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Mis infidelidades-01

en Hetero: Infidelidad

Me llamo Alberto, tengo 48 años y vivo en el sur de España. La vida no me va mal. Estoy casado y quiero a mi esposa, pero en el terreno sexual llevamos ritmos completamante distintos. Así que, como os dije antes, tengo mis aventurillas cada vez que puedo. Esta es mi historia.

El verano de 1995 se presentaba francamente tedioso y aburrido. Era mi último año de licenciatura y no pude terminar en junio. Tendría que estudiar la última asignatura durante julio y agosto, así que adiós playa y fiesta durante el verano. Para terminar de joder el invento, al darles la noticia a mis padres y a mi novia, en mi casa se formó la mundial por la "gran decepción" que se habían llevado. Terminé con la bronca que estaba recibiendo pegando un portazoy saliendo de casa para despejarme y aclarar mis ideas. Entré en el bar de la esquina para tomarme un café y me encontré allí con Miguel, un amigo del barrio, también universitario.

-¡Hola, Alberto! ¿Qué te pasa, tío? Vaya careto traes.

-Hola, Miguel. Nada. Acabo de salir escupido de mi casa. He llegado diciendo que tengo que recuperar una asignatura en septiembre y mi novia y mis padres por poco me lapidan, joder, qué asco!

-Coño, pensaba que era algo más grave.

-Lo de la asignatura no tiene importancia, sólo es cuestión de estudiar. Pero se me ha jodido el verano y ya sabes que tenía previsto estar de juerga mientras me aguantara el cuerpo, jejejeje.

-Bueno, siempre hay que mirar el lado positivo de las cosas. Haz como yo, aprovecha para dar unas clases particulares y te ganas un dinerito. El año pasado me saqué el carné de conducir con las clases de inglés que di en verano.Y este año, he pagado la matrícula y me ha servido para pagarme mis gastos. Además, con la carrera que tú estudias, seguro que tienes mucha demanda de clases, sobre todo de matemáticas.

-Joder, no sé si yo sirvo para dar clases. La verdad es que nunca me lo había planteado.

-Es muy fácil. Yo cojo chicos de instituto y las clases casi no me las tengo que preparar. Si te animas, dímelo, que seguro que alguno de mis alumnos necesita clases de mates.

-Ok, me lo pienso y te digo algo. Voy para casa, a ver cómo está el ambiente. Hasta luego.

-Hasta luego, tío.

Al llegar a casa, mis padres habían salido a almorzar con mi novia. La relación con María, mi novia, era un tanto peculiar. Había decidido llegar virgen al matrimonio y siempre que podía, se aliaba con mi madre para soltar que lo que teníamos que hacer era terminar de estudiar, encontrar un trabajo y casarnos lo antes posible. Pero, claro, a sus 24 años también tenía sus necesidades y cuando se ponía cachonda ahí estaba yo para comerle el coño o para pajearla. Poco más se dejaba hacer. Yo insistía en follar, pero ella no daba su brazo a torcer por muy caliente que estuviera. Y mi alivio consistía en muchas pajas, hechas por ella o por mí, la mayoría de las veces por mí. Rara vez me comía la polla, a pesar de que siempre me decía que le excitaba mucho meterse en la boca ese pedazo de polla que yo gastaba.

Me preparé algo de comer y me eché un rato a dormir la siesta. Entre el calor, la bronca de antes y lo que me había propuesto Miguel no conseguía conciliar el sueño. Así que me hice una paja pensando en que me follaba a mi novia dándole bastante caña. Me la imaginé de rodillas tragándose mi polla hasta la garganta para ponérmela bien dura. Después, sacándole la camiseta y el sujetador, dejando al aire unas tetas que me encantaba comerme, con unos pezones grandes y duros y, por último arrancándole su pantaloncito corto y sus braguitas hasta dejarla totalmente en pelotas y entregada a mi. Mi mano subía y bajaba por mi polla imaginando que le abría el coño con mis dedos y le hundía mi lengua arrancándole una corrida brutal. Entonces, la ponía a cuatro patas y le enchufaba mi rabo hasta que mis huevos chocaban con su culo, iniciando una follada sin miramientos. Imaginando sus gritos de placer me corrí como hacía mucho tiempo que no hacía. Varios chorros de una leche espesa y grumosa cayeron sobre las sábanas y me desplomé en la cama agotado pero satisfecho. Cuando me disponía a cambiar las sábanas oí que entraban mis padres en la casa y me levanté para hablar con ellos.

-He decidido ganar algo de dinero este verano dando clases particulares. Me prepararé la asignatura que me falta para terminar y con el dinero que gane con las clases tendré para mis gastos.

-Pero no dejes que te quite mucho tiempo de los estudios, vale? Lo único importante es que termines y que empieces una nueva etapa con un buen trabajo y darle una buena vida a María, que bien que se lo merece.

-Os quiero mucho.

Mis planes con María no eran precisamente lo que mis padres esperaban. Pero esa es otra historia que os contaré en el siguiente capítulo.

Después de ducharme salí para hablar con Miguel y decirle que estaba dispuesto a dar clases particulares y ver si me podía facilitar algun alumno. Con esta decisión comienza la historia de mis aventuras. Espero vuestros comentarios.

Continuará.