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Mi gran amiga (2)

en Fetichismo

Después del espectacular polvo que nos marcamos Mónica y yo, nos relajamos en su patio tomando unos gin-tonics tumbados en sendas hamacas que tenía. Mónica seguía con la camisa, yo estaba en calzoncillos.

-         ¿Y como piensas follarte a tus amigas? ¿ Y como crees que me las follaré yo? – Pregunté.

-         Lo tengo todo preparado, después de cenar organizaré un juego de mesa, ya sabes, esos juegos de cartas…

-          ¿Cómo un strippoker?

-         Parecido, en vez de pagar prenda con la ropa será de tipo sexual, no te preocupes, tus pruebas irán encaminadas a comerles los pies… Sobretodo los de Carla, exquisitos, ya lo verás…

Seguimos degustando los gin-tonics durante un buen rato, hasta que me propuso meternos en la piscina. Me desnudé y me metí en el agua, que estaba un poco fría para mi gusto. Ella se despojó de la camisa y quedándose en pelotas me siguió. La piscina no era profunda, de hecho era de esas de goma, como mucho cubría medio metro. Yo estaba de pie intentando entrar en el agua y entonces Mónica gateando se me acercó y comenzó a besar mi polla. Yo me apoyé contra la goma de la piscina sacando mi cadera hacia ella, de forma que mi verga estaba a la altura de su boca. Ella sin usar sus manos jugaba con su lengua, mordisqueaba con sus labios mis huevos, y mi nabo comenzaba a coger fuerza. Mónica se introdujo totalmente mi aparato en su boca dejándolo crecer dentro de ella. El placer era máximo cuando su lengua presionaba sobre la parte del frenillo. Al tener la envergadura deseada, Mónica comenzó a realizar un vaivén mientras succionaba mi glande, lo que hacía que se produjeran los típicos sonidos de ventosa. Intenté tocar uno de sus pechos pero me paró.

-         Concéntrate en ti, es un regalo… - Me dijo.

Me concentré imaginando las imágenes pasadas hacia tan sólo unos momentos, sus

culo metiéndose y sacando mi polla vorazmente. Parecía como una animal hambriento. Estaba a punto de explotar de nuevo, sus embestidas eran frenéticas. Solté un suspiro seguido de un gemido y una pequeña cantidad de esperma acabó dentro de su boca, ella siguió unos instantes mamándome y al acabar me limpio con su lengua toda mi verga. Me relajé y me metí en el agua junto a ella. Y nos quedamos pensativos sobre como realizar nuestras fantasías aquella noche.

            Se acercaba la hora de conocer a las dos chicas. Yo ya me había vestido y repeinado, perfumado, en fin, estaba a punto. Mónica se había puesto una minifalda tejana, sin ropa interior, una blusa muy escotada que marcaba perfectamente sus pezones y unas mules de suela de madera y gran tacón que sabía que me volvían loco. Habíamos preparado también la mesa, de manera que al sentarnos tanto Mónica como yo tendríamos a las chicas a nuestros lados y nosotros quedaríamos encarados. Llamaron al timbre, Mónica acudió a abrir. Desde el salón donde me encontraba pude escuchar unas risas, saludos y besos. Al momento el embriagante sonido de tres pares de tacones acercándose hasta mi posición.

            Mónica entró la primera en el salón, acompañada de Silvia, una chica guapísima, delgada, con una pequeña melena castaña, y unos enormes ojos oscuros. Llevaba puesto un vestido de tirantes rojo, sus torneadas piernas iban enfundadas en unas finísimas medias transparentes, y sus pies adquirían una golosa forma dentro de unos zapatos con un tacón de 12 centímetros. Aún no me había repuesto cuando entró tras ella Carla. Una estatura parecida a la de Mónica, cabello rubio y muy corto, ojos azules, unos labios que invitaban a morder por su prominencia. Su top de tirantes parecía romperse a la altura de sus pechos, y unos leggins negros embutían sus anchas caderas y sus fuertes piernas, a la vez que bien formadas. Sus pies iban vestidos con unas mules de madera que dejaban ver tanto sus talones redondeados como sus preciosos dedos, con las uñas pintadas de negro. ¡Que calor me estaba entrando!

            Mónica izo los honores y nos presentó, Silvia un poco más tímida, pero Carla casi me da un pico en la presentación, lo que me hizo pensar en que conocía algo de los planes de Mónica. Más después de haberse liado con anterioridad.

            Nos sentamos en la mesa y comenzó la cena, yo servía sin parar vino a las invitadas que lo bebían agradecidas.

            Se terminó la botella y fui hacia la cocina para traer la siguiente. Al volver a entrar en el comedor, pude ver con claridad como Silvia había sacado sus talones de los zapatos de tacón, en breves instantes vi lo tersas que eran sus plantas y lo bien redondeados que estaban sus talones, a la vez que muy bien cuidados. Intenté disimular, les llené las copas de vino y cuando dejé la botella sobre la mesa dejé caer mi servilleta al suelo, al bajar a recogerla forcé un poco el gesto para poder observar de cerca los pies de Silvia, y allí estaban, casi en puntilla dentro de las finas medias y los tacones, sus talones emergían en vertical ante mis ojos. Me reincorporé con mi polla un poco juguetona. Mónica me miró y sonrió, creo que se dio cuenta de mi acción.

            La cena continuó entre conversaciones banales, pero justo antes de terminarnos el postre Mónica inició lo que había estado planeando.

-         Bueno, chicas y chico, después del postre podríamos jugar a alguna cosa ¿Qué os parece?

-         ¿Tienes algun juego de mesa? – Preguntó Silvia.

-         Me gusta más inventarlos… - Respondió Mónica.

-         A ti te gustan muchas cosas – Espetó Carla.

-         Podríamos jugar a cartas pero a algo más picantón que jugarnos las prendas… - Dijo Mónica.

-         ¿Cómo qué? – Respondió Silvia.

-         Acabemos el postre y luego te lo cuento… - Acabó Mónica.

Acabamos el postre entre conversaciones de carácter sexual. Cada uno expresaba situaciones que le habían sucedido, era algo normal en personas que han pasado la treintena. Y más con la cantidad de vino que habíamos tomado. Cada minuto que pasaba me excitaba más, estuve a punto de ir al lavabo a masturbarme pero aguanté.

            Después de la cena les traje unas copas a las chicas que ya se habían acomodado en el sillón, y en unos almohadones que había en el suelo. Estaban en fase graciosa, cuando ríen por cualquier tontería, lo que prometía bastante.

-         Bueno, - Empezó Mónica – Vamos a jugar a alguna cosa…

-         Algo picantón – Siguió Carla, que estaba bastante animada.

-         Vale, jugaremos a un juego que me he inventado… Voy a escribir unas pruebas en estos papelitos, cada uno deberá coger uno de ellos y realizar la prueba, sinó pagará prenda con otra prueba más fuerte.

Los tres asentimos. Mónica escribió algo en pequeños papeles que después arrugaba para que no se viera el contenido escrito. Acto seguido acercó su mano con los papelitos hasta mi.

-         te dejamos escoger primero por ser el chico de la casa…

Sonreí y cogí un papel, bien, hay que decir que no lo elegí, me limité a escoger el que sibilinamente me ofrecía Mónica. Lo leí en voz alta.

“ Deberás adorar los pies y zapatos de Silvia durante 10 minutos”

Todos reímos, Silvia se sonrojó. Acepté la prueba. Silvia se izo la remolona, pero las otras dos la convencieron. Me arrodillé delante de ella y cruzó las piernas dejándo su pie derecho a la altura de mi cara. Con toda la delicadeza que pude sujeté su tobillo casi acariciándolo y besé sus altos tacones, una risa nerviosa se apoderaba de ella. Deslicé mi mano por el tacón y la descalcé lentamente mientras mis dedos masajeaban la planta de sus pies, lamí su talón, y pasé mi lengua delicadamente por su planta, la risa nerviosa se había convertido en excitación a juzgar por la mirada que me profería. Comencé a jugar con los dedos de los pies, las medias impedían poder hacerlo separadamente, al cabo de un par de minutos tenía su pie dentro de mi boca casi por completo. Mónica y Carla a nuestro lado habían comenzado a tocarse y a besarse. El ambiente se iba calentando por segundos. Mi verga ya no se ocultaba dentro de mi pantalón, Silvia descruzó las piernas sin sacar su pie de mi boca y comenzó a masajearme con el otro pie y el zapato de tacón. Los tirantes de su vestido resbalaban por sus hombros hasta llegar a medio brazo, su cabello se despeinaba, mis manos acariciaban el interior de sus muslos, por lo que descubrí que no eran medias enteras, sinó de las que llegan hasta medio muslo. Mónica sentada ahora junto a Silvia estaba abierta de piernas mientras Carla le practicaba un buen masaje en su rajita, deslizó la pierna y me acercó su apetitoso pie aún calzado por la mule. Disfrute de los dos pies durante unos instantes, lo suficiente para que Mónica mientras jadeaba comenzara a besarse con Silvia. Carla detuvo por unos momentos la masturbación de Mónica y llegó hasta mí por detrás para quitarme los pantalones y la camisa, cosa que consiguió rápidamente. Cuando vio mi miembro duro y erecto, Carla se abalanzó a mamarlo, mientras yo me inclinaba y desprendía a Silvia de sus bragas. La abrí de piernas y mientras ella se besaba y toqueteaba con Mónica me dediqué a satisfacerla con mi lengua. Su coñito, rasurado y bien lubricado se estremecía a cada paso de mi lengua por sus labios. Carla se comía literalmente mi verga. No me doy ni cuenta que Mónica había traído sus juguetitos hasta nosotros. Sacó el vibrador y me lo ofreció para que jugara con Silvia que accedió encantada. Estaba mojadísima y el duro artefacto entró con mucha suavidad en su conejo, mientras seguía lamiéndole el clítoris. Ella jadeaba, y comenzaba a sudar, por lo que se deshizo de su vestido quedándose únicamente con los sujetadores y las medias. Mónica había desprendido a Carla de sus leggins, y le insertaba el consolador anal mientras ella seguía comiéndome. Yo estaba a punto de correrme. No aguantaba más. Por lo que cogí uno de los zapatos de tacón de Silvia y dejé caer toda mi leche en el interior. Acto seguido le puse los dos zapatos y seguí comiéndola mientras movía frenéticamente el vibrador. Silvia gritaba, era de las que hacia ruido al ser penetrada. Carla gemía e intentaba llegar al coño de Silvia mientras Mónica la enculaba con el consolador. Silvia se corrió con un buen gemido. Quedó exhausta en el sillón mientras observaba la gran enculada de Carla. Me incorporé y me ofrecí a Mónica para seguir yo con el consolador. Ella me lo dejó y se situó frente a Carla ofreciéndola su coño a lo que carla respondió lanzándose a mamarlo. Yo veía como estaba abierto el culo de carla, y su coño también. Intentaba ponerme duro de nuevo para poder encularla, pero no había manera, y menos mal que había bebido poco, sino me quedo sin fiesta. Comencé a masturbar a Carla mientras tenía el consolador en el culo, empezó a jadear. Mónica estaba a punto de explotar, ella quería seguir pero su cuerpo y la lengua de Carla la hacian acabar con un gemido de satisfacción. Sólo quedaba Carla por correrse, y no le faltaba mucho. Cogí el vibrador que había utilizado con Silvia y le provoque una doble penetración que la hizo volver loca. Ella misma comenzó un vaivén mientras estaba a cuatro patas que izo que los dos aparatos fueran engullidos una y otra vez por su coño y su culo y a cada embestida un grito cada vez más fuerte. Los dos sudábamos muchísimo. Mónica y Silvia nos observaban con lujuria. Carla dio unos cuantos vaivenes más y se corrió. Quedó tumbada encima de los almohadones sudorosa y cansada. Yo me dejé caer en sentido contrario y sus pies quedaron delante de mi cara, y entonces comencé a comérselos lentamente mientras ella reposaba.

-         Bien chicas, ¿Os quedáis a dormir? Nos damos una ducha tomamos algo y si  queréis jugamos un poco más después, veo que el juego ha tenido éxito…

Las dos dijeron que si, yo no hacia falta que dijera nada, estaba siendo uno de los días más felices de mi vida, y lo mejor estaba por llegar. Me quedé durante unos minutos comiéndome los pies de Carla. Silvia y Mónica fueron a ducharse, luego nos tocaría a nosotros. A mi y a su culito.