Siempre Sade
Todo era mas fácil cuando empecé, explicar lo que soy seria demasiado largo. Soy producto del mundo que me ha tocado vivir. Un lugar de perversión y crueldad, no muy diferente al que tu conoces. Yo te lo iré mostrando conforme nos conozcamos.
Mari era una pariente lejana, su madre la quería para monja. Ella venia de vez en cuando a cuidarme. Ella ya estaba desarrollándose, era muy delgada y parecía siempre meditabunda. Un día la vi en el salón auto flagelándose, se asusto a verse descubierta y quiso explicarme. Agarre el látigo y la golpea aun mas fuerte, una y otra vez hasta que su espalda enrojecío de veras. Ella lloraba, me fije en que se había roto su sujetador, y sus pechos estaban desnudos. La agarre y la tumbe.
-Ahora te curare. La dije
Manosee sus pechos todo lo que quise, ella comenzó a reír.
-Me hace cosquillas, doctor. Me dijo
Hipnotizado por sus pechos comencé a lamerlos y chuparlos, hasta que enrojecieron y se pusieron duros.
-Doctor por favor, eso no esta bien Dijo ella
Yo seguía y seguía, ella intento zafarse pera acabo por abandonarse al goce.
-Doctor, me duele también aquí, en la entrepierna. Me dijo mientras se subía la falda y se quitaba las bragas.
Acerque mi cara, olía a boquerones y sabia a almejas, mmmmmm.... Mari gritaba como una perra, entonces clave mis dientes en su sexo y la arranque pelo y carne de un bocado... aquel sabor a almejas.
Ella gritaba como una cerda, salió de mi casa corriendo. Estuvo meses andando espatarrada, pero volvió a cuidarme.
Un día me llevo a su casa, llena de muebles de mármol y de varios pisos. Me paseo sin soltarme la mano. Metió en su habitación, de paredes marrones, pequeña, solo con la cama. Allí me acariciaba, me besaba, yo la desnudaba y disfrutaba sus pechos. Un día en plena calentura suya, y hastío mío se arrodillo a mis pies y me suplico que la violara.
-Estas loca, tu madre me mataría. La dije
Pero ella lo deseaba, se apodero de mi pene y comenzó a mamarlo, dentro fuera, dentro fuera, hasta que estuvo como una roca. Entonces quiso empalarse, yo cansado la tumbe en la cama y elegí otro agujero que empalar. Desgarre su culito y me la folle por el, como gritaba el cochino. Dejo la cama bañada en sangre, ella aun gritaba cuando me marche.
Era un cochino, un lechón, había perdido su humanidad, los mendigos tenían hambre... Su delgado cuerpecillo cupo perfectamente en el horno, no les culpo... Así ella cumplió con su labor de evangelizar y alimentar a los pobres.
Ludwig esta congelado ante ese fragmento de las crónicas de Helloween... Esta congelado, pues se reconoce en ese tal Pac-Man... Y esa prima... Esa prima es... ocurrió lo mismo entonces... Bueno, no exactamente...
Mari era una pariente lejana, su madre la quería para monja. Ella venia de vez en cuando a cuidarme. Ella ya estaba desarrollándose, era muy delgada y parecía siempre meditabunda. Un día la vi en el salón auto flagelándose, se asusto a verse descubierta y quiso explicarme. Ella lloraba, pareci asustada o avergonzada, me fije en que se había roto su sujetador, y sus pechos estaban desnudos. Su piel sangraba y estaba enrojecida...
-Ahora te curare. La dije
No pude evitar acariciar sus pechos, ella comenzó a reír.
-Me hace cosquillas, doctor. Me dijo
Hipnotizado por sus pechos comencé a lamerlos y chuparlos, hasta que enrojecieron y se pusieron duros.
-Doctor por favor, eso no esta bien Dijo ella
Yo seguía y seguía, ella intento zafarse pera acabo por abandonarse al goce.
-Doctor, me duele también aquí, en la entrepierna. Me dijo mientras se subía la falda y se quitaba las bragas.
Acerque mi cara, olía a boquerones y sabia a almejas, mmmmmm.... Mari gritaba como una perra... aquel sabor a almejas.
Ella gritaba como una cerda... En aquella época volvió muchas mas veces a cuidarme.
Un día me llevo a su casa, llena de muebles de mármol y de varios pisos. Me paseo sin soltarme la mano. Metió en su habitación, de paredes marrones, pequeña, solo con la cama. Allí me acariciaba, me besaba, yo la desnudaba y disfrutaba sus pechos. Un día en plena calentura suya, y hastío mío se arrodillo a mis pies y me suplico que la violara.
-Estas loca, tu madre me mataría. La dije
Pero ella lo deseaba, se apodero de mi pene y comenzó a mamarlo, dentro fuera, dentro fuera, hasta que estuvo como una roca. Entonces se empalo... Aquella fue mi primera vez... Dejamos la cama bañada en sangre, ella aun gemía cuando me marche.
Después de aquel día no volví a verla en años.
La hermana Mary Helen escucha atentamente el relato de boca de Ludwig, una sombra cubre su rostro...
El día esta clareando, Ludwig encuentra una nota:
Se quien eres... Ellas te vigilaban... Las dos las enloqueciste... Era de esperar, eres el hijo del demonio, el Vaticano lo sabía... Por eso mando a dos Juanas de Arco para vigilarte... Las dos fracasaron... La siguiente no te conoció... Yo no deseo hacerlo mas... No cometeré los mismos errores de la hermana Mari y la hermana Ana... Tampoco puedo matarte...
Así que era eso... Ellas... Tu... Ahora comprendo...
Estábamos en clase particular de matemáticas.
Estabamos en la guardilla. El solo pegaba fuerte por las cristaleras.
Pedí permiso, a Ana que me daba clases, para ponerme los parasoles y descansar la vista.
Ella me lo dio.
Cuando nos levantamos, acabada ya la clase, ella me pregunto en broma.
-¿Qué pasa eres un vampiro?
-Claro
Y aquel impulso que me hizo convertirme, por aquella época, en La Gárgola, me hizo, entonces, morder el largo cuello de Ana. Ella ladea la cabeza, cerró los ojos, aquel gesto mío la placía.
-Mmmmmm
Se desvaneció y cayo de rodillas. Comenzó a besar mi entrepierna, sumida todavía en el éxtasis de la caricia.
Ella una chica virginal, delicada, tímida... extrajo el miembro y lo engulló sin abrir sus ojos, sin dejar esa carita de sacerdotisa de Pan.
-Mmmmmm
La piel de seda, los labios rosados...... Se esmeraba.... Quizá lo esperaba.
Se la metió entera, mientras yo la acariciaba su pelo castaño.
Cuando llegó la corrida ella se sacó el miembro de la boca y se lo dirigió a la cara.
-Mmmmmm, que delicia
Yo no sabía que decir, pero me entrarón ganas de comérmela entera.
La levante de sus delgados brazos... La bese, la acaricie... Mis manos se posaron en sus muslos suaves y cálidos... Baje las bragas, y...
-Chicos... Ya es la hora.
Mi madre lo enfrió todo con ese grito desde la planta de abajo.
Además el hechizo desapareció en Ana, la cual enrojeció y se quedó sin habla... Bajó las escaleras nerviosa mientras se limpiaba la cara y se arreglaba.
-Pa-Pasado ma-ma-mañana nos vemos
Y aquello también decía: olvidaremos esto y seguiremos como si nunca hubiera ocurrido.
Ludwig conoce el resto de la historia... Ron la enloqueció, y Ana, prisionera en una institución psiquiatrica, acabo por suicidarse...
... En cuanto a Mari... Acabo convirtiéndose en una mujer bellísima... Una monja bellísima, de la que ya, Ludwig no sabe nada...