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Mis infidelidades-02

en Hetero: Infidelidad

Me encontré con Miguel en el bar al que solíamos ir para comprar todo lo necesario para salir de botellón. Le di la noticia y le pedí, por favor, que me dejara asistir a una de sus clases para ver cómo se desempeñaba él. Le pareció una buena idea y además, me dijo, así podía conocer a dos de sus alumnos que le habían preguntado si conocía a alguien para que les ayudara con las matemáticas. Quedamos en vernos al día siguiente a las 11 en punto, en su casa, que era su lugar de trabajo. Me despedí de él para reunirme con María, mi novia.

Habíamos quedado en un pub para hablar, de algo bastante importante, según ella. Aún tenía en mente la paja que me había hecho durante la siesta pensando en ella y tengo que reconocer que cuando la vi mi polla estaba dura como una piedra.

-¡Hola, preciosa! ¿Llevas mucho esperando? Estás muy guapa esta noche.

-Déjate de tonterías. Aún no se me ha pasado el cabreo de esta mañana. Ha sido una gran decepción. Ya sabías que mi padre te iba a presentar este verano a su amigo para que te colocara en el laboratorio que dirige. Él también se ha llevado un buen chasco contigo.

Mientras me seguía echando la bronca, mis ojos se centraban en sus tetas. Llevaba un top con un escote no muy grande, pero que dejaban entrever el buen par de domingas que tenía. No sé si por el aire acondicionado o por la excitación de la bronca que me estaba echando, sus pezones se notaban duros y desafiando la tela que los cubría. Me estaba imaginando como los chupaba cuando me soltó una bofetada.

-¡Que me mires a la cara, coño! Eres un puto salido que solo piensa en follar. Alberto, esto así no puede seguir. Creo que deberíamos darnos un tiempo para pensar. Tu madre me ha llamado para decirme que vas a dar clases particulares este verano. Yo creo que tú solo quieres ganar dinero fácil y ponerme excusas para no casarnos.

-Yo soy un puto salido y tú eres una mojigata niña de papá que solo quiere aparentar. Creo que llevas razón en lo de darnos un tiempo para pensar.

-No te enfades, Alberto. Siento mucho haberte dado una bofetada, pero es que..

-Es que nada. Tú tienes 24 años, yo tengo 25 y creo que la vida es algo más que estudiar y pensar en el futuro. La vida es el presente, yo no tengo ni puta idea de lo que traerá el futuro. Lo mismo al salir de aquí me atropella un coche y todo a la mierda.

-Venga, no te pongas así. Mis padres se han ido esta tarde al apartamento de la playa. Si quieres podemos ir a mi casa a despedirnos.....

-¿Despedirnos?

-Sí. Yo me voy mañana con ellos a la playa. Y desde allí me voy a Londres. Mi padre quiere que perfeccione el inglés y me ha buscado un trabajo de au pair a través de un amigo suyo. Estaré allí todo el verano. Si hubieras aprobado todo, la sorpresa era que te vinieras conmigo. Pero...

En ese momento me sentí como un guiñapo. Debía tomar las riendas de mi vida, que veía cómo era manejada fundamentalmente por ella y por mi madre. Así que hice de tripas corazón, puse una buena sonrisa fingida y, tomándola de la cintura, la besé en el cuello. Subiendo un poco hasta su oreja le susurré que nos fuéramos a despedirnos, como había sugerido ella antes.

Noté un pequeño escalofrío en ella y, al apretarla contra mí para besarla, sentí la dureza de sus pezones. Eso era signo inequívoco en ella de que estaba cachonda y con ganas de juerga. Pensé que por lo menos tendría algo de desahogo después del día que había pasado.

Llegamos a su casa besándonos apasionadamente y en un momento estábamos en su cuarto. Me paró en seco y me pidió cinco minutos para llamar a sus padres y contarles que ya estaba en casa, sola por supuesto, y que no se preocuparan. Aproveché ese tiempo para ir al baño y, al volver María estaba ya preparada para la fiesta.

-Espero que durante el tiempo que estemos separados no hagas ninguna tontería. Me quedo más tranquila sabiendo que tu madre estará pendiente de ti y me contará todo lo que hagas.

-Yo espero que tú tampoco hagas ninguna locura. Ese coñito lo tengo que estrenar yo. Creo que me lo merezco, verdad?

-Eres un salido, Alberto. Si no fuera porque estoy cachonda perdida te ibas a tu casa con la polla tiesa a pajearte tú solito.

-Anda ven aquí, preciosa.

La apreté contra mí volviendo a notar la dureza de sus pezones. Estaba tan cachonda que se restregaba contra mi polla gimiendo de placer.

-¡Joder!, como me gusta, gritó al tiempo que empezaba a quitarse el top.

La ayudé a quitarse el sujetador y aparecieron ante mí esas dos tetas que habían provocado la bofetada. Las amasé con fuerza y me metí en la boca primero una, y despues la otra, chupando con ganas los pezones que estaban más duros que mi polla.

-¡Dios, qué gusto!, cómo me gusta que te comas mis tetas. Sigue, Alberto, sigue. UMMMMMM, joder, estoy completamente empapada.

Con un rápido movimiento le bajé los vaqueros y metí mi mano entre sus braguitas. Era verdad, tenía el coño encharcado.

-JODERRRRR!!! me voy a correr. Sigue, cariño, no pares.

En lugar de seguir con mi mano, la empujé contra su cama y le quité las braguitas completamente mojadas.

-Me las guardo de recuerdo, vale? Me servirán cuando me pajee pensando en ti.

-De verdad, eres un puto cerdo, pero me tienes cachonda a más no poder. Anda, sé bueno y cómeme el coñito.

Me puse de rodillas entre sus piernas y, abriéndoselas al máximo, metí mi lengua en lo más profundo de su ser.

-AGGGGGG, JODERRRRR!!!!!, qué bien me lo comes. No te pares, cielo.

Rodeé con mis labios su clítoris y empecé a succionar como si no hubiera mañana. De pronto empezaron a temblarle las piernas, me cogió de los pelos y hundió todo lo que pudo mi cabeza en su coño, corriéndose como una loca.

-SSSSIIIIII! ME CORRRROOOOOOO!!!, Dios, qué gustazo. Joder, vaya pedazo de orgasmo. Mira como me tiemblan las piernas.

La vista era espectacular. Su coñito, perfectamente rasurado, se abría y cerraba en pequeños espasmos mientras un pequeño reguero de sus flujos y mis babas le caían desde el clítoris hasta la raja de su culito.

A estas alturas mi polla estaba a punto de reventar. Intenté, por enésima vez, metérsela hasta el fondo, pero no me dejó. Así que me saqué el pantalón y los calzoncillos y me tumbé en la cama con la polla mirando al techo.

-Te toca, preciosa.

María cogió mi polla con las dos manos y, empezó una paja. Subía y bajaba lentamente una mano por mi paquete, mientras con la otra acariciaba mis pelotas que estaban a punto de estallar.

-¿No te apetece cenar una buena salchicha?

-Esta noche te lo has ganado, me has hecho correr de un modo brutal.

Y agachando su cabeza se metió más de la mitad de mi polla en su boca. No era una buena mamadora, pero mejor eso que nada. Con su lengua jugaba con mi capullo y de vez en cuando intentaba meterse toda la polla en la boca, pero le daban arcadas  y no podía.

-UMMMMMM, lo haces muy bien, María. Cómete también los huevos.

Se la sacó de la boca y empezó a chuparme los huevos, sacando la lengua y pasando de uno a otro. Cuando se cansó de chuparlos, volvió a meterse mi tranca en la boca y empezó un movimiento de succión que me sorprendió.

-AGGGGG, QUÉ GUSTOOOOOO!!!! Sigue, cariño, no te pares.....

-Avísame antes de correrte, entendido?

-SIIIIIII,DIOS QUÉ GUSTOOOOOOOO!!!! Y cogiendo su cabeza para que no se pudiera salir, me corrí como nunca antes lo había hecho con ella. Le solté varios chorros de leche espesa que  le salieron por la nariz al no poder tragárselos.

-AGGGGG, QUÉ ASCO! Eres un puto cerdo, un cabrón. Sal de mi casa ahora mismo, hijo de puta.

-Tranquila, que ya me voy. Yo también me he tragado tu corrida y la he disfrutado, no como tú.

-FUERA DE MI VISTA, CABRÓN! HEMOS TERMINADO!!!

Me vestí lo más rápido que pude y salí de allí satisfecho con lo que había hecho. Me fui a casa a intentar ordenar mis ideas y descansar. Había quedado con Miguel a las 11 y no quería llegar tarde.

Espero sus comentarios.