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Trilogía + un extra de una Masturbación

en Autosatisfacción

 TRILOGÍA + un extra DE UNA MASTURBACIÓN. (Restaurado)

Cuando desconecté el ordenador, estuve un ratito pensando en tí...Eres un hombre muy atractivo; me gustas mucho porque además de guapo eres inteligente, muy cariñoso, gentil y contigo me río un montón.

Me encanta masturbarme imaginando que eres tú quien me dá ese placer.

Cuando fui al baño sentía mi coñito estallar de ganas; estaba –y ahora mismo vuelvo a estar igual- muy excitada. Encendí la luz, cerré la puerta con cerrojo y me senté en el wáter y después de bajarme el short del pijama y la braguita (ayer era de algodón rosa con puntitos negros), metí mi mano derecha entre las piernas y deslicé un dedo desde el ano hasta el clítoris, pensando que era tu lengua que me lamía: estaba completamente húmeda y mi vagina al notar ese tacto empezó a dilatarse y a emanar flujos. Mi chochito pedía a gritos ser penetrado; cerré los ojos y sin querer ni poder evitarlo introduje mi dedo índice hasta el fondo, mientras repetía tu nombre e imaginaba que era tu enorme polla de diecinueve centímetros la que me rompía el coño una, otra y otra vez.

Tuve el primero de muchos y placenteros orgasmos.

Tenía la boca abierta y de mi garganta sólo salían jadeos y suspiros de placer.

Me saqué el dedo todo pringado y por supuesto lo chupé con todas mis ganas. Lo lamí con vicio desde la base hasta la punta, mi imaginación se disparó y jugueteé con mi lengua sobre el pensando que era tu glande. Mmmmmmmmm!. Qué rico!. 

No me limpié a fin de no secar esa pringue que lubricaba mi sexo.

Dedicí irme a la cama y continuar allí con mi juego. Un juego muy divertido, por cierto.

Coloqué la ropa en su sitio, apagué la luz y me fui a mi cuarto.

Cuando entré en mi habitación, mi coñito estaba cómo loco por seguir recibiendo placer. Notaba como seguía derrando flujo vaginal; era lo mismo que las Cataratas del Niágara...

Me quité el reloj, lo miré –las 12:05- y lo dejé sobre la mesita.

Quité mis peluches de encima de la cama, eché la colcha y la sábana hacía atrás, dejé la chanclas debajo y me metí en mi camita.

Mi alcoba es de madera de cerezo y consta además de un amplio armario empotrado, de un gran tocador con espejo y una coqueta mesita de noche.

Al ratito me “preparé”: me quité todo. Me quedé totalmente desnuda...

Como hago todas las noches, cogí un bote de crema hidratante del cajón de la mesa de noche y me frote todo el cuerpo con ella: los brazos y las manos, las tetas, duras y redondas con mis pezones marrones ya erectos, mi estrecha cintura, el vientre, mis anchas y curvadas caderas, mis muslos llenitos, las piernas flexibles y los pies, muy pequeños como los de una geisha.

Me acaricié el cuerpo otra vez, imaginando que eras tú quien lo hacia y noté otro de los mayores orgamos que he tenido en mi vida. Me estremecí de arriba a abajo.

Apagué la luz, levanté y abrí mucho las piernas, y sepárando los labios vaginales me froté el clítoris dándome pequeños y suaves pellizcos, luego me mojé el dedo corazón en saliva y a continuación me penetré con él; como estaba tan mojada entró muy fácil, no tuve que hacer ninguna fuerza.

Lo metí entero en mi agujerito (hasta la última falange), el cual estaba sorprendentemente abierto sin parar de soltar jugos. Apuesto mil euros a qué te hubiera gustado probarlos...A mí también me hubiera encantado sentir tu boca y tu lengua...

Comencé a meterlo y a sacarlo y lo moví varias veces y cuando lo saqué todo pringado lo llevé hasta el culito y lo rocé contra el ano haciendo círculos y sentí tanto placer que tuve que morderme los labios para no gritar.

De nuevo deslicé el dedo hacía mi vagina y volví a penetrarme otra vez. Seguía igual de dilatatada. Tiene el tamaño perfecto para tu pene...

Lo saqué super pringado, lo llevé a la boca y lo chupé de nuevo mientras pensaba: que buena está tu polla! y tuve otro orgasmo brutal.

Estaba bastante cansada, y decidí terminar ya.

Encendí la luz, cogí el reloj y vi la hora: las 02:00 de la madrugada.

Me miré en el espejo y me admiré gratamente; estaba muy bella: con el pelo alborotado, la carita sudorosa y caliente, los ojos muy brillantes y los labios tan rojos como una fresa madura.

Así pues me puse la braguita, la camiseta y el short, me tapé, apagué la luz y me quedé profundamente dormida boca arriba, con las piernas separadas y los brazos a lo largo del cuerpo.

Esa noche, como todas las noches, soñé contigo...

En mi sueño, estábamos los dos desnudos.

Te veía tan nitidamente que pensé que de verdad estabas junto a mí en la cama; podía sentir tus grandes manos acariciando mis pechos...todo mi cuerpo, tu boca y tu lengua besando y lamiendo mi cuello, mis labios...cada centímetro de mi piel, noté tu cálido aliento sobre mi cara, vi tus preciosos ojos marrones que me devoraban por completo, oí tu varonil voz que me decía:

- Pili, te deseo tanto!.

Y sentí tu pene muy grande y totalmente erecto queriendo penetrar en mi cueva de placer.

Me puse sobre el lado derecho y coloqué mi mano diestra sobre el corazón; escuché como latía muy fuerte por tí y me oí decir: “Sí, hazme tuya”.

Sentí como tu mano se coló entre mis piernas y como tus dedos índice y pulgar frotaban dulcemente mi pequeño, duro, pero muy sensible clítoris.

En mi mente, tú continúabas dándole placer a mi chochito y en mi “cruda” realidad mi cuerpo se agitó y vibró fuertemente al sentir un placentero orgasmo.

Arqueé mi espalda e incliné hacía delante mi rodilla izquierda; tú me cogiste fuerte, pero delicadamente por la cintura y clavaste tu miembro viril hasta el fondo de mis entrañas.

Al sentirlo tan dentro de mí, de mi garganta brotó un alarido seguido de incontables jadeos y suspiros de placer.

Aaaaaaahhhhhhggggggggg!.

En la soledad de mi cuarto, me abrazacé a la almohada y te llamé por tu nombre una y otra vez; y la besé pensando que era tu boca la que recibía todos mis besos.

Después retiraste tu pene del interior de mi vagina, me besaste en el hombro y acercando tus labios a mi oído me susurraste:

- Te quiero!.

Cuándo escuché está frase, me volteé rápidamente para decirte que yo también te amo y que siempre te amaré... pero tú desapareciste de mi sueño, aunque tu recuerdo estará en mi mente y en mi corazón. Para siempre.

Volví a girarme y hundí mi cara entre el cojín y lloré amargamente por haber perdido al hombre del cúal me enamoré.

Entre suspiros y llantos de tristeza, me quedé dormida...

La alarma de mi reloj empezó a sonar, como cada día a las 08:01 minuto.

Cúando me desperté estaba muy triste y alicaída, tenía las piernas y los brazos entumecidos y la verdad es que no me apetecía levantarme.

La última media hora fue muy dura; seguía recordando como el hombre del que aún estoy enamorada me había amado en sueños, si cerraba los ojos seguía viendo su rostro, si escuchaba con atención podía oír el eco de su voz que me surruraba:

- Te quiero!.

Me estremecí...

Me di la vuelta y me puse boca arriba. Decidí no pensar más en él (me va a costar mucho porque yo lo quiero de verdad, pero soy una mujer fuerte y valiente) y seguir luchando en la vida por conseguir mis metas.

Levanté la almohada y la coloqué detrás de mi espalda e incorporándome comencé a frotarme vigorosamente el cuerpo a fin de espabilarme, también abrí el cajón de la mesa de noche y saqué un espejo en forma circular. Me miré...estaba horrible: la cara pálida, el pelo enredado y con unas ojeras hasta los pies de tanto llorar.

Me dije a mi misma:

- “No seas idiota. Ponte las pilas, coño!.”

Y me di un par de bofetadas para espantar esa modorra que me atenazaba; mi madre se asomó a la puerta y me dijo con una sonrisa:

- Buenos Días, mujer “madrugadera”. Preparada para comenzar la jornada?.

- Caramba! Qué mal aspecto tienes, estás bien?. Tal vez estás con gripe!. O es otra cosa?

Cómo dije en otro  relato, mi madre que de tonta no tiene ni un pelo me interrogó sobre el asunto y para “sacármela de encima” le comenté que tenía hambre, porque ayer cené muy poco. Me preguntó:

- Quieres que te prepare algo?.

Le dije que un zumo de naranja y un bollo integral con algo dulce me iría de perlas.

Ella se marchó a la cocina y yo me levanté y fui al baño.

Cuándo entré lo primero que hice fue lavarme la cara con agua fría y pasarme el cepillo por el pelo; dejé la puerta abierta porque sabía que no iba a masturbarme (que equivocada estaba) como hago siempre. Me senté en el wáter y como todas las mañanas hice pipí después de bajarme el short y la braguita –la cúal estaba bastante guarilla- y al no tener ningún estímulo no me toqué.

Fue bastante frustrante

Mi madre –se llama Hilda- también se sentó y se dispuso a desayunar conmigo. Me dijo:

- Ahora tienes mejor aspecto; debes alimentarte...últimamente comes muy poco. No quiero que te enfermes. Eres tan guapa...

Al terminar el desayuno, recogí la mesa y ella me preguntó:

- Qué vas a hacer ahora?; yo voy a llevar el rebaño de ovejas al “Naval” (es una finca) y luego tengo que planchar ropa, poner la lavadora, después tender las prendas y más tarde haré la comida. Qué rollo patatero!. Me podía tocar ya el cuponazo...

Le contesté mientras me reía sonoramente que eso era imposible, porque ella no juega con el cupón de la O.N.C.E. y también le dije que después de arreglarme iría a la salita a estudiar un poco.

Cuándo ella se fue, me metí en la sala donde tengo mis cosas: libros, figuras que me han regalado, un équipo de música, una televisión, un vídeo y el ordenador.

Me senté en mi silla de relax y pensé un rato: estaba deprimida, pero entonces me acordé de vosotros, mis queridos “fans” –como cariñosamente os llamo-. Todos y cada uno en mayor o menor grado soís muy importantes para mí; habeís dedicado tiempo de vuestra vida y porque no decirlo, algún dinero en leer mis relatos y en escribirme comentarios y e-mails (algunos son muy subidos de tono, qué pillines soís!) los cuáles tengo archivados en el P.C. Tengo más de 100...

E incluso varios de vosotros –tranquilos, no diré nombres- teneís mi dirección de msn y hemos practicado ciber-sexo, yo me lo he pasado muy bien...y espero que vosotros también disfrutaráis mucho. Si lo he conseguido me alegro mucho, porque quiero que sepaís que deseo que seaís muy felices.

Decidí ir a mi habitación a cambiarme para luego poder estudiar, pero ahora ya no estaba triste...

Entré y cerré la puerta con pestillo; me desnudé completamente, vi mi cuerpo reflejado en el espejo y...me gustó lo que vi.

Comenzé a acariciarme mientras pensaba en VOSOTROS; toqué con un dedo mi coñito y lo noté así:

Y claro,  no tuve otra opción: abrí las piernas y me penetré muchas veces y cada vez que lo hacía repetía tu nombre, el tuyo y el tuyo...

No sé cuántas veces me follé, pero fueron muchas y acabé tan agotada que me metí otra vez en la cama y me quedé dormida al minuto.

Pero ahora dormí tranquila, relajada y feliz.

FIN.

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