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Sexo, drogas y RocknRoll!: Cris (4)

en Gays

4-3-2000

 

Pasaron ocho días después de que Sebastián lograra un concierto por medios no convencionales. El concierto fue, al igual que el primero, un éxito. De hecho, el nuevo dueño del bar, ya que el anterior estaba detenido por pegarle la paliza a un chaval, canceló un par de conciertos para que pudiesen tocar de nuevo. De este modo, ya tenían las dos siguientes noches de los sábados ocupados.  Y aquello no era todo, un par más de dueños pidieron pequeños conciertos en sus bares por los cuales no pasaban por una buena época, aunque eso supondría tocar gratis.

Algunos integrantes de la banda, como Sebastián y Enrique, se negaban tocar a cambio de nada, pero Joaquín, Cris y sobre todo Sandra les hicieron entender que tocando en distintos bares aumentaría su reputación de manera más rápida, así que tenían que verlo como una inversión. Así que también tuvieron que ocupar la noche del siguiente viernes y la tarde del próximo sábado.

Una vez terminaron el concierto, tuvieron la ocasión de conocer a otro grupo que solía ir por allí y que había tocado algunas veces allí. Al parecer, se llamaban Apolo 18 y tenían un estilo parecido al de Sexo, drogas y Rock’n’Roll! Les comentaron que les encantó el concierto y Anabel, la cantante, les invitó a una fiesta que se iba a celebrar en una casa vacía y abandonada fuera de la ciudad el día siguiente, a lo que ellos aceptaron.

De este modo, nos encontramos en el día cuatro de marzo del año dos mil cuando el grupo, aún sin despegar, visitó la fiesta de Apolo 18. La fiesta estaba completamente llena de gente y una vez llegaron de separaron accidentalmente. Por un lado, Sandra y Joaquín llegaron hasta el lugar donde se encontraban la cantante y el bajista del grupo, llamado Alberto. Enrique, por su parte, tuvo un encontronazo con la batería del grupo, Ester, y Cris entabló conversación con un tal Juan, alguien que había sido invitado por un amigo de un amigo de alguien de Apolo 18.

-Yo fui quien fundó la banda de Sex, drogas y Rock’n’Roll!- explicaba Sandra a la cantante-. Hará dos años de aquello, pero casi no tenía tiempo para buscar miembros, y los que encontraba, solían ser unos gilipollas acabados- dijo-. La cosa empezó a ir bien desde que tenemos al bajista, Cris, que no se por donde coño anda… hace seis meses.

-Eso está genial- dijo Alberto.

-Sí, nosotros nos conocíamos desde hace años, así que el tema de fundar una banda no era problema- comentó Anabel, una rubia de grandes pechos y ojos verdes-. Lo hicimos hace… creo que dentro de poco hará un año. Y poco después hicimos el primer concierto. Nos fue bien, aunque la banda se resiste a despegar. Os doy un consejo, no hagáis conciertos con las mismas canciones. Nunca. La gente suele darse cuenta de que os repetís y pierden el interés. Eso nos pasó hace poco.

-Lo tendremos en cuenta- agradeció Sandra- La verdad es que solo hemos dado tres conciertos, y siempre con las mismas canciones. No es que no tengamos las suficientes, pero la gran mayoría son basura.

-Eso suele pasar- dijo Alberto-. Pero una vez que la banda defina un estilo, las buenas canciones saldrás solas. Siempre que la banda sea buena.

La fiesta avanzó con cierta tranquilidad, y todo el mundo se lo pasaba bien. Poco a poco, el alcohol, la droga que reinaba empezó a ser sustituidas por otras algo más fuerte. De este modo, a la una de la madrugada, Sandra esnifó la primera raya de cocaína. Otros, como Enrique, se tomaron la primera pastilla, junto a Ester, a las dos. Y media hora después, Cris daba la primera calada a la pipa de cristal junto al tal Juan.

-Entonces…- decía Juan-. ¿Eres virgen, eh?

-Esto… sí- contestó Cris bajo los efectos de las drogas.

-Pero… ¿a ti te va la carne…- seguía con dificultad el chaval, que tendría casi treinta años- o el pescado?

-No te entiendo.

-Que si te gustan los coños o las pollas, joder.

-Bueno, pues…

-¿Los hombres, verdad?

-Sí.

-Se te ve de lejos, chaval- comentó él, con la mirada casi pérdida-. Y es una pena. Tengo una prima que es una zorra y que seguro te follaría si se lo pides. ¿Pero sabes qué? Tú eres mi amigo, y como tal, voy a ayudarte a que pierdas la virginidad.

Cris empezó a ponerse tenso y nervioso.

-Y no pasará de esta noche- puntualizó-. Veamos… ¿Cuál de estos hombres puede interesarte?

-No… no creo que esto sea necesario.

-¡Claro que sí, coño!- dijo él mientras se levantaba del sillón y cogía del brazo a Cris, obligándole a levantarse-. Mira, chaval. Si algo tienes que aprender, es que follar es mucho más fácil de lo que crees. Sobre todo en estas fiestas. Créeme y sígueme.

Juan llevó a Cris hasta la segunda planta, donde el número de personas era mucho más reducido, y el ruido era notablemente más bajo. Entraron en una habitación cualquiera, la primera que vieron. Allí dentro había tan solo un colchón, un tío pinchándose la vena, y una tía que estaba vomitando mientras se empapaba el pelo y mientras abrazaba a su botella de vodka, ya acabada. Juan se acercó a la chica y le cogió de las piernas, arrastrándola hasta llevarla a la cama. Una vez allí, le subió la falda.

-Oye, oye- decía preocupado Cris-. ¿Qué vas a  hacer?

-Tranquilo, tío- le tranquilizó-. Mira, esta tía no lleva nada debajo de la falda. Ni bragas, ni tanga… ¡ni siquiera tiene pelos en el coño! Esta tía es una furcia. Seguramente se habrá follado a dos o tres tíos esta noche como poco. ¿No creo que le importe, verdad?

-Esto, no sé yo sí…- dijo Cris, a lo que Juan se levantó y le ofreció algo de cristal.

-Vale, ahora, mírala- dijo mientras la señalaba. La imagen la verdad es que era patética: una chica con la falda subida, con el culo al aire y vomitando.

Juan no dijo nada más, se sacó la polla y se colocó detrás de la chica y la penetró. No parecía que le molestase, pero tampoco estaba en un estado perfecto para sentir nada. Y al igual que el alcohol le había dado una protección contra el dolor de aquella violación, las drogas que había tomado Cris le daba una protección contra lo que estaba viendo, no sintiendo ningún remordimiento por lo que veía y consentía.

Las drogas daban a Cris una personalidad opuesta a la original, pues él es bastante tímido y es fácilmente susceptible a este tipo de cosas. Cuando toma, por ejemplo, cristal, puede ver, incluso disfrutar, de una violación semi consentida de ese tipo.

Cris se quedó mirando la escena, cada penetración de Juan, que aún seguía siendo un completo desconocido. Miraba la escena, pero parecía que no estaba realmente allí, cosas de las drogas. Y hasta que  no se movió, Cris diría que no había visto al yonki de la jeringuilla. Aquel chico se levantó, y tratando de salir de la habitación, ajeno a lo que pasaba, se tropezó con la pierna de Juan y cayó al suelo. Y no se movió.

-¿Crees que está muerto?- preguntó Cris, sin afectarle de nuevo aquello.

-No… no creo… ¡Dios, que buena estás!- contestaba Juan sin dejar de mirar a la tía que estaba follándose-. ¡Mira tío! ¿No te dije que hoy ibas a perder la virginidad?

-Pero no estoy seguro… con este tío… me da un poco de asco.

-Que no, coño, ya verás, bájale los pantalones- le dijo, aunque casi parecía una orden. Cris así lo hizo, cogiéndole de lo alto de los pantalones, se los bajó como pudo hasta dejárselos por las rodillas. Aquel cuerpo inconsciente tenía un culo muy peludo, y delgado. Cris puso cara de no gustarle mucho, pero cuando quiso darse cuenta ya tenía la polla empalmada totalmente.

-¿Ves como te gusta?

-Aún así… no sé si esto está bien ¿y si le hago daño?

-¡Más daño se hace él drogándose de esa manera tan incontrolada, no crees?

-Supongo que tienes razón.

-Vamos, escúpete en la polla y fóllatelo. Conviértete en un hombre.

Cris, cohibido y empujado por las drogas, escupió sobre su mano y se mojó la punta de la polla con lentitud. Luego la colocó en el ano del desmayado, apartando una de sus nalgas con la mano que tenía libre y empujó poco a poco. Aquel ano estaba tan cerrado como lo estaría cualquiera al que nunca le habían penetrado, además de la poca lubricación que tenía era evidente que aquello iba a costar mucho.

-Buf, me cuesta mucho meterla.

-¿La tienes bien empalmada?- preguntó-. Meterla por el culo con la polla floja es casi imposible.

-No, la tengo bien fuerte.

-Entonces es que tiene el culo muy cerrado. Es normal, tú insiste.

Cris obedeció casi sumisamente ante la respuesta de Juan, y volvió a escupir sobre su polla, esta vez con menos ascos al ver ese culo tan peludo de aquel tipejo. Colocó de nuevo la punta en el ano y empujó nuevamente. El segundo intento tuvo los mismos resultados que el primero: ni tan siquiera podía meter la punta, e incluso le dolía la polla al tratar de traspasar aquella puerta tan cerrada.

Al sacarla, cambió de idea y prefirió meterle un dedo para dilatarle un poco el culo. Las drogas ya le habían inmunizado contra ese horrible culo.

Y de nuevo, tercer intento: esta vez, aunque no entró, ni mucho menos, si notó como el culo se abría mucho más que antes. Probó una cuarta vez, y una quinta y finalmente una sexta, cuando al fin la polla entró y pudo introducir la totalidad de su falo dentro de aquel individuo.

-¡Ya está!- exclamó.

Juan no contestó, seguía embistiendo a la chica, y esta continuaba como si nada. Cris creyó que incluso estaba gimiendo. ¿Conseguiría lo mismo con aquel vagabundo drogado inconsciente?

Mantuvo la polla un par de minutos ahí dentro, notando como el ano palpitaba y se iba acostumbrando al tamaño de su pene. Después, cuando ya creía que estaba preparado, empezó a sacarla y a meterla de nuevo, hasta el fondo. No sabía muy bien qué es lo que tenía que hacer, así que simplemente la metía y la sacaba a su gusto, de manera irregular. Pero igualmente estaba disfrutando de aquella follada, aunque el otro no sintiera lo mismo. Sabía que aquello estaba mal, pero ya se sentiría mal otro día. Ese momento lo tenía que disfrutar.

Bajó la mano bajo el cuerpo del vagabundo hasta alcanzar su polla. ¡Era la primera que cogía! Era, al tacto, peluda, pero grande. Aquello le excitó más aún y embistió con más fuerza.

No tardó en correrse brutalmente en su culo.

-¡Joder!- exclamó al ver que tenía la polla llena de sangre y semen.

-No te preocupes, suele pasar la primera vez- le dijo Juan-. ¿Ya te has corrido? Que poco has durado, joder. Pero bueno, supongo que es normal. Por las drogas, digo.

-¿Y ahora que hago?

-Mejor súbele los pantalones, no vaya a ser que se despierte y te de de ostias.

Así lo hizo, le subió los pantalones y le dejó en el mismo rincón en el que le había encontrado al entrar a la habitación. Luego se fue sin despedirse de Juan, que seguía, aún, follándose a la chica borracha.

Trato de ir a un baño, tenía unas ganas tremendas de vomitar. Las drogas y el alchol ya le había jugado una mala pasada. Entró en una habitación cualquiera, y sorprendió a Enrique y a la tal Ester follando como perros mientras otras dos chicas miraban y esnifaban cocaína.

Salió de la habitación y finalmente encontró el baño. Allí había un chico sentado al lado del retrete, que al parecer también había estado vomitando un poco. Levantó la tapa del váter y sin mirar que había allí dentro, descargó todo lo que tenía en su estómago durante varios minutos y finalmente se sentó al lado de aquel desconocido que parecía que estaba a punto de dormirse.

Cris recordaba el momento en el que tuvo su primer polvo y su polla se endureció con rapidez. Viendo que aquel chico no estaba en condiciones de enterarse de que estaba pasando, decidió sobarle la polla con fuerza. Al parecer, su polla sí que se enteró de que le estaban tocando y se puso tan dura como la de Cris.

Desgraciadamente, cuando el desconocido se dio cuenta de que era un hombre y no una mujer quien le estaba sobando su pieza varonil, es enfado tanto que le agarró del brazo con fuerza mientras le gritaba.

-¡¿¿Pero se puede saber que me estás haciendo, maricón??!- le gritaba, y Cris se levantó deshaciéndose de él fácilmente-. ¡Como te coja te mato, chaval!

Cuando Cris salió del lavabo, su corazón volvió a pararse y su sangre se heló de golpe al ver como el vagabundo al que había violado bajo los efectos del cristal estaba de pie y despierto en mitad del pasillo, mientras se iba lamentando por un terrible dolor que no sabía por qué tenía. Estaba tan drogado que no se enteró que Cris estaba allí y este bajó hasta la planta baja.

Allí se reencontró con Sandra y Joaquín, quienes estaban morreandose y toqueteándose.

-¿Oye, nos vamos?- preguntó Cris.

-Sí, mejor- dijo Sandra, apartándose de su querido novio-. Hace rato que me estoy aburriendo. ¿Dónde están Sebastián y Enrique?

-No lo sé.

-Da igual, marchémonos.