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Un viaje a mallorca (22 - 2 - Final)

en Grandes Series

UN VIAJE A MALLORCA. (Final)

Cuando el taxi se detiene, Vicente sale y me abre la puerta, salgo y con discrección me miro el vestido; por suerte está limpio, pero un poco arrugado por haberme movido tanto.

Al salir tú, vienes hacía mí y me fijo que tienes la cremallera aún bajada. Con las prisas me olvidé de subirtela; Vicente se ríe con cachondeo y exclama:

Cierre la jaula o el pajarito se irá volando!.

Tú con un lígero rubor en las mejillas te la subes y te despides del taxista.

Me dices que vas a buscar un carrito para transportar el equipaje y entras dentro de la moderna y amplia sala de facturación.

Vicente me dá un albarán rosa para que firme y mientras lo hago él abre el maletero y saca el equipaje.

Lo deja apilado en la acera y al acabar se arrima a mí; con una sonrisa y una mirada lujuriosa me dice:

Su novío tiene mucha suerte de estar con una hembra como usted.

Ay, como lo envidio!. Con lo que me gusta a mí sodomizar a las mujeres...

En fin –y dice algo que ya he oído antes- como la pierda a usted es que es tonto...

En ese momento tú llegas y pones los bultos en el carrito metálico.

Saco 5 euros de mi monedero y al dárselos Vicente me coge un segundo la mano y dice:

Muchas gracias señorita, además de guapa es usted muy generosa. No tenía porque darme más...con la escena sexual de hace un momento, me han alegrado el día.

Les deseo un buen viaje de regreso. Adiós!.

También me despido de él con la misma palabra. Vicente se mete en el coche, arranca y se va.

Al entrar a la sala, nos acercamos al stand de Spanair. Hay una cola bastante considerable delante nuestra con gente que también tienen bultos para facturar; mientras esperamos nuestro turno me fijo en una pantalla eléctrica que hay sobre el mostrador y leo el siguiente mensaje escrito: EL VUELO SPAINAIR Z-254 CON DESTINO MADRID-BARAJAS A SUFRIDO UN RETRASO Y POR ESO SALDRÁ A LAS 21:30.

Cuando por fin llega nuestro turno para facturar, recibimos un saludo y una pregunta:

Buenas tardes!.

El peluche, desea facturarlo?.

El saludo y la cuestión me la hace una azafata joven: es como tú de alta, delgada, muy guapa, de ojos color verde mar, pelo castaño rojizo (recogido en un moño bajo), boca pequeña de labios finos maquillados con un brillo rojo y un toque de rímel azul en las pestañas. Viste un traje de chaqueta y falda azul marino, blusa blanca con botones dorados y como detalle lleva a modo de foulard un pañuelo con el logotipo de la compañía aérea.

En la solapa lleva una insigina de Spanair donde se lee su nombre: Nuria.

Le respondo que si es posible, sí. Me dice:

Por supuesto, pero el único requisito es que debe ir embalado en una bolsa homologada.

En las tiendas DUTTY-FREE las venden. Vaya y compre una, son muy económicas...

Mientras tanto, iré facturando los demás bultos. Déjeme un momento el muñeco para que lo pese...-se lo doy y lo pone en la báscula- es muy simpático y está gordito, eh?. Pesa 1 kilo y medio...

Le comento que es un regalo de mi mejor amiga y al recordar a Carmen, me pongo triste otra vez, pero como no quiero llorar sonrío al oír su comentario y le pregunto que por dónde queda la tienda?. Me indica:

A la derecha, todo recto a 100 metros, justo enfrente de un mostrador de alquiler de coches HERTZ.

Me giro y te veo: estás colocando mi troley y tu bolsa en la cinta transportadora, te pregunto si no te importa ocuparte de eso. Me dices después de darme un besito delante de Nuria:

No mi cielo, claro que no, ve tranquila, yo te espero aquí y luego iremos a dar una vuelta y "matar" el tiempo...ya sabes –y mirándo a la azafata dices con chulería y guiñándole un ojo- a jugar un poco.

No tardes mucho, vale?.

Ayyy!, qué peligro tienes!.

Nuria nos mira con ojos complices, pero también me parece verla mirarte con deseo, cosa bastante lógica siendo como eres, tan guapo, aunque a mí esa mirada no me ha hecho mucha gracia.

Malditos celos!.

Te devuelvo el beso y te digo que de acuerdo. Miro el reloj: las 19:55, me doy la vuelta y enfilo por el pasillo.

El local donde se ubica la tienda no es demasiado grande, pero está muy bien organizado y se haya dividida en varias secciones igual que en un autoservicio.

Tiene 3 carteles rojos colgados del techo a modo de indicadores: TEXTIL, REGALOS Y DROGUERÍA.

Al entrar me acerco al mostrador y el dependiente, un chico bastante guapo, joven, alto, delgado, de pelo corto negro azabache y piel morena me saluda y me pregunta que deseo; le explico lo que quiero y me señala con la mano la última sección.

Al ir para allá, me fijo de reojo que el tío no deja de mirarme...

Es un hombre guapetón, y tiene unos ojos negros preciosos, pero no me atrae porque es demasiado velludo –y que no se ofendan los "ositos", es sólo que a mí me van más los tipo metrosexuales-.

Como dice el refrán: ""Hombre peludo... hombre forzudo", pero bueno para gustos hay colores.

Cuando llego rebusco en la estanteria y cojo una bolsa grande de color negro; Nuria tenía razón, son baratas...1 euro. Al pasar por la sección de textil reparo en unas braguitas muy monas: son de algodón, pequeñas y de color rosa o azul con puntitos negros. También elijo dos (una de cada) en la talla M. Vale 3 euros el par.

Estoy a punto de llegar de nuevo al mostrador y antes de salir veo en un estante un baulito con forma de casita muy gracioso: es de plástico rosa con un asa verde totalmente repleto de caramelos y gominolas de colores...

Al momento, se me aparece en mi mente la hermosa carita de Naty preguntándome:

Tía Pili, dónde está mi regalo?.

Sólo de pensar en los pucheros que haría si no le llevo nada, me hace temblar, agarro un juguete (sin ver el precio) y me dirijo a la caja registradora.

Para ser tan pequeña, mi sobrinita tiene muchísimo carácter. Sagitario tenía que ser...

Al llegar, le doy al dependiente las cosas y al ver las braguitas me parece ver un lígero rubor en sus mejillas. Con nerviosismo me pregunta:

Son para usted?.

Yo...perdón por la pregunta. No es de mi incumbencia...

Lo veo tan inocente y tan tierno, que con una de mis dulces sonrisas, le digo que sí y que cuando vuelva a la sala de facturación iré a un baño y me probaré una y para ver su reacción le pregunto: "Cuál te gusta más?".

Con un titubeo y tragando saliva, me dice:

Mi color preferido es el azul...

Le guiño un ojo y le prometo que me la pondré.

Le pido que me cobre y él metiéndo la bolsa homologada y las braguitas en una bolsa verde de papel, al ver el baúl de juguete, me pregunta:

Quieres que lo envuelva?.

Es muy bonito...

Qué es para tu hijita?...Aunque no creo. Eres muy joven...

Le sonrío de nuevo, veo en mi reloj que son las ocho y cuarto y le digo con amabilidad que no es necesario.

Me dá el ticket: 10 euros.

Nos despedimos. Me pregunta qué cuál es mi destino?, y mientras me dirijo a la salida, le contesto que voy a Vigo.

En voz baja lo oigo decir:

Yo tengo familia allí. Mis abuelos viven en Moaña...

Antes de irme me giro, lo veo y le susurro: "Entonces nos podemos volver a ver".

Me sonríe con los ojos muy brillantes y me desea buen viaje.

Al salir, me quedo unos segundos pensando cuando voy a ir al baño a cambiarme, también recuerdo los banana split que me dió Paco y de fondo huelo un exquisito aroma a café capucchino. Hhmm!.

Estoy ensimismada en estos pensamientos y no veo unas manos que me abrazan desde atrás y me tapan los ojos. Con voz grave y dura, me pregunta:

Quién soy yo?.

Arqueo mi espalda y pego mi culito al paquete de esa persona. Hago esa acción porque estoy segura que eres tú. Te llamo por tu nombre y después de soltarme, me preguntas:

Cómo has adivinado que era yo?.

Ya te echaba de menos y como no venías he decidido venir yo; además me apetece tomar un café y Nuri –te miro y me pongo bizca al escuchar como la llamas. Uy, uy!- me dijo que aquí cerca hay una cafeteria...

Te apetece tomar algo?.

Te respondo que sí, que se me hace la boca agua por un capucchino, pero que primero será mejor llevar la bolsa para facturar el peluche.

Me coges la bolsa de papel y mientras buscas en su interior, me dices:

Para no perder tiempo, mientras yo llevo la bolsa al stand, tú ve a la cafeteria y coje una mesa. Vengo ahora mismo...

Y estas bragas tan chulas?. Son para tí?.

Yo quiero una...

Te sonrío pícaramente y te digo que eso debes ganartelo.

Me devuelves la bolsa y en el momento en que te vas, tu reloj comienza a sonar. Son las 20:30.

Entro en la sala en donde está la cafetería; es un local de la cadena Di SanRemo. No es muy grande, pero si acogedor y confortable.

Hay varias mesas redondas negras y sillas azules, en la barra hay colocados cinco taburetes altos y de metal forrados en cuero negro. Está todo muy limpio.

En una mesa hay una pareja sentada...

Me acerco a la barra y el camarero, un señor de unos 60 años, como yo de alto (1’60), con el pelo algo canoso, gordito y con un pequeño bigote –muy parecido al del mítico e inolvidable CHARLOT-, se acerca a mí, me sonríe dulcemente y me saluda galatemente diciéndo:

Buonasera, signorina!.

Qué desea?.

Aquí tenemos comidas y bebidas muy buenas, pero nada tan exquisito como usted!.

Le agradezco su bonito piropo con un "Grazie" y una tierna sonrisa.

Le explico que estoy esperando a mi novío para luego tomar uno de esos buenísimos capucchinos...él me indica con los brazos en cruz una mesa o la barra y me dice en Castellano con mezcla de palabras en Italiano:

Muy bien. Como quiera, bella!.

Dopo (después) me llama. Mi nombre es Giovanni...

D’accordo?.

Le respondo que sí y me dirijo hacía dentro del local para sentarme en una silla colocada al lado de una mesa que está al fondo; cuando voy a pasar por al lado de la pareja, los saludo y el hombre, un chico muy atractivo de unos 30 años más o menos, con preciosos ojos azules y barba perfilada me mira rápidamente y susurra un tímido "Hola guapa".

Me giro para verlo mejor y en ese momento, su novía, mujer, en fin su pareja, un chica también guapísima le pregunta en voz alta:

Eduardo mi amor, aún tienes las entradas para el concierto del Juanes, no?.

Como las pierdas, te mato!.

Y estalla en una simpática carcajada.

Él también se ríe y con una graciosa mueca de payaso –hace con la boca abierta un divertido gesto- asiente.

Al verlo, me río con discrección. Qué hombre tan majo!.

Cuando llego al lado de la silla me siento. La mesa es la número 6 –como mi número del destino. Que casualidad!-; sobre ella hay un aparato de sevilletas de papel, un pequeño cenicero de porcelana blanca con el nombre "Don Giovanni" en letras rojas y una carta de menús Di SanRemo.

Mientras te espero, la cojo y la hojeo en la primera página.

Al cabo de un minuto levanto la vista y te v eo en la barra hablando con el camarero.

Te llamo con un silbido; te dás la vuelta, me miras y me sonríes –con esa carita de chico malo tan seductora-, le dices algo a Giovanni y vienes hacía mí

Continuará...

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