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Una diosa en los grandes almacenes

en Fetichismo

UNA DIOSA EN LOS GRANDES ALMACENES

Tenía la tarde libre y decidí ir a unos grandes almacenes para comprar algunas películas. Al poco tiempo de estar dentro ya tenía todo lo que buscaba, por lo que me senté en una mesita de un bar a tomar una cerveza mientras ojeaba los dorsos de los estuches de los dvd. Delante de mí había una mesita vacía. Al los pocos minutos escuché como por detrás mío se acercaban unos tacones golpeando el suelo. Siempre que escucho ese sonido no puedo evitar mirar, pero esta vez no hizo falta, una mujer no muy alta, pero con un cuerpo escultural se sentó en la mesita vacía. Debo confesar que mi imaginación comenzó a volar y un punto cachondo ya estaba. Morena con el cabello en rizos que parecían querer escapar de la cabeza. Un top blanco con tirantes que dejaban ver el color canela de su piel, unos pantalones ajustados y que acaban encima de los tobillos y unas mules de madera con un gran tacón que dejaban ver unos talones y unos dedos prácticamente perfectos. Las uñas muy bien cuidadas con pedicura francesa. La mujer pidió un refresco, mientras ojeaba una revista de moda. Yo disimuladamente apartaba las carátulas de mi vista y me deleitaba con el espectáculo. La mujer no me hacía mucho caso. Mi verga se estaba hinchando por momentos. Cruzó las piernas y pude ver como la sandalia se separaba de la planta de su pie, dándome una visión parcial de las pequeñas arrugas que se le formaban. La mujer me miró. Bajé la vista hacia las películas. Comenzó a mover su pie haciendo que la sandalia lo golpeara y pudiera escuchar el sonido de su planta entrando en contacto con la madera. Volvió a mirarme y en un segundo me sonrió. Me puse rojo de vergüenza pero lo entendí como una invitación a observarla. Parecía que la sandalia se le iba a caer, pero con movimientos increíbles de sus dedos la sujetaba y su pie volvía a entrar suavemente en ella. Mi erección era bastante evidente, tuve que colocar algunas de las películas sobre mi regazo para disimularla.

Comenzó a sacar el pie que tenía apoyado en el suelo de la sandalia. Jugaba haciendo presión en el tacón y entonces el zapato levantaba su punta. Era una experta, o eso parecía. Yo había terminado mi cerveza hacia unos minutos y ella acaba de terminar su refresco. Dejó dinero sobre la mesita y se levanto, pero antes de irse me dio la espalda y se apoyó sobre la mesa como para buscar alguna cosa de su bolso, muy lentamente sacó un pie de la sandalia ofreciéndome toda su planta, apoyo el pie sobre el tacón y sus dedos se doblaron hacia dentro. Mi verga se estaba mojando. Se volvió a colocar la sandalia, se giró y me sonrió. Después se fue hacia la zona de compras. Dudé unos segundos si seguirla o no, al final decidí que unos pies como aquellos no podía dejarlos escapar, necesitaba recordarlos desde todos los ángulos. La seguí a una distancia prudencial, podía ver sus plantas cuando caminaba y como sus caderas le daban un toque juguetón a sus nalgas, perfectamente moldeadas debajo del estrecho pantalón. Llegamos hasta la zona de ropa femenina, allí tuve que dejar más espacio, no se entendería que hacía yo allí. Finalmente decidí que era suficiente y me marché. Al pasar por delante de la sección de películas decidí echar un último vistazo. Vi algunas interesantes en los bajos de la estantería, me agaché y comencé a leer los títulos. ¡Sorpresa! Los impresionantes pies y sandalias de aquella mujer estaban a menos de un metro de mí.

Me desconcertó, mi erección creció de golpe. La mujer se agachó ofreciéndome de nuevo unas preciosas vistas de los arcos de sus pies. Unas cosquillas se adueñaron de mi estomago. Me aparté un par de metros, intentando disimular mi pasión por aquellos pies. La hermosa mujer se acercó decidida hacía mí, hacía que miraba películas. Yo seguía agachado y tenía sus pies a menos de veinte centímetros de mí. Ella intentando llegar hasta la estantería superior se apoyó en uno de los pies, sacó el otro de la sandalia y lo encontré delante justo de mi cara, si hubiera sacado la lengua podría haberlo chupado. Observé con todo el detenimiento que pude la planta rosada, unas pequeñas arrugas se formaban en medio, un talón precioso muy bien cuidado, y lo más importante, un aroma afrodisíaco increíble que hizo salir un buen chorro de liquido seminal de mi verga. Ella se reincorporó y sin mirar la sandalia comenzó a buscarla con el pie. Daba golpecitos para poder colocársela. Yo empezaba a sudar, creí que estaba soñando. La mujer se agachó en mi misma posición, miró a mi entrepierna y sonrió. Se levantó y comenzó a andar hacia la sección de colchones. No deje de mirarla y menos cuando se giró hacia mí y sonrió. Lo entendí como una invitación a seguirla, y así lo hice.

Llegué a la sección donde los colchones estaban apoyados en las paredes, no había nadie. Pensé que me había equivocado al seguirla, o que simplemente se había cansado del juego. De pronto, noté que algo me tiraba hacia el hueco que dejaban dos montones de colchones. Era ella, se había escondido allí. Me invitó a agacharme haciendo presión con sus manos sobre mis hombros. Cuando ya estaba en cuclillas, la mujer se giró, sacó un pie de su sandalia y lo acercó hasta mi cara. Comencé a olisquear todo el pie masajeándolo lentamente con mis manos. Acercó más el pie a mi boca, sabía lo que quería. Metí su dedo gordo en el interior de mi boca, haciendo un poco de presión con mi lengua y mi paladar. Lo saboreaba. Estaba riquísimo. La mujer comenzó a ponerse bastante caliente, giraba su cabeza para observarme desde arriba. Desabrocho el botón de su pantalón y metió su mano dentro. Desde mi posición podía ver como su mano jugaba con su coñito por los movimientos debajo del pantalón. Yo lamía cada uno de sus dedos, entre ellos. Mi polla estaba a punto de explotar, notaba que si seguía así mucho tiempo me correría sin tocarme.

La mujer apartó el pie de mi boca, momentos antes gemía de placer mientras se tocaba. Se colocó la sandalia y me invitó a ponerme de pie. Me desabrochó el pantalón y sacó mi verga durísima, la miró y sonrió. Ella se bajó un poco los pantalones, no mucho, por la mitad de los muslos lo que le impedía abrir las piernas. Pude ver sus braguitas húmedas. Eran preciosas, negras semi transparentes, con un pequeño encaje y muy estilizadas, casi se le salía el conejito por los lados. Su monte de Venus estaba rasurado, al igual que sus labios. La mujer se acercó y me abrazó con un brazo mientras con la otra mano colocaba mi capullo entre sus piernas y rozando sus bragas. Comenzó a mover las caderas de forma espásmica, me causó un gran placer porque noté como todo mi tronco se hundía entre sus duras piernas. Además, el contacto con sus labios y sus braguitas mojadas estimulaban mi verga por todos lados. Yo sudaba y gemía, intenté decirle algo, pero ella no quería hablar. Notaba su boca a un lado de mi cabeza y escuchaba sus gemidos mientras me mordía el lóbulo de la oreja. Sus pies estaban en cuclillas ya que de otra manera no llegaría hasta la posición al ser un poco bajita, eso hacía que su fabuloso culo estuviera mas duro que nunca. Cogió mi mano y la acompaño dentro de sus bragas a la altura de su ano. Comencé a masajéaselo. Mientras lo hacía, rozaba mi glande que ya había salido por la parte trasera de sus piernas. Ella me embestía cada vez más fuerte. Yo estaba a punto de correrme. Metí mi dedo corazón dentro de su ano y ella gimió mas fuerte y presionó con mas dureza mi oreja. Se corrió con un gran espasmo mientras se apretaba contra mí con una fuerza descomunal. Siguió con el ritmo de las caderas unos segundos más, yo no podía seguir, mi polla iba a explotar de un momento a otro. Ella se separó de mí y rápidamente bajó sus bragas hasta la altura del pantalón. Cogió con fuerza mi verga y comenzó a masturbarme de una forma salvaje.

Ella sudaba, de hecho sus manos estaban sudadas y eso hacía que el frotamiento fuera mejor. Yo sudaba, mi polla se hinchó un poco más, y sin poder decir nada un fuerte chorro de leche fue a parar a sus bragas, justo donde luego debería colocar ella su conejito rasurado. Siguió meneándome y otro chorro salió disparado para impactar de lleno en su coño. Mi verga comenzó a perder fuerza y dureza, ella se agachó y se quitó una de las sandalias, siguió ordeñándome. El poco líquido que quedaba en mi iba a parar a su sandalia. Cuando terminó, se colocó la sandalia y aún estando agachada, se metió mi fláccida polla en la boca y la limpió con ganas. Cuando terminó a los pocos segundos, me la metió dentro del calzoncillo y me subió el pantalón. Se puso de pie y se subió su pantalón, toda mi leche en sus bragas estaba tocando su piel. Sacó la cabeza por el hueco y miró a ambos lados, seguidamente se giró, me sonrió y se fue. Yo esperé unos segundos para que nadie pudiera verme en mi estado.