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Mala suerte... la mía

en Hetero: General

MALA SUERTE... LA MÍA

 

Aquella muchacha me llevaba loquito... Pero loquito, loquito...

No solía pasar mucho por las oficinas, ni a recoger las ordenes de trabajo, ni cuando me llamaban al “busca” siempre estaba ocupado, si no era haciendo servicios, era revisando los servicios, trasladando las ordenes mensuales de servicios, ocupando las bajas eventuales, de un día o dos, haciendo servicios de protección. Intentaba cumplir al máximo con mi responsabilidad, ya que de mi responsabilidad dependía muchas veces la seguridad de mis hombres, del personal a mi cargo, mi cargo TENIENTE, es mi empleo, haciendo de Capitán en Funciones, en prácticas.

No más datos, hay que preservar la seguridad personal, ya que aún se está en activo. Lo dicho no solía pasar por las oficinas, hasta que entró a trabajar la nueva secretaria del Director  de Personal. Aquella secretaria nueva, se llamaba Paula, muy guapa y atractiva, de 24 años de edad, medía 1,72 centímetros de estatura, 51 kgs. sus medidas 91-58-100, morena, de grandes y hermosos ojos negros como la noche, de alegre y constante sonrisa. Para mí lo más atrayente y bello, eran sus bonitos y enormes ojos negros, eso fue lo que más me llamo la atención y me gusto de ella, cuando la conocí. Le dieron la plaza de secretaria, a las órdenes del Director de Personal. Ya que la anterior secretaria se jubiló por edad. Claro, se jubilo de vieja, no por adefesio (fea), usaba unas lentes el triple de sus ojos, con aquellas gafas parecía una lechuza, con un moño recogido a lo señorita Rotenmeyer, la verdad es que a mí me caía mal, muy mal, más que mal me caía fatal la secretaria anterior del jefe. Era antipática, amargada, flaca, con poco pecho, solía vestir de negro cuando no iba con uniforme, era lo más borde que ha parido madre, no paraba de protestar por todo, era mala por naturaleza... Un bicho. Por eso no pasaba por las oficinas, claro si podía evitarlo, lo evitaba o mandaba a mi hermano el Alférez, ya que estábamos en la misma unidad. Si no podía evitarlo, no me quedaba más remedio que aguantarme y pasar por el agujero, pasar por oficinas.

Un día, estando comiendo en el comedor de tropa... Sí, yo solía comer con la tropa, me agrada más que comer en el comedor de oficiales, ya que mi carrera la empecé desde abajo, no creáis que era tan viejo, a mi edad 29 años y sin salir de academia, lo máximo que podía aspirar era a llegar hasta el rango de comandante. Aparte que como ya sabía como son la tropa, que si no hay un suboficial o un oficial en comedores se desmadran, así también era la forma de que estuvieran apaciguados. Estando en la mesa, que comían los mandos de tropa los cabos primero y algún suboficial que otro. Mi sitio siempre lo tenía reservado, pocas veces no comía en comedor de tropa, las que estaba de servicio, me dijo el sargento primero más antiguo y más mayor aún que yo, mi amigo de la infancia ya que habíamos ingresado los tres juntos en la misma unidad, mi amigo de la infancia, mi hermano y yo, los tres estábamos en la misma unidad y destino, Distrito Militar: IVª Región. Lo que pasa que yo tuve más suerte que ellos, o como siempre me gustó estudiar aprobé la plaza de alférez y el no. Claro, si no se estudia y no se pone empeño ¿Cómo se va a aprobar? Él se quedó en suboficial y yo seguí estudiando, hasta estar donde estoy, mi hermano llegó hasta Alférez, dice que ya esta más que bien de rango hasta donde a llegado, con sus estudios.

- Mi capitán, ¿Ha visto usted a la secretaria nueva del Director de personal?- Me dijo, mi amigo guiñándome el ojo.

- Te he dicho más de una vez, que aquí entre nosotros comiendo me llames por mi nombre, Luis. La próxima vez que aquí me llaméis comiendo entre nosotros de usted o mi capitán, siendo yo el de más rango que haya a la mesa. No os voy ni a respetar las canas y os voy a arrestar todo el fin de semana a compañía.- Les dije, a mis subalternos.- Y no, no la he visto, Jorge.- Le respondí y le volví a preguntar- ¿Es guapa o es otra señorita Rotenmeyer?

- Es guapísima, toda una belleza.- Dijo uno, otro también contestó.- Es un encanto que tiene a la oficina en revolución.- Jorge me dijo.- No le hagas caso a estos dos, son unos exagerados, se nota que son andaluces. No es fea, es guapa y atractiva, te va a gustar.- Y Jorge va y me guiña otra vez el ojo.

El que me guiñara mi amigo dos veces el ojo, me hizo interesarme por ella, aún sin conocerla, ya otras veces anteriores en otras ocasiones cuando me guiñaba dos o tres veces el ojo, las nenas o las muchachas eran unas bellezas. Por eso me hizo interesarme, así que me dispuse a ir a la oficina en la primera ocasión que tuviera. Hasta unos días después no tuve ocasión de ir a las oficinas, fui a que me firmaran las órdenes de fin de semana, los pases de pernota para los nuevos reclutas. Lo podía firmar yo como oficial de más rango de la compañía, ya que la compañía estaba a mi cargo, pero preferí con tal de ver a aquella belleza, pasar por las oficinas. Así que el jueves pase por oficinas temprano, a primera hora. No tuve la suerte de conocerla, aún no había llegado, dejé para que me firmaran las órdenes y dije al de puerta que pasaría el viernes antes de comer. El viernes sobre las once y media pasé a recoger los pases firmados, tampoco tuve suerte, la chica atractiva no estaba en la oficina, había salido a un encargo, que perra y mala suerte la mía pensé.

El lunes llegó una de las secciones que envíe de protección y control en emergencias, en los Pirineos Leridanos de apoyo a los Bombers, para ayudar a controlar y extinguir un incendio forestal. Como ayuda y protección a los organismos intervinientes y por supuesto, como ayuda humanitaria al personal civil, para preservar sus vidas y sus bienes, en la medida de nuestras posibilidades. Así que hice balance, de gastos dietas y reposición de materiales gastados o pérdidas de material por el fuego, así como reposición de material por deterioro. Hice un balance de tiempo de respuesta, tiempo invertido, dotación y medios de comunicación y vehículos de traslado, gastos consumidos y material efectuado en el traslado, así como los efectivos trasladados y los días que estuvieron fuera de compañía. Todo ello ya preparado, fechado y firmado para el visto bueno, por el responsable de la unidad, o el responsable de turno a cargo de la unidad.

Así que terminé de redactar los documentos, me duché y me puse mi uniformidad de operativo. Si, ese uniforme de comando, ese da más impresión a las nenas, ya lo tenía probado de más de una y tres veces y más. Lo malo que aquella uniformidad tenía los galones de teniente y no los de capitán en funciones, capitán en prácticas. Pero tenía las identificaciones de los cursos  realizados, el de comando de tierra, cuerpo operaciones especiales, la insignia ovalada con un machete mirando la punta hacia el cielo en el centro, con dos ramas de laureles a los lados del machete que se cruzan por debajo, con un semicírculo ovalado de color verde con letras en color negro, con el fondo interior en color blanco. Y el curso del Escuadrón de Zapadores Paracaidistas, los comandos del aire, la insignia con un paracaídas abierto, un águila con las alas extendidas con un machete la punta mirando hacia el suelo en el centro, debajo la bandera española en fondo interior color verde, con un semicírculo ovalado en rojo, letras en negro. Las dos insignias de tela bordadas, no se las quise quitar a la uniformidad, por no deteriorar las insignias, como se dice; las había sudado y me costó mucho conseguirlas, para que se rompieran, era una lástima perderlas. Así que mejor dejarlas donde estaban.

Me fui a oficinas, en oficinas me hicieron esperar, cuando nunca me hacían esperar, claro, será por el rango, que iba de teniente, no, no fue por eso, me dijeron que esperara al capitán ayudante del Director de Personal. Estos de plana, los administrativos, nunca me cayeron bien, siempre con sus papeleos, mejor ser operativo, haces las cosas y se acabó, lo hecho, hecho está y se acabó, a otra cosa mariposa. Por los pasillos, viniendo de los aseos de mujeres, venía una nena de uniforme contoneándose, si, de esas con caderas de ánfora, con una cintura de avispa y unos movimientos mareantes, con unos... Con una pechonalidad importantísima. Yo para mi que destacaba mucho su pechonalidad, para mí tenía un poco de más de pecho, se notaba que su mamá la amantó bien, con una faz blanquecina, de no darle mucho el sol, yo era todo lo contrario, moreno tostado por el sol, con la piel curtida por los vientos y las inclemencias. La muchacha atractiva, estaba para decirle piropos y llevártela a la cama. O mejor aún, para llevártela a la cama ¿Y después? Para decirle piropos y volver a empezar  de nuevo otra vez. Pero al verle las hombreras, y sus insignias del pecho, los pensamientos me guardé, me levanté y me cuadré delante de ella, claro, me di cuenta que era capitán de academia, pero capitán. Menos mal, me di cuenta a tiempo, un poco más y meto la pata hasta el fondo.

Su asistente, la persona que la ayudaba en su tarea, era civil, allí había mucho personal civil, excepto los mandos de oficinas y el personal de protección y seguridad. Le dijo que yo la estaba esperando. Entonces se fijo en mí y mi insignias, entonces fue cuando vi los ojos más hermosos nunca vistos por mí, le afloro una ligera sonrisa marcándosele unos hoyuelos en su atractiva y hermosa cara. Me dijo que entrara a su despacho, abriéndome la puerta cediéndome el paso, yo la dejé entrar a ella primero, soy un caballero y a las damas hay que cederles el paso, de paso, me recreo en verle el trasero. Tenía un trasero como para agarrarlo y ver las estrellas, claro, hasta que te de tal guantazo que veas las estrellas, en ese momento lo sueltas el trasero, te aguantas las quijadas y miras cuantos dientes te ha saltado. 

Se sentó en su sillón de despacho, me dijo que me sentara y esperara, se puso a buscar. Si, se puso a buscar las fichas de personal, si, algo se intereso por mí... Por saber quién era. El historial de servicios, mi ficha supuse, yo me iba sonriendo, ya que mi ficha es bastante extensa nada menos que doce páginas. Me arme de paciencia y a esperar, cada vez se le iban abriendo más los ojos, aquellos ojos cada vez eran más hermosos, tenía unos ojazos casi más grandes que sus tetas que ya es decir. Para mi tenía unas tetas voluminosas, con un poco menos de pecho, como mínimo 10 centímetros, hubiera tenido una figura de modelo de pasarela, estaba pensando mientras ella se enteraba de mi historial, yo intentaba enterarme, tomarle las medidas. Hasta que cerró de golpe el historial y me sacó de mis pensamientos.

- ¿Qué desea capitán?- Me preguntó.

- Soy teniente, no soy capitán. Vengo a traer los informes del servicio de apoyo y emergencia.- Le dije, un poco serio. Ya que me había pillado en mi acción por deslumbrarla.

- Usted es capitán en funciones, lo que ya es prácticamente capitán. No se haga el interesante conmigo.- Me dijo, lo cuál sus ojos desmentían sus palabras.

- Bien, cuando tengan el informe definitivo, pásenme recado para pasar a buscar una copia para archivarla.- Le dije.

La saludé al estilo militar, como manda el reglamento y me dispuse a salir, cuando casi que estaba a punto de salir, me dice.

- Alto hay teniente, parece donde está.- Me dijo.

Pues nada, a pararse, pensé yo, que hoy ostenta más rango que yo, aunque sea capitán de academia, es más que teniente. Así que a callar y aguantar. Empezó a dar una vuelta alrededor mío, luego dio otra vuelta al revés. Me estaba tomando las medidas, a ojo de buen cubero. A lo que me preguntó.

- ¿Ya me tomó las medidas teniente?- Me dijo.

- Sí, claro por supuesto.- Le respondí, sin cortarme lo más mínimo.

- ¿Y soy de su agrado?- Me vuelve a preguntar.

- Demasiada pechonalidad.- Le respondí.

- ¿Qué ha dicho teniente?- Me pregunta.

- Demasiada personalidad. Que tiene usted demasiada personalidad, capitán. – Le respondí, para confundir.

- Me pareció a mí entender otra cosa, pero si es su respuesta, así será.- Me dice.

Yo no dije nada más, me lleve la mano a la frente en señal de saludo y salí de allí. Salí como los gatos chamuscados, yo que esperaba que el asistente del jefe fuera un civil, o como máximo un suboficial, no me esperaba... No me esperaba que el asistente, su ayudante fuera un oficial y casi que con más rango que yo. Pero no dejaba de pensar en la muchacha atractiva, aunque con un poco de pecho de más era una autentica belleza, Jorge, mi amigo no se había equivocado, me gusto la chica hermosa al primer vistazo y en penumbras, al natural y a la luz, aún era más bella y hermosa, ya se me estaba introduciendo demasiado  en las venas y eso que solo la había visto una vez. Me propuse pasar lo indispensable por las oficinas, para que la chica atractiva, Paula, no se me colara aún más en mis pensamientos. Antes intentaba no pasar por las oficinas, por no ver a la señorita Rotenmeyer y ahora intentaba no pasar por oficinas, por no ver Heidi, me sentía como Pedro el de las cabras, no deseaba nada más que hacer el amor con ella, si, eso, claro, follármela. Si hubiera tenido menos rango que yo... Hubiera intentado algo.

Dentro de poco iba a ser el 12 de Octubre, día de la Hispanidad, Día de la Virgen del Pilar y día de puertas abiertas, había una comida de hermandad y una cena de gala, para ese entonces ya ostentaba el rango de capitán, nada de oficio ni prácticas, jubilaron al capitán de mi compañía y me dejaron en aquél destino que estuve de prácticas, ahora ya la compañía la dirigía yo. A Paula también le concedieron sus galones definitivos. Teníamos el mismo rango, ya habíamos tomado más de un café juntos en la cafetería, al verla casi siempre sola en la cafetería a la hora del almuerzo. Como si apestara, con lo bien que olía a mujer en celo, yo si que estaba celoso de todo lo que sus ojos veían, me acercaba a su mesa, es que me daba un poco de lástima la chica atractiva, Paula. Tan mona y casi siempre sola, es que la rehuían al ser la ayudante del Director de Personal, conmigo congeniaba muy bien, lástima que ya tuviera novio, si no, aquella belleza a mí no se me escapaba.

El día 12 de Octubre, día de la Hispanidad caía en viernes, así que tendríamos todo el fin de semana libre hasta el lunes. Para la comida de hermandad, me puse mi traje de gala, lo que más destacaba eran mis condecoraciones quizás más que yo, más que mis galones que ya es decir. Tenía concedidas quizás las más altas condecoraciones, la Cruz Laureada de San Fernando (mérito al valor heroico), la Cruz de Guerra (por protección y seguridad al personal civil en zona de guerra, con riesgo de la propia vida, de hecho fui herido por un francotirador en un hombro, una herida sin importancia), la Orden del Mérito Militar con distintivo rojo, la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Medalla de servicio de EUROFOR (fuerzas rápidas de combate, claro, los comandos, lo que era y pertenecía yo) amén de otras de menor grado, como la concedida por experto en armas, la de arma larga (rifle) y la de arma corta (pistola). Estábamos en el salón esperando a que fuera la hora para entrar en comedores, ahora era yo el apestado, el que estaba solo, solo en compañía de los oficiales de mi compañía. Paula, la chica atractiva, se digno venir a saludarnos, que se quedó sorprendida de mis méritos, de mis condecoraciones, pocos muy poquitos tenían las dos más altas condecoraciones, la Cruz al valor y la Cruz de guerra. Hizo intención de saludarme, a mí no, a las condecoraciones, le cogí la mano y se la bajé enseguida, no me gusta ser importante. Me gusta más proteger a los desvalidos y ayudar en ayuda humanitaria a aquél que lo necesita, para mí todos los méritos eran de mis hombres que me apoyaban, quizás ellos eran los más indicados a portarlas que no yo, o eso pensaba yo mismo.

Durante la comida, Paula comió con los mandos de personal, para mi que estaba bebiendo cava un poco más de la cuenta, terminamos la comida y salimos al salón a tomar el café, los oficiales de mi compañía, se fueron a sus quehaceres. Yo estaba solo. Paula, la muchacha por la que estaba loquito se me acercó, estuvimos conversando, me dijo que le agradaba el cava como bebida, no se le notaba mucho que estuviera un poco chispa. Aquello me dio la idea, la cuál pondría en práctica en la cena de gala con un poco de suerte.

Así que a la noche decidí ir en smoking, iba en vaqueros y un polo, un polo de vestir, no un helado. Lo cuál me cambiaría en mi vehículo, un Chrysler Grand Voyager 3.3 LE Automático 7 plazas, asientos reclinables que se convierten en cama, con los cristales tintados. Si, para lo que pensáis, por eso me decidí a comprar mi vehículo. Con los cristales tintados no se ve desde fuera que se está haciendo dentro del coche. Paula iba en vestido de noche, estaba con un grupo de amigos jóvenes, ninguno pasaría de los 25 años, estaban en un salón tomando los aperitivos. Así que llegué al salón de los aperitivos de la cena de gala. Paula me saludo levantando el brazo para llamar mi atención, me estaba indicando que me reuniera con ellos, me reuní con ellos, conversamos de tonterías y niñatadas.

Si no fuera por Paula, no los hubiera soportado ni un minuto. Paula iba sin su novio, habían discutido en la comida por su adicción al cava, mira por donde iba a tener suerte, aún tuve más suerte todavía. Paula me preguntó donde me sentaba, le expliqué donde me sentaba, me cogió de la mano, me llevó hasta su mesa, cambió las cartulinas con los nombres de los comensales, a su lado derecho lo dejo sin cartulina, cogió la cartulina y le dio el cambiazo por la mía. Y nos fuimos a esperar a que nos dejaran entrar en los comedores. Y yo, pues nada, sentado a la misma mesa y al lado de Paula, a la derecha. Y allí estaba yo para llenarle la copa a Paula, cada vez que la veía vacía, yo como siempre a beber agua que aclara la vista, o tomarme una coca-cola como en aquellos momentos. Cada vez estaba más sonriente y alegre de lo que era ya de por si misma, el cava fresquito ya empezaba a hacerle efecto en el cuerpo, pero no paraba de beber y yo claro, como chico malo, le iba llenando su copa. Terminamos de cenar y llego la hora de bailar, bailamos un par de piezas y nos volvimos a sentar, a tomar otra copa, tomó más de una y se empeño en que tomara una copa con ella. Yo cogí una copa y la llene hasta los bordes casi, también le llene la suya, al brindar y luego beber, la iba derramando en una maceta con flores que había a mi lado cerquita mía, Paula ni se entero, que no me bebí la copa, de hecho casi ni probé el cava.

Quiso volver a bailar, bailamos una pieza y empezaron a tocar un lento, Paula ya estaba chispa, empezó a llorar sobre mi hombro derecho yo con mi izquierda le di mi pañuelo, con mi derecha la puse en su trasero y la atraje hacia mí. Para que notara mis atributos sexuales, que yo ya estaba a mil, la acaricié su lindo pelo con mi mano izquierda, mientras la consolaba. Paula con su pierna entre mis piernas y yo con mi pierna rozándole su entrepierna, Paula para mí que ni se enteraba de lo chispa que estaba y yo intentaba pasarlo lo mejor posible con ella, así que le agarre con mis dos manos sus nalgas y me puse como un caballo, se me empino el pito del todo... A lo que va y se acaba el lento. Y Paula otra vez a llorar, así que me dijo que la llevara a su casa, buscamos sus amigas. Encontramos a una muy acaremeladitos con uno de sus acompañantes, al vernos enseguida se separaron.

Paula le dijo que se encontraba indispuesta y que ya la llevaría yo a su casa, así que nos dirigimos a la salida. Iba haciendo eses, no se le notaba mucho hasta que dio un traspié, así que decidí agarrarla por la cintura y ella echo su brazo derecho sobre mis hombros empezó, por llamarme de otro nombre y a darme besitos, yo cada vez estaba más alterado, la chica atractiva, la chica de mis sueños, por la que yo estaba loquito me estaba dando besitos, supuse que confundiéndome con su novio, no quise sacarla de su error. Yo estaba más contento que Pedro el de las cabras, mi Heidi me estaba dando besitos, bueno, se los daba a su novio, pero los recibía yo. Al ir a salir recogimos su abrigo, el aire fresco en su hermosa cara le despejo bastante, o eso pensé yo.

Cuando llegamos al coche, se quitó el abrigo, yo se lo cogí abrí la puerta trasera para depositar su abrigo y mi chaqueta. Cuando montó en el coche se subió el vestido para entrar. ¡Vaya pedazos de muslos! Pensé cuando entró en el coche. Entonces dijo:

- Esto de las cenas es una tontería, pero está bien porque conoces gente fuera del trabajo, ya sabes. Tu ahora vas a casa ¿No te vas a dar una vuelta?- Me preguntó.

- No me apetece ir al centro, no hay más que chavalitas calienta pollas y yo, es que tengo otros gustos.- Le dije.

Paula se acomodó en el asiento girándose ligeramente hacia mí, mientras decía.

- ¿Qué tipo de chicas te gustan?

- Me gustan algo más mayores que yo o de mi edad, pero sin tonterías ni pijerios.

Ella no dijo nada y seguimos por la carretera, abrió la ventanilla y dijo que tenía algo de calor, que se había tomado alguna copa de cava de más y estaba sudando, pero no quería resfriarse. Le dije que si quería paraba el coche y sonriendo añadió;

- No, no pares ahora, porque puede venir alguno de los otros y ver que paras, podrían pensar mal.

- Si quieres paro un poco más adelante, nos metemos por la carretera esta que sale a la derecha.

Como no dijo nada, así lo hice. Yo solo podía pensar o mejor dicho fantasear en que podía pasar algo. Paré en el aparcamiento de un restaurante que estaba cerrado y me dijo;

- Creo que estoy medio mareada...-

Salimos del coche y le eché su abrigo por encima de sus hombros. Después de unos minutos le dije que pasáramos dentro del coche que iba a coger frío. Le volví a quitar su abrigo y la rocé con mis manos para ayudarla a entrar. Me pegué a ella para sujetarla. Noté sus nalgas y me apreté contra ella. Volví a entrar en mi coche, tenía el vestido muy subido, tanto que se le veía la parte más tupida de los pantys y ahora si estaba yo excitado. Me giré a cogerle el cinturón y colocárselo, a abrocharle el cinturón de seguridad con mi mano izquierda, se pensó que iba a abrazarla.

- Parecía que ibas a hacer otra cosa.- Dijo Paula riendo.

Le volví a soltar el cinturón y con mi mano izquierda, la abrace y mi derecha la coloqué en su muslo y mirándola a sus bellos ojos, le dije;

- Estoy deseando que pase, sobre todo porque eres tú, llevo mucho tiempo pensando en ti, desde que te conozco no hago nada más que pensar en ti Paula.

Mi mano iba y venía por sus muslos  ella se tapaba los ojos con el brazo.

- Es que piensa que esto no puede ser, yo tengo novio y soy muy decente, nunca he hecho estoy de engañarlo con nadie, pero a la vez no veas como estoy ahora...-

Acerqué mi boca a la suya y la besé, metí mi lengua y ella  me abrazó. Mi mano acariciaba sus tetas por encima del vestido y con la otra mano recorría sus muslos y su entrepierna que estaba toda húmeda. Con los dedos trataba de tocarle el coño, notaba la raja a través de los pantys y las bragas. Cada vez estaba más y más mojada.

- Luis por favor no sigas, no sigas, no puede ser, compréndelo.

Metí mi mano bajo el vestido tocándole el sujetador y le toqué las tetas por fin. Paula abría y cerraba los muslos y suspiraba cuando la besaba en el cuello, me coloqué entre sus muslos, nos besamos y mis manos no llegaban a todos los sitios que yo deseaba llegar. Paula, me comento al oído de pasarnos al asiento trasero, tal como estaba abrí la puerta del copiloto y me salí del coche, abrí la puerta trasera y recline todo el asiento para detrás, tipo cama. Paula fue a salir, si no me doy prisa en agarrarla se cae, iba más bebida de lo que yo me pensaba, se sentó y se recostó hacia detrás, a duras penas se pudo subir el vestido, ahora que tratar de bajarse los pantys, no lo conseguía, se los bajó casi que hasta las rodillas. Olía todo a sexo, yo estaba cada vez más burro;

- ¡Bájatelos tú!- Me dijo, tratando de desabrocharme el cinturón.

Ella se tocaba por encima de las bragas y me decía;

- ¡Ufff, estoy toda mojada!

Yo decidí bajármelos más adelante y empezar con otra faena más provechosa y placentera, le baje las bragas y metí mi cabeza entre sus piernas, empecé a  comerle el coño a pesar de sus quejas;

- ¡Qué haces, nooo, estoy sudada, que vas a hacer! Ummmmm. Ahhh, ahhhhh, ahhhhhhhh. Ummmmmmm.-

Y yo allí estaba comiéndole el coño, ella toda sudada, toda excitada, toda mojada, toda borracha, más que un cosaco. ¿Y ahora? Ahora yo pensé que estaño, tendría que estar dando sus grititos al correrse en toda mi cara, yo levanté la cara para mirarla a sus lindos ojos y me salió un taco sin querer;

- ¡Me cago en mis muelas, pues no se me ha quedado dormida!

Ahora que ya empezaba a tener suerte, esta toda sudada, toda mojada, toda borracha y ahora toda dormida, que perra y mala suerte la mía, encima no me dijo donde vivía. Le subí sus bragas de nuevo y los pantys, le bajé el vestido, volví el asiento a su posición original, la acosté en el asiento, le puse el cinturón central de seguridad, para que no se cayera, le eché su abrigo por encima para que no cogiera frío. ¿Y ahora qué hago? Mientras pienso y me baja la calentura, pues nada, me hago una paja. Me senté en mi asiento, el asiento del conductor, pues nada, ya que Paula no me la pajeara, me hare una manuela, cogí unos pañuelos de papel y me limpié. Cuando terminé, decidí llevarme a Paula a mi casa, no la voy a dejar tirada en la calle, ni en ningún banco del parque. Llegamos a mi chalet, un chalet en las afueras de la gran ciudad, entré el coche en el garaje cogí a Paula en mis brazos, su abrigo y mi chaqueta las dejé en mi coche. Por la escalera interior subí con Paula en mis brazos, la llevé a la habitación de invitados, le quité sus zapatos y besé sus lindos pies, no quise desvestirla, verla en ropa interior no hubiera podido resistirlo y me hubiera aprovechado, todo lo que yo hubiera querido y deseado. Así que busqué en el armario una manta y se la eché por encima y me fui a descansar.

Y pensé... Ya va cambiando mi suerte, la chica guapa y atractiva ya está en mi casa... Como pueda no se me escapa la nena guapa, esta nena me la quedo yo. Ya que está aquí, esta nena para mí... Haré que corte con su novio, que en la guerra y el amor todo vale, que de eso entiendo yo... Que soy comando y doy mucho amor, sobre todo a mi nena, le daré todo mi amor aunque no me lo pida.

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