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Otra raya más al tigre...

en Jovencit@s

Esto sucedió hace apenas un par de días y es completamente real. Sucede que regresaba al trabajo después de comer. Estaba aburrido, uno de esos días calurosos (detesto el calor) y venía sentado en el bus, del lado de la ventana. Como es mi costumbre, venía viendo a todos los culos de vieja que pasaban por la avenida. Esto me entretiene bastante y además, durante el camino al trabajo no hay nada mejor que hacer.

De repente, en una de las paradas, el dios del sexo sonrió conmigo cuando repentinamente observé que una muchachita esta rayando con un marcador la pared. Debo admitir que me ha servido de mucho leer relatos de chantajes en esta página, puesto que mi mente trabajo a mil porque al contemplar la escena, supe que algo debía obtener de eso. Bajé enseguida del autobús y le dije: "Muy bien señorita, muy bien. Bravo".

Al escuchar esto ella se sorprendió y hasta el marcador se le cayó de las manos, en esos momentos lo levanté y de la cuestioné sobre lo que estaba haciendo:

Yo - ¿Qué cree Ud. que está haciendo señorita?

Ella - Nada, nada, no estaba haciendo nada (dijo con voz temblorosa).

Yo - Sabe, creo que la va a pasar mal, estaba Ud. cometiendo un delito, el de daño en propiedad ajena y es mi deber civil denunciarla.

Ella - No, si no estaba haciendo nada malo.

Yo - ¿En serio?, no me diga, entonces quién rayó esa pared.

Ella - Por favor, no lo volveré a hacer, lo prometo.

Yo - Lo siento, pero tengo que cumplir, enseguida llamaré una patrulla desde mi celular.

Ella - ¡Ja!, pues negaré todo.

Yo - Sabes quién soy acaso, niñita. Yo trabajo en XXXX y si llamó a la policía yo tendré mayor creedibilidad.

Ella - Ok, por favor, dígame como podemos arreglar esto sin tener que llamar a la policía.

Se lo suplico, mis padres me matarían si se enteran.

En esos momentos, por dentro, pensaba: "woo hoo, ya cayó la estúpida".

Le dije que tendría que acompañarme para pagar su deuda y ella me preguntó hacia dónde. Le respondí que tendría que hacerme "un favor" para poder librar esta situación a lo cual ella accedió.

Después detuve un taxi y le dije que se dirijiera a un motel. Ella preguntó que porqué a ese lugar. Le respondí que debía recoger mi equipaje ya que acababa de llegar de viaje (je, je, la muy ingenua se tragó toda esa mentira. Después se tragó algo más, claro).

Cuando llegamos al motel, nos metimos inmediatamente. Le pagué al taxista y al encargado del lugar y pasamos a la habitación. Al entrar, la chica pusó cara de angustia al ver que no había ningún supuesto equipaje y me dijo: "Oiga, no hay nada en este lugar, qué pasa".

La sujeté de los brazos y la conduje hacia la cama y le dije: "Pues, emm, seguramente alguien vino por él, qué puedo hacer. Pero que bueno que estamos aquí ya que será más fácil que pagues tu deuda".

Ella - "Quiero irme de aquí inmediatamente".

Yo - "Mira pequeña, no te entregué a la policía y ahora tendrás que complacerme"

Ella - "No creo que tenga que darle las nalgas por rayar una pared. Es exagerado"

Yo - "De todas formas no tienes salida. Sabías que no se considera violación si la persona entra por propia voluntad al motel. Además, tengo la prueba de que tú estabas rayando la pared"

Ella - "Pues estás equivocado si crees que.........." ¡zap! (Le solté un bofetada y cayó al piso).

Ahora vas a aprender que debes comportarte correctamente pequeña putita. Sabes, si rayas paredes es porque quieres ser una chica mala y yo te voy a convertir en una chica mala.

Es lo que quieres perra, conocer qué se siente hacer lo prohibido, lo vamos a hacer.

La levanté del piso de un jalón y ella soltó unas cuantas lágrimas. Te quedas quieta o te irá peor, le advertí.

En eso quité sus ropas del uniforme. Oh, sorpresa, lo que no dejan contemplar los uniformes escolares. Respecto a su edad (debe haber tenido entre 14 y 16 años) era delgada, con unos pechos pequeños y apetitosos, unas nalguitas firmes, proporcionadas a su delgado cuerpo y esa vagina que apenas empezaba a empeluchar.

En eso, quité mis ropas para gozar de ese festín. Ella quedó asombrada cuando vio mi cuerpo desnudo. Mis piernas fuertes, que parecían dos columnas para salvaguardar mi gran trozo de carnde de 15 pulgadas de largo por 2.5 pulgadas de ancho. Agachó su mirada sollozando y me pidió que no lo hiciera, que ella no deseaba ser tan mala.

La tomé entre mis brazos y comenzé a besar sus pechos. Repasé con mi lengua sus pecho varias beses. Ella sólo suspiraba y no se movía. Empezé a acariciar su vagina con mis dedos y ella sólo susurraba: "No, no, no, por favor, no sigas".

Comenzé a mordisquear cada parte de su cuerpo (a saber si era virgen o no). Ella sudaba. En eso, la coloqué en una posé y pusé mi pene en posición de penetración. Sólamente jugueteaba ya que lo paseaba por su vagina sin penetrar aún. Ella, había dejado de negarse y dejaba escuchar algunos suspiros.

Cuando sentí bastante humedad, continué a la penetración lenta, muy lenta. Ella sólo cerró sus ojos y su respiración se agitaba. Con sus manos trató de alejarme, pero yo presionaba con mayor fuerza y cada vez se hundía más mi pene en esa linda cuevita. Por fin, después de un minuto, todo mi trozo estaba dentro de ella. Ella sólo suspiraba y sudaba, al parecer sentía dolor o ardor, qué sé yo.

Empezó entonces el vaivén y ella gemía, cada vez, acelerando más la entrada y salida. Ella casi gritaba, pero se contenía. En momentos, me detenía y la penetraba lo más profundo que podía y ella sólo apretaba más; posteriormente seguía el ritmo y fue después que ella tomo un cambio de actitud y empezó a suplicar que no parará.

Yo - Ah, ya te gustó perrita.

Ella - Sí papi, me gusta.

Yo - Quieres ser una niña mala, pequeña perrita.

Ella - Sí, sí. Cógeme más. Qué rico. No pensé que fuera tan rico.

Yo - Entonces segiré perra.

Mientras la penetré la pusé en diferentes posiciones hasta que ella no pudo más y cuando la tenía encima mío se orinó, después de tanta presión ejercida y lanzó un suspiro largo y pronunciado. Se recostó encima mío y yo proseguí hasta que por fin logré llegar al fin, llenándo su vagina de semen calientito.

Quedamos tendidos en la cama y ella me miró y me dijó que esa era su primera experiencia.

Por supuesto que no le creí nada, en realidad, no sé si dijo la verdad.

Yo - Ya vez lo que te pasa por andar jugándole a la niña mala.

Ella - No me importa, lo he disfrutado a pesar de todo. Ya quería experimentar esto pero tenía miedo. Me has hecho gozar.

Yo - Ah, no has aprendido la lección por lo que veo, quieres más.

Ella - Sí.

Yo - No creo que te guste lo que sigue putita.

Ella - No me llames así.

Entonces tomé el cinto de mi pantalón, la tomé a ella y la até con las manos a la espalda.

La tumbé boca abajo y entonces apunté mi pene en la entrada de su ano. Ella por supuesto que no sabía lo que le esperaba hasta que empezé a hacer presión en ese lindo agujerito.

Ella - Aish, me duele, qué haces.

Yo - Te voy a volver peor que mala, sabes.

Ella - Pero me duele.

Yo - Espera, eres mi putita y vas a hacer lo que digo perra.

Ella - Aish, no sigas por favor, mejor por el otro lado. Aiiiiiish, me duele.

Yo - Espera poquito más (ya tenía más de media verga adentro).

Cuando toqué fondo, noté como ella sudaba, se movía, queriendo zafarse pero como la tenía atada de manos no podía hacer nada. Empezé a moverme sobre ella y su culo ya destrozado y ella gemía de dolor, pero poco a poco fue cambiando hacia placer. Seguí moviendo hasta que su ano se dilató lo suficiente para poder sodomizarlo a placer. De igual forma que antes, los gemidos de dolor fueron transformándose en gemidos de placer. Su ano estaba tan dilatado que mi pene entraba y salía con gran facilidad hasta que por fin logré venirme otra vez dentro de ella.

Quedé agotado encima de ella y ella sólo me pidió que le desatará las manos. Me dijo que le había gustado pagar su deuda y que si era posible que nos siguieramos viendo. Me dio su número telefónico.

Posteriormente nos vestimos y salimos tomando cada quien su rumbo. Caray, quién iba a decir que la muy perra después de ser sometida iba a desear volver a verme para otra sesión de sexo incontenible.

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