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Amapola...

en Orgías

AMAPOLA...

 

Llegó el día...

Que su esposo se fue de viaje, un viaje de tres meses de duración, más bien un traslado de empresa que un viaje de placer. Tuvo que ir como ingeniero industrial, para organizar la planta industrial que estaban ampliando en la delegación de Mallorca. De la empresa internacional para la que llevaba trabajando, desde hacía ya dos décadas (20 años).

Su mujer, Amapola...

Se quedo sola, en la capital de España, Madrid, su ciudad de residencia, su residencia habitual. Pasaron unos tres días de su viaje y Amapola ya empezó a sentir su falta, a los cinco días de su ausencia, empezó a usar un consolador, ese era el único instrumento artificial con el que se podía consolar, que tenía a mano para satisfacer sus deseos. Era sábado, se levantó a eso de las diez de la mañana. Como estaba sola en casa, así solo con mi camisón decidió ver una película porno, mientras las escenas pasaban por la pantalla, Amapola empezó a masturbarse, se acariciaba los senos, luego su conchita, tomó el consolador y empezó a pasarlo por si conchita, haciendo a un lado si tanguita, fue cuando se sintió observada, miró a la puerta de su habitación y se encontró con los ojos de Daniel, olvidó que cuando la empleada pidió ese mes de vacaciones, la dijo que su hijo Daniel, iría todos los sábados a la casa para hacer la limpieza y así aliviarla del trabajo.

Daniel era un joven de unos 21 años...

Que recién había terminado su servicio militar, Amapola no supo que hacer, estaba ahí semidesnuda con un consolador en su mano y una película porno en el televisor, su primera reacción fue levantarse y cerrar la puerta, creo que Daniel se asusto por su reacción, porque lo sintió bajar las escaleras a la carrera. Se bañó rápido y bajó, encontró a Daniel limpiando el salón. Amapola decidió encarar la situación, le dijo que era mejor no comentar la situación con nadie, que lo que había pasado había sido un accidente, etc., etc. Daniel se disculpó por haber subido a la planta alta sin avisar y la cosa quedó ahí sin más.

Amapola se vistió y bajó...

A la planta baja de su vivienda unifamiliar (una sola casa con varias alturas), le dijo que iría a hacer unas compras para la semana, que una vez que termine con la limpieza que cierre bien las puertas. Entonces el muchacho la dijo que ya había terminado la limpieza, que como él acostumbraba a acompañar a su mamá a hacer las compras, ya sabia donde comprar todo. Que si Amapola quería él, Daniel, podía hacerlo por ella, Amapola le dio el dinero para las compras, dándole las gracias por su amabilidad. Daniel la dijo que compraría todo por la mañana, pero que las compras las traería al final de la tarde, porque iría a jugar a fútbol, después de eso la dejaría las cosas, le dijo que estaba bien.

Esa tarde, Amapola aprovechó...

Para ir al gimnasio, a la llegada a su casa se bañó y en vez de vestirse tan solo se colocó una bata. Ya oscurecía, cuando escuchó abrir la puerta de la casa, recordó que Daniel tenía la llave de la puerta que le dio su mamá y que estaría llegando con las compras, Amapola bajó a la cocina a recibir las compras. Daniel ya había acomodado parte de las compras, entonces mientras ordenaban los dos las compras, se cayo una bolsa con varias cosas. Amapola se inclinó a recogerlas, fue entonces que Daniel se la acerco y apoyo su cuerpo contra el cuerpo de Amapola, fue su el contacto de Daniel contra su cuerpo, que la hizo tomar conciencia de cómo estaba. Después de como la vio Daniel esa mañana, el hecho de estar ahora solo con la  bata, Daniel seguramente pensó que Amapola lo estaba provocando.

La cogió de la cintura...

Amapola le dijo que la soltará, que se lo diría a si esposo y también a su mamá, pero Daniel la prenso contra la mesa de la cocina, para no darla espacio suficiente para que pudiera salir de allí. Empezó a meterla mano, entonces sintió la dureza de su polla contra su trasero, la excitación empezó a controlar a Amapola, la empujo contra la mesa obligándola a doblar su cuerpo hacia delante. La decía que siempre la había deseado, que durante las noches se masturbaba pensando en Amapola, arrancó su tanguita de un tirón, llevo su mano a su conchita, Amapola instintivamente abrió las piernas. Daniel se bajo su pantalón sin soltarla, colocó su polla a la entrada de su conchita y empezó a empujarla, la dureza de su polla y su juventud se sentían en la pujanza de sus embates, fue entonces que al ya tener más de la mitad dentro de Amapola. Daniel empujo lo que le faltaba de un golpe, arrancándola un gemido de dolor y placer, la abrazó, tomó sus senos y empezó a moverse. Daniel se movía metiendo y sacando su polla de su conchita dándola el placer que tanto estaba necesitando, fue una follada rápida, cuando ambos terminaron, Amapola se separó y subió a su habitación, entró directa al baño y se bañó, al salirse del baño se encontró con Daniel en la cama desnudo, con su polla dura echado sobre su cama.

Su actitud dejo…

A Amapola sin saber que hacer, fue guiada como hipnotizada al encuentro de su polla, en cuanto subió a la cama, Daniel la tomo de su cabeza y la llevó al encuentro de su polla. Amapola empezó a chupársela, él gemía de placer, luego la hizo a un lado casi con violencia, la dijo que si seguía así le haría terminar y él quería volver a follarla. Ahora con delicadeza empezó a acariciar su cuerpo desnudo, pasó a besarlo, luego subió sobre Amapola y empezó a besarla, Amapola le correspondió. Con sus piernas separó las de Amapola y colocó su polla a la entrada de su conchita, subió sus piernas a sus hombros y en esa posición empezó a introducir la polla.

Mientras la hacía el amor...

Mientras se la follaba, la acariciaba y la besaba, sus movimientos empezaron a aumentar su ritmo, Amapola estaba ya gimiendo de placer, empezó a pedirle que siga, que no pare, que continúe, follaron como locos hasta que terminaron los dos. Desde ese día dejó de usar el consolador y pasó a ser usada por Daniel, era un amante siempre dispuesto, viril y con una energía inagotable. Cuando Amapola retornaba del trabajo a medio día, Daniel ya la esperaba desnudo y con su polla erecta, sin casi dejarla cerrar la puerta. Empezaba a desvestirla y se la follaba allí mismo, unas veces en el salón, otras en las escaleras, en la cocina y por las noches. Siempre llegaba a eso de las ocho y follaban como locos casi hasta media noche, pero esto duro poco. Porque a las dos semanas se fue con unos primos a trabajar a Cádiz (Es). Con Daniel follaba dos y hasta tres veces al día y ahora no tenía con quien hacerlo.

 

 

La partida de Daniel…

Dejo un vacío en Amapola, que pretendió inútilmente llenarlo con el consolador. Aquél viernes particularmente se encontraba inquieta, sabia que necesitaba ser poseída por alguien, pero la verdad es que no sabía que hacer, eran las siete de la noche y era invierno ya había oscurecido algo. Sentía el deseo sexual en su piel, sus senos estaban duros, sus pezones querían ser chupados y su conchita anhelaba ser penetrada. Pensaba que hacer, como estaba en su ciudad, no se animaba a hacer alguna locura por temor a después ser reconocida en la calle. Quiso fumar, pero vio que no tenía cigarrillos, así que salió a buscarlo a la máquina expendeduría de tabaco, de una tienda bodega del barrio. Amapola fue hasta allí, para comprar allí sus cigarrillos, ya en la tienda además de los cigarrillos, compró vino y algunas cosas mas que necesitaba, por lo que la compra se hizo un paquete no muy pequeño.

Empezó a caminar...

Hacia su casa con el paquete de viandas (comida), en el camino se encontró con Diego, uno de los agentes de seguridad del barrio. Diego la saludo, muy amablemente y atentamente se le ofreció para llevar el paquete. Le agradeció el gesto y a tiempo de entregárselo la piropeó, muy galantemente y delicadamente.  Eso hizo que se fijará detalladamente en él, era una persona de mediana edad, moreno y bastante simpático, se lo veía fuerte como los que hacen regularmente pesas. Cuando llegaron a la casa de Amapola, le ofreció un café, el acepto y entraron a la casa.

Lo invitó a sentarse...

Y mientras le preparaba el café y conversaban. Diego se entero que su esposo estaba de viaje y ella estaba sola en la casa. Se presentaron, ella le dijo que se llamaba Amapola y él la dijo que se llamaba Diego, nuevamente la volvió a piropear educadamente, si bien, muy educado pero más atrevido el piropo. Amapola que había estado toda la tarde excitada y deseando ser follada, la presencia del agente de seguridad la encendió nuevamente sus deseos, su mente la decía no, pero una vez mas el deseo pudo más que la razón. Disimuladamente abrió dos botones de su blusa, dejando casi libres sus senos, se sentó frente a Diego, cruzó sus bellas y hermosas piernas de tal forma que le dio una visión casi total de ellas, la visión llegaba casi hasta el inicio de sus nalgas.Diego entendió que se estaba insinuando, pero para estar seguro la dijo que sus piernas eran lindas y hermosas. Amapola se lo agradeció con una bonita sonrisa y le dijo que si estaba seguro de eso. Ello le dio toda la seguridad de que estaba frente a una mujer con deseos de ser follada. Sin más, dejó la taza sobre la mesa y se la acercó, se agacho y empezó a tocarla las piernas, diciéndola que eran las piernas más hermosas que había visto y ahora tocado.

Diego la empezó a acariciar...

Sus hermosas piernas, subía y bajaba sus manos por sus muslos hasta tocar su tanguita y luego las manos las bajaba, hasta que llevo una de sus manos hacia arriba y empezó a acariciar su conchita sobre su tanguita, Amapola ya estaba totalmente excitada y con su conchita mojada de deseos, termino de desabrocharla su blusa, dejando libres sus senos, sin dejar de acariciar sus piernas, acariciando suave su conchita sobre la tanguita, empezó a chupar sus senos, su mano empezó a masajear más y más sobre su tanguita. Amapola abrió sus piernas, hizo a un lado su tanguita y paso a masajear directamente su clítoris. La hizo pararse y empezó a desvestirla, así ya desnuda, la llevo al salón hizo que se recostara sobre el sillón, se quitó el pantalón, entonces vio su polla, era grande, gruesa, levantó sus piernas, acomodó su polla en su conchita y empezó a metérmela. Amapola gemía de placer. Diego, mientras se la clavaba su polla no paraba de acariciar su cuerpo, diciéndola cosas hermosas, a ratos chupaba sus senos lo que hacía que su excitación aumentase más y más.

Amapola estaba...

Tan excitada, que cuando Diego se levantó, llevó su polla al encuentro de la boca de Amapola. Amapola no le puso ningún reparo y empezó a chupársela. Diego la decía que siga que no pare, pero empezó a moverse como follándola la boca, entendió que estaba por terminar. Paró Amapola de tragar y le dijo que se la metiera nuevamente. Diego la hizo poner en la postura unión de la vaca (o del galgo) y desde atrás volvió a clavarla su polla en su conchita. Empezó a moverse a un ritmo realmente enloquecedor, tuvo un orgasmo que la hizo estremecer, Diego aumentó aún más su ritmo, lo que la provocó un nuevo orgasmo y esta vez sintió como su conchita se la llenaba con su semen. La dijo que tenía que volver al trabajo, que si quería repetir, que si quería otro día hacer el amor con él que lo llamase. Amapola le dijo que eso no volvería a pasar y le pidió que por favor no comentase lo sucedido con nadie. Diego entonces la dijo que no se preocupara, que aunquei contara lo que paso, nadie le creería, porque todos los agentes de seguridad del barrio decían que era una señora muy fina y que ella no miraba a nadie.

Después de...

Lo que paso con el agente de seguridad, después de hacer el amor con Diego. Recapacitó sobre el riesgo de follar con Diego, en su casa y en su barrio. Se dijo a ella misma que no lo haría más, pero eso no solucionaba su deseo de sentirse deseada, sabia que solo el ser penetrada podía apagar su fuego. Estuvo en seco varios días, su esposo la llamó y la pidió que le enviase unos aparatos técnicos. Cuando llamó a la aerolínea que los llevaría, la indicaron que solo podían transportarlos si estaban bien embalados en cajas de madera. Llevó los equipos técnicos a su casa y buscó en el periódico algún maestro carpintero para hacer el trabajo, después de varios intentos, al fin uno de ellos acepto hacer el trabajo en su casa.

Al día siguiente llegó...

El maestro carpintero, un hombre mayor, con su ayudante un muchacho joven de unos veinte años. Entraron, luego de ver los instrumentos, acordaron el precio y el maestro carpintero se fue a comprar la madera mientras su ayudante envolvía los equipos con esponjas y cintas de embalar. Mientras ellos trabajaban en el salón, Amapola subió a su dormitorio y se puso a ver una película, entonces vio que sobre el televisor estaba el video porno que la última noche que había visto con Daniel, colocó la cinta en el vídeo y empezó a ver la película. Mientras veía la película, las imágenes y el recuerdo del placer que la daba Daniel la encendieron, empezó a masturbase, estaba realmente excitada. El ruido en el salón la recordó que estaban el maestro carpintero y su ayudante. Se levantó, se coloca un vestido con botones delante y sin nada por debajo, así de excitada bajó, ellos estaban ocupados trabajando. Les ofreció un refresco, les sirvió y mientras lo tomaban conversaron un poco de todo. Allí se enteró que eran de otra ciudad y que solo estarían unas semanas, subió nuevamente a su dormitorio. Las imágenes de la película porno encendieron nuevamente su deseo, el martilleo en el salón, la volvió a la mente al carpintero y su ayudante. Entonces recordó que no eran de la ciudad de Amapola, que solo estaría unas semanas y luego se irían. Esto la dio un chispazo, una idea y vio la oportunidad para apagar su fuego, así que terminó por decidirse.

Bajó y le pidió...

Al ayudante que fuera a comprarla una cajetilla de cigarrillos a un estanco (expendeduría/tienda) que estaba a algunas manzanas (cuadras/bloques) de su casa. Nada más salir el ayudante, sin ningún pudor se coloco Amapola frente al maestro carpintero y abrió su vestido. Al verla así desnuda, el maestro carpintero dejo sus cosas y se abalanzó sobre Amapola. Era rudo y torpe, empezó a tocar su cuerpo con cierta desesperación, Amapola lo llevó sobre la alfombra del salón. El maestro carpintero se quitó el pantalón y empezó a follarla tendidos sobre la alfombra. El maestro carpintero era torpe y rudo, (como se ha mencionado anteriormente) pero esa nueva experiencia empezó a gustarla a Amapola. Amapola le pedio que siga que no pare, eso lo incentivo más y aumentó el ritmo de su polla en la conchita de Amapola. Ella gemía de placer, el maestro carpintero agarraba el trasero de Amapola obligándola a levantarlo, lo que hacía que su polla la entrara más adentro, luego la hizo colocar sus piernas sobre los hombros de él y volvió a clavarla la polla. Su polla, en esa posición la sentía totalmente dentro de ella, tuvo un orgasmo increíble, si bien fue una follada rápida. El ayudante los encontró así, follando, porque cuando miró Amapola hacia la puerta del salón, vio que el ayudante estaba allí parado, mirándolos.

Entonces Amapola...

Le ofreció su cuerpo, se le ofreció al ayudante, pero fue un intento fallido. El ayudante estaba tan excitado que nada más metérsela la polla a Amapola en su conchita, se corrió enseguida lo que le provocó la caída rápida de su polla, entonces avergonzado se levanto y salió del salón. A partir de ese día y por los siguientes tres días fui visitada por el maestro carpintero y su ayudante, ya no clavaban las cajas, ahora se dedicaban a clavar sus herramientas en Amapola, solo se dedicaban a regar la flor de Amapola. Claro que sí, solo se dedicaban a clavar sus herramientas (sus pollas) en Amapola y a regarla con su lefa (semen). El maestro carpintero era un tipo rudo, le encantaba clavársela la polla con violencia, era diferente a todas las folladas. Tenía una polla corta, pero bien gruesa, cuando la polla se la metía a Amapola, ella sentía su conchita llena. A veces parecía que no iba a entrar, pero su excitación de tenerla dentro era tal, que su conchita lo recibía todo.

El segundo día...

El maestro carpintero la hizo cabalgarlo y le dijo al ayudante que se metiera por atrás, Amapola les dijo que no, pero entonces la dijo que era una mujer tan brava, estrecha y hambrienta de polla que con seguridad no era virgen del culo. Así que sin más, sujetó a Amapola con su polla dentro de su conchita, la hizo doblarse hacia delante dejando su trasero a disposición del ayudante. Amapola le pidió que se pusiera crema para que no la lastimara, así lo hizo y empezó a metérsela por tan estrechito culito. Si bien la polla del ayudante no era muy grande, el hecho de tener la gruesa polla del maestro carpintero en su conchita dificultaba que pudiera meter la polla del ayudante por atrás. Entonces el maestro carpintero saco su polla de su conchita y el ayudante empezó a meter su polla en el culito de Amapola. Esto la provocó un dolor agudo a Amapola, por lo que gimió de dolor. El maestro carpintero empezó a acariciar su conchita y el ayudante empezó a moverse en su culito despacio, el dolor fue cambiando a placer. Amapola empezó a gemir ahora de placer, entonces el maestro carpintero acomodó nuevamente su polla en su conchita. Y por el peso de su cuerpo, se la clavo de golpe a Amapola. Ella se sentía rasgada, partida, era una mezcla de dolor y placer increíbles, ambos empezaron a moverse acompasadamente. Amapola pedía más y más, eso los incentivaba y ahora parecía una competencia entre ambos para ver cual la hacía gemir más de placer. Era increíble, tenía las dos pollas dentro de ella, la mezcla del placer en su culito y en su conchita, la estaban provocando múltiples orgasmos. Amapola gemía y gemía de placer, les pedía que sigan, que no paren, hasta que terminaron prácticamente juntos y fue inundada de gratificante placer por delante y por detrás.

El tercer día...

Llegó solo el maestro carpintero, terminó de embalar los aparatos que tenía que enviar por avión. Cuando Amapola se acercó a pagarle por su trabajo, tomo el dinero, lo guardó y la agarro de la mano. Saco su polla fuera de su pantalón y tomándola por los hombros la hizo agachar y llevo la cabeza de Amapola en dirección a su polla. Amapola empezó a chupársela, lo que hizo que su polla se pusiera totalmente erecta, entonces la tomo de la mano, la llevo al salón y la desnudo. Él se quito solo el pantalón y empezó a follarla, mientras la estaba follando, sonó el timbre, una y otra vez. El maestro carpintero la dijo que seguramente sería su ayudante con la lona para envolver las cajas. El maestro carpintero se paro y fue hasta la ventana, hizo una seña y la dijo que era el ayudante. Que permanezca como estaba, porque el aún no había terminado y que seguramente su ayudante también querría darla por culo de despedida. Entro el ayudante, pero no venia solo, con el entraron dos muchachos más. Amapola quise levantarse, pero el maestro carpintero se colocó sobre ella y la dijo que eran sus otros sobrinos que trabajaban con él, que lo que comía uno, comían todos.

El maestro carpintero...

La hizo abrir de piernas y volvió a clavarla su polla en Amapola. Amapola estaba tan excitada que no la importo la presencia de los muchachos que habían allí, los tres muchachos se acercaron. Mientras el maestro carpintero la follaba, los otros muchachos empezaron a acariciarla, uno tomo uno de sus senos, empezó a besarlo y chuparlo. Entonces el otro, pasó a imitarlo con su otro seno, y el ayudante liberó su polla de su pantalón, la colocó su polla en la boca de Amapola. Era una locura, tenía al maestro carpintero follando su conchita, el ayudante follándola por la boca y los otros dos dedicados a sus senos y su cuerpo. El maestro carpintero hizo que los otros se apartaran, la abrazó y empezó a besarla, aumentó su ritmo mientras jadeaba, entonces lo sintió terminar, eso la provoco un orgasmo. El maestro carpintero de levantó, entonces el ayudante, con delicadeza hizo colocar a Amapola en la de posición de galgo, pasó crema en su culito. No necesitaba decir nada, entendió que sería follada por el culo. Acomodó su cuerpo para recibirlo y el ayudante empezó a follarla por el culo, entonces uno de los muchachos se echó debajo de Amapola y colocó su boca en su conchita pasando a chupar su clítoris lo que la hizo soltar unos grititos. Se le  escaparon sus gemidos de placer, la polla del ayudante follando su culito y la boca del otro en su conchita la estaban dando un placer increíble, hasta que el ayudante termino.

El que estaba...

Solo mirando, tomo el relevo al ayudante y en esa posición empezó a meter la polla en la conchita de Amapola. El que había estado chupando su clítoris y su conchita se paro y colocó su polla frente a Amapola. Amapola agradecida tomó su polla con su boca y empezó a chuparla, estaba tan excitada, que tuvo un orgasmo que sacudió su cuerpo. El que la estaba follando la conchita aumento su ritmo y el que estaba frente a ella, empezó a follarla por la boca, hasta que el que estaba comiéndose su conchita terminó inundándola de placer. Entonces el que estaba delante de ella, la hizo echarse, se colocó entre las piernas de Amapola y la metió su polla en su conchita. Creo que ambos estaban tan excitados que terminaron de correrse juntos, se corrió casi que recién se la metió la polla. Se apartaron de Amapola y Amapola subió al cuarto de baño a bañarse, se demoró bastante, cuando salió y bajó ya vestida. Vio que las cajas estaban perfectamente embaladas y envueltas, sobre una de ellas un papel que decía: "Hermosa señora, estamos a sus órdenes para lo que quiera".

A los pocos días...

La dijo su empleada que Daniel la mandaba saludos muy especiales, Amapola sintió nostalgia de las noches de placer con Daniel. Empezó a recordar las noches de placer de las que había disfrutado, las noches de placer que Daniel la había dado. Estuvo así unos días, pero nuevamente, la necesidad de tener sexo estaba volviendo a obsesionarla de nuevo y para el retorno de su esposo aún faltaba todavía un mes. Pasaron unas dos noches y esa noche a eso de las diez de la noche tocaron a la puerta, eran los agentes de seguridad en su vehículo patrulla, los agentes de seguridad encargados de la seguridad del barrio. El inspector, encargado de la seguridad del barrio, la dijo que habían detenido a unos sospechosos en la zona y que estaban redoblando la seguridad, que si aceptaba que colocaran una caseta de seguridad, junto a su puerta en una zona que no moleste. Claro que aceptó, sin pensarlo siquiera, de aquella forma Amapola se sentía más segura.

Pasaría una media hora...

Y escuchó ruidos en la calle y vio que estaban instalando la caseta de seguridad al lado de la puerta de la casa, decidió salir a ver como era y donde la montaban. Entonces se encontró cara a cara con Diego, el agente de seguridad que ya había estado en su casa semanas atrás. El inspector que estaba con él, la dijo que así estaría más tranquila y segura, mucho más segura. La pidió que por favor colaborara, invitándole al agente de seguridad un te o café caliente, ya que como estaban toda la noche, su trabajo era pesado, le dije que no se preocupara, que los invitaba a ambos a pasar a tomar un café. Ambos aceptaron y pasaron, mientras tomaban su café, llamaron al inspector por su walky talky (radio trasmisor portátil) indicándole que tenía que ir a Comisaría para entregar el informe de los detenidos, el inspector la agradeció la invitación, se disculpo por no terminar su taza de café y salió con prisas para la Comisaría.

 

Nada más cerrar...

La puerta, Diego la  cogió desde detrás y empezó a meterla mano, la decía que todo ese tiempo había estado pensando y soñando con ella, soñando con Amapola. Que estaba con deseos locos de volver a hacer el amor con ella, saco su polla y apoyándola contra la puerta separo sus piernas, arranco su tanguita. Amapola abrió sus piernas, su conchita estaba totalmente mojada, entonces sintió su polla entrándola. Ya mas tranquilo, empezó a desabotonar su vestido y empezó a acariciar sus senos y su cuerpo, después de un buen rato saco su polla. Cogió a Amapola, la llevó hasta el salón y la hizo echar sobre la alfombra. Allí se quito toda la ropa, Amapola vio que era realmente un hombre lleno de músculos y muy fuerte. Entonces termino de desvestirla y empezó a besar todo su cuerpo. Llegó besando su cuerpo hasta su conchita y empezó a chuparla. Amapola empezó a gemir. Diego chupaba su conchita y su clítoris de tal forma que la empezó a desesperar por tenerlo dentro, le pidió que paren que por favor se la meta de una vez. Pero Diego continuó con lo que hacia, nuevamente casi le imploró que la folle de una vez.

Diego colocó...

Las piernas de Amapola sobre sus hombros y empezó a follarla. Amapola estaba tan excitada que empezó a gemir de placer y a pedirle más y más. Mientras la follaba la decía si la gustaba. Amapola le decía que si, que siga, que no pare, luego la colocó a cuatro patas como una perra, como a la perra en celo que era y volvió a follarla en esa posición. El sentir su polla dura en su conchita, sus manos y brazos fuertes acariciando su cuerpo, la enloquecían de placer. Después la llevó contra la ventana del salón que da a la calle y volvió a meterla su polla, su excitación era tal que ni se percató del peligro de que alguien los viera. Amapola le pedía más y más, así follaron hasta que tuvieron un orgasmo increíble cuando lo sintió llenarla con su semen.

Mientras Diego se vestía...

Amapola cubría su cuerpo con su vestido, la dijo que como su caseta estaba en su puerta, ahora podría estar a su disposición todas las noches y que todo lo que tenía que hacer era llamarlo. Se la acerco para despedirse, Amapola quiso evitarlo, entonces la forzó por los hombros, la hizo arrodillarse, saco su polla todavía mojada con su semen y la llevo al encuentro de su boca. Amapola simplemente abrió su boca, empezó a limpiársela, su polla volvió a cobrar vida y en pocos segundos estaba nuevamente dura. Diego, la quito el vestido, la llevo al sillón del salón y volvió a clavarla allí mismo su polla, Amapola volvió a encenderse, con su polla en su conchita, le pedía más y más. Esta vez fue una follada rápida pero al sentirlo terminar, volvió a tener otro orgasmo que la sacudió de placer.

 

Esta vez Diego...

Estando Amapola aún echada en el sillón, la dio un beso y la dijo que lo repetirían al día siguiente. Amapola sabia que los siguientes días o mejor dicho noches... Serían de mucho placer...

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Autor: Diego Molina, España © Didack