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El maestro Guru

en Hetero: General

El maestro guru

Tengo dos años de haber terminado una relación amorosa y me he mantenido célibe sin interés real por buscar otro hombre. Decidí meterme a unas clases de yoga buscando esa paz interior que tanto pregonan existe en cada ser. Sin ser una belleza Helénica, me conservo muy bien. De piel morena y hermosos senos donde resaltan los pezones que sobresalen casi los tres centímetros cuando se erectan rodeados por unas aureolas inmensa y oscuras. Mis piernas están muy bien y aunque son algo escasa de caderas, mis nalgas son muy redonditas y paradas. Uso el pelo corto tipo paje para que enmarque mi rostro aniñado y resalten mis labios algo gruesos.

Mi intención de describir mi figura es para que se imaginen como luzco con mi uniforme de yoga. Resulta que el primer día que asistí a mi clase, el instructor me informó que no podía practicar la modalidad vestida con ropa de gimnasio. Lo primero que tenía que limpiar era la carga externa y me entregó el uniforme el cual debo de usar sin ningún tipo de ropa interior. Sorprendida agarro la bolsa y me encuentro que el uniforme consiste en una franelilla de tiras algo corta y ancha que permite que los senos se muevan libremente porque no es natural apretarlos o sujetarlos porque eso va en contra de las leyes de la naturaleza.

La otra pieza es un pantalón tipo Sari o pañal de niño. La parte delantera se ajusta con una trenza que se amarra atrás en la cintura y la parte trasera con otra que se ajusta en la parte delantera. Dos trenzas adicionales para los tobillos y listo. La tela es de un material muy suave, natural y bastante transparente. De esta manera, prácticamente estás desnuda y la suave tela solo sirve para mantener las miradas ajenas lejos de tu cuerpo. Esa es la teoría, pero en realidad la franelilla apenas me llegaba al ombligo y al subir los brazos dejaba al descubierto parte de mis senos. La transparencia permitía que se apreciaran mis pezones claramente y el suave roce los mantenía constantemente semi erectos. Los pantalones parecían una talla más pequeña y se me metían entre las nalgas y demarcaban la forma de la vulva con descaro. Por suerte yo me depilo todo y ahí no había contraste con los vellos púbicos aunque mirando un poquito más detallado se notaba la forma de la vulva en su estado natural. Todo por conseguir mi paz interior…

El grupo consiste en dos hombres y tres mujeres incluyéndome. Todos vestidos con el mismo pantalón y los hombres con el torso desnudo. Uno de ellos era atractivo aunque flaco, alto y muy blanco y parecía tener una erección porque se le notaba un pene muy largo a lo largo de su muslo. El otro era bajito y barrigón de apariencia común. De las mujeres había una negra de inmensas tetas y nalgas respingonas y luchaba en mantenerlas dentro de la suave tela, la otra era pequeñita algo mayor de edad pero conservaba sus atributos y yo, que ya me conocen. Ahora les cuento del instructor. Se llama Pablo y es alto, pelo claro, ojos marrones y porte atlético sin un gramo de grasa adicional en su cuerpo. De movimientos felinos y de una flexibilidad asombrosa. Parecía irradiar una energía absorbente que inmediatamente te llevaba a un estado casi de hipnosis. Sus palabras eran la única verdad y a los dos primeros días entre ejercicios de respiración y postura ya nos habíamos acostumbrados a la presencia del grupo de manera que los detalles de la vestimenta no parecían importar y nadie se fijaba en la desnudez que propiciaba alguna postura dejando ver senos, nalgas y hasta la pija de los hombres. Se hacía mucho énfasis en el contacto de cuerpos y el goce de la caricia. Se hacían ejercicios en parejas y el instructor se alternaba con las mujeres para completar el grupo.

Al finalizar la última clase de la semana Pablo me toma del brazo y me llama aparte y me comenta que había observado mucha rigidez en mi cuerpo y falta de concentración en alcanzar los planos superiores de descanso. Reconocí que en efecto había posiciones que no las hacía bien y entonces Pablo me pidió que me quedara para una sesión privada para ayudarme a alcanzar la flexibilidad que necesitaba. Me gustó mucho la idea y estuve de acuerdo. Me llevó a un salón muy pequeño donde había muchos cojines y se podía respirar el humo de un incienso de aroma encantador. Me mando a acostarme boca arriba en una gruesa alfombra y que respirara profundamente. Al poco rato y quizás por efecto del incienso, el aura de Pablo y su cautivante voz, empecé a sentirme como transportada. Me dijo que me iba a descongestionar los Chakras y tomó unas piedras de colores de una cesta.

Coloca una en mi frente y con mucha delicadeza mete su mano debajo de la franelilla y coloca otra entre mis senos. A pesar de haber sido un toque muy suave, mis pezones se ponen erectos inmediatamente demarcándose debajo de la suave tela. Coloca otra en el ombligo y soltándome el pantalón con delicadeza lo baja hasta la orilla del nacimiento de la rajita de la vulva, colocando otra piedra un poco más arriba. Soltó las tiritas de los tobillos y descubriendo mis piernas hasta por encima de las rodillas colocó más piedritas encima de ellas y de los tobillos también. Perdí la noción del tiempo y me sentía flotando, tenía mucha paz en mí. Comienzo a sentir un masaje en mi rostro y Pablo continua hablando y me dice que aprovechando mi posición va a realizar una imposición de manos que a veces requiere contacto directo pero la mayoría de las veces solo es energía que fluye entre nosotros. Me pareció tan íntimo el comentario que sentía que lo amaba. Hizo énfasis que disfrutara el goce de las sensaciones las cuales tenía que dejarlas fluir para poder llegar hasta el estado superior.

Colocó sus manos a los lados de mi cabeza y sentí como me hundía en un estado donde no era sustancia y mi cuerpo no existía, era solo luz que cambiaba de intensidad en la medida de que las sensaciones de ese cuerpo se multiplicaban. Creo que me hipnotizó, porque empecé a tener las sensaciones de un beso pero al tratar de separarme no podía. No tenía control de mi cuerpo y el beso me gustaba. Sentía sus manos acariciando mis senos y como sus dedos pellizcaban mis pezones y la sensación del beso no cedía. A veces sentía labios en mi cuello y ahora me chupan los senos. Parecen varias bocas y muchas manos y las sensaciones comienzan a bajar hacia mi cuquita. Puedo asegurar que estoy desnuda y que mi clítoris esta siendo chupado por un rostro masculino porque siento la rugosidad de unas mejillas sin afeitar entre los muslos. Pero aún mis pezones están siendo mordidos cariñosamente y una lengua traviesa no me deja descansar los labios. Las luces se intensifican, y siento un orgasmo venir cuando mi cuquita es invadida por una sensación de llenura como cuando te meten una verga caliente y recta. Pensaba que era monorgásmica pero en este sueño todo parece valer. Las sensaciones no ceden y la hermosa llenura en mi vagina pareciera entrar y salir incansablemente.

Curiosamente siento la estimulación directa en mi pepita y como mi culito lo contraigo de placer. El solo pensar en él sirvió para que nuevos estímulos lo alcanzarán. En mi estado de abandono, mis nalgas se separan, sintiendo una lengua caliente y toda mojada acariciarme la rajita deteniéndose exactamente en mi huequito. La llenura parece crecer y sus movimientos son más rápidos, ahora siento como mi esfínter se abre muy suavemente y una llenura más delgada casi como un dedo se introduce y comienza a moverse al ritmo de mi cuquita. En esta oportunidad las luces son demasiadas intensas y con un inmenso grito de placer dejo correr otro orgasmo acompañado de sensaciones de humedad caliente deslizándose entre mis piernas y mojándome el abdomen. Me desvanezco, y despierto acostada en un sofá vestida y arropada con una ligera sabana. Nerviosa llamo a Pablo y aparece su asistente quién me informa que él ya se retiro y que me espera el lunes. Toda confundida me cambio a mis ropas normales y regreso a casa. En el baño me revisé con un espejo y pude notar una ligera irritación en mis labios vaginales, pero no tenía ningún otro tipo de marca que diera un indicio de lo que había pasado. El lunes buscaría respuestas mientras tanto solo me deleito con el recuerdo del momento…

De vuelta a la clase de yoga. Pablo me recibe y aún sin cambiarme me felicita por haber alcanzado el estado de descanso superior, pero que aún necesita otras sesiones privadas. El comentario produjo un escalofrío de placer en mi espalda dejándose colar entre mis nalgas y terminando en mi pepita que vibro de gusto. Cuando pedí una mayor explicación de que había pasado solo me miró con sus bellos ojos y me dijo: - Fluye Mariela y solo disfruta las sensaciones. No seas tan rígida, es por eso que necesitas más sesiones – y me sonrió tan encantadoramente que de nuevo mi pepita vibró pero esta vez de amor. Durante la clase Pablo me regaño frente a todos por estar soñando despierta y para mi sorpresa no hubo clase privada esta semana. A punto de abandonar las clases, salí con Elena que era la negra quién quería confesarme algo y fuimos a tomar café. Resulta que a ella también le dieron su clase privada y me confesó que quizás por su tamaño, el incienso no le hizo mucho efecto y a mitad de sueño logro abrir los ojos y se consiguió que las sensaciones vienen de la follada espectacular que le propiciaron Pablo y su asistente amparados en el efecto de la hipnosis. Me contó que el asistente tiene el pene como el flaco largo y delgado y que se lo metió por el huequito del culo porque adoraba unas nalgas como las mías. También reconoció que esa ha sido la mejor cogida que le han dado en su vida y que buscaría otra clase privada pronto y que el solo recordarla la excitaba. Le sugerí que dejara que el incienso le hiciera efecto para que realmente disfrutara. Con esta conversación decidí continuar con mis clases.

Era la tercera semana y los ejercicios en pareja, así como la transferencia de energía por contacto y caricias se multiplicaron. En una oportunidad vi al flaco separarse de Elena con una erección obscena por lo grande, luego de practicar el ejercicio de las cucharas. Este consiste en que el hombre se pega a la espalda de la mujer y forman la imagen de dos cucharas adheridas una a otra. Mi compañero fue Pablo y a pesar de sentir casi como estar desnudo su verga rozarme las nalgas, mi concentración permitió no prestarle atención. Sin embargo, Elena lucía nerviosa y el flaco se ausentó unos minutos en el baño. Me iba a retirar cuando Pablo me llama y me pide que lo acompañe a otra clase privada porque sigo estando rígida. Me dije para mi, ya se lo que tienes en mente.

Me lleva a otra salita muy pequeña que tiene una camilla para masajes y me dice que me va a dar un masaje para relajarme. Le pido que por favor no encienda el incienso porque me produce alergia, y él sin inmutarse me complace. Me ordena quitarme la ropa detrás de un paraban y me da una pequeña toalla para cubrirme. Apenas cubría mis senos pero dejaba descubierta la orilla de mis nalgas. El proceso de acostarse fue un desastre y al final lo conseguí no sin antes enseñarle las tetas al descubierto, así como mi cuquita depilada a Pablo. Percibí algo de reacción en él y hasta juraría que su pene estaba algo menos flácido. No era la primera vez que recibía un masaje de un hombre, aunque si estando totalmente desnuda. Me baja la toalla solo para cubrir mis nalgas y comienza a masajearme el cuero cabelludo y los hombros. Sus manos son fuertes y hábiles y sigue con mi espalda. Acaricia suavemente el borde de mis senos pisados debajo del peso de mi cuerpo hasta que llega a la zona de mis nalgas. La toalla desaparece y sus manos comienzan un ejercicio de masaje y caricia. A veces era algo rudo pero luego seguía una caricia sensual. La paz volvía a apoderarse de mi y llegue a pensar que esta vez el incienso no era el culpable, quizás en el aceite estaba el secreto. Sus manos eran instrumentos de placer y el solo roce me transportaba a las sensaciones superiores.

Empecé a perder mi cuerpo y de nuevo me encontraba convertida en luz. Solo que ahora estaba más conciente de los dedos hurgándome la rajita, de los labios besándome las nalgas, de otro dedo aceitado se me metía en el culito, y que yo misma subía las nalgas y separaba las piernas para facilitarle el trabajo. Mis jugos fluían y manchaban la sabana de la camilla y mi primer orgasmo se escapa calladito con un gritico ahogado y unas convulsiones que se percibían en mi culito. Pablo me baja de la camilla y me inclina encima de ella de manera que mis nalgas quedan expuestas ante él. Consciente separo las piernas para dejarme llenar nuevamente por ese sueño delicioso que nubla mi consciente. Las manos de Pablo se apoyan en mis nalgas y su lengua va directo al huequito humedeciéndolo y acariciándolo con la rugosidad de su piel. Sus dedos acarician mi pepita y se meten dentro de mi mojada vagina. La falta de vellos aumenta las sensaciones y me encanta. Se separa y siento como coloca la punta de su pene en mi huequito y comienza a empujar aprovechando que lo tengo lleno de aceite y relajado por las caricias. Entra poco a poco pero seguro. Su verga caliente me llena y su cabeza me va abriendo el recto con algo de dolor pero con mucho más placer. Siento sus pelos contra mis nalgas y como comienza a metérmelo y sacármelo. A veces me encuentro en cuerpo y estoy consciente de que me están cogiendo por el culo, a veces soy luz y las sensaciones aceleran colores e intensidades como en un caleidoscopio. El tiempo no existe y cuando regreso a cuerpo de nuevo me encuentro sentada en la camilla con mis piernas dobladas y separadas esperando la verga de Pablo que no tarda en llegar. Primero se deleita mirándome lascivamente los labios rojos, hinchados y mojados y luego se dedica un momento a sobarme las tetas, pellizcándome con fuerza los pezones. Me siento como una ramera pero solo me estoy dejando fluir para sentirme en ese plano superior. Comienzo a irme a sueños cuando la verga me invade y me llena, cierro mis piernas en su espalda y le digo a Pablo que me lo meta más duro. Mis gemidos llenan el saloncito y siento como su verga late y aprieto más duro. De su garganta sale un rugido gutural y derrama su leche caliente dentro de mí, no lo dejo salir hasta que mi propio orgasmo lo alcanzo mientras su leche se escapa por mi rajita y moja mi culito que me arde de satisfacción. Antes de separarme, le doy un beso de lengua profundo y con mucha saliva mientras su verga se empequeñece dentro de mí. Le digo que el sexo es más divino si es terrenal y espontáneo. Se separa finalmente y desaparece de la habitación. Me visto y me voy a casa satisfecha de haber sido yo quien dio la lección hoy…

El último día de clases y Pablo nos garantiza un día espectacular. Nos encontramos en otro salón muy pequeño, con el piso cubierto con una gruesa alfombra y muchos cojines. En un lado hay una pequeña tarima donde se encuentra Pablo de pie. El olor del incienso es penetrante y rápidamente hace efecto en nuestras mentes. Yo ya conocía el efecto y luche contra él porque quería estar conciente. Los demás fueron convirtiéndose en luz y las parejas se formaron. El flaco agarró a Elena la negra, y el gordito agarró a la pettite. Yo subí a la tarima por instrucciones de Pablo. Él extendió su aura, moduló el sonido de su voz y en minutos el calvito le sobaba los pequeños senos a la pettite, mientras Elena engullía la larga verga del flaco. Las pocas piezas de ropa salieron volando y yo abrace a Pablo y nos besamos ardientemente, los gemidos de placer se multiplicaban cuando la pettite se monta encima del gordito metiéndose la verga algo pequeña pero gorda y moviéndose empujada por el disfrute del momento. El flaco tenía a Elena en cuatro y comenzaba a metérselo por el culito. El disfrute de Elena era intenso y con una mano se masajeaba sus inmensas tetas tratando de besárselas ella misma.

Mientras tanto Pablo se había acostado boca arriba y yo le daba la mamada del siglo, cargada con el incienso pero con control jugaba a ser luz y cuerpo alternativamente para aprovechar lo mejor de dos mundos. Su verga me llegaba a la garganta y aún así me la metía más. Luego me la sacaba y se la majaba duro y decidí seguir el ejemplo de la pettite. Me ensarte con la verga de Pablo hasta el fondo y me incline para darle mis tetas a chupar. Me fui a luz y solo sentía su lengua caliente en mis senos y sus dientes haciendo travesuras en mis pezones. La llenura iba y venía dentro de mí y mis orgasmos los dejaba fluir. Sentía como si nunca acabaran hasta que regrese a ser cuerpo y veía como el rostro de Pablo se contraía de placer y acababa. Dejaba que su leche caliente llenara mis extrañas. Me separé de él y le limpie su verga mojada, con lamidas lentas y calidas. Hizo el intento de volverse a parar pero recordó la clase que yacía exhausta en el piso y con una cara radiante de felicidad. Llamó al asistente y juntos asearon y vistieron a todos colocándolos en posición de manera que no supieran que realmente había pasado. La travesura me gusto y hasta me uní a ayudarlos. El asistente aprovecho para acariciar a Elena quien parecía necesitar más, y con una mirada de aprobación de Pablo le abrió las piernas y la ensartó rápidamente. Ella echa luz, disfrutaba y sus gemidos solo indicaban que había alcanzado otro orgasmo. Finalmente el grupo despertó y algunos sonrojados, otros apenados pero todos muy satisfechos se despidieron.

Les cuento que todo ha sido tan exitoso que ahora soy parte del equipo que asiste a Pablo y solo quiero ver quienes serán los nuevos participantes de la próxima clase