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Dominación de mi propia hermana

en No Consentido

Hacía ya meses desde que pille a mi hermana, Sara, colocada de mala manera de cocaína, follando con tres tipos que ni ella conocía, en el salón de casa.

Sara tiene quince años, es morena, pelo liso y largo, ojos oscuros, peso ideal, aunque con algunos quilillos de más, y con unos pechos que aún no estaban desarrollados al cien por cien. Recuerdo que tan solo me miró de reojo, mientras los tres hombres le daban por todas partes, como si no le importase. Fui listo e hice un par de fotos.

Pocos días después de aquel incidente, le enseñé a Sara las dos fotos y ella me suplicó que no se lo enseñara a nadie. No lo iba a hacer, pero claro, eso tenía un precio.

Al principio solo la obligaba a hacerme pajas en todo momento. Las primeras veces siempre lo hacía llorando desconsolada. Pero poco después aquello iría a más. Mamadas, corridas, sexo vaginal, anal… donde quiero, cuando quiero, y sobre todo, las veces que quiera. Y yo, al darme cuenta del poder total que tenía sobre ella, me volví cada vez más y más agresivo…

30-4-2009

-¡Sara!- grité desde mi habitación, tumbado en mi cama.

-¿Si?- me dijo al aparecer en la puerta completamente desnuda.

-Acércate- le ordené, a lo que ella obedeció sin rechistar.

-¿Que quieres, Edu?- preguntó acercándose y mirando al suelo, sabiendo realmente lo que quería.

-¿Como que qué quiero?- le contesté enfadado- Sube a la cama y hazme una buena mamada-ordené- Y que sea buena.

Subió a la cama, avergonzada, como siempre, pero sabiendo que no le quedaba otro remedio. No quería que nadie, y menos nuestros padres supieran que, con solo quince años, era una zorra y cocainómana. Esto último ya casi no era un problema, pues con mis órdenes ya casi no consumía.

Se colocó rápidamente entre mis piernas, cogió con sus dos manos la base de mi polla de unos 18 centímetros –nunca me la he medido- y empezó a succionar el nabo rápidamente, con la intención de que me corriese lo antes posible y así acabar con la humillación.

Hizo un sube y baja tímido, lento.

Agarré con las dos manos su cabeza y presioné fuertemente hasta que la mitad de mi polla estuviera dentro de su boca. A medida que presionaba más y más, notaba como Sara se quedaba sin respiración, se coloreaba un intenso rojo en su cara y empezaba a arquear. Para entonces ya tenía dieciocho centímetros de polla en la boca. La dejé unos segundos así.

Ella no se quejaba, pues sabía que si lo hacía, sería peor para ella, solo podía emitir unos sonidos guturales.

Sara lamía como podía mi falo, y lo hacía en todas direcciones.

Empezó a mover los brazos, agarrándome los míos o intentándose apartar de mi, señal de que ya no le quedaba demasiado aire y que empezaba a agonizar. "Perfecto", pensé, me gusta cuando ella sufre y yo disfruto.

Solté su cabeza a lo que ella retira su boca de mi polla rápidamente, inhalando todo el aire que podía y babeando toda la saliva que no podía tragar.

Antes de que pudiera recuperar todo el aire, la cogí de nuevo por el pelo, arrancándole un pequeño grito de dolor hasta llevarla a mi polla nuevamente.

Le obligaba a llevar forzosamente sus labios hasta los pelos de la base y de nuevo hasta el nabo, repitiendo el sube y baja cada vez más y más rápido. Así podía respirar algo mejor y no tenía que dejarla para recuperarse.

Levanté el tronco de manera que me encontraba sentado en la cama, y así tener mejor acceso al cuerpo de mi hermana-esclava Sara.

Con mi mano izquierda le impedía sacar su boca de mi falo erecto, y con la otra, le cogía una de sus pequeñas tetas y se la empezaba a estrujar fuertemente, clavándoles mis uñas y pellizcando su pezón de mala manera.

Ella se retorcía a la vez que emitía grandes y largos gritos guturales, señales de que efectivamente, estaba torturando a mi hermana. Y eso me gustaba.

Retiró sus manos de mi base para llevársela a su dolorida teta, que después de unos minutos de tortura, casi ni la sentía.

Llevé la misma mano con la que torturé a Sara y la llevé a su seco y algo peludo coño. Lo toqué tan suavemente como pude, algo difícil con casi toda mi polla en la boca de mi hermana. Con el dedo índice y el corazón intenté se parar sus labios vaginales, para después meterle otro de mis dedos. Fue fácil, Sara ya podía controlar su vagina y casi podía humedecerla cuando quisiera. Ella por su puesto, poco placer recibía.

Le metía un dedo, dos, incluso tres, y la embestía como podía en esa posición, mientras que mi polla desparecía y volvía a aparecer de la boca de Sara.

-¡Hasta el fondo, coño!- le grité a la vez que con la mano libre volví a obligarla a tragarla entera.

-Mmmmh...!!- solo podía decir ella, acompañando los gritos de arcadas.

La solté otra vez. Ella tosía y tosía, intentando luego respirar.

La agarré del cuello y la puse violentamente boca arriba en la cama. Me apoyaba únicamente con la mano que agarraba el cuello, ahogándola, mientras que con la otra la obligué a abrir las piernas. Coloqué, acto seguido, la punta de mi nabo en la entrada de su coño, empujando hasta metérsela entera. Ella emitía algunos gemidos de dolor.

-Ay…- se quejaba.

-Calla y disfruta, puta!- grite mientras la empalaba bestialmente, dándole una bofetada en la cara- ¡Disfruta, disfruta, disfruta!- continuaba mientras me la follaba y la bofeteaba.

Ella hacía un fuerte esfuerzo por intentar disfrutar lo mínimo y así al menos sentir algo de placer, pero le era imposible. Además, mis bofetadas lo impedían aún más.

-Ah, ah, ah!- gritaba ella.

Mis manos dejaron de pegarle su carita para agarrarse a sus pequeños pechos, uno de ellos algo malherido por la anterior tormento recibida minutos antes. Como no, apreté las manos y clavé las uñas en sus tetas, combinándolo con duros pellizcos en los pezones. Eso si le dolía.

-¡¡Noo!!- gritaba-¡¡ Aaaaahh!! ¡¡¡Por favor, no más, no más!!!

-¡¡Calla zorra!!- le grité mientras añadía más violencia a mis embestidas, que hacían mover el colchón de la cama fuertemente, y agarraba de sus pechos más fuertemente- ¡¡Me vengo, que me vengo!!- grité.

-Noooo- gritaba ella, casi llorando, y agarrándose donde podía- ¡Dentro noo!

Mis embestidas, mis últimas embestidas eran mucho más violentas que hasta entonces. Pero antes de correrme la saqué y me dirigí a su cara. Se la metí en la boca, le cogí la cabeza, y me la follé directamente, corriéndome de mala manera dentro.

Bastantes chorros de leche caliente fueron a parar a su garganta, ahogándola aun más de lo que estaba, produciéndole arcadas, mientras intentaba tragar y luchar por respirar.

Le llevó minutos limpiarme la polla al completo de corrida. Después, me la limpié de su saliva con su cuerpo, dejándomela al fin seca.

-Ahora vete de aquí- le dije mientras encendía el ordenador y me sentaba en la silla. Ella no se movía, solo luchaba por respirar y recuperarse. Estaba completamente cansada-. ¿Es que no me has escuchado?- le grité dándole varios cachetes en el culo, arrancándole un gemido de dolor.

Ella, luchando, se levantó forzosamente y se fue a su habitación.

Nota de autor: He visto que se suele comentar poco. Espero que me comentéis, aunque sea para saber si os ha gustado o no, eso me ayudaría mucho.

Saludos.