miprimita.com

Sexo, drogas y RocknRoll!: El grupo

en Grandes Series

El grupo

 

28-1-2000

Sexo, drogas y Rock’n’Roll! (a veces abreviado como SDyRR) fue una banda de rock español que triunfó a principios de los años 2000 y que tal como llegó a la fama se esfumó. Las difíciles relaciones del grupo con las discográficas, sus fans, y sobre todo, las malas relaciones entre sus miembros fueron su perdición, así como otros escándalos sobre drogas, abusos sexuales y otras perlas de tal calibre.

La historia de este grupo, su triunfo, sus escándalos y finalmente, su disolución tiene tantos matices y participan tantas personas, que uno ha de empezar por un punto escogido al azar y avanzar desde allí. Y nuestro punto escogido al azar en un día de enero del año dos mil, un día cualquiera en el que el lector conocerá a los integrantes definitivos de la banda.

En concreto, nuestro día elegido es un veintiocho, un viernes en el cual nuestro grupo se encuentra reunido en el sótano de la casa de Sandra, la creadora de la banda Sexo, drogas y Rock’n’Roll!, de veintitrés años de edad. Sandra era un chica inteligente, que normalmente no se metía en problemas hasta que entró en la adolescencia. Fue entonces cuando conoció a un tal Antonio que le introdujo al maravilloso mundo de las drogas y el sexo, a la temprana edad de 14 años. Cuando sus padres descubrieron su relación con los tres, decidieron cortar por lo sano y mandarla a un internado, donde se haría amiga de una chica de su edad llamada María, con la cual cultivaría una pasión bestial por la música y sobre todo, por la batería, instrumento que tocaba. Sandra tiene el pelo de un rojo muy anaranjado cortado a media melena que volvía locos a la mayoría de los chicos, y unas pecas en su rostro que, combinados con su tez blanquecina le daban una carita angelical. Sus ojos eran de un marrón de lo más simplón, su nariz eran ancha y sus mofletes redondeados.

El bajista del grupo era Joaquín, el mayor de todos con veintiséis años. Era el novio de Sandra desde que esta salió del internado a los dieciocho años. Desde pequeño le gustaba la música, y es por eso que toca no solo el bajo, sino también el piano, la guitarra, la batería y hasta el violín. Pero nunca tuvo éxito a la hora de hacer audiciones. No sólo era el mayor del grupo, sino también el más alto, con un metro ochenta de altura. Su complexión es fuerte pero delgado, no es de anchas espaldas.  Normalmente, era el que menos drogas solía consumir y el que menos alcohol bebía. Esto se debe más que nada a su pobre situación económica y a su sentido de responsabilidad a la hora de gastar el dinero. El pobre Joaquín perdió la virginidad con Sandra, y prácticamente se enamoró de ella. Estuvo casi dos semanas con depresión cuando se enteró que su ángel de pelo anaranjado ya había practicado el sexo vaginal, anal y oral mucho antes de su primer tonteo.

Con la guitarra eléctrica se encontraba Enrique, que contrariamente a Joaquín, era el más pequeño –de edad –con veintiún años. Enrique es el hermano de Joaquín y de esta manera formaban, junto con Sandra, una especie de triangulo familiar que de vez en cuando molestaban a los otros dos integrantes del grupo. Enrique era un gran guitarra que practicó desde pequeño y siempre que tenía oportunidad, era una gran pasión. En lo sexual, hay que decir que era bisexual y no tenía problema ninguno en decirlo y en contar sus conquistas, sean mujeres u hombres.

En el teclado se encontraba Cris, el tímido gay, aún virgen de veintidós años. Acabó en la banda por Joaquín, del cual estaba tremendamente enamorado. Emocionalmente era un poco inestable y su virginidad, cada vez más duradera, era la principal consecuencia de esto. Y las miradas de deseo entre su amor platónico y su novia, evidentemente.

Por último, el cantante, Sebastián o llamado también como Sebas, para abreviar. De veintitrés años, y de pelo castaño, era el más bruto de los cinco componentes de la banda, y con el que más problemas se solía tener, pues tenía una idea para el grupo que no dejaba que nadie tocase. Compañero de clase de Cris desde el bachiller, nunca fueron buenos amigos. Tampoco enemigos, evidentemente, pero no pasaban de ser conocidos. Incluso cuando el joven gay llegó a la banda mejoró la situación. Sebastián era un buen ligón, y siempre que andaba necesitado de sexo conseguía fácilmente alguna mujercita para que le hiciese un favor.

Como decía, era veintiocho de enero del año 2000, y en aquel momento estaba tratando de tocar una de las canciones que más gustaba al grupo, llamada Siete mares, escrita por Sandra, compuesta por Sebas y retocada por Cris y Enrique.

Era la séptima vez seguida que tocaban esa canción aquella tarde, y cada vez estaba saliendo peor. El colmo fue cuando Joaquín, que tocaba sin ni siquiera mirar la guitarra se quedó embobado mirando las gruesas piernas de Sandra, vestida con una falda que se levantaba cada vez que tocaba con los pedales de la batería. A su mente le llegaron imágenes de aquella vez que follaron en el parque a altas horas de la noche. Empezó a fallar todas las notas, y Sebas paró enfadado.

-¡Me cagüen la puta!- gritó mientras se alejaba del micrófono-. ¡Cada vez sonamos peor!

-Culpa mía- se disculpó Joaquín.

-Chicos, tenemos que mejorar- dijo Sandra-. ¿Se puede saber que os pasa?

-Pasa que los últimos retoques de Sebas son una mierda- soltó Enrique-. Ha jodido la canción.

-¡Y una mierda!- exclamó Sebastián, dirigiéndose a la nevera-. ¿Dónde coño están las cervezas?

-Si quieres cervezas, págalas- contestó la pelirroja-. Venga coño, que esta canción no es difícil.

-Yo estaba acostumbrado a las notas de antes- comentó Cris.

-¿Ves?- dijo Enrique mirando a Sandra.

-Anda y vete a la mierda- exclamó más enfadado Sebas-. Le he dado más fuerza a la canción.

-¿Qué fuerza ni que pollas? ¿De qué estás hablando?- preguntó Enrique echándose a reír.

-¡Callaos ya joder!- gritó Sandra, interesada en la canción-. ¡A ver si voy a tener que enseñaros las tetas para que os calléis!

-¡Ni se te ocurra!- contestó Joaquín.

-Entonces deberíamos discutir más- comentó Enrique, y Sebastián le rió la gracia.

-Vamos a tocar otra canción, venga- dijo Sandra-. ¿Con cuál flojeamos?

-Con la mayoría escrita por este pardillo- dijo Sebas señalando a Enrique.

-¿Por qué? ¿No tiene suficiente fuerza?- bromeó este.

-¿Qué os parece practicar una canción que hayamos compuesto entre todos?- propuso Cris.

-¿Quemado vivo?- preguntó Joaquín.

-Me parece bien- indicó Sandra-. ¿Sebas, Enrique?

-Supongo que sí- contestó Enrique.

-¿Y por qué no Tormenta negra?- propuso entonces Sebastián-. Es mucho más nueva.

-¡Siempre tienes que ir a contra corriente!- indicó Enrique.

-Como tú quieras, princesa- bromeó Sandra, y empezó a golpear las baquetas- ¡1, 2, 3 y...!

Todos decidieron tocar la misma canción y la volvieron a tocarla una y otra vez. Al contrario que con Siete mares, esta canción empezó a salir cada vez mejor, y los ánimos de los miembros subieron por las nubes. Cuando tocaron la canción por octava vez, el móvil de Sebastián retumbó por el sótano. No llegaron a escucharlo hasta que acabaron la canción.

-¡Mierda!- exclamó Sebastián mientras corría hasta el móvil-. ¡Me están llamando! ¿Sí, diga? Sí, soy yo. ¿Cómo, en serio? ¿Cuándo? ¿La semana que viene? ¿Por cuánto? Está bien, estaremos allí.

-¿Quién era?- preguntó Sandra.

-Era el amigo de mi tío- contestó él-. El dueño de aquel bareto del centro. ¡Nos ha contratado para actuar una noche!

-¡Genial!- exclamó Joaquín-. ¿Por cuánto?

-El cinco por cierto de los recaudado.

-Eso es una mierda- dijo Enrique.

-Por algo se empieza- contestó Sandra-. ¡Joder, no te quejes!