miprimita.com

Fantasía versus realidad

en Fetichismo

Fantasía vs Realidad

Todo comenzó en las vacaciones en Jamaica el año pasado con un comentario de mi esposo sobre fantasías sexuales. Siendo una mujer formada en un hogar muy religioso, me quede sorprendida cuando me dice que le gustaría que me cogiera otro hombre en su presencia. Siguiendo el tono de juego le pregunte que si quería un trío y me respondió que no, que solo imaginarme en los brazos de otro hombre lo excitaba. Claro al rato me dijo que bromeaba y que solo quedaba como fantasía, pero lo cierto es que estaba muy caliente y excitado con la conversación que terminamos haciendo el amor con un frenesí que hacía tiempo no experimentábamos.

El comentario quedo dando vueltas en mi cabeza y a veces para estimular mi deseo, sobretodo en esas noches aburridas de coito matrimonial, me imaginaba complaciendo a mi querido Pablo en su fantasía. Me mantuve fiel a él hasta que un buen día regresaba del gimnasio y poco antes de entrar al apartamento recibo una llamada de Pablo en el celular diciéndome que había dejado trabajando en el apartamento a un chico que iba a instalar una computadora y el servicio de internet de banda ancha y que le prestara toda la colaboración que pidiera. Me extrañó que dejara solo al chico en el apartamento y decidí apurarme. Al entrar lo veo de espaldas, grande y fuerte. Al voltearse, me encuentro con un par de ojos azules en un rostro no muy juvenil y más bien varonil. Me extiende su mano enorme y áspera y dice llamarse Martín. La presencia de este hermoso ejemplar masculino en casa y yo sola, apenas cubierta con un pantaloncito de algodón de hacer ejercicios y una franelilla, disparan señales en mi cuerpo que no puedo controlar. La fantasía de Pablo quiere hacerse realidad y se me nubla la razón sin poder controlar el deseo, es casi como que si estaba todo preparado por él.

Hasta ahora no les he dicho como soy pero les cuento que tengo 32 años y un bonito cuerpo mantenido a fuerza de muchas horas de gimnasio. Según Pablo, mi mejor atributo son mis nalgas las cuales las mantengo muy firmes a fuerza de sentadillas y natación. Mis senos son firmes y llenos talla 34C. Soy bonita de piel blanca y cabello negro cortado muy bajo por simple comodidad. Para el gimnasio uso un pantaloncito de algodón muy suave y una franelilla de lycra ajustada porque no me gusta el sostén. Como el gimnasio es solo para mujeres, no uso ropa interior de manera que la tela del pantaloncito se pega completamente a mi piel sudada dejando ver completamente la forma de mis pliegues. A Pablo le encanta mi depilación total y dice que a pesar de parecer una niña con grandes senos, me prefiere así para poder disfrutar de una buena lamida a mi cuquita pelada.

Excitada me quedo revoloteando alrededor de Martín consciente de su mirada que se posa en mi cuerpo sobretodo en mis nalgas y en la forma de mi conchita desdibujada en la tela del pantaloncito de algodón. A propósito paso muy cerca de manera que pueda ver de cerca la mercancía. Hasta me atrevo de inclinarme sobre él con el pretexto de buscar un libro y ponerle la cuquita a penas unos centímetros de su cara. Su respiración se hace mas acelerada y creo notar una erección en sus pantalones, en eso me pide que le indique donde quiere que coloque el cable del banda ancha. Se levanta y me muestra lo excitado que esta, dejando que vea descaradamente el inmenso bulto entre sus piernas. Le digo que me siga hasta el lavadero y consciente de sus ojos puestos en mis nalgas con el pantaloncito metido completamente en la raja, las muevo con picardía camino al lavadero.

Sabe señora – comenta Martín - Tienes un culo precioso y unas nalgas de diosa –

¿Tu lo crees? ¿Quisieras probarlo? – mientras me volteo y lo encaro de frente.

La sonrisa ilumina su cara y me toma en sus brazos buscando mi boca la cual le ofrezco con mis labios entreabiertos dejando que rudamente su lengua penetre y hurgue con sed dentro de ella. Sus manos inmediatamente buscan mis nalgas y me las aprieta con fuerza casi haciéndome daño. Con el mismo furor me voltea y me dobla encima de la lavadora dejando mis nalgas levantadas ante él. Me quita el pantaloncito y comienza a lamerme el huequito del culo. Su lengua parece un taladro y las cosquillas que me producen me excitan más. Continua mamándome mientras sus manos buscan otros espacios entre mis muslos. Un inmenso dedo encuentra el camino hacia mi cuquita y la penetra con avidez. Otros dedos juegan con mis labios vaginales y mi clítoris, todos mojados por mis jugos que tienen rato fluyendo. Mi huequito del culo comienza a boquear como un pez en señal de que mi orgasmo viene en camino, mis gemidos aumentan y las contracciones vaginales no se hacen esperar. Luces, estrellas, sensaciones y un vacío toma mi cuerpo al explotar en un inmenso orgasmo. Todavía con la sensación latiendo, siento como me penetra en la misma posición y su rudeza sube un escalón más. Me nalguea par de veces produciendo dolor acompañado luego por el placer de la penetración. Parece un toro y me lo mete hasta los huevos para luego sacarlo completamente y repetir el tratamiento. La lavadora me sirve de asidero y mis senos los tengo aplastados por el peso de Martín en mi espalda. No importa, con el tratamiento que recibe mi culito es más que suficiente.

Este semental no parece querer acabar y le pido que pare para cambiar de posición. Esta vez me sienta en la lavadora y abriendo mis piernas como un compás me vuelve a meter su verga con furia. Ahora mis tetas son atacadas por sus enormes manos y me las aprieta y magulla por encima de la tela. Rudamente me quita la franelilla y mis senos quedan a su merced. Se inclina y comienza a chuparme los pezones con fuerza dejando un rastro de saliva que se me antoja muy sensual. Usando esa saliva los toma entre los dedos y los aprieta como si quisiera exprimirlos. Duele pero igual que las nalgadas, me excita. Mi respiración se acelera y siento como mi orgasmo va llegando. Lo aprieto con mis músculos vaginales y aumenta la sensación de su enorme verga llenándome mi canal vaginal. Mis gemidos están a la altura de gritos y me coloca una mano en la boca. Creerán los vecinos que me están matando. Si me están matando pero a verga pura. Me desfallezco en sus manos mientras acaba dentro sintiendo como los chorros de semen golpean las paredes de mi vagína para luego deslizarse por mis muslos. Le doy un beso de lengua profundo y fuerte mientras percibo el aroma de mi culito en su piel.

Termina el trabajo ya y vete antes de que mi esposo llegue – le digo separándome para tomar una buena ducha.

Al llegar Pablo me encuentra en cama un poco por el maltrato del bestia de Martín y otro por sentir algo de culpa por lo que hice. Cuando quiero comentárselo me interrumpe y me cuenta que Martín es hijo de un buen amigo al cual le pidió el favor para lo de la computadora y por eso lo había dejado solo en el apartamento. Caí en cuenta que no tenía nada que ver con su fantasía y la depresión aumentó. Así pasaron algunos días hasta que la vergüenza se olvido, pero el recuerdo y las sensaciones seguían viniendo vividamente a mi mente y cuerpo cada vez que hacía el amor. El recuerdo me excitaba mucho y Pablo parecía estar contento.

De nuevo el tedio del matrimonio empezaba a hacer mella en mi, ya los recuerdos de Martín no producían el mismo efecto y comencé nuevamente a fantasear con acostarme con otro hombre. Bueno, el niño que es llorón y la madre que lo pellizca. Regresaba del supermercado cargada de bolsas cuando en el estacionamiento me encuentro a un viejo vecino jubilado, algo mayor, de piel muy oscura pero de buena contextura física quién gentilmente se ofrece a ayudarme. Acepto su ayuda y al final lo invito a tomarse una taza de café. Al momento ningún pensamiento erótico pasaba por mi mente hasta que comenté en broma:

- Me gusta el café bien negro, fuerte y muy caliente – mientras me sonrojaba de pies a cabeza.

- Si es así, entonces yo te puedo complacer – me responde Efraín que así se llamaba mientras me pica el ojo con mucha picardía.

Inmediatamente comencé a fantasear y a preguntarme que tan grande tendría la verga y si era verdad que los negros se caracterizaban por estar bien dotados. Los pensamientos hacían efecto entre mis piernas y la tanguita se me pegaba de los labios mojados. La falda se me iba subiendo y descaradamente la dejaba de manera que Efraín tuviese una bella vista frente a él. La conversación fue cambiando hasta llegar a sexo y mientras me abría disimuladamente la blusa, me encontré preguntándole sin ninguna pena por el tamaño de la verga de los negros.

- Creo que en vez de responderte debería de enseñártela ¿no crees? – mientras se levantaba y comenzaba a quitarse los pantalones.

- Me gusta tu idea – y lo ayude a soltarse los pantalones que cayeron a sus pies mostrando un gran trozo de carne negra coronada con una enorme cabeza que comenzaba a ponerse tiesa.

- Wow, que inmensa y negra ¿Puedo tocarla? – mientras me arrodillaba frente a él y usando las dos manos trataba de manipular ese inmenso aparato. Sin preguntar trate de metérmelo en la boca, solo consiguiendo introducirme el glande. Sus suspiros de placer sonaron a canciones celestiales en mis oídos y mientras le sobaba de arriba abajo el inmenso tallo, se lo besaba y chupaba con gran placer.

- ¿Porque no te desnudas y deja que yo te goce un rato también? – me pide con gentileza mi negro Efraín. Me levanto y en un segundo me encuentro totalmente desnuda en medio de mi cocina, frente a Efraín que a su vez se había quitado toda la ropa con una erección que se asemejaba a la verga de un burro. Me toma de la cintura y me acuesta en el tope de la cocina causando un pequeño desastre al caerse algunas ollas y sartenes. Nos reímos y al instante comienza a chuparme la cuquita con mucha experticia. Su cara sin rasurar me lastima la cara interna de los muslos mientras su lengua se pasea por mis labios y clítoris con mucha paciencia y sabiduría. Aspira mi aroma y se deleita con mis jugos y yo solo cierro los ojos y me concentro en las sensaciones que me producen pequeños orgasmos que me explotan en mi pepita inflamada. De momento me pierdo en el espacio y me regresa una sensación pegajosa en mis senos. El travieso de Efraín había tomado la miel y la había untado en mis grandes senos comenzando a mamármelos mientras me lame la miel de mi piel. Una mano se entretiene con mi cuquita, metiéndome los dedos y hurgando dentro de ella, y la otra me la pone en la boca para que le chupe los dedos tal pequeñas vergas dentro de mi.

Vuelvo a dejarme correr entre sensaciones y esta vez me levantan en vilo y sin soltarme me obliga a que con las piernas lo abrace por la cintura de manera que pueda ensartarme lentamente con su enorme verga. Comienza a doler por su inmenso tamaño, pero la excitación y lubricación es abundante que solo necesito relajarme un poco para que el dolor ceda y le de espacio al placer. Al comienzo empieza a moverse lentamente pero en la medida que soporto su miembro erecto aumenta la velocidad del polvo. Me sorprende lo fuerte de Efraín quién soportando todo el peso en sus piernas aún puede mover la cintura con agilidad. Ahora mi orgasmo si es mayor y mis gritos vuelven a llenar el apartamento. Siento que mi cuquita me va a estallar y que la inmensidad de la verga de Efraín me atraviesa hasta la garganta. Me siento desfallecer y poco a poco recupero la visión y el sentido. Efraín aún no ha terminado.

Me comenta que una manera de poder acabar es si lo cabalgo y se acuesta en el piso de manera que pueda montarme encima. Antes de penetrarme le doy mis tetas para que las chupe y disfrute, mordiéndome los pezones mientras sus manos me aprietan fuerte las nalgas. Sus dedos se meten en mis agujeros sin piedad. Siento como el huequito del culo es invadido repetidas veces por un dedo y hasta dos. Esto me ayuda a excitarme nuevamente y decido darle la cabalgaba del siglo a este viejito. Me encaramo y me lo meto rápido y violentamente. Estando toda excitada e inflamada entró fácilmente. Recordé mis ejercicios en el gimnasio y comencé a moverme con ritmo. Efraín estaba hipnotizado con mis tetas que subían y bajan frente a sus narices y sus manos solo sujetaban mis nalgas tratando de insistir en meterme el dedo en el culito. Algo tocaba dentro su enorme glande y quizás en efecto si existe el punto G. Mis gemidos de placer, mis lágrimas de gozo y mi boca entreabierta toda mojada de saliva fueron mucho para mi negro que comenzó a chorrear semen como un caballo. Caliente golpeaba mis paredes y se derramaba encima de él. Con un gran grito sentí como mi culito explotaba de alegría y mi cuquita se contraía en un sin fin de convulsiones orgásmicas que reflejaban la intensidad del polvo. Quede exhausta encima de mi viejo de ébano. Que gustazo.

Bueno así como ese vinieron otros mas y cada vez que recuerdo como se origina mi nueva visión de la fidelidad solo recuerdo que fue para complacer la fantasía de mi esposo, pero para mi tiene que ir mas allá y ser una realidad.

Marie

mariepablo@yahoo.es