. Al salir me puse en un lugar del cual no me podían ver pero yo sí, y no pasaron más de tres minutos cuando salió la chica. Iba como muy nerviosa y de prisa, poco después salió él, de hecho me sorprendí pues era un joven de los que trabajaban como auxiliares en topografía.

Era un joven que siempre me había parecido bastante cachondo y me gustaba, muy atractivo y de unos 22 años de edad, alguna vez lo vi acompañar a mi marido a casa, se llama José Luis pero en la Empresa lo conocían como Pepe. Al salir él de la oficina vi hacia donde se dirigía, así que sin pensarlo fui tras él, quería verlo de cerca, así lo hice y me percaté que entraba a las oficinas generales. Hice lo mismo y casi choqué con él en la entrada, quedamos frente a frente; lo vi y me estremecí sin quererlo. Era bastante más agradable de lo que yo lo había visto, él me miró también, en especial a mis tetas ya que mis pezones ya erectos punteaban bajo mi vestido.

Haciéndome la tonta, le pregunté por las demás personas y me dijo que habían salido casi todos; le pregunté por una de las secretarias con la cual yo tenía buena relación y me contestó que también había salido, entonces me presente.

Soy la señora Teresa, la mujer del ingeniero Quintanilla y vengo por unos documentos, pero necesito que abran la oficina de mi marido.

Me quedó viendo, que me estaba con la mirada como desnudándome toda, se notaba que era un cínico de primera y me agradó, no lo niego.

Encantado señora, si usted quiere yo le abro, creo que por aquí están las llaves.

Se lo agradeceré mucho, joven; además quiero que me ayudé con unas cajas que hay que mover, desde luego que esto de las cajas era falso. Espero que me envíe a alguien para que lo haga.

No se preocupe, si usted quiere yo le ayudo, se ofreció él.

Una vez encontrada la llave nos dirigimos a la oficina y él tras de mí, yo presentí su mirada en el movimiento de mis nalgas, intuía que me las miraba y las moví algo más de la cuenta para que viera mi culo En la oficina me senté y él no dejó pasar la oportunidad de verme las piernas y los muslos con descaro, yo hice que no me di cuenta y empecé a buscar unos documentos que desde luego no existían ya que todo había sido inventado por mí para que me acompañara y al hacerlo me paseaba y meneaba mis nalgas para que me viera ya que estaba segura que aún estaba caliente pues le interrumpí la follada que le estaba dando a la secretaria.

Poniéndome de pie le pedí que moviera unas cajas con papeles, claro que tampoco era necesario pero lo hice para verlo más detenidamente. Lo hizo y vi sus brazos fuertes, se me antojó hacer lo mismo que la chica que había estado con él allí mismo, pero me detuve, le agradecí y me despedí de mano y me estremecí al sentir el contacto.

A la tarde volveré, ¿estarás aquí?, le pregunté tuteándolo entre insinuante y sonriente. Vendré pero no quisiera estar aquí sola, me da algo de miedo, esperaba yo que este comentario le sonara digamos algo más prometedor y entre coqueta e insinuante le sonreí.

Bueno señora Teresa, por la tarde no hay nadie, pero si usted quiere yo vengo para ayudarle, en lo que usted quiera.

Creo que esa propuesta incluía de todo y le sonreí muy coqueta, despidiéndome de nuevo e insinuándole también algo más.

Espero encontrarte en la tarde, hasta pronto, salí de la oficina moviendo mi culo para provocarlo y él me siguió con la mirada, al menos así me lo imaginé y me moví como la puta que soy.

Todo el resto de la tarde estuve muy cachonda, la imagen de Pepe follandome me traía loca, sentía mi chocho mojado.

Hice mis actividades y fui a casa, no me aguanté y me masturbé, metiéndome los dedos en mi mojado coño imaginándome que era la polla de Pepe, quien me follaba; esto me puso más caliente así que me di un baño, me esmeré en mi arreglo y vistiéndome con una falda roja cortísima y un top del mismo color, mis zapatos de tacón; me puse mi tanga y salí nuevamente para la Empresa, necesitaba ser follada y no se me escaparía Pepe. La tarde ya estaba cayendo y era bastante calurosa, así llegué a la Empresa.

Al principio no vi a nadie, eso me desconcertó, creía que estaría mi marido solo esperaba que no estuviera vacía, entré y al fondo escuché música, venía de una oficina; me dirigí allí y en ella estaba Pepe, sentado y bebiendo una cerveza.

Hola, pensé que no estarías, le comenté sonriendo.

La verdad señora no debía estar aquí, ni yo ni usted su marido ha salido hace un rato con unos señores ,me dijo amablemente y me miró fijamente, esto me puso algo nerviosa.

Pepe se levantó de su asiento y me ofreció sentarme, lo hice y le mostré una buena proporción de mis muslos, los cuales vio descaradamente, creo que él sabía lo que yo esperaba.

Quiere una cerveza, hace mucho calor?

¿Quién más ahí aquí?, dije mirando para todos lados, mientras la música se seguía escuchando.

Nadie, dijo extrañado.

Perdóname pero vengo algo nerviosa, fíjate que al entrar aquí, un tío pasó corriendo y me dio una palmada en el culo, estoy furiosa, era cierto, un infeliz pasó corriendo sin que me diera cuenta y me dio un tortazo que me dejó el culo en llamas.

¿No le gusta que le palpen el culo?.

Si pero no de esa manera, me gusta que lo hagan cuando estoy follando; que recorran mi trasero e incluso que me lo muerdan suavecito… ¡perdón!, te estoy contando cosas íntimas sin siquiera conocerte―

Está bien, no acostumbro a andar hablando lo que me dicen y mucho menos de mujeres tan guapas como usted.

Lo que pasa es que cuando no tienes cerca a alguien, como mi esposo por ejemplo, trata una de sacar todo con la persona que más confianza le dé.

¿Quiere la cerveza?, me volvió a preguntar.

Si está bien, solo espero que no venga nadie y nos vea aquí, bebiendo!, le dije sonriéndole y descaradamente volví a cruzar las piernas para mostrarle mis muslos.

¿Le gusta el masoquismo?.

Tanto como gustarme, no. Me gusta ser dominada como a toda mujer, un tironcito de cabellos, pellizcos en los pezones, palabras fuertes y cachondas, y mientras más fuertes y obscenas, más me caliento.

Yo sé porque vino usted Teresa.me dijo muy seguro él.

Me quedé mirándolo mientras cruzaba las piernas, lo que hacía más evidente mi insinuación. Bebí y me hice que no lo escuché, él se acercó a mí y de pie me tocó el pelo que yo llevaba suelto al tiempo que me decía:

Huele  muy bien y se ve muy bien vestida así, está usted muy guapa y muy buena hembra, discúlpeme que se lo diga de esta manera, pero no conozco otra forma para ponderar su belleza y su sensualidad, le sonreí y le coqueteé con la mirada.

¿Tú crees?, le contesté cariñosamente. Lo malo es que mi marido no piensa como tú.

Si usted quiere eso se puede arreglar.

¿Ah sí?, ¿Y cómo crees que se `pueda arreglar?, le dije levantándome del asiento y poniéndome frente a él, creo que ya estaba todo dicho entre nosotros, solo dijo ¡dándole la polla que usted se merece!!

Me cogió de las manos y me atrajo hacia él, me abrazó por la cintura y me besó tiernamente, y yo que estaba con el coño ya chorreando le dije.

No quiero romanticismos ni ternuras, soy una hembra sedienta de macho; así que déjate de cursilerías y follame.

Rápidamente me metió su lengua en la boca y yo se la chupé; sus manos mientras bajaron a mis nalgas, como probando la dureza de las mismas, su boca bajó a mi cuello y yo gemí suavemente, ahora sus manos subieron a mis tetas y me las apretó suavemente.

¡Ah qué bueno!, le dije muy caliente.

¡Estas buenísima! y qué cabrón es el Sr Quintana al dejarte sola, se nota que eres muy cachonda y ardiente! al tiempo que me decía esto su mano se fue a mis muslos, me apretó la polla así como me tenía.

Abrí las piernas y le permití que jugara con mi chocho cubierto por mi tanga, enseguida me dio la vuelta quedando yo de espaldas a él, me besaba la nuca y me apretaba las tetas al tiempo que sacándose la polla del pantalón, me la frotó en las nalgas, yo me empiné y le ofrecí mi redondo culo. Pepe me levantó la faldita y me acarició el trasero, me sobó su polla en las nalgas y me dio suaves golpes con ella:

¡Ahiii Pepe, me tienes ardiendo!.

¿La quieres probar verdad puta?.

Sí, ¡me muero de ganas porque me la metas!.

Él me volteo de nuevo y yo le acaricié su polla con mi mano, estaba enorme, dura y gruesa como ninguna que yo hubiera visto.

Ven, siéntate aquí, le dije señalando el sillón giratorio.

Una vez que lo hizo me incliné y le hice una mamada a su tremenda polla, se la acaricié con mis dos manos y sacándome el top le enseñé mis tetas y froté mis pezones contra el capullo de su tiesa polla, haciendo un tibio canal entre los globos de mis melones; lamí la punta de su polla mientras esta corría entre mis tetas inflamadas de deseo. Él gemía y se retorcía, mientras yo bajaba mi rostro y la atrapé entre mis labios, se la chupé y me la metí toda, mamándosela deliciosamente hasta hacerlo gemir.

Puta, ¡qué bien la mamas!. Sigue puta lo haces de puta madre.

No la necesitaba más en la boca, quería que me la clavara en el coño, así que lo dejé sentado como estaba, me puse de pie y me quité la falda y me quité el top quedando desnuda para él. Me bajé el tangas hasta quitármelo, me abrí para montarme en él, pero me paró.

Date la vuelta, por favor, quiero verte por detrás.

¿Así?.

¡Qué buen culo tienes, hija de puta.

¿Te gusta?.

¿Quieres que me empine para que me veas mejor?.

Mejor siéntate en mi polla que ya quiero clavártela.

Me puse saliva en los labios del chocho, estaba yo temblando al imaginar como la sentiría dentro. Me monté en él y me dejé caer sobre su pollón; despacio, como saboreando cada centímetro. Debo admitir que aunque ya se había follado a la secretaria, aún tenía la fuerza y la fuerza de un semental; pues al metérmela me ensancho el coño, y sentí que me lo abría, pero me dejé caer suavecito, saboreando cada centímetro de polla llenaba mi coño.

¡Qué gusto!, era tremendamente gorda y al sentarme en ella por completo me relajé y dejé que Pepe me bombeara, al tiempo que apretaba mis nalgas de una forma exagerada, con lo cual solo aumentó mi placer.

¡Qué estrechita estas, pareces una quinceañera.

Parezco, pero soy una gran puta, sedienta de polla le dije gimiendo.

Yo me movía subiendo y bajando y él me empujaba de las nalgas haciéndome que me entrara completamente, como estaba yo de frente me empezó a chupar las tetas muy bien. Uno de sus dedos traviesos me entró en mi culo y me empezó así a moverlo; su polla en mi chocho y su dedo en mi culo que se contraía de gusto. Lo cogí de la cara y lo empecé a besar con toda mi experiencia, olía y sabía a cerveza y su olor a macho me puso más cachonda.

¡Qué buena polla tienes chaval, qué grande está!. Me llegas hasta el fondo, él estaba prácticamente vestido, solo su polla salía por la bragueta de sus jeans, los que sentía áspero pero me gustaba.

Le abrí la camisa y le acaricié el pecho sin dejar de mover mi culo en círculos con su polla en lo profundo de mi coño; le quité la camisa y sentí su tórax en mis senos, mientras él me seguía bombeando con su enorme pollón y su dedo no dejaba de perforarme el culo. Estaba enloquecida, él me dejaba mover y empecé a subirme y bajarme empalándome en ese monstruoso pollón; entonces me corrí la primera vez, contraje mi coño y Pepe sintió mis apretones en su polla:

¡Terecita, qué rico chochito, tienes!. ¡Así exprímela y sácamela leche; sigue apretándome el pollón, hija de tu puta.

Yo seguí moviéndome mientras me corría, estaba ya sudorosa. Él me sujetó de las nalgas y se puso de pie, cogiéndome sin sacarme la polla, me llevó en vilo hasta un escritorio donde me sentó y de pie me empezó a follar a una velocidad tremenda. Aceleraba en sus embestidas y luego me la metía con lentitud, enseguida me levantó las piernas y se las echó en sus hombros, yo tuve que poner mis manos atrás apoyándome para resistir. Pepe no paraba de bombearme, así como me tenía de clavada me hacía dar grititos a cada metida que me daba. Ya no podía más, pues con su tremenda polla hundiéndose en mi coño mojado, me corrí de nuevo y él seguía follandome.

Me sacó la polla de repente y agachándose ante mí se puso a chupar mi coño mojado:

¡Ah qué rico. Se nota que no te han dado polla en mucho tiempo, estas estrechísima.

Me siguió mamando el coño y su dedo se ubicó en mi culo de nuevo, así mientras me chupaba ,el coño, su dedo me lo movía.. Su saliva y mi jugos escurrieron hasta mi culo y su dedo me lubricó el ojete, después me volteó dándole las nalgas, me colocó su cipote en la entrada de mi coño y de un golpe me la metió con gran fuerza, tanto que me sacó un pedo de lo fuerte que me la clavó, yo me sentí apenada por esto, pero él se rió y me dijo:

¡Cabrona, estás tan estrecha que hasta los pedos te estoy sacando!. Pero ahora lo voy a hacer de verdad.

No entendí a qué se refería, pero Pepe me sacó su polla de mi coño y me la dirigió al culo, me asuste de momento y me negué:

¡No, por el culo no, lo tengo sin estrenar!. le dije mintiéndole.

Desde luego esto no lo detuvo:

¡Qué bueno Teresita así te lo voy a desvirgar y me lo agradecerás toda la vida, pedazo puta!.

Diciendo esto, fue empujando su duro pollón y forzó mi contraído culo, me dolió cuando me entró y me hizo sollozar, me cogió de las cachas y me la metió a lo salvaje. Sentí que mis lágrimas afloraron y grité al sentir su enorme polla hundirse hasta el fondo de mi culo totalmente dilatado, entonces, así como me la clavó me la sacó de golpe; me quedé con el culo abierto, temiendo como me había  roto el tejido de mi culo.

Ponte empinada y ábrete las nalgas, aquí te la meteré mejor.

Yo obediente me puse de rodillas en el sillón y le ofrendé mi tremendo culo abierto, Pepe me ensalivó el agujero de nuevo y se lubricó la polla con los jugos de mi coño, me la acomodó y de nuevo de un golpe me la clavó hasta que sentí que me rompía por dentro; así me tuvo y me hizo llorar y suplicar que se parara, pero no me hacía caso. Me entraba y salía a su antojo, mi culo me ardía pero él no se paraba, al contrario me daba con más fuerza, lastimándome a cada embestida y yo empecé a lloriquear, suplicándole, pero nada, solo me la metía más fuerte ¡Qué bruto, solo gemía y me decía obscenidades de mi culo y de mis nalgas!...

En eso le llegó su momento, me la metió con más fuerza y empezó a descargar su leche en mi culo dolorido, pero al mismo tiempo me seguía bombeando. Era terrible pero me tenía loca, así hasta que terminó sudoroso y jadeante, me la sacó y me quedé así con las nalgas en alto. Cuando me quise sentar me dolió mi trasero, me senté de lado mientras la leche de Pepe me salía del culo; al limpiarme con un pañuelo me di cuenta que estaba sangrando, me había rajado el esfínter y estaba escurriendo sangre  y leche, creo que esto lo convenció de que aún era virgen.

Sin querer, me imaginé a mi marido, contemplándome; con esa expresión de lujuria que pone cuando le estoy hablando de cómo me follaron.

 Sobre todo cuando me han follado a lo salvaje, eso lo desquicia. Solemos empezar a hablar desde que salgo de casa, los piropos de los taxistas cuando ven mis tetas bambolearse, pues muchas veces voy sin el molesto sujetador; las miradas descaradas de los transeúntes a mi trasero, el cachondeo de algún grupito de estudiantes, y hasta de personas mayores. Me coloco como lo estaba en ese momento, desnuda y abierta de piernas donde mi chocho se ve claramente, o también de lado, levantando una nalga para que él vea lo rozado que me queda el agujero del culo.

Le voy hablando y respondiendo todo lo que me dice, haciendo comparaciones de fulano con zutano, con quien he gozado más, cuantas veces me corrí con ese macho, hasta que no puedo detenerlo y termina enterrando su cara entre mis muslos para rebuscar las huellas de mis aventuras; absorbiendo la leche del macho que me haya follado; y cuando se encuentra con algún moretón en mis muslos o en mis nalgas, me muerde suave la zona afectada, y vuelvo a derramarme de solo acordarme lo que me hizo mi macho. Es un cabrón consentido.

Pero volviendo a mi relato; Pepe continuaba con esa sonrisita socarrona que tiene, mientras yo lo veía con mis ojos llorosos. Me miró también y me sonrió, fue hacia mí y me abrazo, me acarició muy suavemente y me besó con ternura:

Te quiero follar de nuevo Teresa, nunca estuve con alguien tan caliente como tú, esto me halagó demasiado, en especial por venir de alguien tan joven y espontáneamente lo besé en la boca con mi lengua.

Eres un salvaje.

Pero querías polla, ¿no perra?.

Si mi rey, pero mídete. Quiero que me folles mucho, pero por favor ya no por atrás, me duele mucho ¿Qué te parece que nos vayamos a un hotel?, quiero estar contigo mucho tiempo, le dije muy caliente.

Nos vestimos y salimos de la Empresa, ya era de noche y estaba oscuro; andamos un tramo de calle hasta que paso un taxi, lo cogimos y nos llevó a un hotel cercano. Tan pronto entramos a la habitación me arrojé a sus brazos, estaba yo con más ganas de seguir siendo follada por ese chico con ese pedazo de pollón. Me fui a la cama, me desnudé completa para él y recostándome me abrí de piernas mostrándole mi chocho abierto. Él se desnudó de inmediato, se dirigió a mi chocho y me lo chupó muy bien hasta casi hacerme correr, enseguida se subió en mí y me la metió. Lo enredé con mis piernas en su cadera y empezó a bombearme suave y constante, me hacía gemir, me le entregué como a pocos. Lo besaba y mis manos lo atraían por la espalda, mientras mis piernas y muslos lo atrapaban, gemía y gozaba mientras Pepe me seguía bombeando, casi estaba a punto de correrme cuando le pedí que cambiáramos de posición:

¡follame a lo perrito mi macho!.

Me di la vuelta y le ofrecí mis abultadas nalgas, me la metió en esta posición haciéndome gritar de gusto, ¡que chico más caliente!. Me bombeaba incansablemente y de nuevo me corrí, contrayendo mi coño le di un nuevo orgasmo al mismo tiempo él me inundaba de su leche caliente y abundante.

Descansamos fumando un cigarrillo. Pepe ordenó al servicio del bar y nos trajeron bocadillos y bebidas como yo se lo pedí, bebimos una copa y me lo llevé a la ducha. Lo bañé y me duchó, le mamé la polla en el baño mientras lo enjabonaba. Estaba súper encantada con ese chico, después volvimos a la cama ya bien bañados, me puse a chuparle la polla y él me volteó para acariciarme las nalgas mientras me magreaba suavemente, pellizcándome las tetas y metiéndome los dedos en el chocho.

Empezó a comerme el coño en un sesenta y nueve, yo estaba con más ganas de polla, la ducha me había relajado y le pedí que me follara otra vez.

Joder Teresa, eres muy puta y ardiente, pero me fascinas mi reina… ―

Yo le seguía mamando esa polla enorme ya crecida en todo su esplendor, ahora me monté y me la clavé hasta la raíz, me moví y le di mis ricos apretones con mi coño. Lo sentí estremecerse y más me movía para hacerlo gozar como nadie, entonces cogiéndome por las nalgas empezó a bombearme de abajo hacia arriba, ¡que buen macho!. Me levantaba con sus embestidas y me dejaba caer ensartándome por completo. Me salí de él y me la metió de patitas al hombro, ¡qué bueno de nuevo, me corrí otra vez y él como si nada!. Así me tuvo y me empezó a chupar mis pies, las plantas y los dedos diciéndome que le gustaban mis pies. Me estremecía una y otra vez con sus penetraciones, y no aguanté más y nuevamente me corrí, pero ahora quería yo probar otra cosa.

Pepe, encúlame hasta el fondo, méteme la polla por atrás, te deseo sentir así de nuevo.

Hija de tu reputa madre, hace rato estabas berreando porque no la aguantabas, cabrona.

No importa que me lo rompas más, encúlame por favor, tu puta necesita sentir tu polla por todos los orificios de su cuerpo.

No se dijo más, me dio la vuelta y me puso en cuatro, me abrió las pompas del culo de par en par, me chupó el agujero, me embarró saliva todo el anillo del culo y me la metió despacio al principio, luego con fuerza como la primera vez. Me hizo aullar como una perra y chillar .Al final mi culo era una funda caliente y amplia que se abría devorando ese pollón que me estaba matando de gusto. Se corrió en mi culo y yo me relajé dejando que me disfrutara. Nunca había follado tanto como con ese chico,.

Agotados ambos nos quedamos dormidos, desperté hasta ya bien entrada la madrugada, estaba toda adolorida, olía a puta y leche de mi macho. Eran cerca de las cinco de la mañana, me levanté para ir al baño y el despertó también, volví y para mi asombro su polla estaba empalmada para mí, me agarró y me acosté junto a él. Me empezó a acariciar y yo cedí de buena gana, me besó el cuello, me mamó las tetas y no dejaba de halagarme con palabras, hasta que yo misma le pedí:

Follame otra vez, te deseo !.Era una puta no me cansaba de tener ese pollón dentro. creía que no iba a follar más con él.

Sin hacerse del rogar, se me subió encima, pero debido al ajetreo, no se le  puso tiesa como a mí me gusta; se la mamé y me di cuenta que la tenía súper roja, Pero me la volvió a meter. Me moví mientras sentía como me encajo hasta el fondo, estaba yo una vez más empalada, y así me tuvo, disfrutándome y haciéndome dar grititos de gusto. Me la metía y me la sacaba haciéndome retorcer como una lombriz, me corrí dos veces seguidas y él seguía follando mi coño, hasta que en la tercera me acompañó con su corrida llenando mi coño de su cálida leche, todavía semierecta me la sacó y yo se la limpié de mis jugos y su leche, le di unas rica mamada y por fin terminamos.

Nos vestimos sin prisas, bromeábamos y jugueteábamos como novios, salimos del hotel, esperamos un taxi y me llevó a casa, todavía en el taxi nos besamos y me acariciaba para asombro del conductor que sonreía con simpatía hacia nosotros; al bajar me acompañó hasta la puerta de mi casa, me besó y volvió al taxi, no sin antes hacernos la mutua promesa de seguir follando tanto como en esa ocasión.

Le llamé a mi madre, pues cuando mi esposo no está, siempre me telefonea para saber si quiero algo; afortunadamente no había de qué preocuparse. Por lo noche le conté a mi marido, omitiendo el nombre de mi macho, todo lo que hice y lo que me hicieron.

Así sin más cuento, ante la ausencia de mi marido y mis amantes, muy rápido conseguí quien los sustituyera y con mejor resultado no podía pedir más, ya que ese chaval me había dejado más que satisfecha y seguiría siendo suya aún por mucho tiempo. No me importaba que mi marido estuviera ausente de casa el tiempo que quisiera y que su trabajo se lo exigiera, al fin que sola no me la pasaría y buena ración de polla había para mi coño y mi culo.

El cabrón de mi marido al final se enteró de quien me daba tan buenas folladas, que era un empleado suyo, y en vez de despedirlo, lo aumento de cargo y subirle el sueldo, por eso lo quiero tanto.

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