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Un viaje a Mallorca (16 - 3)

en Grandes Series

UN VIAJE A MALLORCA.

Pagando –casi- con la misma moneda.

Al verme hablando con otro hombre, él pide permiso y cogiéndo sus pertenenencias hace el ademán de irse, pero lo detengo y formalmente le presento a Pelayo. Javier me sonríe y dice:

Si tu novío es el director del hotel, la piscina es casi tuya, no?.

Le respondo con tono de pitorreo que noooo, y que el boss –utilizo el termino Inglés por el cuál Ana lo designó- es un buen amigo; Pelayo me escucha y guiñándo un ojo dice:

Si este bombón fuera mío, otro gallo cantaría!.

Y continúa diciendo:

He venido a buscarte porque tengo una sorpresa para tí. A qué no adivinas lo que es?.

Me río, le saco la lengua y textualmente le digo: "Qué te apuestas?". Me mira con cara de alucine y responde:

Pues...qué te parece una cena romántica a luz de la velas?.

Le respondo con un "Trato hecho!" y le doy un choque de manos.

Saco mi reloj de la mochila y al ir a ponérmelo veo que son las díez menos cinco minutos...

En ese instante se oye un ruidito: ruhhgg!. SON MIS TRIPITAS...

Me disculpo con ellos y colocándome la toalla como si fuera un pareo, les digo que voy al comedor a buscar algo para comer. Pelayo me dice:

Si quieres, ven a mi despacho, llamo al maitre y pido lo que tú quieras, vale?.

Miro a Javier y le pregunto si se enfada si lo dejo, él me responde:

Sí, es decir no, mujer. No me enfado, aunque echaré de menos tu agradable compañía. Eres encantadora...

Pelayo interviene en la conversación y exclama:

Yo diría que es fascinante!.

Los hago callar, no porque no me guste lo que dicen de mi persona –al contrario me halagan muchísimo-lo hago porque me estoy acalorando y como sigan por esa línea soy capaz de cogerlos por banda, meternos los tres en la sauna y allí montarnos un trío salvaje. Uff!.

Así pues, me despido de Javier diciéndole que me ha encantado conocerlo y que seguramente luego a la hora de comer nos veremos. Él me dice:

Para mí también ha sido un placer conocerte; eres muy... – Pelayo me coge de la mano y me aleja-.

Le saludo con la otra mano. Él exclama en voz baja:

Hasta luego!.

Mi reloj suena y anuncia las díez en punto.

Llegamos a la puerta que lleva a la zona de descanso y al pasar por allí (está vacía) Pelayo me abraza y en susurros me dice:

Eres preciosa. Entregate a mí y haz el amor conmigo!.

Uf!. Qué me desmayo!. Abro la boca para decir que no puedo y él me obliga a callar dándome un morreo en toda regla.

Estamos tan absortos en ese beso que a penas sentimos las voces y pasos de gente que se acerca...

Al segundo de separarnos vemos venir a los dos matrimonios de abuelitos. María y Patro van dos pasos por delante de sus maridos cogidas de ganchete y al verme, sola –con el director, pero sin tí- se acercan a mí y alejándome un poco, me preguntan muy serias:

Y Marquitos?. Estaís enfadados, verdad?.

Muevo la cabeza en gesto negativo y María me dice:

Pilar, mi niña querida no me mientas, recuerda que soy una bruja blanca...Y anoche me fijé que te fuiste de la discoteca de una manera muy anormal.

Que te pasó en la carita?. –se refiere al moratón-. Tienes un golpe...

Le digo que anoche estaba algo cansada y que cuando fui a darme una ducha me resbalé y me di un porrazo en la bañera. Patro que intuye que en verdad pasó otra cosa, añade para cambiar de tema:

Y durante el sorteo tú no estabas y sabes qué?...ganaste el mejor premio!. FELICIDADES.

María, con una gran sonrisa exclama:

Pero nosotros tampoco nos quejamos porque también ganamos varios regalitos...

Las felicito y como yo también soy curiosa, pegunto qué fue?. María responde:

Patro ganó un vale canjeable por dos sesiones de peluquería, yo una cena para cuatro personas en el Gran Casino de Madrid y Pepe y Tomás sendos conjuntos de gemelos y pasacorbatas de plata.

Así que hemos decidido juntarnos una noche e ir todos juntos.

No te parece una idea genial?.

En seguida digo que sí, pero Patro interviene y con gesto contradictorio dice:

Esta idea nos la dio la guía, la señorita Carolina... –giro mi cara y hago que estornudo mientras maldigo a esa hija de puta. La odio hasta las tripas!-, es una chica un tanto mandona, pero tiene buenas ideas. No crees?.

Digo, sin muchas ganas que sí y María vuelve a preguntar:

Y tu novío?, cómo es qué te dejó sola?. No creo que le guste saber que estás con otro hombre –señala a Pelayo, el cuál está hablando con los señores y de vez en cuando me busca con la mirada- y más siendo tan buen mozo...

Le pido que por favor sean discretas y que me guarden el secreto, digo también que yo te quiero mucho y tú también a mí –miro a Patro fijamente y le guiño un ojo- y le comento que tú ganaste un vale canjeable por un ramo de flores y que esta mañana me dejaste una nota dónde me avisabas que ibas a dar un paseo por el centro y añado que a lo mejor fuiste a recogerlo...

Durante un incómodo segundo se produce un silencio. De nuevo un pequeño ruido de mis tripas, acude en mi ayuda...

Les comento que voy a subir al comedor a buscar algo para desayunar porque sólo comí una manzana y he bebido un zumo. Me despido de ellas volviendo a rogarles discreción. María me pide:

Pilar, habla con Marcos, intentar aclarar todos los malentendidos. Haceís una bonita pareja!.

Nosotros vamos un rato a bañarnos en la piscina y luego a lo mejor usamos la sauna!. Qué maravilla...

Os veremos durante el almuerzo, no?.

Digo que sí, sonrío y les deseo una buena jornada.

Al pasar por el lado de los abuelitos los saludo afectuosamente y ellos me piropean con mucho cariño como un abuelo a su nieta. Pelayo, que sigue ahí se despide también y dándoles un choque de manos les dice:

Señor Gutiérrez, Señor Martínez a sido un honor hablar con ustedes; y no se preocupen, entreguen los vales en la joyería de El Corte Inglés y le entregarán sus regalos.

Pepe y Tomás le agradecen su amabilidad y se van.

Por fin nos quedamos de nuevo solos y él cogiendo mi mano dice:

Vamos a mi despacho antes de que venga alguien más y nos enrede; tengo varias cosas para tí.

Cruzamos recepción. Ramón está atendiendo a una pareja extranjera y al verme me saluda moviendo su mano y sonriéndome. Pelayo le dice brevemente:

Sr. Pons, a las 11:00 tengo una llamada muy importante, por favor pásela directamente a mi despacho...y –mira su reloj- durante los próximos 45 minutos no estoy para nadie. De acuerdo?.

Ramón dice que sí y observa en silencio como el director pasa su mano por mi espalda y me hace entrar a su sala.

Entramos al despacho.

Es una habitación no demasiado grande, pero muy elegante; está decorada en tonos negros y rojos. Las paredes y el suelo están forrados de madera en tonos brillantes; hay un sofá de cuero negro de tres plazas, una mesa rectángular y dos sillas de metacrilato con las puntas de color rojo, en la pared derecha hay un armario y un archivador de metal. La mesa tiene la superficie de cristal y sobre ella hay varios objetos perfectamente ordenados: un ordenador portátil, un block de notas, una agenda de piel marrón, una pluma estilográfica, dos teléfonos: un fijo –con mil y un botones- y un moderno móvil y un marco de fotos plateado. De las paredes cuelgan tres cuadros con motivos paisajísticos y trás la mesa está el sillón "presidencial" –uno de esos grandes, muy cómodos y con ruedas-

En la esquina izquierda hay un biombo de bambú.

Le digo que es una estancia muy bonita y le pregunto quién la ha decorado?. Me dice:

La asesora del hotel me indicó que hacer, pero yo aporté algunas ideas...

Me interesa mucho la decoración y el arte. Adoro la belleza. Por qué lo preguntas?.

Me hace entrar del todo y me indica que me siente en el sofá; lo hago y él cierra la puerta detrás de mí.

Quito la mochila de mi espalda y la dejo en la esquina, sobre un apoyabrazos. Él se apoya en la mesa e insiste:

Por qué preguntas sobre la decoración?. Es qué a tí también te gusta?.

Le respondo mientras me libero de la toalla, la doblo, tomo asiento y cruzo la piernas, que sí, pero que yo domino más la técnica del FENG-SHUI. Me comenta brevemente:

Algo conozco de esta forma decorativa oriental y sé que mi elemento es fuego, por eso mi color favorito es –lo decimos a la misma vez- el rojo.

Nos reímos y vuelve a preguntarme:

A qué te dedicas?. Seguro que eres modelo o algo relacionado con la belleza...Me equivoco?.

Lo miro con cara de sorpresa y le contesto que modelo no porque soy bajita, uy, pero algo de eso hay ya que vendo productos de AVON – abre la boca para decir algo, pero no lo dejo hablar- y le aclaro: maquillajes, perfumes, cremas, regalos, bisutería fina y lencería. Se acerca a mí (tiemblo de nuevo) y acariciándome el rostro y sonriéndo me dice:

Lo sé, conozco esta marca. Mi madre siempre compra jabones Roses-Roses y Bubble Bath Melocotón...

Me sonrojo, pero le echo morro y en plan "Distribuidora del Año" le digo: "Pues dile a tu mami que el Bubble esta campaña tiene oferta". Me mira fijamente y exclama:

Me encantas!.

Se va hacía la mesa, mira su reloj –un rolex, jolín con el tío!- y dice:

Son casi las 10:30 y en media hora espero una llamada muy importante, pero antes de explicarte nada dime que deseas comer, llamo a la cocina y te pido lo que quieras. –Se pone muy recto, como si fuera un perfecto camarero al estilo de Ángel- y dice:

Qué desea la señorita?.

Saco a relucir mi vena caprichosa y le pido un batido de fresas con leche descremada y un croissant relleno de mermelada de albaricoque salpicado de virutas de chocolate negro. Me dice en tono de broma:

Y algo más?.

Le saco la lengua, me río a carcajadas y le digo que de momento no.

Coge el teléfono, aprieta un botón y al cabo de unos segundos dice:

Sebastián, soy Pelayo R... Sí, buenos días, mire traiga a mi despacho –le dá la lista- este desayuno lo más pronto posible. Gracias.

Y cuelga.

Da la vuelta, coge una silla, la pone enfrente de mí y se sienta. Sus manos tocan mis piernas; me mira como preguntando: Puedo seguir?. Le respondo en susurros que sí...

Estoy jugando con fuego y aunque sé que puedo quemarme, no me importa.

Le pregunto de qué trata esa llamada tan importante que espera. Mientras desliza sus manos sobre mi piel me cuenta:

Como seguro que sabes la compañía RÍU tiene hoteles y apartamentos en casi todo el mundo –muevo mi cabeza en gesto afirmativo- y hace dos meses me hicieron una propuesta muy interesante: dentro de tres semanas inauguran un nuevo hotel en Portugal y me dijeron si me interesaba ser el director. Pues claro que si!. Me encanta viajar, es mi gran hobby...y encima me pagan un mejor sueldo, además de tener ventajas exclusivas.

Qué te parece?.

Le sonrío y le digo que es genial; que parece que le hace mucha ilusión y que por esto está tan... –me callo- y él me pregunta:

Qué ibas a decir?. Me interesa mucho tu opinión.

Cuando su mano derecha está a un tris de acariciar mi sexo, tocan en la puerta: pum, pum!. Se levanta de la silla en el instante en que le digo que por eso está tan feliz (en realidad iba a decir que está muy guapo).

Yo también me levanto y en un susurro le pregunto si tiene aseo; me señala el biombo y con un gesto me indica que está detrás. Así pues velózmente voy para allá y al pasar por su lado, me abraza y me dice muy bajito:

Eres divina!. Soy feliz, pero el día que hagamos el amor lo seré mucho más.

Piernas sujetadme o me caigo de la impresión!.

Me escondo trás el biombo y escucho a Pelayo y Sebastián mantener esta breve conversación:

P: Hola Sebastián, adelante.

S: Buenos días, Pelayo. Como le va el día?.

P: Muy bien; yo diría que excelente...

S: Ah sí?. pues me alegro mucho.

SILENCIO.

S: Dónde coloco la bandeja?. Espero que todo esté a su gusto...

P: Sí, seguro que lo está. Francisco es un chef bárbaro!. Déjela sobre la mesa, por favor.

Al pasar hacía la mesa, me fijo en que Sebastián mira el sofá y repara en mi mochila, pero no hace ningún comentario. Va a la puerta y antes de salir hablan un minuto más:

S: Si desea algo más, no dude en llamarme.

P: Muchas gracias por su ofrecimiento, pero no creo. Yo mismo llevaré la bandeja...

S: Bien señor, como usted diga.

P: Gracias Sebastián. Hasta luego.

Pelayo abre la puerta, el maitre se va y la vuelve a cerrar con cerrojo.

Me asomo y le pregunto si ya puedo salir. Se echa a reír y me dice:

Te escondiste a propósito?.

Pongo cara de inocente –a veces lo soy y mucho además- y digo que sí, pero que de poco ha servido ya que Sebastián vió mi mochila. Hago pucheros y él acercándose a mí vuelve a abrazarme y con voz muy tierna me dice:

No puedes imaginar lo mucho que me gustas. Eres maravillosa!.

Y sin más dilaciones vuelve a unir su boca a la mía. Nos besamos ardiente, apasionada y hasta salvajemente.

Yo también lo deseo tanto!, pero en este instante otro ruido de mis tripas rompe el encanto del momento.

Se separa un poquito de mí, me sonrie y como si yo fuera una nenita me dice:

Toma tu desayuno, mi princensita!.

Se sienta en la otra silla y palmeándose sus muslos me indica que me siente sobre él. Hago lo que me pide y coloco mi culito entre sus piernas. Mmm!. Qué escena más erótica. Me fascina y me enloquece.

Me ofrece el croissant –el cuál es en forma de media luna, pero con un sólo extremo- y antes de morderlo lo chupo varias veces adentro y afuera de mi boca; al hacer este gesto se pone blandito, pero debajo de mí noto como otra cosita (mejor dicho, una cosota) se pone muy dura. Inmediatamente tengo un fuerte orgasmo y de la impresión doy un saltito; al hacerlo un poco de mermelada cae sobre mi vientre; él se inclina y me lame, lo cuál me provoca otro orgasmo. Mmmm!.

Me tumbo de espaldas con mi cabeza en su pecho -mi pelo aún está un poco mojado y por eso queda un cerco en su camisa- y mi cuello queda al alcance de sus labios...los desliza suavente lamiéndome con la punta de su lengua. Comienzo a gemir primero suave para luego ir subiendo la intensidad. Mmmmmm!.

Me muero de placer!.

Él sigue acariciándome mientras yo le doy un bocado al croissant, lo dejo sobre la bandeja y levantando mis brazos enredo mis dedos entre sus corto, rizado y suave cabello, deslizo mis manos por su nuca y bajo hasta sus orejas.

Me dice en susurros:

Me tienes loco!.

Pego más mi culo a su pene –lo hago a posta para ponerlo a dos mil- y al sentirlo tan duro como el acero estallo en suaves jadeos; él recorre mi cintura, mis caderas y al llegar a mi "tesoro" introduce su mano derecha por debajo de la braguita. Allí con sus dedos pulgar e índice acaricia cada vez más rápido mi clitoris en pequeños circulos.

Suspiro de placer y todo mi cuerpo se arquea. Qué delicia!.

Vuelve a besar mi cuello y muy despacio desliza el dedo hacía la entrada de mi cuevita; una vez ahí me insta a separar un poco las piernas y muy suave y profundamente me penetra con el. Mmmmm!.

Mi vagina ya está muy mojada...estoy muy excitada y con un hilo de voz le digo: "Hazme tuya!".

Deja de tocarme y con sus grandes y bronceadas manos me coge en brazos, me lleva al sofá y una vez allí me recuesta boca arriba (la mochila se cae al suelo), vuelve a besarme dulcemente en los labios mientras lentamente me quita el bikini y me descalza; al cabo de un momento mi cuerpo aparece desnudo ante él. Desliza su mano derecha desde mi garganta hasta mis pies –al ver el lunar en mi pie izquierdo lo besa. Automáticamente recuerdo cuando tú hiciste lo mismo- bajando por en medio de mis senos los cuales están llenos, suaves, con los pezones duros y tan oscuros como una amatista.

Sus ojos recorren cada contorno de mi anatomía y en ellos veo un brillo de deseo, de pasión y de lujuría. Con la voz muy ronca me dice una vez más:

Eres muy hermosa y te deseo muchísimo!.

Mientras se desabotona el pantalón y se baja la cremallera, mi reloj suena. Son las once en punto.

Abro las piernas de par en par y vuelvo a arquear la espalda mientras en susurros lo llamo: "Ven, hazme lo que quieras. Ahora soy tuya".

Me pide que cierre los ojos (cuando voy a preguntar por qué? cubre mis labios con un dedo), lo hago y justo al notar como se coloca encima de mí, suena el teléfono.

Continuará...

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