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Su traviesa mirada

en Poesía Erótica

SU TRAVIESA MIRADA

 

Quedé impresionado...

Era una auténtica belleza,

quedé totalmente prendado

y su imagen grabada

en mi corazón y mi cabeza.

Éramos tan jóvenes e inexpertos

¿Que más se puede decir...?

Con ella todo lo quería sentir.

Larga melena, figura esbelta

carita de inocente y ojitos negros,

me hacía estremecer, solo verla.

Solamente de recordarla

con su traje de colegiala

 mi alocado corazón

siempre se sobresalta,

con una tremenda palpitación.

En aquella tarde que...

Mis padres no estaban,

ella a mi casa vino encantada.

En principio solo teníamos

 intención de estudiar,

pero todo lo enredó

su traviesa y dulce mirada...

Sus alegres ojillos me decían

que solo con eso no se iba

aquella tarde a conformar.

 

Mientras para el examen

nos preparábamos,

de manera muy fugaz

e inocente nos rozábamos,

hasta que ella puso

su mano sobre mi pierna,

de una manera tan sutil

como a la vez tierna.

La miré totalmente asustado

porqué jamás eso nunca

antes me había pasado,

pero noté rápidamente

que ella estaba asustada

igual o mucho más que YO.

Éramos apenas dos

chiquillos inocentes,

a punto de vivir una

experiencia sorprendente,

y entonces sobrevino

el primer dulce beso,

tan bonito y tan tierno

que nos derretimos

como el más tierno queso.

 

 A acariciarnos poco a poco,

comenzamos dispuestos

el uno al otro a entregarnos,

del sofá nos levantamos,

para ir a mi cama a amarnos.

Había risas, nerviosismo

y mucho miedo, pero pronto

a todo eso lo superó el deseo.

Del todo nos desnudamos,

y apasionadamente a amarnos

 con suaves caricias empezamos.

Todo era suave y delicioso

en un ambiente cálido,

tan bonito como esplendoroso,

así hasta el mismísimo

instante de penetrarla,

en que sentí deseos de devorarla.

 

Hicimos el amor como

verdaderos enamorados,

como si con los dedos

el cielo hubiéramos tocado.

Era un momento tan crucial,

tan único, tan deseado,

que todo era espectacular,

era un momento mágico.

Finalmente como cohetes

estallamos tan fuerte que...

 Hasta nos quedamos exhaustos

y jadeantes, tan unidos,

con las manos entrelazadas,

que nuestras almas para

siempre quedaron marcadas.

 

Me miró con absoluto deleite,

un primor, que supe que quería

volver a hacer el amor,

así que repetimos sin dilación

para sentir de nuevo

aquella sensación primordial,

quedándonos agotados al final,

pero profundamente enamorados

 y aunque no sabíamos

cuanto duraría nuestra relación,

aquella esplendida tarde

siempre sería nuestra… ¡Sí señor!

Por más años que han pasado,

aquello jamás lo he olvidado,

y lo mejor es que aún con

los problemas presentes

y otros pasados… Mi amor…

Aún sigue feliz a mi lado…

 

 

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