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RBD: Roberta y Diego, Entre Eros y Hades (1)

en Erotismo y Amor

El BMW se abría paso por las calles de Ciudad de México a una gran velocidad, cortando el aire de la fría noche. Como un misil, el deportivo gris corría sin descanso y sin objetivo preciso; en su interior un chico desesperado alternaba maldiciones con ruegos en su atormentado interior.

Para Diego Bustamante los minutos se le hacían interminables; desde la maldita hora en que había recibido aquella condenada llamada no tenía paz en su corazón. Una llamada que lo tenía al borde de la demencia, lleno de pavor y furia; conduciendo como un suicida por las calles de aquella ciudad que hoy se le antojaba inhospita como la selva más peligrosa del mundo.

Fue la voz de Jose Luján la que lo desperto a aquella pesadilla; su voz angustiada comunicandole la mala nueva que ella y Lupita habían descubierto, con el llanto de Lupita como música de fondo de esa conferencia telefonica.

-¡Diego! ¡Soy Luján! ¡Ha pasado algo terrible! ¡Se trata de Roberta!

Cuando Diego escucho esta primera frase su corazón casi se le sale del pecho, sintio que le faltaba el aire y el estomago se le descompuso. Imagino que su rostro debio estar palido como el de un muerto.

-¿¡Que le paso a Roberta!? ¡Dime Luján! ¿¡Que le paso!?

-Todavía no le ha pasado, es lo que le puede pasar. Lupita y yo llegamos, y encontramos...

Diego recordaba la conversación mientras sus manos se aferraban con dureza al volante de su coche último modelo; trataba de de no perder la concentración en la vía, pero era dificil con su mente absorta en el problema de Roberta.

Sí, Roberta Pardo Rey, la endemoniada chica más loca y estúpida que había conocido en su vida; la niña que le había hecho la vida imposible desde el mismo día que la conocio; la insoportable compañera de colegio cuya muerte o desaparición él deseo  tantas veces; sí, ella, la mujer que amaba...

Diego no entendía porque, jamas supo como pudo suceder, pero sí...la amaba más que a nada o a nadie, más que su propia vida. Y aquella noche era la prueba más evidente de ello. Basto una llamada de una de las amigas de “su” Roberta para que saliera volando al rescate de la “loquita”; sin que nada pudiera detenerlo estaba dispuesto a mover cielo y tierra para encontrarla.

Mientras otros niños ricos de su edad coleccionaban chicas bellas con las que se iban a la cama, él sólo pensaba en una chica a la que amaba con patetica desesperación y con la que ni siquiera se había acostado...

Y esa noche un miedo intenso recorría el cuerpo de Diego, un miedo como no había conocido en su vida; el terror de que algo malo le sucediera a Roberta, con la absoluta convicción de que prefería la muerte mil veces antes de que a ella le pasara algo malo. Porque la vida sin ella no tenía sentido. Sí eso no era amor, ¿Que demonios lo era?

-¡Maldita sea Roberta! (exclamó Diego mientras le daba un fuerte golpe al tablero del auto con la palma de una mano sin dejar de conducir con la otra) ¡Sí te agarro vas a ver, vieja loca!

No era extraño que ella lo sacara de sus casillas, ya que esa era la eterna historia de su relación; pero la rabia que sentía con ella en ese momento era paradojicamente la rabia que sientes solamente con alguien que quieres mucho y que por su propia estupidez puede sufrir algún mal.

Pero Diego reconocía que por esta vez Roberta tenía algo de razón para hacer lo que hacía; todo por culpa de sus malditos padres.

-Diego la nota de Roberta dice que se escapo; que se fue para no ver a sus padres (le dijo Luján en la llamada) Se despedía de nosotras y nos contaba que pensaba tomar un bus para ir a Chihuahua, donde buscaría una forma de llegar a Estados Unidos. Me imagino que penso que a la hora que llegaríamos ya no ibamos poder hacer nada para detenerla, pero regresamos de la Casa Hogar antes de tiempo. Me comunique con Alma pero ella esta en una presentación fuera del DF y no puede hacer nada, la pobre se puso como loca; trate de hablarle a Reverte pero no lo encuentro. Por favor Diego, tienes que detenerla; sí de verdad la quieres no la dejes ir.

Roberta huía porque no soportaba más la depresión que padecía desde que se entero de que Reverte era su verdadero padre; ella jamas perdonaría a sus padres por haberla engañado de esa manera. Diego lo sabía y por eso intento ayudarla, porque temía que la desesperación la empujara a comter una locura; pero ella rechazaba su ayuda y ahora había cometido la locura que el hubiera querido evitar.

Un frenazo y la bocina de otro coche devolvieron a Diego a la realidad; estuvo a punto de chocar en una intersección y el otro chofer le gritaba groserías indignado. Pero el chico no podía parar y debía seguir adelante. Solo esperaba llegar a tiempo.

En la terminal de buses una chica lloraba en silencio, tratando que la gente no la viera para que algún metiche no se pusiera a preguntarle que le pasaba; la muchacha sujetaba una maleta no muy grande y en una mano tenía el boleto de bus que la llevaría lejos del infierno que vivía.

Lloraba por lo que dejaba atrás; por su madre, ya que aunque no le perdonaba lo que le había hecho, no podía negar que la quería y la iba a extrañar. Además sabía que su partida le partiría el corazón.

También por sus amigas Lupita y Luján, por Pepa y Marcelino, hasta por Mía; pero sobre todo lloraba por él, por Diego. No podía sacarse su rostro de la cabeza en aquellos momentos, sus ojos tan lindos y esa boca que ella tanto había besado.

Su “muñequito de plástico”, el único hombre capaz de hacerla temblar de los pies a la cabeza cuando se le acercaba; el chico con el que más había peleado en su vida y que más la había hecho llorar, pero al que nunca podría olvidar. La idea de perderlo le destrozaba el corazón.

¿Perderlo?, en realidad nunca había sido totalmente suyo. También por eso se iba, porque sí al menos él fuera suyo y estuviera a su lado ella podía soportar cualquier cosa; pero sin él ya no soportaba el dolor.

-Eres una perdedora maestra (se dijo a sí misma Roberta) Un fracaso total, al menos lejos ya no podrás seguir embarrandola. ¡Maldito bús, porque no llegas!

Pasaron unos minutos y Roberta estaba cada vez peor; sentía nauseas por los nervios y no dejaba de llorar. A veces tenía ganas de devolverse y se decía que aquella era una locura, pero luego se reafirmaba en su decisión de irse.

De pronto oyo un grito de una voz familiar y apenas tuvo tiempo de voltearse cuando uno fuertes brazos la atraparon y la estrecharon contra otro cuerpo en un apretado abrazo. Aunque Roberta estuviera ciega y sorda no dejaría de reconocer aquel cuerpo que se fundía con el suyo; aquel olor tan familiar, aquella piel, el calor que emanaba de ese hombre, las oleadas de placer y nervios que recorrían su cuerpo cuando estaba en contacto con el de él. Era Diego.

-Roberta, mi amor; ¡No me vuelvas a hacer esto! (decía Diego mientras le besaba el cabello con la cara de ella entre sus dos manos) ¿¡Estas loca!? ¿¡Que demonios estabas pensando!?

-Diego, ¿Que haces aquí?

-Lujan me conto de tú nota.

-Pero sí ellas iban a estar en la Casa Hogar en una cena con el director...

-Pues parece que se suspendio; Roberta, ¿Que pensabas hacer?

-No Diego, no es lo que pensaba, es lo que voy a hacer (dijo Roberta separandose a su pesar de aquel cuerpo que en el fondo no quería soltar) Te pido que no me lo hagas más dificil, así que mejor vete.

-¡No te vas a ir! (dijo Diego agarrandola por el brazo con fuerza) ¡No te lo voy a permitir!

-¡Sueltame Diego! ¡No tienes derecho! ¡Yo voy a donde se me pega la gana y ni tu ni nadie me lo va a impedir!

-¡Escuchame Roberta Pardo o como te llames! (le dijo Diego mientras la abrazaba a la fuerza) ¡Tu te vienes conmigo así tenga que cargarte o sacarte de aquí arrastrandote por el suelo! ¡No me importa sí tengo que lastimarte, pero de que te vienes conmigo te vienes!

-¡Sueltame Diego, me haces daño! ¡Tu no me vas a obligar a ir contigo! ¡Sí quieres armo un escandalo!

-¡Anda, armalo, arma un escandalo! (dijo Diego soltandola y extendiendo los brazos en signo de desafío) ¡Que todo el mundo se entere que una menor de edad se quiere escapar a la frontera para irse al Norte sin permiso de sus padres! ¡Que venga la policía y que nos lleven a los dos! ¡Eso es lo que quiero! ¡Vamos, hazlo!

-¡¿Por que no me dejas ir?! ¿¡Por que me haces esto!? (dijo Roberta llorando desconsolada).

-¡Porque te amo grandisima estúpida! ¡Porque no puedo vivir sin tí! ¡Porque me muero sí te pasa algo, porque me preocupas, porque me dueles! ¡Por eso! (contestó Diego con los ojos húmedos).

Los dos se miraron en silencio unos instantes, con el dolor reflejado en sus ojos.

-Diego, ya no puedo más; quiero huir lejos de todo (rogaba Roberta llorando).

-¿¡Y a donde demonios vas a ir?! ¡No entiendes que sí te vas así estas poniendo tu vida en peligro!

-Pensaba buscar a una amiga que tengo que me podía contactar con un coyote...

-¡¿Qué?! ¡Pero tu...tu estas loca Roberta! (Diego no podía contener su enojo) ¡Eres una completa estúpida!

-¡Parale a tu carro Diego! ¡A mí no me llamas estúpida guey! Además, ¿¡Con que derecho me reclamas?! ¡Tu no eres mi papá ni mi marido!

-¿¡Con que derecho?! ¡Con el derecho de que se me paga la gana! ¡¿Sabes lo que te puede pasar sí haces una tontería así?! ¡¿Sabes que puedes terminar violada, o muerta, o las dos cosas?! ¡¿Eso es lo que quieres!? ¿¡Que encuentren tú cuerpo en Ciudad Juárez después de que te hayan violado y hecho desastres?! ¿¡Y tú mamá Roberta, ah, que pasa con ella!? ¿¡La quieres matar?! ¿¡Sabes que se puso mal cuando Luján la llamo!?

-¿¡Qué!? ¿¡Como está ella Diego!? ¡Dime!

-¿¡Como demonios quieres que este Roberta!? ¿¡Es que en tú pequeña cabeza no puedes entender que todos estamos mal por tí!? Tú mamá, Lupita, Lujan; ¡Maldita sea yo Roberta, Yo! ¡Yo sé que a tí no te importa lo que me pase, pero a mí sí! ¡Ojala me hubiera matado viniendo aquí para que estuvieras contenta!

-Diego, yo...

-Escuchame Roberta, aquí lo único que importa es que te vienes conmigo ¡Ya!; sí no quieres ver mañana en los periodicos que a tú mamá la ingresaron de urgencia a una clínica. Además ya te dije que sí es necesario no me importa formar un escandalo y llamar a la policía del terminal; y la “poli”sí que te va a llevar a la fuerza. ¡Así que vamonos!

Roberta vio la férrea determinación en los ojos de Diego como nunca la había visto en los ojos de nadie; supo que sería inutil oponerse a la voluntad de él, y por una vez en su vida Roberta Pardo sintio que había sido dominada por otra personalidad tan fuerte como la suya. Extrañamente esto no la hacía sentirse humillada, como sucedía a menudo cuando los adultos la obligaban a hacer algo contra su caprichosa voluntad; por el contrario, tenía el deseo irresistible de abandonarse a la voluntad de ese chico que para ella lo era todo. Deseaba que él hiciera con ella lo que quisiera, que se la llevara a cualquier lugar del mundo con tal de que estuvieran los dos solos. Tenía ganas de lanzarse a sus brazos y comerselo a besos; pero a la vez había algo que no se lo permitía, ese maldito “algo” que siempre los separaba.

-Esta bien, Diego; me voy contigo.

-OK, toma mi celular y llama a tú mamá.

-Pero Diego...yo no puedo horita...

-Roberta, por favor, piensa en Alma; ella lo debe estar pasando muy mal, por lo que me dijo Lujan puede tener una crisis de nervios muy fuerte y necesita saber que estás bien para no ponerse peor.

-Esta bien...pero vamos a donde le pueda hablar en privado.

-Dame tú maleta, yo la llevo.

Roberta le entrego la maleta a Diego y cuando él la agarro de la mano, ella se dejo llevar. Juntos salieron de la estación de buses y abordaron el BMW de Diego; el chico se puso al volante y arranco. Mientras conducía volteaba a ver a Roberta de vez en cuando; ella lloraba en silencio y espero unos minutos antes de atreverse a llamar a su madre.

La llamada puso más triste y nerviosa a Roberta; era una conversación dramática en la que la hija lastimada desahogaba su dolor y la madre reprochaba a la hija los peores momentos de su vida, aquellos en que no supo nada de su niña y temio lo peor.

-¡Ya te lo dije mamá, quería escapar de este infierno en que se ha convertido mi vida! ¡No...tú Alma Rey me rompiste el corazón a mí!...¡No llores más...por favor!...¡Ya quedate tranquila, ya...! ¡Sí...Diego, mi mamá quiere hablar contigo!

Diego aparco en un costado de la vía y respondio la llamada de Alma.

-Sí Alma, yo estoy con ella; no te preocupes, sólo esta nerviosa pero esta bien... Sí ahora vamos en mí carro...Yo me ocupo de ella...No tienes que darme las gracias, tú sabes porque lo hago...calmate y trata de dormir Alma, hasta pronto.

Diego termino la llamada y entonces fijo su vista en Roberta; estaba bellísima como siempre, pero también estaba triste y desesperada como nunca la había visto en su vida. Estaba super “bajoneada”; y eso lo ponía mal a él, porque daría su vida para que ella no sufriera de esa manera. Tenía una necesidad inmensa de protegerla y sanar sus heridas; la veía como una pequeña niña a la que había que cuidar de toda la maldad del mundo. Nunca había sentido eso por nadie en su vida y creía que jamás podría sentirlo por otra persona; y se maldecía a sí mismo por no saber que hacer o que decir para consolarla.

-Roberta...Roberta...(decía mientras acariciaba con ternura la mejilla mojada por las lágimas de ella) Ya sé que no puedo hacer nada para quitarte esa tristeza que sientes...pero ojala pudiera, porque te juro por mi vida que no quiero verte así, mi amor...por favor, hablame Roberta...no te quedes callada, hablar te hara bien...

-Diego, no puedo...yo no...no puedo hablar, no quiero hablar con nadie...lo único que quiero es que me trage la tierra, que la gente me deje en paz, y que se olviden de que existo...porque no tengo fuerzas para seguir soportando tantas mentiras y tanta hipocresía...porque todos los que dicen que me quieren me han traicionado y ya estoy harta de que me vean la cara de mensa...quiero mandar al mundo entero por un tubo, eso es lo que quiero...¡Quisiera morirme Diego, eso es lo que quisiera!

-¡No digas eso Roberta! (exclamó Diego mientras tomandola con suavidad por la barbilla la obligo a darle la cara) ¡Escuchame bien, mientras yo viva tú no te puedes morir! ¿¡Me oyes?! ¡Te prohibo que digas eso! Seguramente tienes razón cuando dices que te hemos fallado, pero no puedes bajonearte así Roberta. Tú no eres así, tú eres fuerte y nada ni nadie te puede vencer; por eso siempre te he admirado. ¿Donde esta la niña que me decía que hay que vivir sin dejar que los demás te detengan o te digan que hacer? ¿Donde esta la Roberta que le echaba ganas y era la más brava de todas?

-¡Esa Roberta es una mentira Diego! ¡Era la forma que tenía de engañarme a mí misma y a los demas! ¡Toda mi vida es una maldita mentira! ¡Yo soy una mentira!

-¡Eso no es así! ¡A mí no me importa lo que tú creas horita, yo sé quien eres y lo sé mejor que tú misma! ¡Y sí tú no crees en tí, entonces yo voy a creer por los dos! ¡Porque yo creo en tí Roberta, yo sí creo y jamás pensare que eres una mentira!

Roberta se dio la vuelta para contemplar la calle y no seguir viendo a Diego a los ojos; se quedo en silencio porque no quería abrir su corazón al hombre que amaba, no quería hacerlo esa noche. Estaba demasiado llena de dudas, rencor y tristeza como para enfrentarse a los complejos sentimientos que existían entre ellos; por su parte Diego la veía con la desesperación y el dolor reflejados en su rostro, por no poder hallar la manera de derribar la coraza que le impedía llegar al alma de la chica. Decidio evadirse de aquel incomodo silencio.

-Voy a llamar a Lupita y a Luján para decirles que estas bien; así no se seguiran preocupando (dijo Diego sin que ella le respondiera nada).

El chico le hablo a las muchachas para ponerlas al tanto; ellas insistieron en hablar con Roberta, que acepto hablarles a regañadientes.

-Sí Lupe, ya deja de llorar...laneta no quiero hablar horita...sí Diego me va a...¿¡Como!?...¡Maldito colegio?...¡No me preguntes Lupe! ¡No tengo cabeza para nada!...¡Sí, ya te lo paso!...Diego, Lupe quiere hablar contigo

-OK, ¿Qué pasa Lupita? (preguntó Diego, que ansioso había oído a Roberta hablar con su amiga).

-Diego, es que hay un problema (dijo Lupita con la voz quebrada por las horas de llanto) Roberta no puede volver ahora al colegio.

-¿Por que? ¡Ah! ¿Es por...?

-Es muy tarde Diego, y acuerdate que Roberta se volo, se salio sin permiso. Aquí no han descubierto todavía que se fue, pero el punto es que es viernes y se supone que Roberta iba a pasar el fin de semana en el colegio por su propio deseo y autorizada por Alma. Pero sí se enteran que se fue sin permiso se va a armar la gorda; y como Alma no puede llegar hasta mañana ella no puede resolver el tema del permiso. Roberta ya tiene demasiadas sanciones y estan buscando una excusa para expulsarla; y como últimamente han redoblado la vigilancia después de las 9 de la noche es imposible que logren colarse sin ser vistos. Ella no sabe que hacer, por favor Diego, llevala a un lugar seguro para que pase la noche hasta que Alma y Reverte arreglen el problema.

-Entiendo Lupita, no te preocupes, yo estoy con ella y no voy a dejar que le pase nada (en ese momento Diego noto que Roberta había volteado a verlo cuando escucho lo último que él había dicho, pero cuando el fue a buscar su mirada ella la rehuyo) Yo me encargo de todo.

-Gracias Diego, eres un ángel, de verdad. Roberta tiene suerte de tenerte, ojala los dos se dieran cuenta de ello. Tenle un poco de paciencia, ella está mal y dice muchas tonterías. Espera que Luján te quiere hablar.

-Gracias Lupita... Alo, ¿Lujan?

-Sí Diego, soy yo. Laneta gracias maestro, esta noche te ganaste mi respeto. Cuida mucho a

la loquita (Luján no podía ocultar que también había llorado mucho, aunque lo intentara) Pero eso sí Dieguito, no la vayas a embarrar ahora; recuerda ser caballero con Roberta y nada de moteles baratos, ¡Hay, Lupita no me pellizques así!

-¡Como crees Luján! ¡No digas babosadas! (Roberta había volteado a ver a Diego con curiosidad al oír lo que éste dijo, lo que hizo el momento más embarazoso para el muchacho) Mejor no pierdo más el tiempo, y voy a solucionar el problema.

-OK Diego, no lo tomes a mal, yo sé que Roberta y tú se quíeren y lo normal es que quieran 

tener sexo...¡Ya parale Lupita, me estas haciendo daño, laneta!...lo que quería decir es que 

horita Roberta no esta bien y no estaría chído  que intentaras dar el paso horita con ella...pero

yo confío en tí guey, de todos los hombres que puede escoger Roberta tú eres mí favorito...

-Sí, se nota (dijo con sarcasmo Diego) No te preocupes Luján, y dile a Lupita que todo estará

bien y que mañana temprano la llamo.

-Orale Diego, buenas noches.

-Buenas noches Luján.

Diego guardo el celular y se dio cuenta de que detener a Roberta a tiempo había sido sólo el comienzo de los problemas de aquella noche; ahora debía pensar que hacer con ella hasta mañana.

-Roberta, ¿quieres que te lleve a alguna parte en especial?

-Como no sea al infierno.

-¡Ya parale no, tenemos que hablar en serio!

-¡Diego, por sí no te acuerdas yo no te pedí que vinieras a salvarme; yo estaba...!

-¡Esta bien Roberta, no quiero discutir! ¡Lo que debemos hacer es pensar a donde te llevo!

-¡Pues no sé! ¡Dejame en una banqueta en el parque!

-¡¿Una banqueta?!...¡Por favor Roberta! ¡Lo mejor es llevarte a tú casa!

-¿¡Qué!? ¡¿Estás loco?! ¡Mi mamá no esta en casa, ya sabes que esta fuera de la ciudad y no llega hasta mañana!

-Sí, pero debe haber alguien ¿no?; la muchacha de servicio...

-No tenemos muchacha de servicio permanente.

-Pero tú debes tener la llave...

-¡Diego! ¡No quiero ir a mi casa y punto! ¡Sí tú plan para deshacerte de mí es dejarme en mi casa me lo dices, para tirarme de tú coche!

-¡Esta bien! ¡No seas intensa!...Bueno, entonces, ¿a donde te llevo?

-No lo sé Diego, como sabes aparte de la “señora” Alma Rey yo sólo tengo a mis amigas del colegio; y ellas están ahora allí sin poder salir.

-Así que sólo tienes a tús amigas, y yo estoy pintado en la pared ¿no?

-Diego, mejor no toquemos ese tema, de acuerdo.

-Sí, de acuerdo...pero tiene que haber alguien.

-Ya te dije Diego, además no quiero tener que dar explicaciones a nadie...y laneta no conozco a nadie que me de posada...

-Bueno...te puedes quedar...conmigo...

Roberta volteo a ver a Diego con una expresión de sorpresa, ansiedad e incredulidad.

-Diego...¡Yo no voy a ir contigo a un motel!

-¡No seas mal pensada Roberta! ¡No quise decir eso!

-¿¡Y entonces que?! ¡Porque no creo que a tú papito le guste la idea de que me quede en su casa!

-Bueno, eso es verdad. Pero lo que quería decir es que te puedes quedar en mi departamento.

-¡Que chído, claro en tú departamento podemos hacerlo mejor que en un sucio motel de carretera! ¡Porque no sé me ocurrio a mí!

-¡No seas rídicula Roberta! Escuchame por una vez en tú vida...¿me escuchas?

-Sí te escucho.

-Tú te quedas en mi “depa” y eso es todo, yo te dejo alla y sí quieres hasta me voy y te dejo la llave para que estes sóla y tranquila...Esa es la única solución que se me ocurre, alla estaras bien segura y no tienes que hablar con nadie sí no te da la gana. Ni siquiera tienes que tener contacto con Alma hasta que ella venga y tú estes lista para verla...¿Tienes una idea mejor?

-No...esta bien, chído.

-Bueno, entonces vamos a comprar lo que te haga falta; me imagino que en la maleta debes traer varias cosas, pero a lo mejor te hace falta algo...no sé...¿un cepillo de dientes?

-No cepillo de dientes sí tengo, bueno me traje el que tenía en el colegio...pero la verdad es que sí me faltan algunas cositas, porque empaque corriendo y no tuve tiempo de conseguir algunas...pensaba comprarlas en cuanto llegara a la primera parada del bús.

-Bueno, no hay rollo, nos paramos en una farmacia y tú vienes conmigo, las escoges y yo te las compro.

-No Diego, yo traje mi dinero, no hace falta.

-No seas tonta Roberta, yo pago con la tarjeta de crédito y así exprimimos a mi papá.

-No Diego, laneta gracias, pero sería mejor que me esperaras en la puerta...

-No Roberta, yo no me separo de tí hasta que lleguemos al depa; no vaya a ser que me la juegues.

-¡Diego, prefiero comprar sóla!

-¿¡Y porque, haber!?

-Es que...tengo que comprar...mis...(Roberta hablo tan bajo que Diego no la entendio)

-¿Qué? No te entiendo.

-¡Mis toallas sanitarias! (exclamó Roberta enfadada pero con el rostro sonrojado).

-¿Entonces...? (Diego no termino de hablar porque se echo a reír).

-¡No te burles!

-¡Sí no me estoy burlando! Sí no que sí normalmente tú tienes un carácter endemoniado, me imagino como será cuando estás “en tús días”.

Roberta no pudo aguantar la risa, que le salio espontanea aunque algo amarga y triste porque 

se mezclaba con el llanto que silencioso no le había dejado brotar.

-Laneta tienes algo de razón Diego, ni yo misma me soporto cuando estoy en “esos días”...

-¿Y te soportas los otros días?

Los dos se ríeron con algo más de ganas.

-No Diego en serio, me da pena...por eso prefiero comprarmelas sola.

-Tranquila mi niña que se esta convirtiendo en mujer, yo entro contigo pero te dejo pagar sola 

en la caja, y no acepto quejas (dijo Diego al ver que ella iba a protestar).

-¡Eres terco como una mula!

-A lo mejor es que tengo la menstruación también.

Él se echo a reír y ella lo vio con cara de que quería matarlo, pero cuando le dio la espalda ella también se sonrio; luego él arranco el coche y se perdieron en la noche capitalina. La noche apenas comenzaba.

Paso casi una hora hasta que Roberta y Diego llegaron al departamento del chico; después del breve intervalo en que Diego le había arrancado una risa apagada a Roberta, la muchacha se había vuelto a sumergir en su estado depresivo. El chico se preocupaba por ella, pero sus intentos de animarla se estrellaban contra un muro infranqueable.

-Bueno...hogar dulce hogar (dijo Diego arrepintiendose inmediatamente de haber dicho un chiste tan rídiculo y gastado).

-Jum (fue todo lo que le respondio Roberta entre dientes).

-Bueno, ponte comoda; quieres que te traiga algo...bueno, ya que no quisiste comer, te puedo 

preparar un sandwich de los que tanto te gustan, en la nevera tengo jamón, queso, mortadela, mayonesa, lo que tú quieras...

-No gracias, laneta Diego horita no tengo hambre y no me pasaría nada.

-Esta bien, pero sí cambias de opinión sirvete con confianza, estás en tú casa...(el muchacho se sentía torpe al hablarle a la chica que amaba en esa situación) ¿No quieres algo de tomar? Yo sé que no te gusta tomar alcohol, así que a lo mejor no quieres algo del bar...aunque igual esta a la orden...pero sí quieres refresco, creo que tengo Coca-Cola en la nevera...

-Gracias Diego, de verdad, a lo mejor en un rato... (la chica esbozo una dulce sonrisa de gratitud porque reconocía que Diego se estaba esmerando para hacerla sentir bien)...¡Esta muy chído tú departamento! Esta limpio y ordenado, no parece un departamento de soltero.

-¿¡Laneta!? (dijo Diego ríendose) Bueno, es que una señora me lo limpia una vez a la semana y cuando vengo procuro dejarlo lo más ordenado posible, ni siquiera permito que los desordenados de Tomas y Giovanni me lo encochinen mucho; como ellos son los únicos que vienen por aquí (una vez más Diego se sintio estúpido, y pensó “idiota, ¿para que le dices eso?, ¿para que vea que no metes mujeres a tú departamento?, lo que te falta es decirle que tú desearías que ella viviera aquí contigo, como sí con eso fuera a volver contigo”)

-En serio, que bueno que seas limpio y ordenado Dieguito; muy diferente a mi caso que tengo mi cuarto como un cochinero (dijo Roberta con voz queda y triste, tratando de ser sarcástica, pero sabiendo que en su interior se había sentido un poquito emocionada al ver que Diego le confesaba que no metía mujeres en su departamento, ya que ella esperaba que eso fuera cierto).

-Ja, tú cuarto del colegio no esta tan mal...bueno, de todas maneras me alegra mucho que te guste.

-Diego disculpa, ¿donde esta el baño?

-Claro...bueno por ese pasillo a la izquierda esta el de huespedes...pero sí quieres usas el de el dormitorio, porque allí tienes la ducha y toallas limpias sí quieres bañarte o hacer otra cosa...y así podrías cambiarte en el dormitorio...

-Sí gracias, mejor así.

-Ven, dame la maleta; es por aquí...sigueme.

Diego la condujo a la habitación y encendio la lúz; era un bonito y muy ordenado dormitorio, con dcoración elegante y moderna. Tenía una ancha cama matrimonial, en la que podían dormir comodamente dos personas sin tener que rozarse...a menos que desearan hacerlo.

-Bueno aquí lo tienes, te voy a poner la maleta sobre la cama...como ya te dije en el baño hay toallas limpias, la señora las cambio ayer...la puerta la trancas por dentro así (le enseño como funcionaba el seguro de la puerta) yo voy a estar afuera viendo algo de tele en el salón principal...bueno después hablamos.

-Esta bien.

Diego salio del cuarto y Roberta cerro la puerta, pasandole el seguro. Toda la situación era tan extraña para ella, sí cuando conocio a Diego Bustamante alguien le hubíera dicho que iba a estar en su departamento de soltero y en su cama...seguramente se hubiera muerto de la risa o se hubiera indignado al punto de romperle la cara al que lo hubiera sugerido. Todavía Roberta no podía entender como se había enamorado de su “peor enemigo”, del chico que más había odiado en su vida...pero así era, lo amaba con locura y sin remedio. Y debía confesarse a sí misma que muchas veces había soñado estar en la cama de él, y no precisamente sola...

Roberta se despojo de sus pantalones jeans, y pronto lo hizo con el resto de su ropa. Cuando se quedo totalmente desnuda, se vio a sí misma en un gran espejo que Diego tenía en el cuarto; de pronto se dio cuenta que estaba desnuda a solo unos pasos de Diego, que estaba sentado del otro lado de la puerta, en la sala viendo televisión. Sin poder evitarlo se excitó al pensar en eso, y se imagino lo que pasaría si la puerta se abriera y Diego entrara o ella saliera paara que él la viera en cueros.

-¡Basta Roberta! ¡Basta! (dijo dandose suaves golpes en la cabeza) Este no es el momento para “calenturas”. ¡Como sí tu vida no fuera una mierda! ¿¡Acaso crees que un “revolcón” con Diego te va a hacer olvidar que no tienes a nadie y que todo lo que amabas es una maldita farsa, incluyendo tú estupido amor por él?! ¡Eres una maldita perdedora Roberta! (dijo rompiendo a llorar de nuevo).

La chica se metio al baño y se vio la cara en el espejo. El abundante maquillaje blanco estilo gótico que había empezado a usar cuando descubrio la verdad sobre sus padres se había chorreado de tanto llorar; Roberta se lavo el rostro y contemplo lo demacrado y triste que lucía.

-¡Ja! Con esta cara no creo que Diego ni nadie se te quiera acercar. Estoy hecha un asco. Ni Mía con sus cremas milagrosas podría arreglarme esta cara de muerta podrida (le dijo Roberta al espejo).

Roberta se metio a la ducha y dejo que el agua corriera por su cuerpo para relajarse y sanar sus heridas del alma. Pero el remedio no pudo surtir efecto del todo; Roberta lloraba y sus lágrimas se mezclaban con el agua. En un momento dado se sento en el piso de la ducha y recosto su espalda en la pared de mármol; mientras el agua corría por su piel, ella cerraba los ojos y trataba de olvidarse de todo para dejar de llorar.

Al rato Roberta ya había salido de la ducha y se había vestido con un pequeño y sexy “shorcito”, de los que usaba para sentirse comoda en el dormitorio; también llevaba puesto una bonita camiseta de dormir de color verde. Andaba descalza. De pronto oyo unos suaves golpes en la puerta.

-Roberta, ¿estas bien?...puedes abrir un momento.

-¡Ya voy Diego! (dijo Roberta mientras se secaba rápidamente con la palma de la mano las últimas lágrimas que había vertido y después abría la puerta)  

-Disculpame, pero quería ver como estabas.

-Tranquilo, no me he suicidado todavía.

-Eso veo, ¿puedo pasar?

-Claro, es tú casa ¿no? (dijo Roberta mientras le daba la espalda para caminar hasta cerca de la cama donde se dio la vuelta para verlo a la cara).

-Gracias (dijo Diego mientras caminaba adentro y se plantaba frente a ella) ¿Seguiste llorando? (agregó con preocupación cuando vio los ojos enrojecidos de la muchacha y su rostro demacrado).

-No...(contestó Roberta pujando para no llorar delante de él).

-¡Como que no! Con esa carita que tienes. Ahora mismo estás llorando.

-Claro que no, ¡No friegues Diego! (replicó Roberta secandose la cara con el dorso de la mano).

-Roberta, mí amor, por favor, no te sigas atormentando de esa manera (dijo el chico mientras con sus dos manos acariciaba con ternura las mejillas de la muchacha y a la vez alzaba la cara de ella para ver sus lindos ojos) Dime que tengo que hacer para que dejes de llorar; laneta no puedo verte así, me desespera no poder hacer nada.

-Diego no puedes hacer nada; ¿¡No lo entiendes?! ¡Esta porquería de vida no tiene remedio...!

(contestó rompiendo a llorar ).

-Roberta oyeme por favor... No te  pido que hables, lo único que quiero es que me escuches. Sientate aquí.

Diego hizo que Roberta se sentara en el borde de la cama y él se sento a su lado, tomando la mano derecha de ella entre las suyas.

-Roberta, tú sabes que yo no soy muy bueno diciendo lo que siento; y también sabes que no soy precisamente el mejor ejemplo de como hacer frente a los problemas...Tú sabes que muchas veces he intentado huír de los problemas para no darles la cara, y que al igual que tú hiciste esta noche he tratado de fugarme...Tú misma una vez me dijiste que fugarme era un error, ¿te acuerdas?

-Sí (dijo la muchacha mientras recordaba como él la beso aquella noche para evitar que lo vieran desde un coche patrulla de la policía).

-Roberta, yo...yo muchas veces he sido un cobarde por no afrontar las cosas como son...pero sí he aprendido algo es que nunca voy a llegar a ninguna parte escondiendome de las cosas que me hieren...lo que trato de decir Roberta...es que sé quelo que te esta pasando es muy grueso, pero no puedes dejar que esto te destruya...¡Roberta, no puedes mandar tú vida por un tubo! ¡No puedes desgraciarte la vida como pensabas hacer esta noche! ¡No puedes hacerlo mi amor!

-¡Diego, Tú no lo entiendes! ¡Tú no sabes lo que es despertarte un día y descubrir que el hombre que tú creías que era tú padre no lo es! ¡Y que tú madre te engaño y que tú verdadero padre es un hombre que se acerco a tí haciendose pasar por otra persona! ¡Mi vida es mentira Diego, es mentira! ¡Todos me engañan, dicen que me quieren pero es mentira! ¡Yo no puedo tener el amor de nadie, porque yo no valgo nada! ¡Soy una estúpida que solo le inspira lástima y desprecio a la gente!

-¡Roberta no digas eso! ¡No lo digas jamás! ¡Tú eres el ser más especial que he conocido en mi maldita vida! ¡Nunca he conocido una persona que sea mejor que tú!

-No digas babosadas Diego, no soy mensa ni una niña a la que puedan engañar para que se sienta bien.

-Roberta, mírame (dijo Diego mientras con una mano obligo a Roberta a voltear la cara para verlo a los ojos) ¡No son ningunas babosadas ni mentiras! ¡Te juro por mi vida, por mi madre, por la Vírgen de Guadalupe o por tú vida que es lo que más amo en este maldito mundo que nada de lo que diga esta noche será mentira! ¡Voy a ser sincero contigo como nunca lo he sido con nadie en mi vida, y por eso me vas a creer!...

Diego temblaba de emoción y por sus ojos comenzaron a brotar algunas lágrimas.

-Roberta (continuo diciendo el chico) cuando te conocí me cambiaste la vida; porque yo nunca había conocido a nadie como tú...Una chava que no le tenía miedo a nada ni nadie, que podía enfrentarse a cualquier cosa con una valentía tan grande que parecía más bien una loca o una suicida...Una chava que decía las cosas de frente y siempre con la verdad por delante, sin miedo a las consecuencias...Una niña que no fingía para complacer a los demás y que no era rídicula como las chicas que yo conocía, que daba la vida por sus amigas y que ponía en su sitio a los adultos...Esa muchacha quería vivir su vida como le pegaba la gana y luchaba para alcanzar sus sueños, mientras que yo...yo no tenía valor para pelear por mis propios sueños, y ni siquiera para decirle que no a mí padre...

Diego se emocionaba cada vez más a medida que hablaba y la tensión crecía en el ambiente.

-Es cierto que al principio te odie...o creía que te odiaba...tal vez en el fondo no quería aceptar que eras mejor que yo, o te tenía envidia porque yo no tenía tú valor...pero la razón principal es que me gustabas y me negaba a reconocerlo...y me gustabas porque tú eras la persona más autentica y fuerte que he conocido en toda mi vida. Tú no sabes como te ve la gente en verdad...la gente te quiere y te respeta Roberta, y eso es porque te lo has ganado...Lupita y Luján...ellas te quieren porque conocen a la verdadera Roberta, la que es buena onda y generosa, la que se las juega por ellas, la que es capaz de cualquier cosa con tal de ayudarlas...¿ y Marcelino?, ese niño te quiere porque tú has sido la hermana que nunca tuvo...¿y tú mamá?, ella se siente orgullosa de tí Roberta, ella...ella sabe que su vida tiene sentido porque su hija es lo que ella siempre soño que fuera, una muchacha fuerte e inteligente que pelea por lo que quiere...

Diego sentía que por fin podía desahogarse y decir todo lo que tanto tiempo había callado.

-¿Y yo Roberta?...yo me siento orgulloso de tí, más que cualquiera; porque a pesar de los problemas que hemos tenido y de las cosas que en algún momento me has hecho, yo sé que tú vales más que todas las chavas del colegio donde estudiamos juntas...¿¡No te das cuenta de que me has dado el valor y la fé para luchar por lo que yo quiero!? ¿¡No te das cuenta de que sin tí yo nunca, nunca hubiera tenido el valor de entrar en la banda!?...¡Gracias a tí estoy más cerca de hacer realidad mis sueños! Tú me has hecho madurar Roberta, hiciste que me diera cuenta de que no podía seguir siendo un “muñequito de plástico” toda mi vida y que tenía que hacerme hombre para enfrentarme a mí padre...¿¡Como puedes decir que eres insignificante y que tú vida no vale nada sí eres lo más importante que me ha pasado!?...Todos los días Roberta, todos los días, le doy gracias a Dios por haberte conocido; sín tí mi vida es la que sería una mentira, una maldita mentira que no valdría la pena vivir...Te quiero por lo que eres, te quiero cuando estás contenta o cuando estás encabronada, te quiero por las grandes cosas y por los pequeños detalles, como cuando no te gusta que yo beba...porque me haces sentir que alguien se preocupa por mí y me cuida... Y me gustas porque además eres hermosa Roberta, eres la mujer más bella del mundo; tú boca, tú pelo, tú cara, tú cuerpo, todo lo tuyo es lo más lindo que he visto en mi vida...¿¡Como hago para que me entiendas!? ¿¡Como te puedo hacer entender que te amo?!...¡Te amo Roberta!...¡Te amo porque eres valiente, porque eres fuerte, porque eres la mejor persona del mundo, porque eres hermosa, porque me haces sentir que estoy vivo!...¡Porque sín tí, yo no tengo ninguna razón para vivir!...¡Yo TE AMO, mi amor, te amo! ¡Y nunca, NUNCA voy a dejar de hacerlo!...

Cuando termino de hablar Diego se sintio liberado; era como sí se hubiera quitado una carga de encima, porque al fin había tenido el valor para desnudar su alma frente a Roberta. El chico lloraba, las lágrimas cubrían todo su rostro; no podía contener su emoción. Pero lo más importante es que veía en el rostro de Roberta la misma emoción; ella también lloraba, pero a diferencia de hace unos minutos este no era un llanto de desesperación y tristeza, sino un llanto de amor, gratitud y esperanza. La chica sintio que un baño balsámico había sanado su alma; ahora temblaba de emoción porque Diego le había dicho mucho más de lo que ella esperaba que algún día le dijera.

El silencio se prolongo por unos instantes dejando que los dos adolescentes compartíeran esta nueva conexión que había nacido entre ellos.

-Ahora que oído mi verdad (dijo Diego rompiendo el silencio y tratando de recobrar la calma) espero que cuides lo más importante que tengo en mí vida...que eres TÚ.

Roberta no sabía que decir o que hacer, pero le hubiera encantado que él la tomara entre sus brazos y la llenara de besos y caricias.

 -Bueno, ahora será mejor que te deje dormir (dijo Diego levantandose de la cama) Necesitas descansar y dormir muy bien para recuperarte. Intenta hacerlo mí vida, buenas noches.

 -¡Diego!...(dijo Roberta sin poder contenerse, ya que no quería que se fuera)...¿A donde vas? ¿A tú casa?

-No...bueno pensaba quedame en el departamento, en la otra habitación, por sí se te ofrecía algo...

 -¿Y para que no se me ocurra escaparme...? (dijo Roberta con una sonrisa alegre).

 -Bueno sí...también para eso (acepto Diego con una risa divertida).

 -Diego yo...(Roberta tenía miedo de decir lo que iba a decir y por eso le costaba ver a Diego a la cara)  Yo no quiero que te vayas...

-No te preocupes, ya te dije que me voy a quedar en el otro cuarto...

 -No, no me refería a eso. Yo...yo quería que te quedaras...aquí, conmigo...en este dormitorio (dijo Roberta mientras sentía un nudo en el estómago y como temblaban sus manos).

Diego se quedó de una pieza, paralizado por la impresión; por un momento se pregunto sí estaría en un sueño o sí esa sería una broma de Roberta, que había vuelto a sus andanzas de mejores tiempos.

-Yo...no quiero decir que tú y yo, tú sabes, tengamos que...al menos ahora...lo que quiero es...Diego no me quiero quedar sola...quiero que me abraces fuerte para poder dormir...sólo sí me abrazas creo que voy a poder encontrar la paz que necesito...sólo sí duermes conmigo sentiré que mi vida no es un infierno y que vale la pena vivirla... (agregó Roberta, que sentada en la cama, hablaba con voz temblorosa y las lágrimas resbalando por sus mejillas sonrojadas, contemplando a Diego que permanecía de pie bajo el marco de la puerta de la habitación).

Diego se quedo viendola en silencio unos instantes, como la visión más hermosa que un simple mortal podía aspirar a ver en su vida. Luego se decidio; entró y cerró la puerta de la habitación detrás de él. Camino hasta la cama mientras Roberta no le quitaba los ojos de encima. Se quitó la chaqueta que llevaba puesta y la puso sobra la cómoda; Roberta subió los pies a la cama y se recostó boca arriba con las piernas levemente flexionadas, con las rodillas levantadas hacia arriba. Diego se sento en el borde de la cama y se quitó lo zapatos; luego se despojo de la camisa y la puso sobre la chaqueta, dejando su torso desnudo. Luego se quitó los zapatos y se dispuso a meterse a la cama.

El chico se acosto de lado, acomodandose al lado de Roberta, a la que tenía a su izquierda. Con movimientos ágiles levanto la sabana y la puso sobre él y sobre la muchacha; luego posó su mano derecha sobre el costado de ella y suavemente la deslizó hasta la espalda de la chica. Con delicadeza pero decisión la atrajo hacia él; ella puso una de sus manos sobre el hombro del chico, y quedaron los dos unidos en un estrecho abrazo, cara a cara, con sus rostros separados tan solo por unos centímetros.

Los dos se quedaron viendose por unos instantes que parecieron eternos, con una mirada intensa que hablaba mejor que un millón de palabras. Era una mirada que hablaba de amor y deseo, de una pasión que ambos sentían en lo más profundo de sus entrañas y que en ese momento les ardía como una maldita fiebre que amenazaba con consumir sus cuerpos. Pero también hablaba de temor, de los nervios que sienten unos adolescentes cuando sienten un amor de adultos para el que no estan preparados; cuando tienen miedo de estropear un sentimiento con las prisas que dictan sus cuerpos.

Roberta vio en los ojos de Diego toda la paz y seguridad que ella necesitaba; viendo esos ojos penso por primera vez en su vida que no estaba sola y que mientras estuviera con él no volvería a sentirse incomprendida y abandonada. Siempre había sido muy orgullosa y pensaba que no necesitaba de un hombre que la protegíera; pero ahora sentía que la protección de Diego era lo único que podía salvarla del mundo. Diego, por su parte, se sentía totalmente débil sí no tenía a Roberta a su lado; pero teniendola entre sus brazos como esa noche, se sentía el hombre más féliz sobre la Tierra.

Después Roberta ocultó su rostro en el pecho desnudo de Diego; sintiendo en su nariz y en su boca el contacto de la cálida piel de los pectorales del chico, la muchacha se excitó más de lo que lo había estado hace un rato frente al espejo. Sentía el hormigueo en la piel, y avergonzada se dio cuenta que estaba húmeda en su entrepierna; su sexo reflejaba la tensión sexual que crecía en su cuerpo. Tenía miedo de lo que haría sí Diego tomaba la inciativa en aquel momento.

Diego estaba enloqueciendo; el contacto con el cuerpo semidesnudo de Roberta estremecía todos sus sentidos. El roce de la cara de ella con su pecho era una sensación muy sensual; así como el frote de los cabellos pelirrojos de la muchacha con la boca y la nariz de él. El delicioso aroma del cabello recien bañado de Roberta era el perfume más afrodisíaco que había olido en su vida. Y el tacto de sus dedos con la espalda de ella, reconociendo su suave piel por encima de la camiseta le brindaba otro estímulo más. Además podía contemplar las voluptuosas curvas del sexy cuerpo de ella; sus hermosas piernas, sus senos relativamente grandes y bien formados, y su bello culo. ¿Cuantas veces había soñado con hacerle el amor con salvaje pasión? Sin poder evitarlo sintio como una gran erección se estaba formando bajo su ropa interior y su pantalón.

Pero algo más importante le impedía a Diego tratar de dar rienda suelta a su deseo animal; a Roberta no sólo la deseaba, también la amaba. Y por más extraño y contradictorio que fuera, el hecho de que ella buscara su protección y se cobijara en sus brazos para encontrar sosiego le hacía sentirse tan dichoso como sí estuvieran haciendo el amor. No quería arruinar el momento y romper el lazo que había entre ellos esa noche; la necesidad de consolarla y protegerla fue más fuerte que su deseo.  Además que saber que era responsable de la vida de otra persona era una sensación placentera; ¿queotra cosa podía ser el amor?

Y así él acaricio el cabello de Roberta hasta que ella se fue relajando; pronto la muchacha se dejo arrullar por el rítmico compás de la respiración y los latidos del corazón de Diego. Despacio Roberta se fue sumiendo en un sueño profundo y reparador; y Diego velo su sueño durante bastante tiempo, dando gracias a Dios por esa noche. Hasta que fatigado él también se quedo dormido.

Hacía tiempo que el Sol se había levantado sobre la Ciudad de México cuando Roberta abrio los ojos; y de inmediato se dio cuenta que la noche anterior no había sido un hermoso sueño. Todavía su cabeza seguía reposando sobre el pecho de Diego, como sí éste fuera una almohada; cuando alzo la vista pudo ver el rostro de Diego desde abajo.

La chica aparto un poco la cara con cuidado de no despertarlo; y así pudo ver su apuesto rostro dormido. Roberta sonrio féliz como no había estado en mucho tiempo, tal vez como no había estado nunca en su vida; la emoción que sentía no la cambiaría por nada en el mundo. Descendio la vista para ver como los fuertes brazos de él aún la rodeaban, y de nuevo una excitación recorrio u cuerpo.

Roberta acerco sus labios a los de él con ganas de besarlo, pero se detuvo; disfrutaba viendolo dormir y no quería despertarlo. Pero de pronto el muchacho abrio los ojos.

-¿Ya te despertaste? (dijo Diego todavía adormilado) ¿Que hacías?

-Verte dormir (dijo Roberta con una sonrisa dulce).

-Así, y ¿es muy interesante? (contestó Diego con sonrisa pícara).

-No, lo que me pasa es que me gusta verte dormir. Te ves muy lindo.

-¿Lindo? Que raro que no dijiste chído; ¿seguro que eres Roberta y no Mía Colucci?

Los dos se echaron a reír.

-Pues yo te encuentro muy bella al despertar por las mañanas.

-¡Mentiroso! Nadie se ve bonita al despertar por la mañana, seguro que estoy muy fea (dijo Roberta ríendose como sí lo tomara a broma).

-Laneta Roberta, te ves preciosa al despertarte (contestó Diego acariciandole la cara) Eres la mejor forma de empezar el día.

-¿En serio? (contestó Roberta mordiendose el labio inferior, entre nerviosa y ansiosa).

-Sí te lo juro (dijo Diego acercando su rostro al de ella) te ves bellísima...muy,muy bella...

Diego se acerco más, y ella cerro los ojos; los dos unieron sus labios y se dieron un beso suave al principio, pero cada vez más profundo y apasionado después. El chico deslizó su mano a lo largo del costado de ella hasta llegar a su muslo; luego acaricio su pierna sintiendo la suave piel de la muchacha.

Roberta abrazaba a Diego, acariciando la espalda desnuda del muchacho; ella respondía con entusiasmo a las acometidas cada vez intensas de los labios de él, “comiendo” cada uno la boca del otro con verdadera desesperación. En un maravilloso frenesí los dos se entregaban a un abrazo tan fuerte que amenazaba con dejarles el cuerpo amoratado; Diego se acosto encima de ella, y entrelazo los dedos de una de sus manos con los de una mano de ella, mientras con la otra mano no dejaba de acariciar la pierna de la muchacha. Los dos parecían poseídos.

Diego metió la lengua dentro de la boca de Roberta; la muchacha se estremecio más porque Diego nunca la había besado de esa manera. Ella trato de corresponderle con torpeza; se sentía traviesamente perversa y excitada como nunca había estado en su vida.

La mano de Diego abandono su pierna y subió; la muchacha dio un respingo cuando sintio que el chico estaba acariciando uno de sus senos por encima de la tela de la camiseta. Ahora Roberta temblaba de miedo y excitación; en las muchas veces que ella y Diego se habían besado y acariciado nunca él se había atrevido a tocarle los senos, el culo o su vagina. El muchacho la había respetado y no se había salido de las reglas del juego; pero esas reglas se habían roto a partir de anoche.

Roberta sentía como sus pezones se endurecían y como su sexo se volvía a humedecer; Diego acariciaba su seno con suaves movimientos, lo estrujaba, lo apretaba un poco y pellizcaba su pezón. Ella no sabía que hacer; por una parte deseaba a Diego y quería hacer el amor con él, pero por otra no estaba segura sí quería que sucediera en aquel momento y de aquella manera. No tenía idea sí Diego sabía que ella era vírgen, ella suponía que sí; pero lo que seguro no sabía es que ella siempre había soñado perder la virginidad con él. Había idealizado aquel momento hasta convertirlo en su mayor anhelo y fantasía. Por eso se debatía entre dejarlo seguir o rogarle que parara.

El muchacho había peridido toda conciencia de sí mismo; estaba loco de deseo y ansiedad. No podía dominarse, sentir el cuerpo de ella bajo sus manos le hacía perder toda inhibición; deseaba a Roberta, quería poseerla y estar dentro de ella. Pero entonces recordo lo que le había dicho a ella anoche, y penso en el paso que iban a dar. Dejo de besarla un momento y retiro su mano del seno de ella.

-Roberta...¿quieres seguir con esto? (dijo Diego con sincera consideración hacia ella).

-Yo...no lo sé Diego...yo te amo, TE AMO, mi amor...y quiero ser tuya...quiero hacer el amor contigo...pero no sé sí estoy lista ahora...

-Te entiendo...no hay problema...(respondio Diego con absoluta tranquilidad).

-¿No te enojas? (dijo Roberta con temor).

-No Roberta, laneta no hay problema...yo no quiero obligarte a hacer algo para lo que no estás preparada. Es más, yo quiero que cuando lo hagamos sea especial...Roberta yo te deseo mucho, desde que me enamore de tí he deseado hacerte el amor...pero contigo no se trataría de sexo solamente...por eso quiero que el día que lo hagamos sea el mejor día de nuestras vidas...deseo llevarte a un sitio especial, un lugar donde te sientas como una Reina...un lugar donde estes rodeada de belleza, una belleza tan grande como la tuya...y que podamos estar juntos toda la noche para  amanecer contigo como hoy...y además quiero que ese día ya no haya ningún problema entre nosotros...nada que nos pueda llenar de tristeza, dolor o dudas...quiero que ese día sólo tengas cabeza para lo que vamos a hacer y que no pienses en más nada que no sea tú y yo...porque quiero tenerte en mente y alma...por eso no me molesta esperar, porque quiero que todo sea perfecto...aunque no quisiera esperar mucho tiempo...

-Diego...yo tampoco quiero esperar mucho...(dijo Roberta besandolo con dulzura en la boca).

-Bueno, al menos hay algo que no hice antes y que me gusto algo...(dijo Diego con sonrisa pícara).

-¿Que? (preguntó ella con curiosidad y algo confusa).

-Tocarte las “bubis”...(respondio el chico riéndose).

-¡DIEGO! ¡Eres un desgraciado! ¡Vas a ver, vas a ver...! (decía Roberta riéndose al tiempo que trataba de “pegarle” al chico, pero éste se defendio y empezo a hacerle cosquillas).

-¡Voy a ver que! (decía Diego, que montado encima de ella no paraba de hacerle cosquillas).

-¡Diego, No! ¡Ya Diego que no me gusta que me hagan cosquillas!... (decía la chica muerta de risas y sin poder ocultar que en realidad lo disfrutaba como una niña pequeña) ...¡Ya chico!...¡En serio, no me gusta, cuando mi mamá...!

De pronto la frase se quedo sin acabar; Diego también paro de hacerle cosquillas. Los dos se quedaron sin habla, viendose con cara de desconcierto.

-¡TÚ MAMÁ!-¡MI MAMÁ! (los dos exclamarón sus respectivas frases al mismo tiempo).

-¡Se me había olvidado por completo! (dijo Diego que de un salto se quito de encima de Roberta y se sento en el borde de la cama, alcanzando el reloj que había en la cómoda).

-¿¡Que hora es?! (preguntó Roberta mientras de un brinco se arrodillaba sobre la cama detrás de Diego, apoyando sus brazos y su pecho sobre la espalda de él, tratando de leer el reloj que él sostenía).

-¡Es muy tarde! ¡Míralo tú!

-¡Díos Mío! ¡Mí mamá me mata, y te mata a tí también! (exclamó Roberta mientras se paraba de la cama y salía corriendo a la sala).

-¿¡Adonde vas!? (le preguntó Diego mientras contemplaba hipnotizado su hermoso culo enfundado en el chiquito short).

-¡A llamar! El telefono esta en la sala, ¿no?

-Sí, pero ¿a quien vas a llamar?

-¡A Lupita y a Pepa!; ¡Tú preparate para irnos; sí no quieres que la loca de mi vieja te mate por haber desvírgado a su “nenita”!

-Sí me mata por eso, ¿no sería mejor que fuera culpable? ¡Al menos así muero con gusto!...

-¡DIEGO! (contestó Roberta muerta de risa) ¡Muy gracioso! ¡Pero es en serio, preparate para irnos!

-Esta bien; me voy a dar un pequeño baño, y me cambio de ropa.

Roberta marco rápido el número de Pepa, la mejor amiga y asistente personal de su madre; rogo para que respondiera pronto y no fuera a meter la pata.

-Alo (dijo Pepa).

-¡No digas mí nombre, No digas que estas hablando conmigo...!

-¿¡Que?! ¡¿Quien!? ¿¡Eres tú...!?

-Chíssssst...¡Callate Pepa! ¡Soy yo Roberta! ¡Pero que mi mamá no se de cuenta que estas hablando

conmigo! ¿¡Estas con ella!? ¡Sí es así apartate a un sitio privado donde no te oíga!

-¡Manuel! ¿Como estas? Alma, voy a hablar un minutico con este amigo; no me tardo nada...

Por el hilo telefonico Roberta pudo escuchar a su madre diciendole a Pepa que no se tardara mucho

porque estaba desesperada por buscar a Roberta; luego espero un minuto mientras Pepa parecía alejarse en un sitio donde parecía haber mucha gente.

-¡Ahora sí! ¡Roberta, condenada chamaca! ¿¡Donde estas!? ¡No sabes la noche que le hiciste pasar

a tú madre, a mí! ¡Nos vas a hacer salir canas antes de tiempo...!

-¡Pepa, de todas maneras mí mamá y tú ya estan viejitas!

-¿¡Que!?

-¡Chísssssst! ¡Escucha Pepa, lo siento sé que la regue y que iba a meter la pata! ¡Soy una burra, y de

verdad me arrepiento! ¡Pero tengo otro problema y necesito que me ayudes!

-¿Que paso? ¿Que hiciste ahora?

-Es que pase la noche fuera de casa.

-¡Con razón te estabamos llamando esta mañana y nadie respondía! Tú madre se volvio a poner nerviosa y comenzo a llamar a este muchacho...Diego...pero tenía el movil apagado. ¿¡Y se puede saber donde estas, o que?!

-En el departamento de Diego, pase la noche con él.

-¡¿QUE?!

-¡Pepa! ¡No te vuelvas loca!

-¡Roberta vas a matar a tú mamá con tantos disgustos! ¡Al menos dime que te cuidaste de no salir embarazada! ¿Usaron protección?

-¡Pepa, no paso nada! ¡No es que tenga que darte explicaciones de mi vida privada, pero no tuvimos

sexo! ¡Pero seguro que Alma no me va a creer!

-¡Claro! ¡Sí yo no te creo mi reina, que será tú mamá!

-Pepa, ¿¡me vas a ayudar sí o no!?

-¡Esta bien! ¿Que quieres?

-¿Donde estan horita?

-En el aeropuerto, acabamos de llegar en el primer vuelo que encontramos.

-¿Y van ahora a la casa?

-Sí.

-Bien, eso es lo que necesitaba saber. Cuando lleguen allá avisame con un mensaje de texto a mí celular. ¿OK?

-OK, pero ¿que vas a...?

-Yo te cuento después, no se te vaya a olvidar.

Roberta colgo el telefono y llamo a Lupita.

-¿Lupe? soy yo Roberta .

-¡Roberta! ¡Que alegría! ¡Estabamos preocu...!

-Lupe, necesito un favor.

-Sí claro, ¿que pasa?

-Necesito que Luján y tú se encuentren conmigo en el café que esta cerca del colegio, aquel que nos gusta tanto a las tres; ¿puedes hacer que tú tía las saque? Ya se que no salieron del colegio este fin de semana por mí culpa...

-No te preocupes, no hay ningún problema. ¿Cuando quieres que estemos allí?

-En una hora, aunque tal vez me demore por el tráfico.

-¿Como vas a venir? ¿En taxi?

-No Diego me va a llevar.

-¿Diego? ¿Va a pasar a recogerte por tú casa?

-Sí, algo así; nos vemos allá entonces.

-Claro, nos vemos Roberta.

-Hasta luego Lupe.

Un rato después Diego y Roberta ya estaban vestidos y listos para salir; dejaron la maleta de Roberta en el departamento de él, y bajaron al aparcamiento del edificio para salir en el BMW del chico.

Cuando Diego le abrio la puerta del coche para que ella entrara, tal como haría un caballero con una dama; Roberta se le quedo viendo con un deje de tristeza.

-Diego.

-¿Que?

-Quiero que sepas que fue la noche más hermosa de mí vida; y que me has hecho la mujer más féliz de este mundo. TE AMO, y laneta no me quisiera ir; quisiera que la noche no hubiera terminado nunca, y desearía quedarme contigo para siempre...

Diego no la dejo terminar porque la abrazo y la beso con pasión; luego de unos minutos separaron sus labios.

-Roberta, te juro que es también lo que yo quisiera. Desearía raptarte y llevarte muy lejos, donde nadie nos encuentre; lejos de mi papá, del colegio, de tú mamá...un sitio donde solo estemos tú y yo...pero te juro que voy a luchar para que ese día llegue...para que tú y yo podamos vivir juntos, en pareja...solo deseo despertar contigo todos los días de mi vida...

-Así será Diego, yo también voy a luchar para que sea así, laneta.

Se abrazaron con ternura, y luego ella entró al coche; Diego entró también y arranco el auto deportivo para salir corriendo del aparcamiento.

Detrás quedaba una noche de amor y por delante un futuro incierto, pero lleno de esperanzas...

Antes que nada quiero advertir que vivo en Canarias, España y por eso he visto menos de la mitad de la serie “Rebelde”; pero he leído mucho en Internet. Este relato esta ambientado en una etapa avanzada de la serie, cuando Roberta ya ha descubierto a su verdadero padre; ruego que me disculpen los fans sí he incurrido en algún dato contradictorio (aunque después de todo es solamente un fanfiction). Espero que les haya gustado, y como siempre deseo conocer sus sinceras opiniones (buenas y malas). Pueden escribirme a la dirección: adamrove1975@yahoo.com