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Finalmente se casó... (6)

en Hetero: Infidelidad

Después de la última vez, la vez que la emborraché asquerosamente y la filmé, no había sabido absolutamente nada de mi querida amiga. Pasaron cerca de cinco días hasta que finalmente ella dió señales de vida.

Llegó a mi casa muy triste y deprimida, me contó que habían llegado a los golpes esa noche con su marido. Me contó que habló con una amiga para engañar a su marido diciendo la mentira de que habían estado tomando en un convivio a amigas y que se le habían pasado las copas.

Se sentó en mis piernas, me abrazó y me dijo que ya no quería vivir con su marido y que pensaba pedirme asilo, es decir, quería vivir conmigo. Por supuesto que me espanté ya que a pesar de todo no estoy dispuesto a vivir con una estúpida semejante, mucho menos a formalizar una relación de ese tipo. Yo le dije que tenía que pensarlo y que me diera un par de días. Necesitaba en verdad aclarar mis ideas.

Ese dia la cogí analmente y después la despaché porque tenía que salir a arreglar mis asuntos. Pensaba que iba a hacer con esta idiota. Habíamos quedado que fuera a mi casa en un par de días.

Al otro día esperaba yo a una amiga de buen ver porque íbamos a intercambiar opiniones de un trabajo. Ella llegó temprano a mi casa para ir de salida e iba bien arreglada, se veía sumamente sexy, apetecible. De repente, tocan a la puerta y vaya sorpresa, era ella. Quedó muda cuando vio mi compañía y empezó a gritarme si ella era la razón por la cual le había pedido dos días para pensar. Hizo una escena de celos espectacular, tanto que me sentí apenado con mi amiga quien estaba dentro mientras yo discutía con mi amiguita fuera de la casa.

Estaba ella sumamente alterada y en un descuido que entra a la casa y que empieza a gritarle a mi otra amiga que era una perra, una golfa, una zorra, la amenazó con golpearla. Yo estaba apenado, tuve que jalarla a una habitación y encerrarla. Mi amiga se molestó (no conmigo) y me preguntó que quien era esa loca. Yo le dije que era una antigua enamorada con quien mantenía una amistad, pero que no sabía que tanto me quería. Le dije que me disculpara y ella terminó yéndose y quedamos de hablar otro día.

Cuando cerré la puerta estaba furioso y apenado, me dirigí al cuarto y ella estaba ahí sentada y llorando. La tomé con fuerza y le grité si estaba loca o que demonios le pasaba. Me dijo que era un maldito infeliz, que ella me amaba mucho y que yo la engañaba. Le dije que ella era casada y que yo era soltero y que podía hacer lo que me viniera en gana. Ella me comenzó a golpear y me dijo que yo había logrado que se enamorara de mí y que ahora me quería echarla de mi vida.

Seguimos discutiendo y ella comenzó a golpearme, yo sólo la empujaba y forcejeaba con ella para evitar que me pegara. Cuando intentó mordeme me molesté y la arrojé con fuerza sobre la cama. Enseguida molesto como estaba, comenzé a arrancarle la ropa con violencia y ella me dijo que ya no quería nada... yo le dije, acabas de encende a la bestia en mí.

Ella se defendía, quería evitar que la desnudara pero no pudo hacer nada. Realmente quería castigarla por ser así. Generalmente cuando le hacía el sexo anal echaba lubricante o crema, esta vez iba a ser como la primera, la voltié y sin nada de nada le encajé mi falo en el culo de un tirón. Ella lanzó un grito el cual yo ahogué sumiendo su cabeza entre las sábanas.

Ya ensartada, la cogí con más fuerza ella sólo gemía y gritaba que la soltara pero le dije que iba a pagar el coraje que me había hecho pasar. Había sido tan brusco que la hice sangrar del recto. Mientras la fornicaba le agarraba las manos, le hice sendos chupetones en la espalda. Parecera rato pero, después de un rato, se calmó y volvió a colaborar poniendose en posiciones y besándome como desesperada.

Cuando iba a terminar, regué el esperma sobre su cuerpo y después se lo unté hasta dejarla bien embarrada de semén. También mi pito se lo pasé por las nalgas para limpiarlo. Enseguida le ordene que se vistiera y que se largara. Le dije que lo nuestro no podía ser así como ella quería. Ella lloró y me dijo que no, que ella me obedecería y que me seguiría hasta el fin del mundo.

Discutimos y ella terminó marchándose, sin bañarse, todo moqueada. No sé en que va a terminar esto. Ya me tiene harto y no sé como desacerme de ella. Tenía que pensar en algo porque la situación se estaba volviendo ya compleja para mí.