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Un viaje a mallorca (22 - 1 - Final)

en Grandes Series

UN VIAJE A MALLORCA. (Final)

Tres aeropuertos, dos aviones y varios planes futuros: Placer en el taxi. I.

Muchas veces una mirada dice más que mil palabras y en la mirada que veo reflejada en los ojos de Pelayo, puedo leer el siguiente mensaje: "No puedo ir contigo de viaje".

Enseguida mis ojos se llenan de lágrimas, abro la boca para preguntarle por qué?, pero opto por no hacerlo. Él acerca su mano a mi cara y me acaricia con suavidad la mejilla izquierda. Me dice en un susurro:

Lo siento mucho.

Por favor, perdóname!.

Quiero sincerarme y decirle que me he enamorado locamente de él, que soñaba con la estancia en esa casa rural, que nos imaginaba allí juntos, bajo las estrellas haciendo el amor, pero me muerdo cobardemente la lengua y no le digo nada; mil sueños e ilusiones rotos en un minuto. Otra vez.

Primero tú y ahora él. Sois mi Ying y mi Yang.

Cuando estoy a punto de despedirme –con un triste adiós- de él, tú te acercas a mí por la espalda, me coges por los hombros y me preguntas al oído:

Nos vamos ya?.

Pelayo se mete en su despacho y así, sin decirme nada más, se fue de mi vida...

Voy a responderte que sí, pero en ese momento Ramón aparece; en sus manos lleva la caja de productos NÍVEA, con una sonrisa me dice:

Toma esto. Se quedó arrinconado en el economato, menos mal que Ana lo vio...Bueno si lo hubieras dejado aquí te lo mandaría por correo postal.

Se lo agradezco porque yo lo olvidé por completo.

Te pido que la cojas tú porque yo llevo el peluche que me regaló Carmen.

Ahora si que nos vamos a la salida; Paco me dá un paquete envuelto en papel de aluminio y me dice:

Los banana split que te prometí.

Te los comes a mi salud, vale?.

Lo abrazo cariñosamente, le doy de nuevo las gracias y lo guardo en la mochila.

Al llegar al lado del taxi, Vicente, el taxista repara en la caja y abriéndo el maletero, te la coge y la guarda., al cerrar el portaequipajes nos pregunta:

Les parece bien que nos vayamos?.

Ya pasan díez minutos de las siete y deben facturar todo a tiempo...

Le digo con mucha tristeza que sí, tú me abres galantemente la puerta de atrás, entro, cierras y después de volver a saludar a Francisco, te metes dentro por el otro lado.

Vicente arranca el motor y el taxi –un Opel Astra blanco- baja despacio por la Calle Laud.

Cuando el coche se pone en marcha, giro mi cara hacía la ventanilla y durante un instante me quedo mirando fijamente la fachada del hotel; por mi mente pasan todos los momentos, buenos y malos, que hemos pasado en este incréible fin de semana.

Recuerdo muy especialmente, cuando me violaste salvajemente debajo de la escalera y enseguida comienzo a llorar en silencio; tú te dás cuenta, cogiéndome de la mano y volteando mi cara me preguntas:

Por qué lloras, mi amor?.

Ya sé que sientes añoranza por todo lo que hemos hecho estos días, pero no te preocupes; muy pronto volveremos a vernos (al oírte te miro con ojos interrogativos) en esa casa rural.

Katy, la chica Inglesa me dijo que ganaste ese premio. Lo pasaremos tan bien o incluso mejor que aquí.

De acuerdo?.

Estoy a punto de decirte –y de paso contarte toda la verdad- que no es contigo con quien voy a ir a los Picos de Europa, que he invitado a Pelayo a venir conmigo porque estoy enamorada de él, pero como un trueno pasan por mi mente y mi corazón las palabras que leí en sus ojos: "No puedo ir contigo de viaje".

Rompo a llorar desconsoladamente y tú para intentar calmarme acaricias mi pelo y abrazándome con ternura, le dices al taxista, el cuál voltea un segundo su rostro hacía nosotros:

Mi novía además de guapa e inteligente es muy sensible y por eso llora como una Magdalena!.

Vicente me mira de arriba a abajo y cuchichea en catalán:

Sí, está muy buena y seguro que jode de vicio!.

Mi catalán hablado es regular, pero lo entiendo a la perfección y sé que "fot" significa joder o follar.

No digo nada; no sé si será verdad, aunque tampoco es algo que me importe mucho.

Estamos parados en el semáforo del RIU CENTER y cuando se pone en verde, el taxi gira en la rotonda y se dirige al aeropuerto por la autovía.

Cierro los ojos y me recuesto en tu pecho haciéndome la dormida, mientras te digo que estoy algo cansada. Tú después de darme un beso en la frente me respondes:

Sí claro, lo entiendo.

Ven, cariño mío –me abrazas con suavidad- intenta dormir un ratito.

Y no te preocupes por nada, cuando lleguemos te aviso...

Mientras hecho una cabezadita oigo como le comentas –con bastante prepotencia- al taxista que es normal que yo esté cansada porque este fin de semana a sido muy tórrido para los dos; y que hace más o menos media hora me has dado por el culo y me has chupado el coño...

Al oír este comentario, siento como me hierve la sangre.

Serás hijo de puta!. Soberbio de mierda!, pero al mismo tiempo me caliento –y no es hipocresía, queridos lectores. Simplemente es que tengo ganas de hombre- sobremanera y noto como el coñito se me humedece.

Doy un saltito y me remuevo en el asiento; muy lentamente levanto mi boca hacía tu oreja y te susurro: "Marcos, fóllame", "Te deseo mucho".

Interiormente sonrío y me digo a mi misma: "Pili, eres una buena putita"!.

Al oír mi petición, me abrazas con tu brazo izquierdo y metes la mano derecha por debajo del vestido, me acaricias los muslos con la punta de los dedos y me haces estremecer de gusto. Mmmmm!.

Noto como te pones en tensión y para darte más "ánimo" te beso el cuello suavemente.

Para facilitarte la tarea me muevo un poco y me dejo caer con el cuerpo hacía abajo; tú mientras y para dimisular colocas el peluche en mi regazo y hablas con el taxista del tema banal más típico: el tiempo. Le dices que hace mucho calor y él te responde que ayer hizo más y al cabo de un segundo dice:

Ahora estamos a 26 grados.

Quiere que ponga el aire acondicionado?.

Le respondes –con un lígero temblor de voz- que sí, pero a no demasiada potencia...

Al oírte hablar me dá la risa tonta, doy un pequeño estornudo y como excusa aprovechas y le dices que si lo pone muy fuerte me puedo resfriar.

Ya me estoy empezando a impacientar, necesito masturbarme, estoy a mil. Esta escena me dá mucho morbo y siento como mi conejito palpita por tener algo dentro.

Te susurro que me metas un dedo y al decirlo doy un saltito y arqueo la espalda. Abro las piernas con deseo.

Sigo con los ojos cerrados y por eso no te veo, pero seguro que estás sudando; con cuidado, pero con mucha intención (de excitarte un poco más), te toco la entrepierna y al notar, por encima del vaquero la dureza de tu miembro, no puedo evitarlo y se me escapa un gemido, aunque no ha sido muy fuerte seguro que Vicente lo ha oído a la perfección. Aaghh!.

Él no dice nada –bueno, te pide permiso y pone la radio-. La enciende en la emisora de los 40 Principales y en ese momento suenan los primeros acordes del reggaetón "Dale, Don Dale" interpretado por Don Omar...

Yo aprovecho el sugerente título y canturreo en voz bajita: "Dame, Marcos Dame". Noto como me sobas el Monte de Venus con la palma de la mano y acercándote a mi oído me preguntas:

Quién eres?.

Sonrío y entornando un milímetro las pestañas, entono sólo con los labios: "Soy tu putita".

Pones tu boca sobre la mía, metes el dedo índice –creo- por dentro de la braguita y al llegar a mi cuevita lo introduces entero, hasta el nudillo. Mmmmmmm!.

Ahogo un grito descomunal y todo el cuerpo comienza a temblarme.

Ufffff. Que gran placer!.

Nuestras lenguas bailan la segunda parte de la danza de fuego que comenzó el viernes por la mañana en el ascensor del hotel; decir que nos besamos es poco...nos chupamos, nos comemos, nos saboreamos. Muy rico!.

Mueves el dedo en círculos y al sentir esas oleadas de goce, meneo mis caderas en un suave vaivén, adelante, atrás, una y otra vez.

Paramos de besarnos.

Te bajo la cremallera, meto la mano en tu bragueta por debajo del boxer y te acaricio la polla.

Dios, que dura está!. Si pudiera te la mamaría hasta dejarte seco...

La canción acaba y Vicente te anuncia

En 5 minutos llegaremos a Son San Joan.

La señorita está bien?. Espero que no se haya mareado...

Al oírlo, noto como intentas retirar el dedo del interior de mi vagina, pero con rápidez hago el gesto de morderme el labio inferior, saco la mano de dentro de tus pantalones y aprieto tu mano para que no lo saques.

Aún no. Déjalo ahí un minuto más.

Le dices que sí, que no me mareé y que esta siesta me ha venido muy bien...

Te susurro que me ayudes a correrme; te escucho suspirar y removerte en el asiento. Seguro que tú también necesitas eyacular, pero los hombres lo teneís complicado en algunos sitios, verdad?.

Aprieto más mis músculos pélvicos a tu dedo, imaginando que lo que me penetra es tu falo y me dejo ir; tengo un fuerte orgasmo que me deja muy a gusto. Me muerdo los labios para no gritar.

Estoy completamente empapada...

Ojalá que no se me halla mojado el vestido o sino parecerá que me he meado.

Abro los ojos de par en par y después de darte un besito y susurrarte con voz sensual "Gracias cariño", cojo en la mochila un paquete de kleenex y te digo que ya puedes sacarme el dedo...Madre mía!, está todo pringado, gelatina pura y enseguida el taxi se llena de un olorcillo dulzón.

Enseguida que queda al aire, lo meto en mi boca y lo chupo, pero un poco se queda pegado en mi barbilla; tú te dás cuenta y pegando tu lengua a mi mentón me lames con gula. Me pides con desesperación:

Por favor, ayúdame a mí ahora!.

Me doy cuenta con un poco de verguenza que Vicente nos está mirando por el espejo retrovisor, pero saco todo mi valor, coraje y sangre fría –que para eso soy escorpio- y me quedo mirándolo fijamente una fracción de segundo.

Él me mira a mí y después de guiñarme un ojo y sonreírme pícaramente, inclina el espejo hacía un lado.

Te pido que cierres los ojos, saco un pañuelo de papel, lo envuelvo alrededor de tu pene y te pajeo un par de veces; al instante descargas un manantial de espesa y blanquecina leche; dás un profundo gemido y te sacudes en un pequeño espasmo. Estás guapísimo!.

Me inclino un momento y con otra servilleta te limpio un poco mejor. Abres los ojos...

Te arreglo un poco más (limpio el sudor de tu cara y meto tu fláccido pene dentro del boxer) y de paso yo también me acomodo. Te doy un chicle y después de maquillarme y echarme unas gotas de perfume, me pongo a mascar otro.

Al llegar a la entrada del aeropuerto, el taxi gira a mano izquierda y se dirige a la terminal de salidas.

Vicente se gira un momento y me dice:

Ya hemos llegado; son las siete y media en punto.

Parezco un cronómetro con piernas, verdad? –jajaja-.

Tu reloj empieza a sonar y él sigue diciéndo:

Este trayecto ya está pagado, pero si lo desea...ya sabe...la propina.

Aunque tampoco es necesario porque –pone los ojos en blanco, resopla y hace un gesto obsceno con la lengua- menuda escenita!.

Lo han pasado bien?.

Le corto y cambio de tema preguntándole si necesita que le firme algo?.

Me sonríe y me dice que sí, que ahora al llegar me dará un recibo.

Continuará...

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