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Mis infidelidades-04

en Hetero: Infidelidad

Llegué a casa y me encerré en mi cuarto. Estuve un buen rato pajeándome como un loco con las braguitas de María, pero pensando en Mercedes. No podía dejar de pensar en sus tetas. Bueno, en sus tetas y en el resto de su cuerpo.Era bajita, pero tenía un cuerpo diseñado para el pecado. Era morena, con una melena rizada a la altura de los hombros. Sus labios gruesos y carnosos hacían que su boca se pudiera definir como de mamona y su culito, por lo que pude intuir cuando nos despedíamos, parecía bastante respingón y durito. En conclusión, un cuerpo bastante follable.

Cuando salí para ducharme, me aseguré de que mis padres vieran como guardaba el dinero que había ganado en una hucha que tenía guardada desde hacía bastante tiempo.

-A este ritmo, ya mismo me tengo que comprar otra, les dije sabiendo que no aprobaban lo que estaba haciendo. Hoy he empezado con dos alumnos y ya me ha salido otro más. Lo mismo esto es mi modus vivendi y no lo sabía, dije con la certeza de que les molestaría el comentario.

-¡Déjate de tonterías! dijeron al unísono. No creo que después de estudiar una ingeniería, con lo que nos está costando, te vayas a dedicar a dar clases particulares, me soltó mi padre. Para ganar un dinerillo extra para tus gastos, me parece perfecto; pero espero que no te quite mucho tiempo de estudio y seas capaz de sacar la dichosa asignatura en septiembre. Ya tienes una edad en la que tienes que mirar por tu futuro. Por cierto, deberías llamar a María, que te ha llamado dos veces esta tarde.

Después de ducharme llamé a María. Estuvo muy cariñosa conmigo al teléfono y se la notaba con ganas de juerga. Me confesó que había estado excitada todo el viaje en tren, que había hecho todo el trayecto sin braguitas y que cuando llegó al apartamento de la playa lo primero que hizo fue meterse en su cuarto y hacerse un dedo pensando en mi polla. Había hablado con su padre para suavizar un poco las cosas y le había hecho prometer que en septiembre volvería a hablar con su amigo para conseguirme el trabajo en el laboratorio del que ya habíamos hablado. Fingí un agradecimiento que no sentía y me despedí de ella alegando que había quedado con Miguel para agradecerle lo de las clases.

-¿Vas a salir? me preguntó mi madre nada más colgar el teléfono. María nos ha dicho que ha hablado con su padre para lo del trabajo. No nos vuelvas a defraudar, Alberto.

Salí dando un portazo, sin mirarla siquiera. Me encontré con Miguel en el bar de siempre y le invité a un par de cervezas en agradecimiento por lo que estaba haciendo. Se fue pronto porque al día siguiente empezaba temprano con las clases y no quería beber mucho. Estaba dudando entre pedirme otra cerveza o volverme para casa cuando vi a Mercedes por la cristalera del bar, discutiendo acaloradamente con un chico. En un momento dado, el chico hizo un gesto de "estás loca", se dio media vuelta y la dejó. Salí a su encuentro para ver qué sucedía.

-¿Estás bien, Mercedes? Te he visto a través de la cristalera y no sé si te pasa algo.

-Mi novio es gilipollas.

-Un gran porcentaje de los tíos lo son; vamos, lo somos, jajajaja.

-Jajajajaja. Vaya, me has hecho reir. Gracias Alberto.

-¿Puedo preguntarte qué ha pasado?

-Invítame a una cerveza y te lo cuento.

-Eso está hecho. Pero vamos a otro sitio, ok?

La llevé a un pub al que hacía bastante tiempo que no iba porque a María no le gustaba. Pedimos un par de cervezas y nos sentamos en una mesa, al fondo del local. Mercedes me contó que llevaba planeando varios días irse de camping con su novio el próximo fin de semana y que a última hora él le había dicho que no podía. Más bien que no quería, que se iba con sus amigos a la feria del pueblo de uno de ellos.

-Pues eso, que tu novio es gilipollas, dije dándole la razón a Mercedes.

-Bueno, no es la primera vez que me lo hace. Parece que no aprendo.

-No te martirices. Si él prefiere irse con sus amigos antes que estar contigo, muy listo no creo que sea, la verdad. Yo lo tendría superclaro.

Me pareció que Mercedes se ruborizaba un poco. Sacó a relucir una sonrisa espectacular y, cambiando de tema, me preguntó si yo tenía novia.

-Pfff, esa pregunta es difícil de responder. Creo que sí.

Le conté mi situación con María y empezamos a reirnos.

-Me tengo que ir, ya es tarde y no tengo ganas de broncas en casa. Gracias por la cerveza y por la charla. Te veo mañana.

-Te acompaño, si no te importa. Me he tomado varias cervezas y necesito que me dé un poco el aire.

Durante el trayecto a casa de Mercedes estuvimos hablando de sus planes de futuro. Quería retomar sus estudios, me dijo que le gustaría hacer enfermería. Hablamos de las clases que íbamos a empezar y me pidió que tuviera paciencia con ella, que después de tanto tiempo sin coger un libro, no sabía muy bien de qué se acordaría. Casi sin darnos cuenta estábamos frente a su casa.

-Es raro que estén todas las luces apagadas, comentó Mercedes. Espera un momento, Alberto; voy a mirar a ver si ha pasado algo.

Salió con una nota en la mano. Por lo visto su hermano se había fastidiado un pie jugando al fútbol con sus amigos y sus padres lo habían llevado al hospital.

-¿Quieres que te acompañe al hospital?

-No, gracias. Mi hermano es un poco trasto. Con el fútbol, raro es el mes que no hay que llevarlo al médico. La última vez no estaba mi padre y tuve que ir yo con mi madre. Estuvimos todo el día allí, entre esperas, radiografías y demás.

Viendo una oportunidad de enrollarme con ella, le pregunté si quería que la acompañase un rato, para que no estuviese sola. Mi sorpresa fue que ella me dijo que sí.

Entramos en la casa y Mercedes me preguntó si me apetecía cenar algo. Por vergüenza dije que no, así que nos sentamos en el sofá del salón y seguimos con nuestra conversación.

-No sé si es más surrealista lo que me ha pasado a mi con mi novio o el lío que tú tienes con tu novia.

-Pues la verdad es que no lo sé. Mira esta es la situación. Yo estoy deseando follarme a mi novia...

-Y yo quería follarme a mi novio este fin de semana, me interrumpió Mercedes.

-JAJAJAJAJA, nos reímos los dos a la vez.

En ese momento, me acerqué a ella y la besé cálidamente. Al principio, creo que se sorprendió, pero inmediatemente me correspondió abriendo sus labios y entremezclando nuestras lenguas. Se levantó y se puso a horcajadas sobre mí, rodeandome el cuello con sus brazos y volviendo a besarme. Como pude, empecé a magrearle las tetas por encima de la camiseta y el sujetador.

-MMMMMMM, sigue, no pares, me decía Mercedes con la respiración entrecortada.

A duras penas logré sacarle la camiseta y en un abrir y cerrar de ojos desabroché su sujetador, quedando ante mí las dos mejores tetas que hasta el momento había visto.

-DIOOOOS, qué preciosidad de tetas, le decía mientras jugueteaba con sus pezones entre mis dedos.

-JODERRRRRR, qué gusto. Tengo los pezones como piedras, ¿quieres probarlos?

Pasé mi lengua, primero por el derecho y luego por el izquierdo, Después de lamerlos me metí uno en la boca y empecé a succionarlo con delicadeza al principio y como si no hubiera mañana después. Repetí la operación con el otro mientras Mercedes se retorcía de gusto.

-UFFFFF, qué gustazo, coño. Tú si que sabes comerte unas tetas. Estoy cachondísima ahora mismo. Tengo el coño que parece un río.

Se levantó y se quitó los vaqueros y el tanga negro que llevaba. Estaba completamente empapado.

-Ahora te toca a tí.

Se acercó y mientras yo me sacaba la camiseta ella me quitó el cinturón y me bajó el pantalón y el boxer que llevaba. Mi polla salió como un resorte, dura como una piedra y soltando gotitas de líquido preseminal.

-Bonita polla, sí señor. Más grande y más gorda que la de mi novio. A ver si aguantas más que él.

Se puso de rodillas y se la metió en la boca. Empezó a pasar la lengua por todo el capullo, soltando babas que caían en mis pelotas. Me hizo levantar las piernas y me empezó a succionar los huevos, llenándomelos de babas que me caían hasta la raja del culo.

-AGGGGGGG, qué gustazo. DIOSSSS, vaya pedazo de mamada.

Se levantó y me hizo tender en el sofá, boca arriba, con la polla apuntando al techo del salón. Se puso encima de mi, para que hiciéramos un 69.

-A ver qué tal me comes el chocho, me dijo mientras se metía mi polla hasta la garganta.

La vista era increíble. Su coñito, totalmente depilado, chorreando y palpitante, a dos centímetros de mi boca. Y su culito, impresionante. Con mis dedos le separé los labios del coño y le metí la lengua todo lo que pude. Rodeé su clítoris con mis labios y empecé a succionarlo con todas mis fuerzas.

-AGGGGGGGGGGGG, Dios, que gusto!!!!!! Sigue, Alberto, no te pares. DIOSSSS, ME CORRRRRROOOOOO!!!!!!!!!!

Me inundó la cara con una corrida brutal. Las piernas le temblaban despues del orgasmo y su culito se abría y cerraba en pequeños espasmos. Le pasé la lengua por todo el coño, llegando hasta su ojete, en el cual le introduje la punta. Mercedes pegó un respingo de sorpresa y empezó a succionar mi capullo como si no hubiera mañana.

-UUUFFFFFFF, qué gusto, sigue, Mercedes no te pares, voy a correrme ya mismo.

Con la excitación le metí dos dedos en el coño mientras con la lengua le lamía el ojete que se abría y cerraba en espasmos de placer.

-ME CORROOOOOOO!!!!! ME CORRO OTRA VEZZZZZZZZZZZ DIOS QUÉ GUSTOOOOOOOOOOOOOOOO

-YO TAMBIEEEEEEEEENNNNNNNNNNN!!!!!! AAAAGGGGGGGG!!!! TOMA LECHEEEEEEEEEEEEE.

Mercedes se tragó mi corrida mientras yo me bebía todos los jugos que salían de ella. Parecía una fuente. Era algo que no había visto nunca y que me excitó un montón.

Quedamos agotados en el sofá, satisfechos y con una sonrisa tontorrona. Nos vestimos rápidamente porque Mercedes creyó oir el coche de su padre aparcando frente a su casa. Salí justo antes de que llegaran con el hermano en muletas.

Mis infidelidades habían comenzado esa noche. Esta sería la primera de una larga lista a lo largo de mi vida. Os las iré contando en próximas entregas.

Espero comentarios.