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Mi compañera y su relato (2)

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Mi compañera y su relato (2)

Continuación del relato Mi compañera y su relato (1)

Mara, mi compañera de trabajo, una mujer impresionante, me relataba como en sus vacaciones disfrutó de un lugar único, una piscina nudista muy particular, donde tuvo la oportunidad de practicar el exhibicionismo de forma natural por vez primera, mientras yo la escuchaba embobado.

 

Si antes tenía a mi compañera en un pedestal a todos los niveles, me refiero tanto los intelectuales como en los físicos, ya que es además la musa de mis más recónditos pensamientos, a partir de ese día que comenzó a relatarme su aventura, no cabía de gozo de tenerla ahí enfrente de mí, narrándome con toda la naturalidad del mundo como se metió en el mundo del nudismo por primera vez y además de forma muy especial.

- Mara, entonces ¿Qué hiciste cuando la otra pareja se desnudó? – le pregunté.

- Pues me encontraba cortada y veía que mi novio estaba igual que yo.

- Imagino que sería algo complicado.

- Y tanto, por más que queríamos acabar de una vez, íbamos a cámara lenta. Ninguno de los dos dábamos el paso definitivo, mientras que la otra pareja ya estaba en pelotas.

- ¿Cómo ibas vestida?

- Pues llevaba una camiseta como esta que llevo ahora. – me dijo señalándose el top de tirantes ajustadísimo de color verde que llevaba puesto y el igualmente ceñido vaquero.

Mi mente buscaba en esa imagen, la de Mara ruborizada, con el mismo pantalón que otras veces le había visto puesto, como ese mismo que tenía delante que se dibujaba sobre sus armoniosos muslos, el idéntico que remarca su culo de forma magistral, el que se mete por su chochito con tanto descaro dejando una rayita memorable a la vista de los mortales que la admiramos. Y no digamos el top, el mismo que lleva ajustadísimo y que le subraya unas tetas fuera de lo normal.

- Primero me quité el top y el chico que nos acompañaba me sonrió. – añadió mi compañera al tiempo que yo lo vivía en mis pensamientos.

- No me extraña, Mara.

- ¿Por qué?

- Pues mujer, porque yo habría reaccionado igual. Vaya impresión.

Mara fue la que sonrió ante mi ocurrencia, pero es que era lógico pensar que ese pedazo de tía te muestre las tetas así, sin comerlo ni beberlo. Como envidiaba a todos los que tuvieron la suerte de admirarla unos pechos infinitamente bellos que lamentablemente solo conocía con ropa.

- ¿Qué más? ¿Qué más? – pregunté insistente queriendo saber más de esa alucinante historia.

- ¿Te gusta no? Veo que estás muy intrigado.

- Joder que si me gusta Mara, lo estoy imaginando y me pongo nervioso.

Creo que esa frase le daba pie a ella para provocarme aun más en sus detalles más escabrosos y morbosos. Continuó su historia:

- Después me costó mucho quitarme el pantalón porque además ese chico no me quitaba la vista de encima. Imagínate yo allí viéndole desnudo y él al mismo tiempo mirándome con tanto descaro.

- Y ¿Qué hacías? – pregunté otra vez.

- Pues por un lado me sentía incómoda, figúrate, pero por otro lado estaba tan caliente que me apetecía mucho hacer ese show para él, mostrarme totalmente desnuda ante un desconocido.

- Y ¿tu novio?

- Estaba petrificado, porque ni se creía que yo estuviera haciendo aquello. Permaneció en calzoncillos mirándome y esperando mi siguiente paso. Y además estaba con una erección gigantesca. Se le notaba un volumen considerable.

- ¿Qué me dices?

- Claro, la situación, aquella chica que nos acompañaba desnuda a su lado y yo lo mismo, despelotándome ante él y los desconocidos, le provocaban una situación de lo más incómoda, pero a la vez de lo más excitante, claro.

- Ya imagino.

- Bueno, pues yo seguí sacándome los pantalones sentada sobre aquel banco y siendo observada por todos minuciosamente.

- Como para no.

- Calla tonto. Le dije a mi novio que se quitara la última prenda, pero me decía que no podía, que estaba algo “apurado”. Yo me reí, pero fue el otro chico quién le quitó importancia, diciendo que él mismo estaba teniendo una erección viéndome a mí ¿te imaginas mi cara de asombro cuando dijo eso y cuando vi por misma que aquello estaba tomando proporciones desorbitadas…?

- Pues me hago una idea. – sentencié.

- El caso es que al final me puse en pie, me di la vuelta y me quité las braguitas, para poner a los dos chicos todavía más nerviosos y lo curioso es que me relamía al hacerlo, me sentía observada y eso era alucinante.

- ¿Disfrutabas con todo aquello entonces?

- Pues sí, me da vergüenza reconocerlo, pero es así. Me quedé frente a ellos desnuda como si lo hubiera hecho toda la vida. Después, mi chico por fin se quitó el calzoncillo quedando los cuatro desnudos en aquel cachondo vestuario. Ellos bien “armados”, no veas como…

- A tope, normal.

- Después la chica me agarró por el brazo y salimos en dirección a la piscina riéndonos de los chicos y su empalmada a dúo. Era todo un poema, pero verlos así nos ponía también nerviosas. Nosotras además nos movíamos de forma sensual, provocándoles más todavía.

- Ostras Mara, no me lo puedo creer. Me lo estoy imaginando y debe ser un impacto terrible.

- Y tanto, Te juro que yo estaba como poseída, pero me divertía todo aquello. Más aun cuando todo el mundo me observaba y me encantaba ir avanzando por toda la zona donde todos estaban desnudos y donde nosotras dos ofrecíamos el mejor espectáculo posible a todos para que nos admiraran. Caminábamos con el aire más sensual del mundo.

- Que pena habérmelo perdido. Tuvo que ser memorable.

- Jajaja…. Pero para mi también lo fue. Ni yo misma me creía estar haciendo aquello.

- Sigue… - le insistí

- El caso es llegamos al fondo del recinto, extendimos nuestras toallas y aun nos recreamos un poco, yo principalmente, porque la verdad es que la situación era propicia para hacer ese juego de exhibicionismo que nunca antes había experimentado y que tanto placer me estaba proporcionando. Los chicos no me quitaban ojo. Mi novio parecía estar más caliente que nunca y el otro parecido, porque no me quitaba ojo. Como me gustaba ser admirada así.

Toda la situación era rocambolesca, imaginar a mi compañera Mara en esa situación tan especial, tan inaudita, tan soñada, me puso igual de nervioso que a los chicos protagonistas de esa aventura y bajo mi pantalón se había puesto aquello de una manera que no sabía como disimular ante mi compañera. Pero no quería que parase, al contrario, deseaba seguir escuchándola durante horas aquel relato que me estaba estremeciendo de placer y pensar que yo podría haber sido uno de los que vivieron semejante acontecimiento.

Continuará...

Sylke (20 de septiembre de 2007)