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Sexo, drogas y RocknRoll!: Sebastián (3)

en Sexo Anal

25-2-2000

 

Habían pasado ya dos semanas desde el primer concierto de Sexo, dragos y Rock’n’Roll!, y fue un total éxito. Tanto fue así que el dueño del bar en el que actuaron les brindó la oportunidad de tocar el sábado siguiente, lo cual aceptaron gratamente, ayudándoles de ese modo a darse a conocer y a conseguir algo de dinero.

Ahora que el nombre del grupo corría por entre las calles del barrio, tenían que asegurarse la fama, así que Sebastián, el líder moral de la banda, salió a la calle a buscar otros bares en los que actuar. Un amigo suyo, Marcos, le indicó un buen bar que estaba cerca del centro de la ciudad y en el que solían actuar grupos de música que emergían de las profundidades del anonimato.

El bar en cuestión se encontraba en un callejón de la ciudad por el cual pasaban un par de peatones de vez en cuando.

-¿Sexo, drogas y qué?- preguntó extrañado el dueño del bar, un tipo alto, gordo, con tatuajes extensos y raros por sus brazos y extremadamente peludo en cara y pecho-. No parece un grupo muy serio, la idea de este bar es que vengan grupos con posibilidades de triunfar. No invitamos a cualquier grupo de tres al cuarto que se presente.

-¿Cómo?- dijo Sebas altamente ofendido-. ¡Ni si quiera te has parado a pensar! Nuestro grupo es serie, totalmente. Durante las dos últimas semanas hemos tocado en un bar y a la gente le ha gustado. ¡Somos buenos, joder!

-¿En qué bar?- quiso saber.

-En el bar Progreso- contestó él-. Está cerca del barrio que…

-¡Sí, sí, ya se cual es ese bar!- respondió agriamente el dueño.

-Mira, llevamos meses tocando, todos los miembros de la banda están motivadas al máximo con ella y tenemos un repertorio amplio y variado de temas.

El dueño reflexionó y suspiró fuertemente.

-Está bien, podréis tocar aquí- dijo finalmente-. Veamos…-cogió un pequeño libro de la barra y la hojeó-. ¿Qué tal el último fin de semana de abril?

-¡Coño!- exclamó-. ¿Abril? ¡No podemos esperar tanto! Teníamos intención de tocar la semana que viene.

-Mira que gracia, el niño- respondió este-. Ni que fueseis los primeros en pedir tocar.

-Venga, joder, ¿no puedes adelantarlo hasta este mes?

-Ni de coña.

-¡No te cuesta nada!

-Mira chaval, no me toques los cojones- contestó este cerrando el librito sin apuntar nada en ella-. Para el último fin de semana de abril o nada.

-¡Anda que y te jodan!- exclamó Sebas-. ¡Ya encontraremos otro bar! ¡Pierdes una gran oportunidad!

-¡Calla y vete de mi jodido bar, niñato de mierda!- le gritó el dueño, agarrándole del brazo y llevándolo hasta la puerta.

Sebas salió del bar susurrando idioteces del dueño del bar, cabreado por el trato que le había dado. Allí mismo, al lado de él, sentado sobre una silla de madera y al lado de un cubo de basura, se encontraba una chica de unos diecisiete años, embarazada de casi nueve meses –o eso parecía –y con un cigarro en la boca aún sin encender. La chica morena de media melena le miraba un poco estupefacta, ya que había visto cómo el dueño del bar le había sacado de allí.

-Le has hecho enfadar, verdad?- dijo la cría del bombo, mientras sacaba de su bolsillo un mechero.

-Yo que tu no haría eso, es así como los niños salen luego enanos- contestó Sebas agriamente.

-Me gustan los enanos- respondió esta con cara de importarle una mierda la opinión de Sebas.

-¡A mí también!- exclamó Sebas, para así tener la última palabra-. ¿Quién eres?

-Me llamo Lorena- respondió.

-Y  ese bebé tuyo… ¿quién es el padre?

-Pues va a depender de si sale blanco, o negro, o chino, o… francés- contestó ella con naturalidad.

-Los bebés y sus culitos son muy monos, y los bebés chinos me gustan como a cualquiera.

Ella sonrió y le miró. Luego se levantó.

-¡Y a mí! Sea quien sea el padre, no está aquí- dijo, y se acercó a Sebas.

-¿Estás sola en este mundo aparte del organismo viviente que tienes ahí dentro?

-Eso parece…

-Deberíamos ir a tomar una copa.

-E intercambiar historias.

-Para ver si tenemos intereses comunes.

-Y superar los obstáculos emocionales.

-¡Y tener una buena bronca!

-¿¡Qué has hecho estúpido gilipollas?!

-¡Lo siento mi vida, pero es que tenía unas tetas gigantesca, no volverá a ocurrir!

-Haremos las paces y cuando te quieras dar cuenta, ya te habré atrapado para siempre.

-Ese sería el método convencional de hacerlo.

-Solo hay un problema…-dijo ella, mirando su bombo-. No puedo beber…

-Vaya… entonces, ¿pasamos directamente al folleteo?

La tal Lorena puso cara de un sí tremendo, y se abalanzó sobre él, morreándole y metiendo su lengua hasta el paladar de Sebas, que intentaba no caerse por el peso en sus brazos.

-Espera, espera- decía Sebas-. Vamos a tu casa o algún sitio, pero aquí nos pueden ver.

-Mi casa es esta- señalaba a la puerta que estaba al  lado de la del bar-. No hay nadie.

Entraron violentamente a la casa de la embarazada mientras se lamían la lengua del otro con pasión y se ayudaban a desvestirse. Lorena tenía unas tetas mucho más grandes de lo que aparentaba con su grueso abrigo. Esta cogió la polla ya erecta de Sebas y le dio un par de lametones lujuriosos, pero este lo que quería era follar de una vez por todas.

La última vez que Sebastián había follado fue en la noche del 31 de diciembre. La chica era una de esas niñas ricas de papá rubias y tontas, que habían sido educadas en colegios de monjas y se vengaban chupando pollas en los baños de las discotecas a las que solían acudir los viernes y sábados por la tarde. La chica en cuestión se juró a si misma tirarse a cincuenta hombres distintos, y Sebas resultó ser el último. Este ya lo sabía, y se vengó corriéndose dentro de su húmedo e infantil coño. ¿Qué habrá sido de ella?

Lorena se estaba quitando unas bragas de colorines vistosos y lo tiró a un lado de la habitación, cayendo dentro de la papelera que se encontraba en la esquina.

-¡Strike!- gritó Sebas al verlo.

-Venga, coño, fóllame- pidió ella subiéndose a la mesa y abriéndose de patas, enseñando un coño peludo y poco cuidado.

-Vale, vale- contestó este, y dirigió su polla a la entra de su agujero-. ¡Un momento!

-¿Qué pasa?

-¿Puedo darte por culo?- preguntó-. No quiero matar de un pollazo a tu bebé.

-Está bien, pero sé rápido- dijo mientras se daba la vuelta y abrirse las nalgas con las manos. Sebas aprovechó para colocar la punta del pene en su agujero que ya a simple vista se veía que no era para nada virgen e intentó penetrarla, sin éxito-. ¡Espera, espera, escupe un poco o algo!

-Perdona- se disculpó, y acto seguido se agachó y empezó a lamer y relamer el ano casi dilatado de la tal Lorena, que empezó a gemir en cuanto notó como la lengua de Sebas se introducía en su culo sin mostrar resistencia, y la inundaba de saliva que iba a ser utilizada como lubrificante-. Te voy a meter un dedo- le avisó, y le introdujo el dedo índice, que entró con facilidad, y se la folló durante un par de minutos mientras su coño iba chorreando y ella iba gimiendo-. Ahora te meto otro-. Avisó de nuevo, y le metió el dedo corazón junto al índice. Esta vez costó algo más meterlo, y tuvo que escupir para permitir que ambos dedos entrasen del todo. Lorena gimió ante los intrusos y Sebas la penetró con rapidez.

-¡Joder, te entran como si nada!- comentó Sebas sorprendido.

-Es que una ya tiene un historial…

No tardó mucho en sacar los dedos y meter la polla, la cual entró, ahora sí, con gran sencillez. La metió hasta que sus huevos entraron en contacto con los pelillos del coño de la morena embarazada, que seguía gimiendo y masturbándose. Los quejidos y los ay, ay, ay de la chica le daba un morbo total al asunto y Sebas empezó a penetrar a la chica con brutalidad, desde la punta hasta los huevos y repetidas veces. Aquel ano, que se adaptaba impresionantemente a las medidas de la modesta polla de Sebastián, le daba un placer indescriptible, aunque este ya había probado de culos más apretaditos, pero nunca se había follado a una embarazada.

Mientras la follada continuaba sin pausas, Sebastián rodeaba con sus brazos a la chica hasta que cada mano se posaba en cada uno de los pechos de Lorena. Pechos con los que jugaba, movía y apretaba mientras lamía el cuello de esta.

-Joder, me voy a correr ya!- exclamaba Sebastián aumentando su ritmo y fuerza en las embestidas, para dar a paso a una corrida abundante.

-¡Ah, ah, ah!- gemía ella con cada penetración-. ¡No te pares ahora, que me queda poco a mí!

Sebastián, que veía en esa frase una obligación de hombre, la continuó penetrando continuamente, a pesar de que su polla empezaba a flaquear, hasta que finalmente se corrió a gusto.

-¡Joder, qué bueno!- exclamó Lorena, sacándose la polla de Sebas y sacando un pañuelo de la estantería para limpiarse el culo-. ¡Menudo polvo!

-Sí, ha sido bestial- contestó Sebas-. Ya ni me acuerdo como he llegado hasta aquí…

-Saliendo del bar, ¿te acuerdas?

-¡Claro!- dijo él mientras empezaba a vestirse-. El muy imbécil no nos deja tocar en el bar.

-¡Te refieres al dueño?

-¡Sí!

-Es mi padre. Pero sí, es un imbécil- asintió-. No sabes cómo se puso cuando le dije que estaba embarazada.

-¿Crees que podrías convencerle para poder tocar la semana que viene?

-Eso está hecho, deja que me vista y en nada ya podréis tocar- dijo ella. Y dicho aquello, se vistió y se dirigió al bar.

-Papiii, papiii- decía ella acercándose al dueño.

-¿Qué pasa, mi amor?- preguntó el-. ¿Te pasa algo?

-Es que mira, creo que ya se quien es el padre.

-¿¡COMO?!- exclamó él, asustando a la poca clientela que tenía en ese momento-. ¡¡DIME QUIEN ES PARA QUE PUEDA MATARLO!!

-Es el cantante del grupo La peste- contestó ella-. Creo que actuaban la siguiente semana.

-¡Me cagüen la puta!- exclamó de nuevo-. ¡Le borro de la lista y en cuanto aparezca, me lo cargo!

-¿Y qué vas a hacer con el hueco que queda?

-Ni idea, mi niña, pero lo importante es dar un escarmiento a ese gilipollas- decía él.

-Tengo un amigo con una banda y…

-Sí, sí, apuntalo.

-¡Gracias, papi!