miprimita.com

Toda una mujer...

en Hetero: Primera vez

TODA UNA MUJER...

Para mí, solo existen los polos opuestos...

El bien y el mal, el norte y el sur, blanco o negro, en mi vida no había más colores, no existía ni el gris, dicen que soy algo indisciplinado, que no acato las ordenes,  claro que no acato las ordenes a medias. - ¡A sí! Mi profesión Agente de Seguridad.- No más datos ni más nombres en nuestra profesión hay que obrar con total discreción. Mi inmediato superior me tenía ojeriza. Después  de más de 5 años en el mismo destino, que he aprovechado para estudiar, además de trabajar. Me había sacado varios cursos por la Universitat, no, no, sin nombres, lo siento así es mi profesión. Pues nada, soy Diplomado en Ciencias Policiales y tengo varios cursos hechos de Violencia de Género, pero le brinde la ocasión a mi superior  al aprobar el curso de Escolta de Seguridad.

Si esta fue su ocasión tanto buscada para deshacerse de mi, no a las malas, ya que cumplo con el reglamento, no señor, se ha deshecho de mí a las buenas, me ha propuesto para un ascenso, bonita forma de deshacerse de los que no le son simpáticos y yo tenía todos los números para ser su enemigo. No nos llevábamos bien, solo hola y adiós, a sus ordenes señor y muy poco más, por eso elegí está profesión yo soy hombre de muy pocas palabras,  la principal norma que rige nuestra profesión… Discreción. Pues nada, aquí me encuentro yo el él País Vasco, ya hace más de dos años que he sido traslado a este destino. Aquí mi inmediato superior me mira mejor, todo hay que decirlo ¿Será quizás porque le he salvado de un atentado? También más de dos veces no ha sido herido, lo recuerdo muy bien porque yo por él si lo he sido, lo he cubierto en un tiroteo más de una vez. ¿No sé porque le han dado ese cargo de tanta responsabilidad? Pero me callo ¿Será quizás por que es niño de papa?

Bueno mi jefe, no es jefe, es jefa, es licenciada no sé en que, hay tantos cuadros con diplomas y certificados en su despacho colgados, es una intelectual, lo dicho niña de papa. Yo soy listo, pero no tan listo, no soy intelectual soy operativo y hago bien mi trabajo por eso aún sigo vivo. Dicen que mi jefa es una autentica belleza, pero a mí me da lo mismo, no es mi tipo, rubita con pelo corto a lo chico, demasiada esbelta, mide un metro ochenta y yo metro setenta y cinco, si le ponen una falda a una escoba, es casi que clavadita, ya es casi que lo mismo. A mí me gustan las mujeres morenas de pelo largo, no muy altas más bien bajitas, con muchas cosas por delante y por detrás, donde te puedas agarrar y en invierno frío no vas a pasar.

Más de una vez desnudos no hemos visto, al inicio  o al acabar el turno, más de uno de la ducha, viéndola, a salido empalmado, pero ya sabéis a mí me da lo mismo, también juntos no hemos duchado y su culito con mi polla se ha rozado, pero yo me digo para mi mismo, ha sido un descuido. Pero ayer no fue igual no, cuando salimos de la ducha me ayudó a secar y me preguntó.

- ¿A ti no te pasa lo mismo que a los demás? Mirando mi pene fláccido, no reaccionando al contacto.

- No, no eres mi tipo, no tienes cantaros y de detrás no digamos pareces un chico.- Le digo despectivamente sin ánimo de ofender a la pija, la niña de papa. – Nunca tendrás mi picha, para que se me empine me la tendrás que comer, y eso… Nunca va a ser. – Le dije en un claro intento de hacerla sentirse inferior, así me sentía yo, inferior en estatura y en inteligencia. Me sacaba más de tres dedos de altura.

- Jajaja, quizás lo consiga, me gustaría hacer el amor contigo, para agradecerte las veces que me has salvado la vida.  Dicen que eres hombre recto con honor y que siempre cumples tu palabra dada… Quizás hay te consiga. –

- Olvídalo.-  No me apetecía hacer el amor con aquella chica y encima mi jefe. Los jefes cuanto más lejos mejor, así no te comes ningún marrón.

– Olvídalo no me tienes nada que agradecer, es mi trabajo, si otro día estuvieras lo mismo en una situación de peligro, igualmente daría por ti mi vida.- Le digo mientras nos vamos vistiendo y colocándome  mi arsenal, un magnum 357 bajo la axila, en mi funda tobillera, en mi pierna derecha, un 38 cañón corto, y una Rossi 38 Special en mi funda riñonera, amén de la 9 Parabellum reglamentaria de la uniformidad. Si lo sé son revólveres y no pistolas, pero yo confío más en mi revolver Rossi, que nunca se me encasquilla. Una vez de novato tuve un percance con la pistola, se me encasquilló y casi pierdo la vida, ahora mi Rossi va conmigo a todas partes.

- Cuantas armas, vas a la guerra, jijiji.- Y le sale una risita graciosilla. – Me la dejas probar.-

- Claro que si la que quieras, mañana en la galería de tiro si quieres. – Le digo yo inocentemente. Y me mira con cara de sorpresa y me vuelve a preguntar.

- En serio me dejarás probar la que yo quiera.- Me hace la pregunta mirándome a los ojos, le veo como le brillan más de lo normal, casi con alegría y misterio. – Y si es una orden, también me la dejaras probar, cuando te lo ordene.- Y pienso ¡Joder ya he metido la pata en algo y no sé que es! -  Y le vuelvo a responder.

- Ya te he dicho que si, la que tu quieras y cuando tu quieras. Soy hombre de palabra y mi palabra la cumplo siempre, aunque luego me arrepiente, pero la cumplo. –

- Júramelo, no eres capaz de jurarlo, no te arrepentirás, en serio.

-Lo juro.- Digo levantado sin ganas mi mano derecha, como si estuviera en un juicio, con cara de aburrimiento.

- Sellemos el trato con un apretón de manos como hacen los hombres.- Me dice con un apretón de manos. Yo me echo a reír, jajaja, me  ha hecho gracia si es mujer y quiere cerrar el trato como un hombre.- De que te ríes, tonto.- Me dice algo seria.

- No me río de ti, me río de lo que has dicho. De cerrar el trato como los hombres y tú eres mujer. –

- Claro que soy mujer y muy mujer, aunque a ti no te lo parezca. Bien, como quieras, pues cerremos el trato entre hombre y mujer.- Dice posando tiernamente sus labios sobre los míos, en un beso dulce, cálido y fugaz, de esos de los que te invitan a más, a más besos, por supuesto.

Me quedé paralizado de la sorpresa sin saber, ni que hacer ni decir, mirándola con los ojos muy abiertos, viendo la sonrisa que se le puso en la cara y con los ojos brillantes y alegres, estaba más alegre que una niña con zapatos nuevos, más alegre incluso que una niña a la cuál le regalan una piruleta, como si hubiera ganado un concurso, una bicicleta… Como si hubiera ganado el concurso  del cual el premio era yo.  Eso me hizo recapacitar y pensar. ¿A cuál arma se refería de probar? Cuando me hizo la pregunta con malicia. Enseguida me lo aclaró.

- Si, si, ha esa arma me refería, a la que te imaginas, so tontito mío.-

Y vuelve de nuevo a posar sus labios sobre los míos, en un profundo largo e intenso beso que casi me asfixio, no voy a pedir que me hagan el boca a boca por que ya me lo están haciendo, sus labios me sabían a melocotón y a mi aquello ya empezaba a gustarme, a mí que me gusta la carne y al final me parece que voy a terminar por ser vegetariano, aunque tampoco está mal. Si no podemos comernos una vaca, pues nada nos comeremos una acelga, pero eso sí todos los días. Nos terminamos de vestir los uniformes para iniciar nuestro turno diario , voy a ver hoy que me toca y con quién me toca hacer mi turno,  hoy no me toca de Escolta, hoy me toca patrulla  y mi compañero quién será, haber, haber… ¡Ostia uno de los tíos de la jefa! Lo busco para iniciar mis rondas en el vehículo y allí está sentado esperándome, me grita ¡Va, venga novato, que no tengo todo el día para esperarte! Este hombre le dice novato a todo aquel que no es de su edad y ya está a punto de jubilarse, por eso yo no me enfado. La veteranía es un grado, aunque no sea reconocido hay que respetarlo, sobre todo a sus canas.

Bajo la ventanilla y me pongo a mirar los vehículos en hilera aparcados en el garaje, y allí estamos los dos, mano sobre mano esperando, no sé a que esperamos si tiene tan prisa, para eso  no hubiera venido corriendo, hubiera venido andando, distraídamente estoy pensando, sin ver a mi jefa con unos documentos en la mano hacia nosotros contoneándose y yo en mis nubes. Le da los documentos a mi compañero de turno (su tío) y un beso en la mejilla y nos desea suerte y cuidado, rodea el vehículo, me coge la cara con sus manitas y me suelta un beso allí mismo, si, si de esos de tornillo, cada vez besa mejor me digo para mí mismo, esta vez casi me derrito. Se marcha contoneando de nuevo su culito y yo no aparto los ojos de su figura hasta desaparecer. Empezamos nuestras rondas por los polígonos, sin rumbo pre-establecido y no siempre por el mismo sitio. Faltando poco para acabar el turno. Dice mi compañero.

- Así que tú eres el tonto ese, por el que mi sobrina bebe los vientos.-

- ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué ha dicho? –

- Nada, nada, tú sigue en tus nubes.-

Y yo pienso para mis adentros, este hombre no esta en sus cabales más valdría que lo jubilarán ya, que hoy me han tenido todo el turno de niñera. Diciéndole no hagas esto, no hagas aquello, no pases por aquí, cambia la ruta, este hombre no sirve para operativo, más valdría que lo destinarán a plana o gestión, de administrativo. Que hoy me ha hecho demasiado hablar, por sus imprudencias, hay que ser más prudente y no confiar en nadie, si, si, ya lo se, todo el mundo es bueno hasta que se demuestra lo contrario, si, pero la confianza mató al gato. Lo dicho, no hay que fiarse de nadie. Menos mal que ya termino el turno, sin una escaramuza y tengo 6 días para descansar, dos que me pertenecen y cuatro por horas acumuladas de servicios.

Viernes a las 8, yo en mi apartamento en calzoncillos, deambulando por los pasillos aburrido sin ganas de salir, enchufo mi ordenador y pongo una página guarra a ver si me animo, haber si me pongo a tono y de mi soledad me olvido, me quito los calzoncillos. Toc... Toc…  Tocan en la puerta y digo:

- ¿Quién es? - No obtengo respuesta, solo otros dos golpes de nuevo otra vez en la puerta. Y yo con la berenjena tiesa, otros golpes más insistentes, ahora tres. Pregunto y repito otra vez:

- ¿Quién es? - No obtengo respuesta de nuevo, ya cabreado y alerta, cojo mi Rossi (38 Special) en mi mano izquierda y cojo el pomo de la puerta con la derecha dispuesto a abrir de sopetón, abro de golpe la puerta apuntando al que allá detrás en la cabeza, de repente siento un golpe en la frente, pues iba otra vez a llamar… Es ella ¿Quién va ser? Mi jefa, que iba a tocar de nuevo a la puerta, menudo susto nos hemos dado, a ella algo se le ha caído de la mano, es una botella y a mí un tiro en el techo se me ha disparado.

- ¡Joder que vamos a escandalizar a todo el vecindario! –

La cojo de la mano y la entro rápido, dando un portazo y yo allí, desnudo a sus ojos con mi derecha en el pomo, con mi Rossi en la izquierda y lo más gracioso con el nabo plantado, cual mástil de bandera. Too pasmao con mucha sorpresa. Y me dice un:

- Hola, - Masajeándome los huevos inocentemente, como si aquella escena fuera lo más natural del mundo. Mi miembro ya estaba totalmente en pie buscando la bala en el techo y me vuelve a decir. - ¡Ves! Tú pito ya está totalmente tieso… Y es por mí ¿No decías que nunca lo vería así? Ahora vamos a probar el arma.-

Se arrodilla ante mí y va y se mete mi chistorra en la boca, que delicia me estaba haciendo sus labios de melocotón  en mi trozo de carne y que bien succionaba, parecía una serpiente putón ¿He dicho serpiente putón? Perdón, con el calentón que me está subiendo ya no se lo que me digo… Parecía una serpiente pitón… Bueno, pues una Boa, para que todos nos entendamos.

Y que delicia de lengua tenía, parecía que estuviera lamiendo un helado… No, no, yo no estaba tan frío,  estaba más caliente y salío que un camello en pleno desierto, el cual no ha follado en 6 meses. Y no paraba de succionar la muy bendita, de mover su boca arriba y abajo, parecía como si quisiera sacar petróleo de mis entrañas, bueno petróleo no salió, lo que si salió fue mi leche, yo me sentía como una vaca llenando un cubo de leche, claro, el cubo es su boca y yo la vaca a ordeñar, lo que ya había conseguido. Se levanta resbalándole unos hilos de semen por las comisuras de la boca y estampa sus labios en mis labios. Que sensación más extraña, yo comiéndome el melocotón y compartiendo mis caldos, era… Como si te comieras un trozo de melocotón y a la vez un trozo de jamón rancio.

Ya después de degustar mis caldos me dispuse a comerme una almeja, claro por supuesto la de ella, no me gusta el molusco en conserva, bueno si, esté si, me lo conservaba para mí, pues nada, a la tarea antes que se cierre la pescadería. Así que la tumbe en el sofá y me dispuse a darme un atracón de almeja, le quité la falda y le bajo sus braguitas lento, muy lentamente. Dando una inspección a la fortaleza, antes del asalto a conquistarla, su vagina esta depilada, siendo de un de color rosado claro, los labios vaginales eran normales, no son largos ni cortos, su clítoris es pequeño, pero es muy sensible al tacto y mucho más con la lengua lo que ya estaba comprobando, justo enfrente de ella estaba mi ordenador con un Dvd de una película porno en funcionamiento, lo que le añadía un poco de morbo, lo cuál iba comprobando en sus ojos, después de un buen rato lamiendo y chupando arriba y abajo, metiendo y sacando la lengua, alternándola con mis dedos, me coge mi cabeza por mis pelos, cierra sus piernas apretando mis orejas. Y allí mismo tuvo el orgasmo, me tira fuerte hacia dentro hacia su lago, lo cual no me queda más remedio que beberme todos sus caldos, todos no, algunos mantengo en mi boca, me levanto, me tumbo encima de ella y le doy un  morreo, depositando poco a poco sus caldos en su boca, ella hace intención de apartarse yo la aguanto más fuerte y no la suelto hasta conseguir, hasta compartir todos nuestros caldos, para mí como si me hubiera bebido el más exquisito vino gallego…

- Que rico y divino, nunca me la habían comido así y estampa en mis labios un beso de tornillo.- Claro, el tornillo yo y la tuerca ella. A lo que le preguntó:

- ¿A qué has venido?

- A probar el arma.- Refiriéndose al arma que tengo entre las piernas. – Y a quedarme aquí contigo hasta el Domingo. – Yo que estaba aburrido... Menuda perspectiva se me presentaba, no me iba a aburrir y matarme a pajas aquel fin de semana.

- Bien, ya la has probado.- Le digo todo serio al saber que se ha salido con la suya, que con inteligencia lo ha conseguido.

- No, aún no la he probado solo la estábamos limpiando. Preparando en arma, haber cuantos disparos da en la diana. - Claro la diana  su coñito, nunca mejor dicho, no era muy grande, más bien pequeñito. A mí que me gustan las cosas a lo grande y no muy altas, con buenos melones por delante y un buen culo donde agarrarte. Y allí estaba yo cumpliendo mi palabra con aquella muchacha, era todo lo contrario a lo que a mí me agradaba a simple vista. Aunque por el momento no me desagradaba, lo que cataba, ya no me daba lo mismo.

- Venga, va, vámonos a duchar y a cenar.- Le digo mientras le voy quitado la ropa. Y me pregunta:

- ¿No quieres hacer el amor conmigo?-

- Eso, será después de ducharnos y cenar, no vamos a salir a la calle a ningún restaurante.- Yo solo tengo comida precocinada. No sé hacer comida, yo de cocina no sé nada, igual te plancho un huevo que te frío una corbata. – Te apetece pizza para cenar.-

- Claro que si.- Dice contenta, dando saltitos y palmaditas.- Enseguida le aclaro.-

-He dicho pizza, no picha.- No sea que vaya a meter otra vez la gamba. – Hala, a la ducha he dicho. Aquí las ordenes son mías, si quieres mandar te vas a la comisaría. –

Le digo todo serio y va y me estampa un beso, de esos que no duran un momento. Así que la agarro del culo y nos vamos para la ducha. Que culito tiene más tierno, suave, como el de un bebé, aquello aún me desagrada menos y me entran unas ganas salvajes de penetrarla allí mismo, los cuales me aguanto y me reprimo mis instintos salvajes, a mi me gusta tratar a las mujeres con mucha ternura, dulzura y cariño, si tengo que hacerle daño, pues eso, me guardo las ganas y me aguanto. Entramos en la ducha y allí nos duchamos los dos juntos, en aquel espacio estrecho y reducido, ella se restriega en mi cuerpo como una gata en celo, lo cual intento…

No le hago mucho caso o eso intento, intento cumplir, ducharnos y cenar… Y hacerla mía antes de irnos a dormir. Yo no le hago caso, pero mi amigo carlitos sí (mi pene), no para de restregarse por su culito, como si la fuera a embestir. Y mis otros diez, diez dedos se peleaban entre ellos, a ver cual de todos la podía complacer primero, masajeando sus pezones y sus pechos, mis labios no se quieren perder el espectáculo, lo que le gana la vez a mi boca. Bueno hay para los dos, mi boca y mis labios, hay dos hermosos pechitos esperando, lo cuál el izquierdo para mi boca y el derecho para mis labios, ahora el izquierdo para mis labios y el derecho para mi boca, los cuales voy alternando, mientras sus pezoncitos de fresa me voy masticando o mejor dicho besando, que sensación más rica, es como si te comieras una fresa y un flan de gelatina a la vez, hablando de flan, yo si que estoy hecho un flan comiéndome el yogurcito de fresa que me ha tocado.

- Salimos de la ducha, nos secamos y empieza otra vez con las caricias. Le doy un beso mordiéndole el labio inferior y le digo tiernamente, con ojos de cordero degollado:

- Cielo, tengo todo el fin de semana para ti.- Eso la calmó un poco y de sus caricias la hizo desistir, a lo que me dice:

- ¿Sabes?  No sabes cuantas veces me he pajeado esperando este momento, el sentir tu pene libremente restregándose en mi culito, restregándose por todo mi cuerpo.-

- ¡Ha, picarona! ¿Así que no era un descuido? Lo cual se echa a reír libremente, que risa más bonita tenía la bendita, aunque se estaba riendo descaradamente de mi, no me afecto para nada, bueno si, me saco una leve sonrisa.- Todo llegara a su momento.-

Digo pensando en  hacerme una paja en sus pechos, me encanta eso que me masajeen mi pene con sus pechos, ver como mi pene escupe  todo su semen en su cara es una delicia y un gozo tremendo, ver como con sus dedos lentamente va recogiendo mi semen depositándolo en su boca, aquella escena imaginada casi que hace correrme de gusto, allí mismo, en ese mismo momento.

Cenamos una pizza con refrescos, también puse el la mesa unos biscuits y unos botes de mermelada, de melocotón y de fresa. Se lamento de la caída de la botella de vino, que yo le di con mi susto al recibirla, mejor así, yo no bebo alcohol. El susto y la desgracia casi que me la llevé yo al recibirla, menos mal que ando bien de reflejos y pude desviar mi revolver disparando al techo, no quiero ni pensar que hubiera sucedido, aún me duele mi frente del porrazo que me propinó, del golpe en mi frente recibido. No me enfado, me alegro, me alegro de no ser tan lento de movimientos, me alegro de mis horas pasadas en mi entrenamiento, ello me ha hecho ser rápido de reflejos, no como era al principio de mi carrera, tan lento, si no, ahora… Estaría llorando su perdida sobre su cuerpo.

Y me coge de mis mofletes con sus dos lindas manitas y atrae mi rostro hacia su bonita carita, me dice y yo oliendo su aliento, lo cuál me trasporta a un campo de hierbabuena:

- Hay mi tontito rico.- Y deposita un fino besito en mi nariz. - ¿No quieres hacer el amor conmigo? ¿Ni siquiera me vas a dar un beso? –

- Claro que te voy a dar mi amor. Pero todo a su momento. – Aquí las órdenes las doy yo, yo que soy el instructor de tiro y la galería se abrirá cuando yo diga. –

Me parece que está desesperada por sentir mi pene dentro de su cuerpo. Creo que la galería está abierta, y siempre dispuesta para mí en todo momento. Pues nada, no la hagamos esperar más, me parece que está toda ardiendo y yo ya me estoy consumiendo y carlitos (mi pene) quiere ya cenar.

- Bien, hala a las prácticas.-Digo dándole un beso fugaz, no me ha dado tiempo a más. Ha salido corriendo y ha entrado en la primera habitación que encontrado, menos mal que vivo solo, no comparto vivienda con nadie, siempre me ha gustado ser independiente.

Entro en la habitación. Me lanzo sobre ella que estaba acostada en la amplia cama y empecé a besarla aún con más pasión que en la sala. Me detuve cuando empecé a notar que la asfixiaba el beso y cambié mi objetivo a sus oídos. Los lamí lenta y suavemente, metía mi lengua en ellos y eso la hacía sentir escalofríos. Seguí por su cuello, los chupaba con cuidado para no dejarle marcas y ya estaba muy lubricada, ya estaba cerca de un orgasmo con tan solo muy poco. Acaricié sus pechos con ambas manos, los estrujé con fuerza y después con suavidad, besaba sus pezones y mordía con suavidad de vez en cuando, logrando una erección de sus pezones. Empecé a lamer y succionar, jalar y estrujar, morder y apretar, todos los movimientos posibles sobre sus pezones, mientras ocupaba mi boca en uno, el otro lo estimulaba con mi mano. Ella sufrió un orgasmo entonces, sintió electricidad en su cuerpo y cada vez deseaba más y más, lo quería todo.

Le pedí que se recostara boca abajo, para admirar su trasero y empecé a masajearlo con fuerza, metiendo mis manos entre sus nalgas y piernas, tocando en un movimiento sus nalgas, ano y vagina. Supuso que sería su vagina el objetivo de mi lengua, pero preferí primero abrir su culo con mis dos manos, dejando su ano a mi vista y hundir mi rostro entre ellas, lamiendo su ano con fuerza y presión. Ella estaba incómoda con la situación, le resultaba poco higiénico, pero poco tardó en olvidar esos pensamientos al sentir lo bien que era tener mi lengua empujando en su ano, como si quisiera entrar. Allí pase un par de minutos y cuando me cansé le pedí recostarse boca arriba otra vez más.

Abrí sus piernas y admiré su vagina, ya muy húmeda y con por lo menos dos orgasmos vividos, abrí sus labios de manera delicada y me acercó curiosamente. Hundí mi rostro entre sus piernas y empecé a lamer con locura y entonces sintió como nunca, viniéndole justo en mi boca, viviendo su tercer orgasmo de la tarde. Yo estaba fascinado de lamerla y ella se retorcía de placer. Empecé a meter mi lengua en su vagina y creyó que terminaría metiéndola y así perdería su virginidad. Ya ardía por dentro por sentirse penetrada por mí. Llevó sus piernas a mis hombros, coloqué la cabeza de mi pene en la entrada de su vagina y ella agarró entre sus manos las sábanas y se llevó una almohada pequeña a la boca para morder.

Entré de un golpe y el dolor le fue inmenso, sintió como se rompía por dentro por capas, en por lo menos tres ocasiones, sintió mi pene topar con su fondo y ella gritó en silencio, mordiendo la almohada con toda la fuerza posible y apretó los puños con todas sus fuerzas. Después de aquella penetración me mantuve quieto. Ella, a pesar de estar cerca de gritar de nuevo por el dolor, movió  su cadera hacia mi pene y me dijo que continuara. Empecé a bombearme con fuerza, ella  sentía que se estaba partiendo en dos por dentro. Sangró con ganas, sentía correr sus fluidos junto con la sangre hacia atrás, hacia sus pompas y espalda. Le dolió los primeros minutos, después sólo sentía un ardor y calor interno muy fuerte y ella, ya gemía tanto que esperaba sólo no oyeran sus gritos los vecinos.

No sé cuantos orgasmos pudo haber tenido en los minutos que estuvo mi gran pene en dentro de ella, pero al final volví a eyacular dentro de ella. Yo no había usado condón, así que sintió como otra gran cantidad de semen la llenaba y de alguna forma su calor la reconfortaba el ardor. Saque mi pene, bastante duro aún. Se incorporó, solo para ver la inmensa mancha roja y blanca que habíamos dejado en las sábanas. Volvió a llevarse mi pene a la boca y limpió su sangre de mi miembro, que estaba también húmedo de semen y sus fluidos. Pensé... No pensé, comprobé que era virgen aún, a su edad, unos 25 años aproximadamente y le dije:

- ¿Por qué no me lo has dicho? ¡Hubiera sido más suave contigo!

- No. Así está bien, si no, te hubieras echado atrás y no habrías cumplido. Te conozco muy bien.-

Sí, tenía razón, con tal de no haberle hecho daño, no habría cumplido, me habría echado atrás. No puedo ver maltratar ni a un niño, ni a una mujer, de ninguna forma posible, ni por castigo, ni por placer. Bueno otro día tendré su culito, seguro que por hay también será virgen. Si, tenía y tiene toda la razón es... TODA UNA MUJER.

- Desde entonces nuestras vidas ha cambiado, a dado un giro de 180 grados, yo solo me como una acelga, ella tiene el pelo largo, estamos esperando un nuevo destino al lado del Mediterráneo. En mi vida no solo existe el blanco y negro, también he dejado entrar colores, he empezado por el rosa… Por una mujer preciosa, ya vendrán el azul (Alberto) el naranja (Nerea) y todos los colores que ella quiera pintar en mi vida.

Ahora que… En la comisaría manda ella, en casa mando yo. Unas veces viene a mi casa, otras al móvil me llama… Entonces voy corriendo a su cama.

 

Derechos Reservados © Didack