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Sexo, drogas y RocknRoll! (8): Cris

en Gays

23 de abril del 2000

 

 

Había pasado ya casi un mes desde el reencuentro entre Cris, el tímido teclista gay, y Juan, el misterioso chico que conoció en la casa abandonada. En todo aquel tiempo se encontraron una vez más, para salir a otra discoteca gay que el segundo conocía, situado en el centro de la ciudad.

Aquellas dos noches fueron un desmadre, en las que varios tíos intentaron ligar con Cris. Algunos lo consiguieron y otros se tuvieron que conformar con un rechazo suave. Juan, por su parte, estuvo a un lado casi siempre, ya que él no era gay, a pesar de haber chupado más de una polla.

Esta vez se reencontraron en casa de Juan, un apartamentucho de tres al cuarto en uno de los barrios bajos de la ciudad, se liaron un par de veces, entre trago y trago de vodka y entre calada y calada.

-Creo que ya estoy lo suficientemente borracho…-decía Cris mientras dejaba la copa en la mesa-. Y colocado.

-Vamos, quítate los pantalones que vamos a empezar.

-Vale, pero ten cuidado- decía mientras se bajaba el chándal.

-Claro que sí, no es la primera vez que lo hago, ¿recuerdas?- dijo él mientras se alejaba de él-. Espera un segundo que voy a por la crema. Así será menos doloroso.

-De acuerdo.

Juan desapareció por unos escasos segundos. El sonido de los cajones abriéndose y cerrándose sonó desde dentro de la habitación donde el chico se encontraba, y luego volvió a aparecer.

-Bien, lo primero que voy a hacer es meterte el dedo para dilatarte el culo. Espero que te lo haya lavado bien.

-Vale, vale- decía Cris, borracho-. Empieza.

Un primer dedo, el índice, penetró la barrera que nadie antes había traspasado sobre Cris. Su virginal ano dejaba pasar, impotente, el paso de aquel lubrificado dedo hasta el tope. Se quedó allí unos segundos en los que Cris no notaba nada, a parte del frío de la crema.

Luego, cuando parecía que el culito prieto del tímido gay dejaba de apretar con tanta fuerza el dedo, empezó a practicar un movimiento de vaivén, simulando una follada en la que tan solo intervenía su dedo.

-¿Qué sientes?- quiso saber Juan.

-Bueno…-jadeaba Cris-. De momento no siento mucho más que tu dedo.

-Bien, creo que ya puedo meter un segundo…

Después de volver a lubrificarse el dedo índice, y ahora el dedo corazón, volvió a penetrarle. Esta vez, Cris notaba con mayor intensidad aquel intruso que agrandaba su estrecho ano. Ahora sí lo sentía.

-Joder- se quejó.

-¿Te duele?

-No, pero es una sensación rara. Algo molesta.

-Es normal.

Como hizo anteriormente con el dedo índice, Juan penetró a Cris con sus dos dedos, pero de forma mucho más pausada, para ayudar a la dilatación del ano. Luego, empezó a moverse más rítmicamente, con más fuerza y rapidez.

-Uf!

-Tranquilo, esto no es nada- dijo Juan, acariciándole los huevos con la mano que tenía libre.

-Es que… uf… lo noto, me presiona bastante. No duele, pero es muy raro.

-Vale, los dejaré aquí dentro durante un par de minutos.

-¿No puedes continuar? No sé si será por la borrachera o por los porros, pero tengo ganas de que me folles ya.

-Tranquilo, nena- dijo Juan-. Hay que ir despacio si no quieres que te parta el culo en dos, literalmente.

-Entonces se me pasará el colocón, la borrachera y se me cortará el rollo.

-Tranquilo, será un momento- repitió el activo-. Por cierto, nunca me contaste lo que hiciste el día que nos reencontramos. Te vi hablando con aquel chaval, pero no sé mucho más.

-¿Cómo? ¡Si te lo conté al final de la misma noche!- dijo Cris riendo-. ¿En serio no te acuerdas?

-Tío, con lo mal que acabé la noche, suerte tuve de acordarme de cómo volví a casa.

-Bueno, aquel chaval se llamaba Jorge. O Jordi. O Juan- decía dudando-. Bueno, lo cierto es que no me acuerdo, era un nombre que empezaba por jota. O creo que ni eso.

-Joder, empezamos bien la historia.

-El caso es que el chaval tenía dieciséis años.

-¿Dieciséis?- preguntó extrañado-. Nunc a he visto a nadie tan joven. Si aquella disco gay es para mayores de 21. Cosa absurda, por cierto. Es difícil que alguien de diecinueve pase tranquilamente.

-Se ve que conocía a alguien de la disco. Algún segurata, o algún camarero. Por eso entró con facilidad. El tío era un pasivo total, de los que se dejan follar por cualquiera.

-Se lo habría pasado bien aquella noche.

-Ya lo creo- dijo Cris, sonriendo.

Juan rió aún más.

-¡Vaya, vaya, vaya!- exclamó-. Vaya con el tímido de Cris! Se ha convertido en un soplanucas de primera!

-Cualquiera lo diría, con esta posición…

-¡Mierda, cierto!- dijo Juan-. Ahora te meto el tercer dedo. Ahora sí que puede que duela.

-Está bien.

Juan se cubrió la mano con la crema y poco a poco fue entrando con los tres dedos más largos de la mano en el cuelo de Cris, que notaba sin ponerle remedio como su ano se dilataba como nunca antes lo había hecho.

-Guau, ves despacio.

-Si lo hago más despacio no acabaremos nunca- dijo entones Juan-. Una cosa es ir con cuidado, y otra ir como tortugas.

-Dios… noto como se me abre el culo, joder…- se quejaba él.

-¿Te duele?

-Molesta, molesta muchísimo.

-Vale, sigue contando la historia del chaval ese.

-Mmm… vale- se quejaba-. El hecho es que me asaltó de repente. Creo que me estaba buscando. Yo intentaba aparentar que ya era un experto en esto de los ligues. Ya sabes, no parecer que la única vez que he follado haya sido violando a un jodido drogata inconsciente.

-Claro, claro- reía Juan.

-Total, entre pitos y flautas, el chaval este empezó a acercarse a mí, y me metió mano en el paquete. Se me puso dura al instante, sabes? El tema es, que acabamos liándonos en el baño, y el tío no alejaba su mano de mi polla, que estaba a reventar.

-Como ahora, vamos.

-Más, todavía- puntualizó Cris-. El tío se sentó en un momento en la taza del váter y me la sacó. ¡Y empezó a chupármela! Aquello fue prácticamente irreal. Casi como un sueño. En serio, por un instante lo dudé.

-Tío, es imposible no distinguirlo.

-Créeme que es posible- le contestó, haciendo referencia a Joaquín-. Sobre todo con más de un litro de cerveza en el estómago y un par de porros en la cabeza.

-Pero cuenta lo de la mamada, ¿lo hacía bien?

-Bueno, no me han hecho ninguna más para parar pero… tuve que pedirle que parara, porque me iba a correr en nada.

-¡Suele pasar!

-Bueno, entonces fue cuando se levantó, me dio la espalda y se bajó los pantalones.

-Y lo hiciste, así sin nada?- quiso saber.

-No, claro, le pedí un condón y listo- comentó-. Y no veas que culo que tenía el chaval, le entraba entera sin ningún esfuerzo, no como el yonki aquél. ¡Ay, cuidado!- se quejó-. Y total, durante la noche acabé haciéndolo una vez más con ese tío, pero creo que el ya se había follado con más de uno entre el primero y el último…

-¡Menudo golfo!

-Sí… y encima el tío gritaba como un jodido animal. Menos mal que la música entraba a los baños como si estuviesen en medio de la pista, porque si no ya hubiesen ido a rescatarlo…. ¡ay!

-Lo siento!- dijo Juan, retirando los dedos-. Bien, creo que ya es hora de follarte como te lo mereces.

-Bien, estoy impaciente.

Juan se desabrochó los pantalones y se sacó la polla de los bóxers blancos que vestía y la colocó en la entrada, previamente untada de crema, del ano.

-Bien, iré poco a poco, ¿de acuerdo?

-Vale, pero por favor, fóllame de una vez!- dijo, justo cuando Juan empujó-. ¡Oh, ostias, mierda! Duele!

-Ya te lo decía yo…

Juan siguió empujando poco a poco. Notaba como el ano del virginal Cris rodeaba con la fuerza habitual de un ano que nunca había sido penetrado en la vida. Se notaba, sin dudas, el trabajo de sus dedos, pero ahora el trabajo lo tenía que hacer su polla, bastante más gorda que sus tres dedos juntos. Mucho más.

La polla de Juan era bastante envidiable. Unos dieciocho centímetros de largo y un grosor que, con manos de un tamaño normal, no podía rodear.

-¡Oh, Dios!- exclamó Juan-. ¡Ha llegado al fondo! Joder, que grande!

-Buff, no te muevas mucho, joder, que duele.

-Ahora te la saco hasta la puntita y te la vuelvo a meter.

Dicho y hecho, Juan sacó su polla de aquel culo al mismo ritmo que la había metido. Una vez llegó hasta el final, la volvió a meterla hasta el fondo. Siempre al mismo ritmo. Continúo con ese movimiento durante un par de minutos. No había prisa ninguna en follarle como era debido, sobre todo sin gritos de dolor.

-¿Te duele?

-Un poco… ay.

Juan podía notar como el ano se dilataba cada vez más y más, hasta el punto de poder meter la polla hasta el fondo sin ningún tipo de esfuerzo.

-Uf, espera, para- dijo Cris-. Escuece mucho. Mierda. Se me ha pasado el colocón.

-No, es ahora cuando tengo que follarte fuerte- le instó Juan-. Si no se te va a cerrar.

-No, joder, no, espera!- pidió Cris, pero fue insuficiente, pues Juan le penetró con mucha más fuerza que antes-. ¡Ah, joder! ¡Para!

Juan empezó a embestirle con rapidez. A esa velocidad, su polla le costaba salir y entrar del ano poco dilatado y escocido, pero a medida que iba más rápido, más se dejaba penetrar. Por otra parte, Cris, el que recibía polla, sufría las consecuencias de aquella brutal follada.

-Mierda, Juan, ¿quieres parar? Ya no quiero que me des por culo.

-Solo… un rato más...- gemía Juan mientras se lo follaba, haciendo caso omiso-. Oooh, sólo un poco más…

-¡Que no, joder, que no! ¡Mierda, Juan! Duele, ¿no me oyes? ¡Duele!

-Pronto dejará de dolerte, coño, cállate.

-¡Que no! Ya no quiero, ya no quiero, ya no quiero, joder!- gritaba Cris, ante el paso de aquel miembro hacia su dolorido ano.

-¡Calla, pesado!- gritó también Juan-. ¿No querías polla? ¡PUES TOMA POLLA! ¡Toma, toma, toma!- exclamaba con cada penetración-. ¡Joder, como me pones!

-¡Hijo de puta! ¡Eres un hijo de puta!

-¡Sí!- gritaba de placer Juan mientras le agarraba de las caderas y le follaba aún más fuerte-. Insúltame que me gusta, me pone cachondo! ¡Grítame!

-¡Te voy a matar, puto psicópata! Te voy a matar, hijo de puta!- exclamaba un Cris sin fuerzas, ni siquiera para apoyarse a sí mismo, y cayendo sobre la cama-. ¡Joder, Juan, me estás matando!

-¡Oh, sí, nene, grítame que me falta poco!- decía Juan entre risas-. ¡Oh, viene, ya viene!¡ Vamos, que me corro! ¡Me voy a correr dentro de ti, maricón, joder, sí! ¡¡¡Me corroooo!!!

-¡¡¡Aaaaaaah!!!- gritaba Cris de dolor-. ¡¡Noooo!!

Juan se derrumbó sobre Cris, que lloraba de dolor. El tío mantuvo su polla erecta dentro del dolorido culo de Cris, y dejó que saliera por sí sólo, a medida que iba ablandeciéndose.

-Hijo… hijo de…-jadeaba con esfuerzo Cris, pero por culpa del dolor, las drogas y el alcohol le era imposible saber ni siquiera donde se encontraba.

-Bien, bien, lo has hecho bien, tío- le premió Juan, dándole una palmada en la nalga-. Espera… espera que vaya a por la crema. Te untaré un poco y ya verás como deja de dolerte.

Juan alargó la mano y cogió el pote que utilizó para empaparse la polla. Cogió bastante con sus dedos y se lo llevó al ano de Cris, que estaba totalmente abierto, pero que sin embargo, no estaba herido ni nada. Todo había sido un éxito, aunque podía haber sido menos doloroso.

-Me dijiste… que no… dolería…- dijo Cris, que aún lloraba.

-Sí, lo sé, lo siento- se disculpó Juan-. Creo que me he emocionado demasiado, lo siento de veras.

-Joder… me has destrozado.

-No es para tanto. No tienes nada malo en el ano, tío. Está todo bien- decía mientras le restregaba la crema en el culo-. ¿Te alivia el dolor?

-Sí… un poco…-afirmaba mientras se secaba con esfuerzo y esmero las lagrimas de la cara-. Ay, ay Dios…

-Ya está, tranquilo, lo peor ha pasado…- le calmaba con dulce voz aquel que le acaba de violar-. Ahora descansaremos un poco, ¿de acuerdo? Luego lo volveremos a probar.

-¿Qué? ¡No! No quiero hacerlo nunca más. Nunca, ¿me oyes?- le decía Cris-. No quiero que vuelvas a tocar mi culo. Es más, no quiero verte nunca más. Sabía desde el principio que no ibas a traer. Me voy de aquí ahora mismo.

Pero el pobre Cris no podía ni moverse a causa del dolorido ano.

Pasó una media hora en la que Juan tuvo que soportar como el pobre chaval al que acababa de violar le insultaba mientras lloraba y se quejaba por el dolor, que poco a poco iba desapareciendo.

-Bien, creo que es el momento de follarte otra vez- comentó Juan, mientras se masturbaba la polla para ponérsela bien dura-. Ya verás, esta vez dolerá menos.

-¡NO, NI LO SUEÑES!- gritó con fuerza el  pobre Cris-. No me toques, por favor, no quiero que me hagas daño. Por favor, por favor te lo pido, Juan. Hazme lo que quieras, pero no me folles el culo otra vez…

Cris empezó a llorar desconsoladamente.

-Vamos, vamos, no te pongas así- le calmó el chico-. Si tardamos más, el culo se te cerrará, y volverá a dolerte de verdad. ¿No quieres eso, no?

-Yo lo que quiero es irme a mi casa, joder.

-Tendrás que esperar un poco más…-dijo mientras se colocaba encima de Cris y le colocaba su polla en la entrada.

-¡No, por favor, no, no, no, no quiero, por favor, no lo hagas, por lo que más quieras, no!- exclamaba, suplicaba con demencia el pobre chico tímido que no quería volver a ser violado. Pero Juan no le hizo caso, y de un movimiento rápido de caderas, le penetró profundamente, y no paró hasta metérsela del todo-. ¡¡Aaaaaaargh!!

Los siguientes minutos que siguieron fueron muy monótonos. Juan embestía a Cris rítmicamente, sin cansarse. Lo hacía siempre al mismo ritmo, a un ritmo de embestidas por minutos que se mantenía intacto al paso de estos. Toda una gesta. Cris, por su parte, emitía un pequeño gemido por cada pollazo recibido. Ni uno ni otro sabían si esos gemidos eran de placer, o dolor.

Como era de esperar, Juan acabó cansándose, y tuvo que retirar su polla de aquel agujero que cada vez tenía mejor aspecto.

-¿Cómo te encuentras?- quiso saber.

-Mejor, creo… creo que ya no me duele- comentó-. Pero no me gusta esto… por favor, déjame ir.

-Ahora te follaré fuerte, ¿vale?- le hizo saber al pobre Cris, que puso cara de espanto.

El pene de Juan volvió a colocarse en la entrada del pobre chaval, que ya nada podía hacer para evitar ser penetrado por aquel intruso. Este atravesó la barrera dilatada y golpeó una de las paredes del cuerpo interior de Cris, una zona muy, muy cerca de la próstata. Le había dado en pleno punto G.

-¡Ah!- gimió Cris. Pero esta vez fue un gemido de placer. Placer de verdad-. ¿Qué coño ha sido eso?

-¿Lo has notado, verdad?- quiso saber Juan, sin moverse-. Verás ahora- le dio dos fuertes embestidas, en las que los dos cuerpos provocaron dos fuertes y secos ruidos al chocar. En cada embestida, Cris gimió como un loco-. ¿Te gusta?- preguntó Juan, esta vez sin moverse.

-…- Cris no decía nada, estaba anonado por aquel inesperada placer-.Sí… me ha gustado… me ha gustado… mucho- le dijo, entrecortadamente por el cansancio-. Joder, Juan, no pares, ¿me oyes? ¡No pares!

-¡Así me gusta, cerda, pídemelo!

-Dame, joder, dame!

-¡Grítalo, coño!

-¡FOLLAME, JODER!- exclamó con fuerza.

Juan empezó entonces a mover sus caderas con una fuerza que había estado reservando durante todo ese tiempo. Las penetraciones eran totalmente bestiales. Cris creía que estaba siendo follado por un jodido animal, un toro en celo que le follaba como si no hubiese un mañana. Y en cada embestida, su punto G le proporcionaba a Cris un placer como nunca antes había sentido.

Los huevos de uno chocaban con los huevos del otro, el sudor de ambos se entremezclaban, al igual que los gemidos que ambos emitían y que parecían ser provocados por una misma persona, y la polla de Cris, que había estado desde la primera penetración totalmente flácida, empezó a crecer de una forma inigualable.

En ocasiones, y para descansar, Juan metía su polla hasta el fondo y practicaba movimientos en círculo que mataban de placer al pobre chico que recibía aquel mástil.

-Oh, Dios, oh, ooohh, me matas, joder, me matas- decía Cris, poseído de goce. Juan, al oir las palabras de aquel chico, le levantó levemente desde las caderas, para poder coger su polla. Entonces, empezó a pajearle mientras le penetraba, como buenamente podía.

Tardó 20 segundos en correrse. Se corrió abundantemente, gritando de placer, más que cuando había sido medio violado. Pero esta vez, los gritos eran de placer.

-¡Cris, Cris, ahora me voy a correr, yo!- gritaba Juan-. Joder, que placer, que culo que tienes, coño! ¡Toma polla, cojones! ¡¡Tomaaaaaaa!! ¡¡Diooooss!!- exclamaba con fuerza mientras le daba a Cris las ultimas embestidas.

-¡Oh, sí!

Un buen par de chorros de semen bien caliente y espeso inundó por segunda vez las tripas de Cris. Era una buena cantidad, teniendo en cuenta que ya se había corrido dos veces en menos de una hora. Juan le penetró un par de veces más para sacarse hasta la última gota de leche. La quería toda dentro de aquel chico.

Se tumbó sobre él. Su peso impedía a Cris levantarse. La polla del violador se fue ablandeciéndose lentamente hasta abandonar por si solo el agujero maltratado del veinteañero.

Ambos suspiraban con fuerza, después de una dura sesión de sexo desenfrenado.

-Dios…- resoplaba Juan-. Ha sido increíble.

-Ya… ya lo creo… joder…-decía Cris por su parte.

-A pesar de todo lo que ha pasado…- dijo Juan-. ¿Repetiremos?

-Ya lo creo que repetiremos…

Aquel momento, aunque ni Cris ni Juan podían preverlo ni imaginarlo, fue en el que Cris descubrió que prefería recibir a dar. Pero eso no era todo, pues sus ansias de sexo desenfrenado le llevaron más tarde a tener problemas mucho más graves que aquella enfermedad de transmisión sexual que tuvo hacía ya dos meses. Aquello que iba a pasar iba a ser mucho peor. Tanto, que era capaz de destruir por completo la banda de la pelirroja Sandra: Sexo, drogas y Rock’n’Roll.

 

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