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Houston... tenemos un problema...

en Hetero: General

HOUSTON... TENEMOS UN PROBLEMA...

Tras una hora conversando y cuando menos lo esperaba dijo:

- Houston, tenemos un problema... Al cohete, se le ha gastado la gasolina y está totalmente espachurrado, jajajajaja... – Al tiempo que tomaba con su mano mi flácido pene.

- Sí que tenemos un problema, sí, jajajaja - Reí con ganas su irónico comentario. ¿Cómo podemos solucionar este problemilla? - Pregunté de forma insinuante y perturbadora.

- Quizá ¿Así? - Y me propinaba un sensual lametón en mi flácido pene - Tal vez sea mejor así... – Comenzando a pasar sus uñas suavemente por el glande, consiguiendo que empezara a tomar voluntad propia mi pedacito de "chistorra" que en esos momentos era. - Está muy malita, tengo que hacerle la respiración boca a boca - Dicho esto y sin ningún esfuerzo engulló la totalidad de mi pene en su boca, masajeándome suavemente los testículos con las uñas, provocándome escalofríos de placer.

Haciendo un anillo con sus dedos índice y pulgar, tomó mi miembro por su nacimiento y al mismo tiempo que el escroto y abriendo al máximo su mandíbula y no sin cierto esfuerzo, logró introducir en su boca la totalidad del pene y los testículos, al tiempo que sus preciosos ojos verde esmeralda se clavaron en los míos. Como causa de su lujuriosa y perturbadora mirada y ver la totalidad de mi aparato genital perdido en el interior de su ahora deformada boca, consiguió que mi pene en cuestión de segundos, creciera desmesuradamente como si en su interior llevase un resorte.

Pude apreciar en esos instantes, como mi pene era alojado a lo largo de su estrecha faringe, aguantando las arcadas que sin duda le llegaron y dejándola durante unos instantes sin poder llevar oxígeno a sus pulmones. Cuando ya no pudo continuar aguantando la respiración y sin desviar ni un solo instante su lujuriosa mirada de la mía, sacó de su boca toda la carne que tenía alojada, efectuando una fuerte inspiración para llenar de aire fresco sus pulmones. Tomé su cara con ambas manos con cariño y suavidad tirando de ella hacia mí, dejando caer su cuerpo a lo largo del mío y fundiéndonos en un beso sensual, húmero, profundo, muy largo...

Era mi forma de agradecerle los enormes placeres que me estaba proporcionando esa maravillosa e inolvidable noche. Continuamos un buen rato besándonos y frotando nuestros cuerpos uno contra otro.

- Me falta como mínimo una ración de tu leche.-

- Estoy preparado ¿Cómo quieres hacérmelo? –

- No pienses en eso, deja que surja el momento ¿vale? Me gusta tener sexo contigo... –

- Y a mi también... eres una hermosa mujer que sabe como complacer a un hombre.-

-  No digas cursiladas y fóllame el culo de una vez... -

-Ten paciencia princesita... ten paciencia.-

Seguimos besándonos cada vez más lascivamente, y con un forzado movimiento por mi parte, logré invertir nuestras posiciones, dejándola a ella bajo mi cuerpo. Prácticamente si separar nuestros labios, tomé una almohada y busqué colocarla bajo sus glúteos, dejando sus dos agujeros en una posición más cómoda para ser penetrados. Me incorporé levemente y pasé mis brazos bajo sus piernas, elevando las plantas de sus pies hasta dejarlos apoyados en mis hombros.

Ahora sí que tenía sus agujeros en una muy buena posición y a la altura apropiada para poder iniciar tan singular asalto. Comencé deslizado mi pene a lo largo de sus labios vaginales, percatándome de que su vagina no se encontraba tan lubricada como al principio... Realmente la "parada" para conversar y conocernos, había hecho "efecto". Continué con ese movimiento durante dos o tres minutos, constatando que nuevamente estaba alcanzando unos buenos niveles de excitación, y que su túnel en esos momentos estaba lo suficientemente lubricado para que no hubiese el más mínimo atisbo de dolor para ninguno de los dos. Inicié nuevamente mi típica "penetración poco profunda y lenta", ya que me consta que a la mayoría de las mujeres con las que he estado les produce un alto grado de calentura y tremendas ganas de ser penetradas en profundidad, facilitando por tanto una abundante secreción de flujos.

Nuevamente, me estaba deleitando de sus hipidos, suspiros y placenteros quejidos, amén del disfrute personal por tan sensacionales fricciones sexuales. Pretendía que alcanzara un orgasmo y que los líquidos producidos por su vagina, me sirviesen como lubricante para acceder a su estrecho orificio trasero y la penetración fuese lo más suave e indolora posible. Estaba sumamente tranquilo, ya que tras dos abundantes eyaculaciones por mi parte, éste tercer asalto podría ser sumamente largo y placentero...

Continué con la penetración corta y poco profunda pero con una variante, ya que cada quince o veinte golpes cortos y con un fuerte golpe de cadera, intercalaba una penetración muy fuerte y profunda, con la que conseguía arrancarle fuertes y agónicos gritos de placer. Mis propósitos se vieron gratamente cumplidos al comprobar que tuvo unos fuertes espasmos en todo su cuerpo y que sus músculos vaginales tuvieron tal contracción que en mis acometidas tenía la impresión de estar forzando la virginidad de una doncella, al tiempo que destilaba gran cantidad de líquidos, que se deslizaban hacia su ano, aprovechándolos para iniciar unas suaves caricias y conatos de penetración en su agujero posterior, el cual tenía leves contracciones por los últimos estertores de su reciente orgasmo.

Su ano comenzó a aceptar de buen grado mis cada vez más deseadas intenciones de penetrarlo, dilatándose con relativa rapidez en cada una de mis acometidas. Los suspiros y apasionados gemido guturales que salían de sus garganta me indicaban que lo estaba disfrutando y mucho, animándome a cada segundo que pasaba a realizar una poco más de fuerza que la vez anterior, hasta que finalmente la propia relajación muscular de mi bella amante, la lubricación obtenida y la excitación del momento, hicieron que mi glande entrase delicadamente en su ano, le arrancó un estallido de placer acompañado de un sonoro grito que debió escucharse en todo el hotel.

- Sigue, métela entera... estoy a punto de correrme... métemela toda.-

Comencé a empujar hacia su interior sin cejar en el empeño, hasta que mi pubis se aplastó totalmente contra sus nalgas impidiéndome continuar. Se comenzaron a contraer sus músculos anales acompañados por unos temblores por todo su cuerpo que denotaba sin lugar a dudas que había alcanzado el clímax nuevamente, al tiempo que un fuerte y cálido chorro, no se bien si de orina o de fluidos vaginales, impactó violentamente contra mi vientre, por debajo del ombligo.

Sus quejidos y suspiros de placer, comenzaron a subir de volumen e intensidad, convirtiéndose en gritos y casi diría alaridos de placer, conforme mi ritmo se fue acelerando y ganando en fuerza e ímpetu, llegando un momento en el cual perdí casi la compostura y comencé a darle fuertes manotazos en sus glúteos que me eran correspondidos con frases como:

- Así, así... más fuerte... dame más fuerte...- Yo no sabía si quería que mis zurras fueran más fuertes, o por el contrario deberían ser las acometidas con mi polla, empujando con todo mi ímpetu hasta lo más profundo de sus entrañas... Tomé la decisión salomónica de incrementar la fuerza en ambos sentidos...

- Así, así... más fuerte... dame más fuerte…Continuaba gritando - Cabrón, no me podré sentar en un mes... más fuerte... más...-

Un nuevo y formidable orgasmo la hizo estremecer intensamente durante unos segundos, quedando sin respiración, con sus ojos abiertos totalmente, mientras clavaba las unas con inusitada fuerza en la sábanas, al tiempo que de su vulva salía un surtidor de líquidos que nuevamente impactó con violencia en mí bajo vientre. Realmente esta damisela era multi orgásmica o por el contrario, los fingía muy bien. Los dos estábamos sudando a base de bien. Nuestros cuerpos estaban perlados de finas gotas y de mi frente no cesaban de caer gruesas gotas de sudor que impactaban sobre sus pechos, sin que ello me incitara en bajar el fuerte ritmo que estaba imprimiendo en esos instantes. Ella, un poco más relajada tras su intenso orgasmo me siguió alentando.

- Mátame... Mátame de gusto... Dame más... No pares... Así, jódeme el culo.-

Aprovechando su relativa relajación, decidí bajar el ritmo, un poco para intentar recuperar el resuello, por otro lado para intentar que ese maravilloso polvo que estaba metiendo, se alargarse en el tiempo todo lo posible y finalmente para intentar buscar una posición más cómoda para ambos, ya que llevábamos en esa posición mucho rato y mis brazos comenzaba a resentirse del esfuerzo. Salí de su interior y le sugerí...

- Ponte como una perrita, a cuatro patas.- ¡Me encanta esa posición! - Contestó con alegría, procediendo a colocarse en la posición que le había indicado de forma sumisa.

Mi polla estaba totalmente limpia, sin resto alguno de excrementos. Era realmente limpia y pulcra y eso me gustó de ella. Pude contemplar su ano, totalmente dilatado y abierto, aproximadamente del diámetro de mi polla. No pude reprimir la tentación, y me dediqué durante un par de minutos a saborear los flujos de su vagina, y a tratar de acarrearlos a su ano, que poco a poco se había cerrado casi en su totalidad.

- Estoy muy mojada ya, vuelve a follarme el culo que me quiero correr otra vez con tu polla en mis tripas…-

- Eres una viciosa de mucho cuidado.-

- Dilo de una vez, di que soy una puta... lo estás deseando, te estás reprimiendo de decir lo que piensas puto cabrón.- Di que soy una puta y una guarra. – Me increpó con sus palabras, a las que contesté con dos fuertes zurras en sus glúteos, que ya estaban enrojecidos por la acción de mis manos unos minutos antes.

- Me encanta que me trates así - Fueron sus palabras tras los dos fuertes azotes... ¿Tenía tendencias masoquistas?... pronto lo averiguaré, ya que sus palabras daban la sensación de estar invitándome a comprobarlo. Uní los cinco dedos de mi mano derecha y comencé a realizar una penetración vaginal, realizando al mismo tiempo movimientos rotatorios de muñeca en busca de conseguir introducir todo lo que pudiera en su vagina.

Su respuesta fue inmediata. Primero con nuevos gritos de placer y casi de forma automática, comenzó a mover su cuerpo hacia atrás con el fin de conseguir el mismo propósito que yo, obtener la máxima penetración ¡Relaja los músculos del coño, puta¡ - Le ordené, con dureza y decisión – Relaja los músculos que te voy a meter la mano entera en tu coño... cuando termine contigo podrá follarte un caballo.

- ¡Siiii! – Exclamó como una posesa, con un grito emitido desde lo más profundo de su ser. De forma imprevista, echó su cuerpo hacia atrás con brusquedad al mismo tiempo que yo empujaba mi mano hacia ella, produciéndose como resultado la introducción total de mi mano en su interior, quedando ensartada en su vagina hasta mi muñeca. Ambos nos quedamos totalmente quietos durante unos segundos por la sorpresa que nos produjo.

- ¡Dioooss, que gustoooo! – Exclamó con los dientes totalmente encajados. Nunca me han hecho esto y me gusta, me gusta muchooo ¿Sigo? Siiii, machácame el coño con tu brazo.-

Con sumo cuidado, fui doblando los dedos poco a poco, hasta quedar formado el puño. Los movimientos que realizaba en su interior, eran acompañados por los sonidos producidos con los flujos alojados en su interior. Una vez tuve el puño formado en su interior, comencé un movimiento suave de vaivén, cada vez más profundo, cada vez más intenso.

Calculo que unos veintidós centímetros de mi brazo, incluido el puño, quedaban alojados en su interior. La elasticidad de esa joven vagina era fantástica, ya que mi antebrazo a esa altura, tiene unos veinte centímetro de circunferencia. Viendo y sintiendo aquella brutal penetración que le estaba haciendo a esa muchacha, mi pene estaba como jamás lo había visto... llevaba una sesión de sexo increíble, había eyaculado dos veces y sin embargo estaba casi amoratado de la excitación que llevaba. Tenía que hacer que se corriera lo antes posible, porque en caso contrario, solo con sus gritos, sus exclamaciones sus frases arengándome para darle más fuerte, y con lo que estaba haciendo, terminaría por eyacular sin remedio y entonces dudo mucho que hubiese podido terminar llenando su culo con mi leche, que era la meta propuesta.

Mi tesón para "matarla de placer", se vio compensado en poco rato. Mi mano, enterrada dentro de su gruta vaginal, sintió perfectamente el encharcamiento que se produjo en su interior en el momento de llegar al clímax.... Un clímax brutal, que la hizo caer de bruces sobre la cama, quedando casi sin conocimiento, y con unas fuertes y notorias convulsiones en todo su cuerpo. Unos cinco minutos más tarde ella estaba totalmente relajada y satisfecha. O eso creía yo.

- Eres el mejor amante que he tenido en mi vida. El mejor y con mucha diferencia. Solo te has corrido dos veces, una en mi boca y otra en mi coño. Ahora me falta tu leche en mi culo... Eso fue lo pactado ¿no?... Pero déjame descansar diez minutos... Solo diez minutos. – Dijo al tiempo que se le cerraban los ojos y quedaba dormida. Me acosté a su lado, tratando de relajarme también y para asimilar esa noche de desenfreno sexual que estaba teniendo con una total desconocida, de la que no sabía ni tan siquiera su nombre, pero que era una belleza de mujer y casi diría que una ninfómana capaz de destrozar a varios hombre en una sola sesión.

El cansancio acumulado que venía soportando de los últimos días y el producido por esa sesión de sexo, comenzó a aflorar nuevamente y a hacer mella en mi cuerpo. Me quedé dormido y no puedo concretar si dormí una hora o dos días... Comencé a recobrar la consciencia cuando oleadas de placer provenientes de mi pene comenzaron a ascender hasta mi cerebro, con un despertar maravillosamente agradable.

- Ya hemos dormido bastante... mi culito quiere leche, ya.- Diciendo esto y de forma provocativa, se colocó a gatas sobre el lecho y con insinuantes movimientos de su culito, me invitó a continuar la juerga. Mi pene estaba a punto, totalmente erecto gracias a la felación que me había proporcionado. Sin mediar palabra, me coloqué en posición, apliqué un poco de mi propia saliva en su ano y de un solo empujón se la clavé hasta el fondo, comenzando a bombear de forma pausada y tranquila. Poco a poco ella fue incrementando de nuevo los jadeos, los grititos y los quejidos de placer, al tiempo que paulatinamente yo también fue incrementando el ritmo de la penetración, llegando pronto a ese punto de pasión desenfrenada, que acompañaba con sonoras palmadas en sus glúteos.

Su cabeza estaba apoyada en la almohada, sus brazos en ángulo con las manos cerca de su cabeza, estrujando materialmente el almohadón con inusitada fuerza. En cada embestida que le propinaba, mi pubis producía un chasquido contra su culo. En esos momentos, sucedió algo con lo que no contábamos ninguno de los dos en absoluto. El zumbido de su móvil indicaba que tenía una nueva llamada.

- Malditos móviles, los odio.- Ella sin variar su posición y sin reprimir lo más mínimo sus expresiones de placer, extendió la mano tomando el inoportuno aparato comprobando la llamada.

- Hola cabronazo – Dijo a modo de contestación al responder la llamada de su móvil. ¿Dónde crees que me encuentro?... Sí claro, estoy en la cama... No, en mi casa no... Estoy en la cama de un hotel, disfrutando como una gata, un "madurito" muy interesante me está haciendo la mejor sesión de toda mi vida... Sí, tiene experiencia, una buena polla y me está matando de gusto... ¿No me crees?... ¿Quieres hablar con el hombre que te está haciendo un cornudo y un auténtico cabrón?... Eres un cabrón y un hijo de puta... ¿No me crees? Pues espera, te pasó con él para que te lo creas...-Haciéndome interrumpir mi labor, me tendió el móvil y afirmando con su cabeza me pasó para hablar con su "novio".

- ¿Sí?-

- Joder, pues es verdad que la muy puta está con un tío... Oye ¿de verdad que estáis follando?-

- Follar, follar no, ya estamos casi que acabando... – Le contesté con un tono en mi voz un tanto molesto por su inoportuna interrupción.

- No me lo creo, tío... Vamos, no me jodas... ¿Cómo son sus bragas? – me pregunto con un cierto temblor en sus palabras.

- No lo sé, porque cuando llegamos al hotel no llevaba,por cierto el pubis lo lleva primorosamente recortadito y las "babitas" de su chochito, son vainilla pura...-

- Hijo de puta, es verdad... Mira tío, esa zorra me las va a pagar... Como hay Dios que me las va a pagar... Y a ti, porque no sé quien eres y no te conozco por la voz, pero si te tuviera delante te daba de ostias hasta hacerte una cara nueva, hijo de puta.-

Una sucesión de pitidos cortos en el aparato me indicó que había cortado la comunicación. Ella, con una expresión de satisfacción en su cara, me quitó el teléfono y lo tiró sobre la mesita de noche. Quedamos tendidos en el lecho sin mediar palabra alguna, buscando un merecido descanso tras una buena maratón sexual, de la cual nos quedamos dormidos. No sé cuanto tiempo pasó, abrí los ojos tratando de ubicar donde me encontraba en esos momentos, ya que estaba totalmente desorientado. Sí, ya recuerdo. Jazmín estaba dormida, tumbada boca abajo. Me levanté de la cama y me serví la última copa de cava que bebí con avidez.

Eran las 6:00 de la mañana. Entré en la ducha y dejé que el agua golpeara con fuerza mi cuerpo Me tenía que marchar a casa... Debía pensar la excusa por llegar a esas horas. Salí de la ducha...

- ¿Me llevas a casa? ¡Buenos días princesa! Sí, cuando quieras. Me ducharé en casa. Quiero respirar tu aroma un poco más. - Dijo al tiempo que comenzaba a buscar las dos únicas prendas de vestir que trajo puestas. – Cuando quieras.

Salimos del hotel y nos dirigimos a nuestro coche. El fresco de la madrugada erizó su piel y se acurrucó contra mí. Me indicó su domicilio y me puse en marcha. Apenas había tráfico a esas horas y pronto estábamos ante la puerta de su casa.

- Ha sido el mejor sexo que he tenido en mi vida. Gracias. – Me dijo al tiempo que me besaba en la comisura de los labios.

Gracias a ti princesa. Has hecho realidad el sueño de cualquier hombre: Que una preciosa jovencita como tú, nos haga vibrar en la cama. Salió del vehículo y accedió al portal de su casa, desapareciendo en breves instantes tras la puerta del ascensor. Solo conocía su nombre y no lo voy a revelar...  Me lo guardó para mí y ahora... También sabía donde vivía. 

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