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Tratamiento para la bursitis

en Hetero: General

Masaje en el hombro

Nuevamente tenía que soportar el masaje en el hombro para aliviar la bursitis. Era insoportable y esta vez me decidí a cambiar de terapista. Llamé a un centro especializado que se promociona por los avisos clasificados del Universal, y me ofrecieron el mejor terapista disponible. Solo espero que no sea otra horrible gorda como la que me los estaba dando. Era ya casi la hora y suena el timbre de la casa. Me encuentro sola y despreocupada y solo tengo puesto una franela y unas pequeñas pantaletas, que traviesamente se me meten entre las nalgas. Pensando que quién viene es una mujer abro la puerta sin preguntar y me encuentro al frente a un hombre maduro, con un bigote y barba veteada de canas perfectamente recortados. Unos ojos marrones que derriten a cualquiera con su dulce pero varonil mirada. Es alto y de buena contextura física.

- Buenas tardes, soy Pablo y vengo del Centro terapéutico Los Cortijos - me dice con una voz firme - ¿eres tú Mariela? – me pregunta

- Si, pase adelante – le contesto atolondrada e impresionada y lo hago pasar.

- ¿En que parte de la casa recibes el masaje? – pregunta inocentemente y antes de que pueda decir algo, el mismo se responde – Creo que debe ser en tu habitación porque te necesito acostada.

Mi corazón comienza a acelerar sus latidos y siento su mano apoyarse en mi espalda dirigiéndome hacia las escaleras. Comienzo a subirlas y siento que se queda unos escalones más abajo y caigo en cuenta en la forma en que estoy vestida. Pablo tiene una hermosa visión de mis nalgas casi descubiertas y de mi pantaletica metida por la raja del culo. Contrariamente a lo pensado, me encuentro subiendo los escalones pausadamente de manera que él pueda tener todo el tiempo del mundo en disfrutar la vista. La soledad de los días de la enfermedad, la falta de un hombre y los contactos por Internet con el loco erótico de mi amigo en la red, me tienen como un cañón. Siento como mi cuquita comienza a humedecerse.

Pablo me da instrucciones para que me siente en el banco de la peinadora y extrae unas cremas, y otros equipos para el tratamiento. Muy profesionalmente comienza en efecto todo el proceso del masaje. Mete sus manos por debajo de la franela a través del hueco de la manga o del cuello aprovechando el gran tamaño. En oportunidades siento como sus largos dedos pareciesen buscar mi seno y se me escapa un suspiro de placer. El roce se repite más frecuentemente. Cada vez que lo hace, me hace sentir como más intima, y me imagino la sensación de la mano en los muslos debajo de una mesa en una cena. Coño!, eso me estimula y trato de contener los pensamientos.

Luego de terminar la etapa de los impulsos eléctricos me ordena que me acueste boca a bajo en la orilla de la cama. En el momento de acostarme me dice que me quite la franela para poder darme el masaje correctamente, y yo sorprendida le hago caso exponiéndole mis senos a él quien descaradamente me los mira de uno en uno, deleitándose con mis pezones erectos. Me mira a los ojos con una sonrisa aprobadora. Me acuesto como el me lo indica y trato de mantener mis pensamientos en blanco, y no pensar en mis nalgas descubiertas ni en las sensaciones que recorren mi entrepierna. Pablo comienza su trabajo y el dolor calma mi ansiedad. Al final suaviza sus roces y me dice que me va a dar un masaje rápido Para que me relaje porque me siente tensa. No voy estarlo!, con sus manos rozándome la piel, mis nalgas casi descubiertas y la cuquita en fuego…

Sus roces se convierten en caricias, sus manos cubren centímetro a centímetro mi espalda, mis caderas, mis nalgas y muslos. Suavemente separa mis piernas para masajear la cara interna de mis muslos y quizás para ver mi gran mancha de humedad en mis pantaleticas. Sus dedos rozan descaradamente mis labios hinchados durante el subir y bajar de sus manos en el masaje. Mis suspiros de placer son casi gemidos y en eso siento como con una mano aparta la tela de mi pantaleta y con la otra inserta su dedo medio dentro de mi vagína. La sensación de sorpresa y placer hace que levante más las caderas y le ofrezca mi culito para el deleite de los dos. Sus manos se separan de mi solo para quitarme la pantaleta de manera que pueda comerme el culito como en efecto lo hace. Siento su lengua buscar traviesamente mi agujerito y aflojo el esfínter para apreciar mejor la rugosidad de su lengua en contacto con la piel. Sus manos mientras tanto se entretienen hurgando entre mis labios mojados y buscando el clítoris inflamado que espera atención.

Pablo me levanta por las caderas y quedo arrodillada con mis hermosas nalgas al aire exponiendo ante sus ojos un bello depilado que recientemente me lo había hecho por consejo de mi amigo en Internet. Solo tenía un pequeño puñado de vellos en la parte frontal pero mis labios estaban lisos como piel de bebe. Sentí su boca entrar en contacto con mi coño, su lengua atravesar pliegues y buscar mi clítoris, no aguantaba y sentía como el orgasmo se me corría fuerte entre las nalgas. Trate de voltearme pero no me dejo. Me agarro duro entre sus manos y entonces sentí su verga posarse en la puerta de mi hueco inflamado y mojado y sediento de una buena cogida. Su verga entro poco a poco llenándome en su enormidad, comenzó a moverse y mi vagína respondió inmediatamente, mis músculos apretaban y sentía como su cabeza entraba y salía dejando sensaciones indescriptibles en su pasar. No aguante más y me vine y en mis gemidos sentí el calor de su semen derramarse entre mis nalgas y chorrearse por mis muslos. Me derrumbé exhausta. Cariñosamente Pablo me asea y me deja arropada en mi cama. Me da un tierno beso en los labios y se retira. El hombro aún me duele