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Urgencias… la necesitaba urgentemente

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URGENCIAS… LA NECESITABA URGENTEMENTE

Aquél día… No había sido un día más, no, no lo había sido ¡No señor! Les habían llamado al 061 demasiadas veces, también había acudido a llamadas del 112. La ambulancia siempre a punto, el instrumental de auxilio en orden, la ambulancia de servicio impecable, lista para otra salida. Lo decía el protocolo, era su misión, la mantención del vehículo en condición, de ello dependía la vida del auxiliado, del vehículo y su pericia en la conducción, era su profesión: Técnico Trasporte Sanitario (TTS). Documentación al día, todo el protocolo de actuación se sabía, no había curso sanitario que no se matriculará, si podía, su último cursillo realizado S.V.B. + DEA (Soporte Vital Básico + Desfibrilador Externo Automático), estaba preparado para salvar vidas, solo le faltaba el documento acreditativo, ya que el certificado ya lo tenía, puro trámite nada más.

Del 112 les llamarón, les notificaron un posible ahogamiento (un caso normal en verano) de una víctima, mujer de unos 35 años aproximadamente, ya estaba siendo auxiliada, pero necesitaban auxilio cualificado urgente, en una localidad de al lado a nuestra sede. Pues nada, manos a la obra, a intentar salvar una vida, nos reunimos en menos de un minuto (zona de reunión la ambulancia) Médico, ATS (Auxiliar Técnico Sanitario) y yo el menos importante, pero el más responsable. De mí dependía no solo una vida, dependían de mi forma responsable de conducir el equipo, la dotación y claro las posibles víctimas a socorrer. Echaron a correr, la ambulancia ya hacía rato que estaba encendida (en marcha) y yo desesperado en el asiento del conductor…

- ¡Ostia, cuanto tardan! –

Ya ha pasado minuto y medio y solo está conmigo el médico, solo falta el Ats, se va a enterar de mis voces este enfermero, cuando termine el servicio (solo tengo mal genio cuando hay prisa, más aún cuando hay una vida en peligro de por medio), a los dos minutos alguien tocó en el cristal de mi ventanilla, me quedé pasmado, era una preciosa señorita pelirroja de pelo largo, ojos verdes esmeralda, con unas graciosillas pecas sobre una nariz fina respingona, no me dio tiempo a más, que a hacerle una ligera exploración.

- Ábreme que tengo prisa,-

- ¿Pero, quién es usted?-

- ¿No te lo han dicho? Tú Ats, el nuevo Ats de está dotación.-

- ¡Me cago en la mar! Y encima eso, me cambian el personal, así, sin más. Venga sube que ya tardas. Le dije con cara de no haber cobrado en un mes.-

Puse la ambulancia en movimiento y a continuación las luces rotatorias de emergencias, cuando me incorporé a la circulación del tráfico, conecté la sirena de urgencia. Algunos vehículos empezaron a darme paso, otros no tanto, pero con precaución los adelanto. Cuando llegamos al lugar de auxilio de la persona a socorrer. Había un zeta, una dotación de la Policía, dejé el vehículo donde me señalaron, en marcha con las llaves puestas y puesto el freno de mano, nos bajamos, cogí del compartimento donde se trasladan los enfermos, el desfibrilador externo (DEA) y bajé la camilla, el médico ya se había bajado, el ats cogió una mochila-botiquín primeros auxilios, echó a correr llegó la primera, como si quisiera ganar una carrera, yo cerré las puertas con mi mando a distancia, dejando la ambulancia en marcha con los rotativos puestos, sin sirena de Urgencia. Aun así, llegué el segundo, el médico estaba para el arrastre, para que lo jubilaran, o le dieran una plaza cómoda… No en Urgencias, aunque yo también soy ya algo mayor, no tengo 20 años, el médico no sé su edad, a simple vista yo diría que sesenta.

Mi ats (la enfermera) ya llevaba  varios segundos, haciéndole a la señora la RCP (reanimación cardiopulmonar) el boca a boca como vulgarmente se le conoce. En aquella pose, sacando culo, espalda ligeramente arqueada, y brazos estirados, haciendo presión sobre el pecho de la víctima, he insuflándole aire… La miré con unas tremendas ganas, no, no ¡A la víctima no, hombre! A mi ats ¿A quién va a ser si no? De pronto una voz me saca de mis pensamientos.

- Venga ponle el DEA pasmao, ¿O no te han enseñao?-

Por su acento y su vocabulario, yo diría que es oriunda de Andalucía, tierra de mujeres guapas, hermosas, bellas, lozanas y morenas. Procedí sin más dilación ha enchufar el aparato digital tal como me habían enseñado, coloqué los electrodos de desfibrilación a la víctima y grité…

- Apartaros todos, dejar un espacio de más de metro y medio sobre la víctima.- Y procedí a administrar la descargar, tal como el Dea me autorizaba. Aun le tuve que administrar una segunda descargar. – Apartaros de nuevo grité antes de administrar la segunda descarga.- Para que recobrará la consciencia. Mientras mi ats le hacía la Respiración Artificial, yo pensaba, como me hubiera gustado en aquél mismo momento ser el auxiliado y no el socorrista, solo con tener su boca en mi boca, con mucho gusto me hubiera cambiado, aunque me llene mis pulmones de aire para explotar, pero solamente viéndola me tendré que conformar. El médico procedió a auscultar a la víctima y hacer una primera evaluación.

- Está bien, su vida no peligra, necesita una segunda evaluación más a fondo. Hay que trasladarla al centro hospitalario. Entre los tres procedimos a coger a la víctima y depositarla en la camilla, trasladamos la camilla con la víctima hasta la ambulancia. Abrí las puertas con mi mando a distancia de la ambulancia, subí la camilla y la anclé, tal como hay que proceder en estos casos y como ordena el protocolo de auxilio. El médico se subió a la ambulancia, en el compartimento trasero junto a la víctima, para conseguir mantener las constantes vitales y mi ats se subió junto a mí en el compartimento anterior, de copiloto. El o los acompañantes de la víctima se fueron en su coche hasta el hospital, después de notificarle por mi parte, hasta donde se hacia el traslado y el centro de acogida.

Puse la ambulancia en marcha, conecté la sirena de Urgencia y procedí a poner la ambulancia en movimiento, ahora ya sin tanta prisa, la víctima ya la trasladábamos y a su cuidado iba el médico a su lado para vigilar sus constantes vitales. Mi ats a mi lado y en un momento dado su mano a mi entrepierna fue a parar, por encima del pantalón mis huevos los iba masajeando, a  mí aquello ya me empezó a gustar, pero tengo mi responsabilidad, corte la comunicación de la cabina de detrás y le dije todo lo suavemente que pude.

- Para, no sigas más, no ves que me estoy calentando y nos vamos a matar.- Ella se fue enfurruñando, se puso a mirar para el otro lado, yo estaba tanto o más que ella cabreado. Abrí de nuevo la comunicación de la cabina de al lado. Y mi ats, su bonita melena se puso a peinar. Ya al llegar al centro hospitalario, con el vehículo parado le digo: -Mírame.- Y ni corto ni perezoso, un beso en sus labios le estampé. Sacamos a la víctima y en la zona de Urgencias  la entregamos, terminando este servicio y con dos horas para terminar mi turno volvemos a nuestro diario quehacer (en alerta).

Menos mal ya falta una hora para terminar y yo aquí caliente. – ¡Maldita sea! ¿Dónde estará mi ats? Y está calentura que no la puedo bajar, mientras escucho por megafonía, mi profesión y mi nombre.

- Técnico Trasporte Sanitario, conductor don Daniel García, acuda a oficina de personal.- Y ¿Ahora estos de dirección qué querrán? Me pregunté yo, la cosa no está para ir perdiendo empleos con esta crisis que nos lleva a todos de cabeza. Y ahora que digo de cabeza… ¿Dónde estará la bonita ats? La cual no la dejo de pensar. ¿Qué misterio que me hayan cambiado el ats? Sobre todo en el único servicio que he tenido que utilizar el DEA, pero bien ya aparecerá y si no ¿Qué más da? Es la única que me lleva de cabeza, con mucho gusto la hubiera amado si no nos fuera la vida en ello. Pensé al recordar su belleza. Y mis pasos dirigí a la oficina de personal temiéndome lo peor, el despido, pero bueno lo asumiremos, a empezar de nuevo otro trabajo u otro nuevo oficio.

Toc… Toc… Toc…

- Soy Daniel García, me han llamado por megafonía.-

- Sí, pase usted. Cierre la puerta, siéntese en una silla y espere mientras le atiendo.-

- Mientras hacía su trabajo me puse a observarla.- Morena,  con gafas, cara de intelectual, ojos negros, bellísimos, mirada algo traviesa, de puro fuego, yo imperturbable allí como cubito de hielo, me ha parecido que me ha guiñado un ojo, pero, no, eso será mi mente calenturienta. Pasan varios minutos y yo me voy poniendo nervioso y pregunto.

- Oiga señorita, que no tengo todo el día, dígame que quiere, aun tengo que poner el vehículo a punto para el cambio de turno.

- Sí, perdone, le comunico que la plaza vacante de conductor de ambulancias es suya, tiene usted buenas referencias de arriba de Dirección, firme usted estos documentos. -

Leí los documentos y firme, casi sin mirar, la vista se me iba a veces al espectáculo de sus grandes pechos. Me pilló in fraganti, mi mirada tras su cuerpo. Y me pregunta.

- ¿Estoy buena, verdad? ¿Qué le apetece? – Me dice guiñándome el ojo otra vez, ya descaradamente. - ¿Quieres hacer el amor conmigo?- Yo me hago el tonto, como si no fuera la cosa conmigo, no sea que gane un empleo y lo pierda ya mismo, a veces tengo algo de cordura o razonamiento, no sé que se creen las mujeres de hoy en día, que somos los hombres. ¿Un clínex, de usar y tirar? Algunos, muy pocos, somos algo más, preferimos la estabilidad, alguien que te espere, que te dé un beso al llegar a casa, no un amor de puerto en puerto, yo prefiero un amor de montaña, más duradero… Esos amores no te lo vas a acabar, además serás su único viento.

- No, gracias Cielo, no seré tu tormenta.- Me vino la imagen de otra belleza, la que desde hacía  varias horas me daba tormento.

- Tenga.- Y me da la tarjeta de un hotel del centro habitación 123, tienes que estar mañana a las 10 de la noche. Sin falta.

- No gracias Cielo, no, no me lo digas. Yo me lo pierdo, por tonto. – Le digo rechazando la tarjeta.

- La tarjeta no es mía, es de arriba. Yo no pago un céntimo por ti, si quieres que lo hagamos tiene que ser ahora y aquí.- Me hizo dudar la bendita, pero mucho rato no pensé, pensé con la olla, no con la polla. Un trabajo mañana te da de comer, una mujer un rato de placer, para que te dé más placer la tienes que convencer y está me parecía a mi que a los hombres los usa solo un día, alguno menos yo diría, ya me vía en la papelera, como aquella caja de pañuelos vacía. Le cogí la tarjeta sin hacerle caso y salí de allí con un adiós, dando un portazo. Con mi rabia y mi calentura salí de allí, no viendo a nadie, ni en el suelo ni en las alturas. Me voy a mear y a meter la cabeza bajo el grifo de agua fría, haber si se me pasa la calentura, no, la cabeza de arriba no, la cabeza de abajo. Que no quiero hacerme una paja, que estoy en el trabajo, me voy pensando. Alguien apoyada en la pared me está esperando. – Hola.- Yo sigo andando, sin enterarme, me tocan en mi hombro y me dice.

- Hola. ¿Estás conmigo enfadado? –

Me giró y me la encuentro allí como un ángel, eso me pareció a mí, saqué del fondo de mi alma la sonrisa más larga.

- No, no, le dijo atolondrado.- Con está preciosidad no sé que me pasa, me quedó embobado, no doy una a izquierdas ¿Y a derechas? Lo mismo, no sé la cara de tonto que se me ha puesto. En esta situación no me sirve para nada, yo con tantos estudios tan inteligente y me quedo hipnotizado ante su mirada, como un pobre pajarillo ante la serpiente. La miro con una sonrisa de oreja a oreja y el maxilar se me va a caer, eso parece.

- No criatura ¿Como voy a estar enfadado contigo? Si apenas nos conocemos, no me has dado motivos para estar enfadado. - Me pongo a lucir mi mejor sonrisa, hace años que no sonrío así, tan espontáneamente, ante la gente ¿O solo lo hace su sola presencia? Yo tan grande, mido 1,95 y uso las camisetas talla XXL, me hace sentir como un niño ante su belleza. No sé que me pasa, ya ni me acuerdo de la bronca que le iba a montar.

- Si te he dado motivos, he llegado un poquitín tarde al aviso, pero yo también tengo los míos, mis motivos ¿No los quieres saber? ¿Todos  dicen que tienes el carácter muy agrio, es verdad?

- No, no me has dado motivos y tampoco has llegado tarde la excuso.- Cuando los dos sabemos que se puede perder una vida en medio minuto y todo depende de los segundos o minutos de respuesta de auxilio, sobre todo trabajando en Urgencias…- No, no es verdad que sea un limón, solo hablan así las personas que me quieren mal, o me tienen envidia.- Me sonrío, recordando los más de unos pocos altercados que he protagonizado, que he tenido en este trabajo, sigo aquí por que hago bien mi trabajo y con mi trabajo intento ayudar a salvar vidas, si no fuera por alguien de arriba que aún no conozco, ya me habría despedido el primer encargaillo de turno.

- Jajaja, un limón no, pero medio sí ¿Admítelo? – Que risa más bonita y su sonrisa perfecta, digna de modelo de dentista, de anuncios de pasta de dientes, sus dientes me parecieron perlas nacaradas. – No, nos han presentado, me llamo Violeta Fernández –

- ¡Ahh! Perdona, que tonto y despistado que soy, me llaman Daniel García.-

- Ya lo sabía y sé mucho más sobre ti.-

- ¡Ah, sí? Y ¿Cómo es eso? –

- ¡Shhhh! No lo digas, tengo acceso a las fichas de personal, me dijo bajito al oído.- Ya me dijo en voz normal.- La enfermera de personal es mi amiga. ¿No te ha tirado los tejos?  ¿Y te ha dado una tarjeta? Jajaja. ¿Y tú que piensas hacer irás? –

- Que se joda tu amiga, no, no iré. Menuda vampiresa está hecha tu amiga.- Le digo ya con mi rostro algo serio.

- ¿Y conmigo harías el amor? –

- Contigo a ojos cerrados. No lo hago aquí mismo por no perder el trabajo, no por miedo o quizás sea por miedo a perder el trabajo y no verte más. Por ti Cielo, iría a la Luna descalzo y a la pata coja.- Le digo galantemente, no por caballerosidad, si no por que me sale del alma.

- Jajaja ¿Y que voy a hacer yo con un cohete espachurrado? Jajaja.- Me lo imaginaba, lo que me temí al principio ¿Quién se va a fijar en mí cara? Solo las vampiresas, las que te chupan y te dejan dos días para el arrastre. Pero aun así, viendo su sonrisa se me fue la cara agria, y por un momento fui feliz.- ¿Has leído la tarjeta? – Me dijo.

- No, tal como me la han dado, la he guardado. Ya te lo he dicho que se joda tu amiga la vampiresa, si es una vampiresa que se la follen los demonios.

- Jajaja. ¡Va, venga, mi medio limón invítame a un refresco! Y no faltes a la cita y se echó otra vez a reír-

- Te invito a lo que quieras, Cielo. Pero de la cita con tu amiga nada, o mejor el doble, nada de nada. - Nos dirigimos a la cafetería, hablando de tonterías, nada de nuestra vida personal, me resultaba tan agradable que es como si nos conociéramos desde siempre, no solo de aquella tarde. De pronto me toca una llamada al busca, otro servicio urgente esta vez un niño, de entre 5 y 10 años, con estas criaturas soy más sensible, le pregunté si venía y me dijo.

- Solo te han llamado a ti ¿Vas a ir? Solo te faltan 10 minutos para acabar el turno, piensa que a lo mejor vas a estar 2 o 3 horas más como mínimo.

- ¿Lo dudas acaso, Cielo? Claro que acepto el servicio hasta que termine, sea la hora que sea cuando termine. Y allí me despedí con un beso en su mejilla, deprisa y corriendo, menos mal que la bebida ya estaba pagada por mí, si no, no hubiera quedado bien a los ojos de semejante belleza, no se me olvidará su nombre. VIOLETA. Acudimos a socorrer al niño y lo pudimos atender allí mismo, no ha sido casi nada unas magulladuras, unas rozaduras al caer de la bicicleta, menos mal, me alegre por mí mismo y por el niño, solo fueron 40 minutos más de servicio.  

Al día siguiente… Viernes, 3 de la tarde, voy a echar la siesta y pienso en Violeta ¿Joder con tanto misterio, tanto insistir en que no falte a la cita? Voy a echarle un vistazo a la tarjeta, aunque no quiero arriesgar mi empleo por la vampiresa, en la tarjeta ponía lo siguiente, Hotel Placer *** Estrellas. - ¡Joder, con la vampiresa y el nombrecito del hotelito… Hotel Placer, estrellas 3, habitación 123, seguro que detrás vendrá su nombre, número de teléfono y acabará en 3,  giré la tarjeta y si cierto si, allí estaba su nombre y su número de teléfono acabado en 123, también decía “No faltes a la cita, Cielo. Atte tu Violeta” Pegué un salto de la cama, que se me olvido incluso la siesta. – Hala a correr.- A comprar flores, una botella de cava fresquita, un buen desodorante y por lo menos medio litro de colonia. Y llevar a la tintorería mi mejor traje haber si me lo plancha esta tarde, pensé.- ¡Joder hasta en mi vida privada todo son urgencias, pero no faltaré!

Y allí estaba yo… A las 9 y 30 de la noche rondando el hotel, si, si, ya lo sé en la tarjeta ponía a las 10 de la noche, pero me gusta ser puntual como en urgencias, hay que llegar lo antes que se pueda. No iba a venir, no señor, menos mal que en la tarjeta ponía la cita es con Violeta y aquí me tenéis, no con mis mejores galas, pero si con las rosas y el cava, y el medio litro de colonia, por encima mi cuerpo, bueno no tan exagerado, solo ha quedado en la botella un dedo de colonia. ¿Y el bote de desodorante? Bueno, para estar a juego con El Placer, estrellas 3, habitación 123, pues nada ya sabéis solo he gastado 3 ¿He hecho bien? Otro más, ya no me voy a poner. Así que arreando, para dentro del hotel, a la habitación del placer del hotel 123. ¿No lo he dicho bien? Bueno pues da igual, que más da, la cuestión es no hacer esperar a Violeta.  No será la habitación del placer, pero está noche si lo será, si señor, esta noche le voy a dar todo mi amor.

Toc... Toc… Toc… Las 10, como un clavo, yo llamando en la puerta ¿Y que he hecho mientras? Pues nada hacer tiempo, pasear por los pasillos, como un bobo, arriba y abajo, alguien se ha mosqueado y ha enviado al botones, le he enseñado mí placa y mi acreditación de técnico sanitario, supongo que me habrá confundido con la secreta (policía) mejor, más tranquilos estaremos. La puerta se abre, me quedé totalmente perplejo, y estampo sus labios con los míos y fundiéndonos en un beso tremendamente tórrido y húmedo, al tiempo que con su mano me atrapaba de la entrepierna, obligándome a entrar a la habitación y cerrando la puerta con un golpe de su pie, y me dijo. – Aquí habíamos quedado. - Refiriéndose al último servicio juntos.- De forma impetuosa y rápida intento a despojarme de mi ropa.

- Para, para cielo, déjame dejar el cava y las rosas.- Le digo.

- Ya estamos como la otra vez, está vez no peligra las vidas y de aquí no te vas a escapar.-

- Ni yo lo deseo.- No penséis eso, no, claro que lo deseo, de hacer el amor con Violeta, lo que no deseo es escapar del placer, ni de la habitación, ni del hotel. Violeta llevaba totalmente la iniciativa y la situación no me disgustaba en absoluto, así que opté por dejarla hacer y yo comportarme sencillamente como un "hombre objeto".

En pocos instantes estaba totalmente desnudo y ella continuaba con su minifalda y sus zapatos con tacón de aguja. A continuación me hizo sentar en la cama situándose entre mis piernas, se arrodilló sobre la suave moqueta de la habitación y sin dejar de mirarme a los ojos con la lujuriosa expresión de su bello rostro, comenzó a lamer mi pene reiteradamente, hasta que de un solo golpe, lo engulló hasta lo más profundo de sus garganta, manteniéndose en esa posición durante unos deliciosos segundos, en los que notaba en mi glande los movimientos que hacía con su garganta y que me estaban llevando al séptimo cielo. Continuó con la fantástica mamada que me estaba propinando, con movimiento suaves unas veces, bruscos y profundos otros, que me estaba llevando al clímax a una velocidad vertiginosa.

Cuando la avisé de mi pronta eyaculación, volvió a engullir totalmente mi miembro viril comenzando nuevamente con sus movimientos faringe que me llevaron de forma irremediable a uno orgasmos más brutales que he tenido en mi vida, deglutía mis fluidos totalmente sin desperdiciar ni una sola gota de mi abundante corrida. Se levantó e inmediatamente se subió a horcajadas sobre mí, lanzándose a devorar mi boca como una posesa, mordiéndome suavemente los labios jugando con su lengua con mis labios, con mis dientes y con mi lengua. Era una auténtica diosa y un prodigio erótico con tan húmeda y sensual lengua.

Aproveché su posición para acariciarle los pechos. Eran divinos, deliciosamente suaves, aterciopelados, duros y reaccionaban a mis caricias de forma clara y rotunda, al excitarse sus pezones con un crecimiento rápido y contundente. A pesar de mi reciente clímax, notaba los fuertes latidos de mi corazón en la polla, pues seguían el mismo ritmo, el mismo martilleo. A cada latido de mi miembro, se producía un leve contacto con su vulva, produciéndome una placentera sensación. Mi erección no desfallecía. Increíble pero cierto. Ella me empujó suavemente haciendo que cayera de espaldas sobre la cama, sujetándome los brazos por las muñecas y quedando sentada sobre mi virilidad, ahora en húmero contacto a lo largo de sus labios vaginales, al tiempo que tomando mi cetro lo embocó en la entrada de su cueva dejándose caer casi con violencia penetrándose al tiempo que lanzaba un agónico grito de placer. Comenzó unos suaves movimientos circulares que en pocos segundos me estaban llevando al séptimo cielo y que ella, por la expresión en su cara, lo estaba disfrutando de lo lindo.

Continuó con el mismo suave y cadencioso movimiento al tiempo que, con total nitidez podía apreciar las contracciones de sus músculos vaginales y como sus flujos hacía a cada segundo más placentera y gratificante la penetración. Por mi parte, aproveché para amasar sus pechos, turgentes y duros, jugando con sus pezones, que estaban duros como bolas de acero y disfrutando de cada instante de los placeres que aquella muchacha me estaba proporcionando. Realmente sabía moverse y sabía como dar el máximo placer a un hombre, sin olvidar obviamente de disfrutar ella misma de esos maravillosos placeres compartidos.

Decidí quitarle la minifalda, pues dicha prenda la tenía enrollada en su cintura, arrojándola sobre la mesita. Finalmente pude contemplarla en todo su esplendor tendida sobre la cama, totalmente desnuda, con su suave melena extendida como rayos solares durante el ocaso, en contraste con el blanco de las sábanas. Su pubis perfectamente recortado en forma de un pequeño triángulo equilátero invertido, como si de una flecha se tratara indicando la exacta ubicación de su gruta de placer. Durante unos instantes me quedé extasiado contemplando la lozana belleza del cuerpo de mujer. Abrí sus piernas suavemente y comencé a saborear su tersa piel desde el nacimiento de sus pechos hasta enterrar mi cara entre sus piernas, aspirando los sutiles aromas de mujer que fluían de su vulva.

Sus labios vaginales, totalmente abiertos y abundantemente lubricados con sus propios flujos, eran una invitación a ser devorados. Mis sentidos gustativos conocía ya su sabor suave y dulzón pero ahora me deleitaba saboreándolos directamente del manantial, mientras ella realizaba movimientos de cadera en busca de un mayor placer, al tiempo que sus hipidos y exclamaciones, denotaban que estaba obteniéndolo de los incesantes y rápidos lametones que mi lengua le estaba propinando. Continué con mi labor y en pocos instantes, nuevamente ella estaba suspirando y gimoteando de placer, sin parar de mover su pelvis. Apoyé mis codos sobre la cama y las palmas de las manos en sus glúteos y dejándola en esa posición, tenía acceso a su ano, el cual al recibir los primeros lengüetazos, aprecié sus espasmos de agradecimiento por tan húmeda caricia.

- No pares... No pares...- Me decía.-

Cuando alcanzó el clímax, pasados unos minutos, sus piernas oprimieron con violencia mi cabeza y sus manos se aferraron a mis cabellos con fuerza, mientras mis labios aprisionaban su excitadísimo clítoris, tratando de alargar al máximo su explosión de placer, que fue acompañado por un gutural y largo "Diooos"...  Unos instantes más tarde, ya más relajada tras su orgasmo, pero aún insatisfechos sus deseos sexuales, me dijo: Me has hecho la mejor comida de coño de toda mi vida... Y veo que no te has quedado satisfecho con mi mamada...

-¿Por qué lo dices?-

- Por tu polla... la tienes mirando al techo sin perder su dureza ni un ápice - Contestó al tiempo que la tomaba con su mano y empezaba a masturbarme.

- Espera, no sigas así o no podré cumplir con tus "deseos". ¿Te apetece una copa de cava?... a mí sí.-

- Sí, creo que es el momento apropiado de saborear una copita antes de continuar. –

Me levanté de la cama donde yacíamos y escancié el cava (Jaume Serra, Chardonnay) en las dos copas. Le entregué una copa a esa Diosa del placer, que en tanto yo llenaba las copas, había procedido a sentarse a un lado de la cama. Hicimos chocar nuestras copas con un leve tintineo del cristal, degustando seguidamente con sumo  placer tan exquisito y burbujeante vino, que al mismo tiempo que apagaba nuestra sed nos desinhibía más aún en nuestra pasión.

- Lléname la copa por favor... quiero hacer una cosa. – Me dijo con una maliciosa sonrisa en sus bellos y sensuales labios.

- Te gusta el cava, ¿verdad?-

Sin darme tiempo tan siquiera a que dejara la botella en la cubitera, tomó un sorbo del burbujeante líquido y sin dilación tomó mi pene introduciéndoselo en la boca... ¡Por todos los cielos, es una de las sensaciones más sublimes que un hombre puede sentir...! La calidez de una boca, en contraste con el frío líquido y las burbujas actuando en el glande es algo totalmente incomparable y difícilmente explicable... Puedo asegurar que me faltó muy poco para volver a eyacular en su boca. Durante unos deliciosos instantes pude disfrutar de tan sutil placer, consiguiendo que mi erección se tornase mucho más consistente e intensa de lo que era hasta ese momento. Sin lugar a dudas esta mujercita ha realizado algún Master en técnicas sexuales avanzadas en la "Universidad de Afrodita".

No sin cierta desazón por mi parte, extraje mi ariete de tan placentera cueva con el firme propósito de hacerla mía de una vez por todas a esa maravillosa mujer. Permaneció sentada en el borde de la cama con sus pies apoyados en la suave moqueta que cubría la totalidad del suelo de la habitación y yo me hinqué de rodillas entre sus piernas, tomando con mis manos su cara nos fundimos en un apasionado beso, en el que nuestras lenguas entablaron una singular lucha y ávida exploración de nuestras cavidades bucales, que tenía un agradable regusto al cava que acabábamos de tomar.

Nuestras manos tampoco estaban quietas... Las mías pronto se apoderaron de sus pechos, amasándolos con delicadeza y jugando con sus empitonados pezones, mientras las suyas sin la más mínima pérdida de tiempo, comenzaron a juguetear con mi erecto pene y sin olvidarse de los testículos, que acariciaba sutilmente con sus larga y cuidadas uñas, produciéndome un sinfín de placenteras sensaciones. En mi deseo de iniciar la penetración de su vagina, comencé un suave y cadencioso movimiento pélvico en busca de la entrada a tan prometedora cueva de placer.

Interpretó a la perfección mis insinuaciones y comenzó a frotar el glande a lo largo de sus labios vaginales, que se encontraban totalmente encharcados de sus flujos, haciendo especial énfasis en los roces con su clítoris. Cuando ella lo consideró oportuno, embocó mi ariete en su lubricada entrada vaginal en la que, con suaves movimientos pélvicos inicié una muy poco profunda penetración en la que solamente le dejaba ir el glande. Durante un par de minutos continué con esa mínima penetración y con una cadencia muy lenta que me estaba proporcionando auténticas oleadas de placer, logrando al mismo tiempo que la excitación y el deseo en ella se fuese acumulando en cada movimiento...

- Métela entera cabronazo, me vas a hacer correr sin tenerla dentro. – Me gritó ¿No te gusta así? Le pregunté.

- Me matas de gusto, pero la quiero toda dentro, por favor. Espera... No me hagas esto... métemela. - Rogaba al tiempo que, materialmente, nos devorábamos la boca, quedando finos hilos salivares de tan húmedos besos que nos estábamos propinando.

A la vista de la proximidad de su orgasmo y obedeciendo sus súplicas, de un solo empellón clavé mi virilidad hasta lo más profundo de su vagina, arrancándole un sonoro y prolongado grito de placer, al tiempo que unos fuertes espasmos recorrieron todo su cuerpo causa del tremendo orgasmo que disfrutó y que quedó plasmado en una cascada de sus flujos que salieron de sus entrañas por el profundo bombeó al que la estaba sometiendo, que quedaron depositados en sendas manchas de humedad tanto en las sábanas como en la moqueta del suelo.

Eres el mejor amante que he tenido en mi vida. El mejor y con mucha diferencia. Solo te has corrido dos veces, una en mi boca y otra en mi coño. Ahora me falta tu leche en mi culo... Pero déjame descansar diez minutos... solo diez minutos. – Dijo al tiempo que se le cerraban los ojos y quedaba dormida. ¡Shhhh! Silencio que está dormida. Me acosté a su lado, tratando de relajarme también. El cansancio acumulado que venía soportando de los últimos días y el producido por esa sesión de sexo, comenzó a aflorar nuevamente y a hacer mella en mi cuerpo... Y hasta aquí... Buenas noches... Me voy a dormir.  

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