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Me disfrazo de mujer para que los hombres me cojan

en Gays

ME DISFRAZO DE MUJER PARA QUE LOS HOMBRES ME COJAN!!

Soy de la ciudad de México y en mi vida real tengo que actuar y vestirme como hombre para dirigir mi empresa; pero en cuanto salgo de mi trabajo corro a casa a vestirme de niña y transformarme en la mujer que siempre he llevado dentro.

Recientemente tuve que viajar al puerto de Veracruz para arreglar algunas cuestiones aduanales y me habían dicho en un Chat que allí había un antro a donde podía ir vestida, que se llama el Deeper (sugerente el nombre ¿no?) y encontrar emociones fuertes con los chicos de la costa.

Y yo me decidí a dar la vuelta por allí.

Bueno pues cuando terminé con los enojosos asuntos de negocios, me fui volando al hotel, me vestí, me arreglé y me maquillé hasta que quedé toda ¿guau!, vestida para matar como dicen.

Me bajé por mi carro y en el elevador el botones me dio un maravilloso masaje al ego porque me miró como toda mujer desea ser observada, como si fuera un bombón para endulzarse la vida un rato.

Lo pensé por un momento... pero me dije: No ... no... Mejor vete al antro a ver que te encuentras por allá, y bueno... pues...

Después de todo a este lo tienes localizado y está hasta en mi propia guarida, así que me decidí, tomé mi auto y me fui al cabaretucho que tenía ansias por conocer, llegué al lugar como a las 11 y media de la noche.

Me estacioné cerca de la entrada, había unos cuantos carros, algunas camionetas de vidrios polarizados y unos pocos chicos rondando por el lugar en busca de algo emocionante o divertido para hacer esa noche, decidí permanecer en mi carro y ver que pasaba, prendí un cigarro y me quedé observando, sola y disfrutando enormemente el estar allí sentadita, vestida de mujer en público y sintiéndome ¡muuuy atrevida! y terriblemente sexy.

Pasaron como cinco minutos y entonces un chico caminó hacia a mi carro y se paseo por enfrente exhibiéndome lo guapo y atractivo que era, le dio la vuelta, se acercó a mi ventana y me pidió que le encendiera su cigarrillo, el me dijo que me veía muy guapa y me preguntó que si me gustaría dar un paseo por la playa con él...

El se veía correcto y lucía como una persona agradable, así que dije que si y acepté su galantería.

Para llegar a la playa había que pasar por unos vestidores, o baños públicos y allí noté a dos tipos viéndonos con cierta insistencia, pero yo no les presté atención, lo que me importaba era que me sentía emocionada y feliz, caminando a la orilla de la playa, recibiendo la brisa del mar que se colaba por entre mi falda y me acariciaba hasta lo más íntimo.

Haciéndome sentir plenamente femenina, y lo más importante y excitante, al lado de un hombre que me gustaba y me estaba poniendo cachonda, me importó un comino que los tipos nos vieran, apoyé mi cabeza en su hombro y continué caminando agarradita de la mano de mi recién descubierto amigo para mi propia fortuna.

Estaba disfrutando enormidades el momento y así caminamos un rato disfrutando juntos de nuestra cercanía y la tibieza de la noche, de pronto llegamos hasta un lugar muy bonito donde había pasto fresco rodeado por unos árboles muy floreados, el ambiente era extremadamente romántico pero si no lo hubiera sido tampoco me hubiera importado, porque estaba caliente por mi chico, él se detuvo y me dijo:

—Mira preciosa cómo me has puesto, me haces que se me ponga bien parada.

Me tomó la mano y la puso a la altura de la bragueta del pantalón para que sintiera su verga, la verdad es que se sentía delicioso, parecía de muy buen tamaño y sobre todo se había puesto muy duro, cosa que me encanta, ver que los chicos se pongan duros por el deseo que sienten por mí.

Haciendo gala de toda mi putería, es decir, aparentando parecer "inocente" le contesté:

—¿Yo te hice eso?

—Sí, y más te vale hacer algo para aliviar la situación, ¿no crees? —me preguntó, o algo así me dijo.

—¿Y que es lo que esperas que haga, amor?

—Lo que vas a hacer ahorita mismo es que vas a sacarme la verga, me la vas a pelar y vas a poner esos sexys labios rojos alrededor de la cabeza de mi pito —me dijo con una voz que no dejaba lugar a ninguna duda de quien había tomado el control de la situación.

Bueno para no hacer el cuento largo, bajé el cierre de la bragueta y liberé su pene, lucía tan bueno como se sentía adentro del pantalón.

Me hinqué frente a él llena de gozo y lo tomé en mi boca, entonces inicié un movimiento lento de mis labios desrizándolos de arriba debajo de su verga, poniendo especial atención en dejar la huella de mis labios con el trazo de las líneas rojas del tono de mi lápiz de labios.

Todo era tan cachondo, se sentía tan sensual... su piel y el sabor con que su prepucio aromaba mi garganta mi paladar, que mi propio pene se puso erecto en mis pantaletitas de licra, especialmente porque él comenzó a meterme mano por las piernas y subiendo por dentro de mi falda me manoseaba descaradamente a la altura donde el encaje de mis medias dejaba libre la piel de mis muslos y la entrepierna, yo comencé a ceder, a entregarme, en el momento en que sus manos comenzaron a invadir totalmente mi intimidad, pero fue cuando él tomó mis nalgas entre sus manos y las manoseo a placer que yo me abandoné.

Yo estaba tan concentrada en proporcionarle placer a mi chico, que no me percaté de que teníamos espectadores hasta que escuché una voz que decía:

—Tú dijiste que ibas a conseguir a la puta para todos nosotros, ¿o no, David? ¿O la vas a querer para ti solo?

De esa manera me enteré cómo se llamaba mi amante ocasional y hasta ese momento anónimo; solté a David y me di vuelta y pude ver a dos tipos que nos miraban intensamente, con las caderas echadas hacia delante de forma provocativa y obscena con las vergas de fuera y apuntándome con ellas.

Por un momento pensé que podían ser un par de violadores lo cual me aterró, pero en ese momento David me dijo:

—No te preocupes por ellos, puta, son cuates —aclaró con una sonrisilla llena de suficiencia—, y cada uno va a tomar su turno contigo, luego, luego de que me hagas venir y pueda acabar en esa boquita de mamadora tan sexy que tienes, putita, y ya estuvo bueno, métete la verga a la boca y trabájame con dulzura, corazón.

Al terminar de decirme esto me hizo sentir su urgencia, me tomó por la nuca y empujó mi cabeza para que nuevamente me encontrara con su verga, que restregó en mi cara y forzó para que la tomara nuevamente en la boca.

Fue en ese preciso momento que me di cuenta exacta de que como de costumbre, otra vez me había metido yo sólita en una situación delicadísima, expuesta, altamente arriesgada y muy peligrosa, pero también me di cuenta de que aunque estaba totalmente apanicada, al mismo tiempo la situación me ponía trémula, me hacía sentirme extremadamente excitada y estaba toda temblorosa de emoción.

Y bueno… En contra de todo lo razonable decidí, que mejor me la tomaba por el lado mas positivo de la situación y me dejé someter a sus exigencias con la esperanza de que si les daba lo que querían ellos no se portarían violentos ni se pondrían rudos conmigo.

Los otros dos tipos se sintieron envalentonados con lo que dijo David, se acercaron y se nos unieron, comenzaron a meterme mano y sentí sus manoseos por todos lados.

Para ese momento la verga que tenía en la boca empezó a retorcerse como un potro bronco que traté de controlar con los labios, y cuando comenzó a retorcerse y a palpitar con mas fuerza pude decir sin temor a equivocarme que ese era el momento en que David se iba a derramar en mi boca, entonces sentí como se endureció de forma extraordinaria y como con sus espasmos me golpeaba el paladar, yo me preparé a recibirlo con agradecimiento y entonces él se vino llenándome la boca con un generoso chorro de sus adorables mocos.

Sentí como un velo me forraba la boca y como se apoderaba de mi el intenso sabor de su virilidad, mientras se venía el me gritó que me tragara todo... yo solo me limité a obedecerlo y lo saboree con fervor.

Después de que se vino hasta la última gota, él se salió de mi boca y me dijo que yo era una puta:

—Pero de veras que eres una puta, una puta de primera, y una puta de tu rango merece ser cogida intensamente, ¿no crees? — Me preguntó con un tono de halago y burla al mismo tiempo—.

Y casi estoy seguro de que este par de cabrones —dijo refiriéndose a sus cuates— se sentirán obligados a servirte y a hacerte el favor, putita.

Los dos, sobra decirlo, dijeron que sí. Por mi parte yo sólo me resigné a que me hicieran el favor, y en mi papel de la chica puta y complaciente sólo alcancé a decir:

-Ok, pero por favor, lubríquenme y usen condón, ¿sí? Por fa, yo sólo me dejo culear con protección, ¿sí? ¿Please?...

Por alguna razón que no entiendo ellos accedieron pero dijeron que no traían condones, y yo les dije que en mi bolsa había unos cuántos.

En ese momento David se rió con una frescura que me sonrojó, tomó mi bolsa y dijo:

—Miren, ésta sí es una puta precavida... una perra caliente en toda la extensión de la palabra... ¡Qué zorra eres, Nan!, ¿Ya vieron lo bien preparada que viene la ramera?..

- Bueno, ¡no decepcionemos a la puta! Cójansela con sus propios condones —dijo como disfrutando las palabras, como saboreando cada nueva forma de llamarme así.

Abrió mi cartera, sacó los preservativos y se los dio a sus amigos.

—Tómalos, Robert, ponte uno mientras te preparamos a la golfa para que te la chingues sabroso. David me ordenó:

- ¡Quítate los calzones, puta!, porque estás a punto de que te pongan como pollo en rosticero.

Yo no sabía a qué se refería con esa expresión, que por lo pronto me pareció de una vulgaridad inaudita, pero pronto supe a qué se refería con eso.

Me ordenaron que me empinara y que tomara al tercer tipo en mi boca, y cuando lo hice y lo tuve golpeando con su pinga hasta la garganta, David me metió un dedo entre las nalgas trabajándome con insistencia hasta donde podía profundizarme por el culo. En cuanto me escuchó gemir me soltó, sacó su dedo y le dijo a Roberto:

—Maestro, toda suya, la putita está en calor, y es toda tuya, chiquito.

La siguiente sensación fue sentir su verga, el largo pito de Roberto taladrándome entre las nalgas intentando forzar la entrada de mi ano con su enfurecida cabeza, al final la lucha se decidió a favor de él y abrí los pliegues de mi ano en una invitación a que me hiciera suya, el entró y yo me sentí bajo su poder y en lugar de seguir luchando comencé a moverme suavemente contra su pubis, en señal de que ya no me resistiría mas.

De que quería cooperar, de que deseaba que me poseyera.

Cuando David se dio cuenta de que Roberto me había penetrado les gritó que me jodierán rico, y recalcó:

—Un putito travestí ensartado por los dos lados, como pollo de rosticería, chínguenselo bien.

Y mis dos amantes que no necesitaban que los animaran me comenzaron a coger como nunca, me sentí llena por mis dos lados, por la cola y por la boca... me sentí como en los cielos, es la primera vez que había experimentado esto y la verdad es que se siente grandioso, la sensación de ser peor que la puta de Babilonia... es sencillamente inigualable!

Me sentí tan sensual, tan mujer... ¡cómo nunca!

Ellos insistieron y me sacaron reacciones que yo no sabía que podía tener, me sentía tan bien trabajada, que en un momento me saqué la verga que tenia en la boca y les dije:

—Por Dios, por lo que más quieran, háganme su puta, la más puta de todas... por favor!., soy una puta! David los animaba llamándome de puta, diciéndome:

—¡Muévete, perra! pinche ramera trágate toda la verga que tanto te gusta. Eres una golfa arrastrada, tienes sangre de puta.

Y he de reconocer que por primera vez me sentí así, sentí eso... interiormente me gustó, y me sentí muy bien. El tipo que me estaba cogiendo fue el primero en venirse y sentí como llenaba el condón con sus espermas.

Cuando terminó y se salió de mí, en un arranque que no entendí de dónde salió, le pedí que no fuera a tirarlo... que me lo diera... él me vio y con un gesto de asco en la cara me lo acercó, yo no sé porque... pero lo hice, le di vuelta y me sorbí su semen...

Entonces David dijo que de ver las ganas con las que me cogió Roberto, se le paró la verga de nuevo, tomó otro condón de mi bolsa y antes de que me diera cuenta David me tenía bien ensartada en su pinga, y comencé a sentir cómo hurgaba hasta lo más profundo de mis intestinos.

- "Un aventón de tripas", dijo David después.

Mientras él me cogía a su gusto, el chico al que le mamaba el pito gritó que se venía y explotó en mi boca, y tras del segundo chorro, se salió y me bañó la cara con el resto de sus mocos, lo miré a los ojos y por Dios que sé que lo disfrutó... tenía pintada la satisfacción en la cara.

David cogía de maravilla, y realmente me hizo suya, me tenía y le rogaba que me cogiera mas fuerte, y no se como pero lograba metérmela hasta donde yo no creí que pudiera llegarme un hombre, y en ese momento comenzó a nalguearme al mismo ritmo que me jodia y me metía la verga, y con eso logró que alcanzara un orgasmo como nunca lo había experimentado.

Un clímax que se incrementó al momento que sentí la tibieza de los mocos de David haciendo una burbuja en el condón y llenándome un espacio desconocido de mis intestinos.

Después de un rato de sentir el peso de David aplastándome contra el pasto, dulce sensación por cierto, él me ordeno:

—Ponte los calzones de nuevo, puta.

Yo los invité a cenar, pero ellos me dijeron que no podían acompañarme, sin embargo, Roberto abrió mi bolsa, sacó el dinero que traía y me la devolvió diciéndome:

—Bueno, nos vamos a echar una a tu salud, puta".

David me mandó que fuera a mi coche y me dijo como despedida: "Bueno, nos vemos mañana por aquí para una sesión de más de lo mismo, ¿no?

Yo por desgracia me tenía que regresar temprano a la mañana siguiente, se los dije, David sonrió y lacónicamente me dijo:

—Bueno, eres una puta de primera y cojes de maravilla. Si otra vez te sientes así de caliente como esta noche, date una vuelta, le ponemos como amigos y nos comemos de nuevo la torta, ¿no?

Me acompañaron al carro, allí David me dio el primer y único beso que me han dado.

Manejé de regreso a mi Hotel, sentía el cuerpo lleno de un contento físico como no había experimentado antes, al llegar me arreglé las botas y la minifalda, me di un paseito por el pelo para no verme tan desgreñada, saludé con una sonrisa al bell boy de el j elevador que el divinamente me reciproco.

Llegué al cuarto, me metí a la tina llena de agua caliente, y allí con una sonrisa, pensé que ni siquiera había conocido el Deeper.