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Mis infidelidades-03

en Hetero: Infidelidad

Llegué a casa cansado pero satisfecho. Entré sin hacer ruido, me preparé algo de cena y me metí en mi cuarto. No se me iba de la cabeza la imagen de mi novia (¿o ex?) intentando librarse de tragarse mi corrida y empecé a reirme recordando como le salía la leche por la nariz. Mañana será otro día, pensé antes de quedarme como un tronco.

Me despertó mi madre gritando como un histérica a las ocho de la mañana.

-¿Se pude saber qué coño le has hecho a María? Me acaba de llamar llorando a moco tendido, diciéndome que yo siempre seré su segunda madre, pero que ya no puede seguir contigo. Que lo que le hiciste anoche no te lo podrá perdonar nunca.

-¿Qué pasa? Joder, qué susto! No pasó nada, cosas de novios. Es algo entre ella y yo. Que te lo cuente ella si quiere. Seguro que se le pasa . Por cierto, ¿tú sabías que se iba a Londres todo el verano?

-Sí, claro, nos lo dijo ella a tu padre y a mí. Ella sabe lo que tiene qué hacer con su vida. No como tú, que siempre estás inventando tonterías para no hacer lo que realmente es bueno para tí. Tú sabrás lo que haces, pero no creo que encuentres a otra chica como María. Y la estupidez esa de las clases particulares, ya veremos cómo termina. Ojalá no tengamos que arrepentirnos en septiembre del tiempo que vas a perder con eso.

-Bueno mamá, yo creo que ya soy lo suficientemente mayorcito para saber qué es bueno para mí. Con respecto a María ya veremos qué pasa. Y con lo de las clases, lo mismo me va tan bien que puede independizarme y así dejo de darte la lata.

Antes de que pudiera decirme nada más, me levanté de un salto y me metí en el baño.  Me di una ducha rápida y llamé a María. Quería hablar con ella antes de que se fuera a la playa.Tras pedírselo varias veces quedé con ella en la cafetería de la estación de tren un rato antes de la hora de su partida.

-Dime lo que me tengas que decir y lárgate, no quiero volver a verte más. Lo de anoche fue muy duro. Me dirás, como siempre, que soy una mojigata, pero para mí fue casi como si me hubieras violado.

-No seas tan exagerada, coño. Lo siento. Si de verdad quieres romper conmigo, lo entiendo. Pero después de casi un año juntos no quería que terminásemos así. Por lo menos, y aunque no sirva de nada, quiero decirte que lo siento. Espero que te vaya bien, eres una buena chica.

María no me dejó levantarme de la silla.

-Espera un momento, Alberto. He estado pensando esta noche en todo lo que ha pasado últimamente y he comprendido que los dos llevamos ritmos distintos en muchos aspectos de nuestra vida. Yo te quiero mucho y, a pesar de lo de anoche, no quiero perderte.¿Te parece bien que nos demos el verano para pensar en nosotros? Creo que nos puede venir bien para darnos cuenta de lo que realmente sentimos el uno por el otro y volver con más fuerza a la relación. Además, me dijo con una sonrisa pícara, yo quiero que mi coñito lo estrenes tú con esa polla que tienes.

En ese momento se me puso tan dura que pugnaba por salir del boxer y del vaquero.

-Mira cómo me has puesto con lo que me has dicho.

-JAJAJAJAJA. Mirando el bulto de mis pantalones María soltó una carcajada que resonó en toda la estación. No ha sido nada romántico, pero me lo tomaré como un sí. Y ahora dame un beso antes de que pierda el tren, vale?

La apreté contra mí para que notara bien el tamaño de mi polla y le metí la lengua hasta la garganta. Noté como se endurecían sus pezones y llevé mis manos hasta su culo apretándola más contra mí.

-Tengo el coño empapado ahora mismo, me susurró al oído mientras se apartaba de mí y se dirigía al baño de chicas. Espera un momento, cielo, me dijo.

A los dos minutos apareció con una sonrisa y algo en su mano derecha. Eran sus braguitas empapadas.

-Quédate con esto para que te acuerdes de mí este verano. Así tienes dos para poder pajearte a gusto con mi recuerdo, vale?

Y se fue corriendo hacia el andén dejándome con una erección de caballo y una buena dosis de autoestima que me sentó bastante bien.

Tenía más de una hora para llegar a casa de Miguel. No estaba lejos de la estación, así que fui dando un paseo intentando ordenar un poco mi cabeza y para que se me bajara la erección que María me había provocado.

Llegué a la casa de Miguel diez minutos antes de las 11 de la mañana. Estaba terminando de preparar la clase que yo iba a ver.

-Esto es bastante sencillo. Hoy vamos a ver algunos verbos irregulares. Como ves, les preparo unos ejercicios antes de que lleguen y dejo que ellos los intenten hacer. Si tienen alguna duda yo se la resuelvo y asunto solucionado. Clase dada, dinero en la hucha, jajajaja. Hoy vienen tres chicos que están en la misma clase. Procuro juntarlos así para que tengan el mismo nivel. Les cobro la hora algo más barata que si vienen solos, pero compensa bastante.

-Entiendo. Te veo bastante suelto y seguro, espero que también se me de bien a mí.

-Seguro que sí. A las 12, al terminar la clase, van a venir las madres de dos de ellos para hablar contigo. Son los que necesitan ayudan en mates. Mira, la mejor publicidad en esto es el boca a boca. Si los chicos están a gusto, se enteran bien de lo que les explicas y van progresando, no te va a faltar el trabajo. Yo empecé con dos vecinos, por un favor que me pidió su padre y ahora tengo todas las mañanas pilladas con clases. Coño, que me saco un sueldo sin salir de casa, jajajajaja.

La clase fue bastante dinámica. La verdad es que Miguel sabía lo que hacía y se veía a los chicos encantados con él. De vez en cuando les gastaba alguna broma, pero la verdad es que los chicos trabajaron todo lo que Miguel les había preparado. Le pagaron y se fueron. Las madres de mis dos futuros alumnos llegaron al momento. Miguel me las presentó e hizo de mi relaciones públicas. Vamos que me vendió estupendamente. Llegamos a un acuerdo en el precio y quedamos en empezar esa misma tarde para ver qué tenían que preparar los chicos y hacerme yo a ellos. Yo no quería dar las clases en mi casa porque, sinceramente, no me fiaba de mi madre. Afortunadamente, los chicos eran vecinos y no iba a perder mucho tiempo yendo de una casa a otra; así que quedé a las 6 de la tarde en casa de uno y a las 7 y cuarto en la casa del otro.

Los nervios de la primera clase se pasaron en cinco minutos. El chico me mostró el temario que tenía que preparar y me pasó una relación de ejercicios que tenía que entregar antes de hacer el examen de septiembre. Le dije que haríamos esos ejercicios y yo le prepararía otros parecidos. Empecé a explicarle algunas dudas que tenía y, casi sin darme cuenta, apareció la madre para decirme que iba a llegar tarde a la otra clase. El chico le dijo que se había enterado muy bien de todas las explicaciones y que yo era bastante simpático, mucho mejor que el estirado del año pasado. Nos reímos, la madre me pagó, quedamos para el día siguiente y salí pitando hacia la otra casa.

Llegué con el tiempo justo.Pasé al cuarto de mi alumno y emezamos a trabajar, como en la clase anterior. Se me pasó la hora volando, como antes. A las 8 y cuarto apareció la madre con Mercedes, hermana de mi alumno. Mercedes tenía 19 años y un par de tetas que quitaban el hipo. Me explicó que había dejado los estudios a los 16 años para hacer de canguro por las mañanas pero que ya se había cansado de eso. Quería retomar los estudios y lo primero era sacarse el título de bachiller. Me contó que con las mates no podía y que si le podía dar clases a ella también. Me costó trabajo mantener la conversación mirándola a los ojos y no a las tetas, pero salí ileso del combate. Le dije que sí, que le daría las clases y quedé con ella para el día siguiente, al terminar con su hermano.

Salí de allí pensando en Mercedes. No me la podía quitar de la cabeza. Ella fue la mecha que prendió el fugo de mis infidelidades. Os lo contaré en la próxima entrega.

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