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Mi Hijo me pervierte. Capitulo I

en Amor filial

            

Nunca se me había pasado por la cabeza, contar la relación incestuosa que mantuve con mi hijo Martin durante muchos años.

Cuándo comenzó esta relación yo tenía 40 años, con mis hormonas disparadas.  Soy una señora  con carácter y fuerte personalidad, con estudios universitarios, habiendo recibido desde pequeña, una educación tradicional y conservadora.

Siempre me ha gustado vestir femenina, con faldas, vestidos, raro ha sido cuándo he vestido algún pantalón, haciéndolo únicamente para practicar ejercicio físico.  Mi marido, cuándo sucedió lo que quiero contaros, trabajaba de comercial de una importante compañía, debiendo ausentarse durante largas temporadas.

Fruto de nuestro matrimonio tuvimos un hijo, Martín, que afortunadamente en nada salió a su padre.  Físicamente soy una mujer como suele decirse “maciza” de carnes duras y apretadas.  Tengo unos muslos fuertes y macizos, con unas caderas rectas y cintura muy definida,

Mi pecho es mediano estando entre una 85 y una 90, más hacia la 85, lo que hace que se mantengan inhiestos cómo dos piedras.  Me gusta llevar el cabello largo, por debajo de los hombros, en una melena abundante de color castaño oscuro y algo rizado.  Mis facciones son duras, dejando ver a la típica señora madurita “con carácter”.

Los hombres cuándo me ven por la calle, no es extraño que me piropeen, fijándose en mí culo rotundo y duro, y mis facciones, diciéndome sobre todo “vaya pedazo leona...la señora.  Yo al oírlo no puedo evitar sonrojarme, y acelerar el paso, por pura decencia y mí conservadora educación.

Martín como decía anteriormente, nada tiene de su padre.  Es algo más alto que yo pero poco, yo mido uno sesenta y dos y él poco más de metro setenta.  Le gusta llevar el pelo largo por el cuello, siempre le digo que se lo corte, respondiéndome el descarado—Tú primera Señora—.  A pesar de no ser alto, es muy fuerte, con una espalda y hombros bien musculados.

Siempre que tiene ocasión aprovecha para mirarme las piernas o el culo.  Siempre he sido una mujer, como decía muy femenina, además de apasionada y caliente sexualmente hablando, siendo yo la que casi todas las noches buscaba a mí marido, cuándo lo tenía en casa.  En el tema del sexo mí marido ha sido desde que recuerdo, una nulidad, además de estar el pobre mal dotado, es así que le vamos hacer.

Hecha a la idea de mí mala suerte, me conformé, no buscándome un amante a pesar de que mí cuerpo me lo pedía de forma insistente.  En vez de un amante, decidí comprar discretamente por correo, un vibrador que después de tenerlo durante semanas o meses guardado llenándose de polvo, sin atreverme a utilizarlo, una noche lo saqué de su envoltorio, y me atreví, teniendo un orgasmo cómo hacia años no recordaba, dejando las bragas empapadas.

La verdad es que incluso me asusté un poco de descubrir la guarra que había dentro mio.  Fue tal la intensidad del orgasmo, que me vi con el culo levantado del colchón sacudiendo mí coño con unas sacudidas cómo si tuviera calambres, clavándome el vibrador hasta el fondo, sin parar dejar de gemir y sollozar en voz alta, por suerte esa noche estaba sola, sino Martín habría venido a ver qué  eran esos gritos y gemidos.

Como comenté más arriba, me gusta ir bien vestida y maquillada, sin saber la razón exacta.  Mi marido nunca repara en estas cosas, al contrario que mi hijo, que no pierde ocasión de rozarme el culo, decirme lo guapa que estoy, o incluso se atreve a darme un lametón cómo un pequeño mordisco en el cuello o la oreja, provocando que le riña o amenace—¡¡Martín!!  que te doy...

La tarde que comenzó todo, llegué antes de lo previsto a casa, así que pensé que estaría sola.  Al ir a entrar en mí alcoba, oí algo y me extrañó acercándome despacio a ver que era.  Vi a Martín de espaldas a la puerta, con algo en las manos.  Cuándo se giró me quedé con la boca abierta estupefacta, tapándome la boca con la mano, para que no me oyera exclamar por la sorpresa que me llevé.

En una mano sujetaba mí vibrador que había utilizado la noche anterior, en la otra tenía su polla que no dejaba de acariciarse de forma rápida.  Observó el vibrador con mucha atención, encontrándose algún pelo de mí velludo coño, (sí soy clásica y no me gusta depilarme, que le vamos hacer), pasándose el pervertido el vibrador por los labios, rozándose los pelos de mí coño, además lo olió extasiado, atreviéndose a pasar la lengua, sobre todo por la parte de delante, el muy guarro.

Me fijé en su polla sin creer que pudiera tener el mismo tamaño o incluso algo más grande que mí vibrador, desde luego eso no era herencia de su padre.  Excitado cómo un animal se corrió lanzando unos chorros increíbles, pero lo peor estaba por llegar, el muy pervertido se limpió la polla rozándola con mí vibrador, el muy degenerado.  Cuando vi aquello estuve por entrar, darle un bofetón y romperle la cara, pero me contuve y salí sin hacer ruido.

Me fui al centro comercial al lado de casa, agitada, cabreada, ofendida y además de eso, algo que me hizo ofuscarme conmigo misma: excitada, sí, aunque me costara entenderlo, estaba descubriendo que la señora que creía ser, era más guarra a cada  nuevo descubrimiento que hacía sobre mí misma.  ¿Cómo podía notar mí coño húmedo de descubrir a mí hijo, masturbándose en mí cuarto, con mí vibrador, y haciendo esas porquerías, lamiéndolo, rozando mis pelos en sus labios y lo peor, echando su esperma en el vibrador?  ¿Cómo cabía un pervertido así en un mocoso que no levantaba dos palmos?  Y lo peor que no podía creer, es que mientras pensaba en todo esto, mí coño iba por libre, mojando mis bragas.

Tuve que pedir un whisky a media tarde en el bar del centro comercial, aquello era demasiado para mí.  La mujer que me atendió me conocía de hacía mucho, y me miró extrañada.  La mirada que le pegué la hizo alejarse cómo si la persiguiera el diablo, mientras el whisky bajaba por mí garganta, notando cómo me quemaba hasta el alma, sin poder evitar un pensamiento que más bien parecía una revelación, no sé Cuando llegué a casa, más tranquila y relajada, al abrir la puerta casi me topé con el culpable de mí anterior alteración.

—Mamá no te pongas tan guapa, eres un peligro....pedazo señora—mientras se atrevía a piropearme con ese descaro, me abrazó dejando una mano en mí culo, y dándome un pico casi en mis labios.  Cuándo iba a protestarle, ya había desaparecido y encima me sentía  no sé cómo, pero menos cabreada o enfadada con él, de todo.

Me notaba cómo orgullosa que mi hijo se fijara en la mujer que yo era, además de su madre, al margen de lo sucedido hacia unas horas, sí, no lo había olvidado, ¡¡faltaría!!

Cómo decía, cuándo me giré  para protestar que me cogiera así me encontré con la mesa puesta y la cena calentándose.  Además vi a Martín más guapo, distinto, sin reparar en cual era el cambio.

Volvió a aparecer por delante mio, mirándome con descaro el mocoso, llevaba una de sus faldas favoritas sí lo sé, pero eso no le daba derecho a mirarme así, encima yo le sonreía cómo una pava.  Me rozó pasándome la mano por la cintura, susurrándome guapa al oído y lamiéndome la oreja, el descarado no se olvidó de cogerme una nalga, le respondí riñéndolo y dándole un azote en su culo, duro cómo el de un mulo.

Después de cenar se retiró pronto, pues parece tenía una evaluación trimestral y quería repasar los apuntes.

—puedes estudiar aquí cariño, no me molestas para nada—mamá contigo cerca no voy a concentrarme en los apuntes, sabes que te adoro...—soy tu madre,¡¡adulador!!  —no te pongas seria, por qué entonces te pones hermosa e irresistible.

Mientras me decía esto se acercó a mí, y sin dudar un instante me cogió una teta, dándome un pico diciéndome—¡¡guapísima!!  —¡¡Martín!!  ...er...eres un descarado, tú y yo vamos a ha...—me quedé con las palabras en la boca, por qué desapareció como si no hubiera estado ahí.

Me acosté no muy tarde echándome en la cama solo con una braguita roja toda transparente. Daba vueltas en la cama y no conseguía dormirme, no había manera.  Me senté en la cama cogiendo el periódico, mirando la cartelera de los estrenos.  En la sección de los films eróticos aparecía un titulo realmente sugestivo:  SPERMULA Las bebedoras de esperma del espacio.  Mi cuerpo sin consultármelo se levantó de la cama y cogió el vibrador con ansiedad, notando cómo mí mano lo apretaba cómo si fuera el cetro de la eterna juventud.

Me eché en la cama, imaginándome a las bebedoras de esperma, mientras acariciaba mis pezones entre los dedos, y rozándolos con el vibrador.

Sin dejar mis tetas dirigí el vibrador a mí coño, frotándolo a lo largo por encima de las bragas, metiendo la punta por dentro de la tela, acariciándome toda la pelambrera y los labios sin prisas alguna, notando cómo estaban húmedos e hinchados.

Fui metiendo el vibrador dentro del coño, notando cómo empapaba las bragas de jugos, y el vibrador me rozaba todo el coño, poniéndome más cachonda a cada instante.  Sin saber en qué momento exacto sucedió, vi a mi hijo lamiendo el vibrador que yo me estaba metiendo en el coño, mientras se pajeaba su enorme polla.

Este pensamiento me mojó más el coño, haciendo que soltara jugos sin parar, haciendo que chapoteara de forma muy guarra y obscena al metérmelo más rápido y profundo, cómo estaba haciendo.

Sin poder evitarlo gemí de excitación cómo un animal herido, con este pensamiento llenando mí mente, mientras mí mano metía más rápido y hondo el vibrador en mí coño—OOOHHH...OOOHHH...SÍ DIOS...OOOHHH QUE GUSTO ASÍ...OOOHHH...¡¡COÑO!!  —.

Más excitada a cada instante, aceleré mí mano metiendo el vibrador hasta el fondo mientras con la otra mano, estiraba mis pezones alternativamente.  Sentía tanto gusto y placer que no quería correrme para que no se acabara el gusto que sentía.

El orgasmo traicionero me llegó cómo un latigazo, sin avisar, haciendo que levantara mis caderas de la cama, sacudiendo mí coño cómo si estuviera poseída, metiéndome todo el vibrador en el fondo del coño, soltando jugos cómo un grifo, empapando mí mano y las bragas, gimiendo cómo una vulgar guarra—OOOHHH...OOOHHH...SÍ TODO DENTRO, ASÍ EN MÍ COÑO...ME CORRO JODER...AH MÍ COÑO...TODO DENTRO, ME CORRO DE GUSTO...AAAHHH...QUE BUENO...OOOHHH...—.  En el momento del máximo placer vi a Martín echando su leche en mí vibrador.  Ése pensamiento me hizo sacudir el coño con más fuerza, haciendo que de mí boca salieran palabras que me excitaron y me hicieron sonrojarme de vergüenza a la vez—HACES QUE ME CORRA ASÍ...¡¡PERVERTIDO!!  —.Pasado apenas un minuto, oí como llamaban a la puerta y se abrió apareciendo Martín en el marco, — ¿mamá estás bien, me pareció oír algo, cómo si te quejaras o así?—.  Yo aun tenía el vibrador en marcha, metido en el coño, con todo mi pelo alborotado, y ese olor mio intenso, que se podía casi masticar.

Al fijarme mejor en mí hijo, vi una mancha reciente en su slip, y el tamaño de su paquete era considerable.

Para acabar de rematarlo, mi hijo me miraba como si mirase a una diosa.  Me sentí halagada pero a la vez sentí un sentimiento contradictorio.  Solo con pensar en la remota idea de que mi hijo me hubiera podido estar escuchando a través de la puerta, hizo que mí cara adquiriera un color granate, mientras mí coño cómo hacía desde unos días, parecía ir por libre, sintiendo como se humedecía más para bochorno y vergüenza míos, mientras le respondí, cubrí algo mí rostro que me notaba arder—S...sí esto...estoy bien cariño ¿quieres algo más cielo?— ¿me despiertas a las ocho porfa? no quiero quedarme dormido—.  como si hubiera sido producto de mí imaginación, Martín desapareció sin hacer el menor ruido, la puerta permanecía cerrada, dándome la sensación que no se había abierto en ningún momento, y que mis hormonas me habían jugado una pesada broma.

Desperté a mí hijo y me volví unos minutos a la cama, pero a los quince minutos me levanté.  Mi hijo al verme aparecer bostezando con los brazos en alto y sonriente, por lo ridículo de mí postura, me riñó a la vez que no perdió oportunidad de adularme, el muy zalamero tenía arte para eso el descarado—dormilona, se te han pegado las sabanas, por cierto ¿sabes que está prohibido levantarse tan guapa nada más despertarte? es un pecado no mirarte, por Dios con la señora....jejeje, no me extraña que la mitad de mis amigos babeen cuándo te ven por la calle—.  Ante esta retahíla de piropos, mi hijo me provocó una sonrisa mientras sentía mis mejillas cómo se ponían algo encarnadas, sin poder dejar de sonreír ante su comentario—bobo...jejeje, soy tu madre don zalamero por si lo...lo has olvidado...—no puede evitar balbucear al descubrir mientras le llamaba bobo, el desayuno puesto en la mesa esperándome.

Martín al verme tan sorprendida se quedó algo cortado, el pobre, me preguntó con cara de preocupado por si había hecho algo malo—¿mamá he dicho algo que te moleste o no te ha gustado que te prepare el desayuno? si es eso no lo vol ...—no cariño perdóname eres un cielo, soy idiota, por favor disculpa, está perfecto, gracias por la sorpresa—lo miré sin que se diera cuenta, y me pareció guapísimo con el pelo tan corto, parecía mayor...un momento,¿ Y la melena que tanto me disgustaba?  ¿qué había pasado con su pelo?

Al final de mirarlo con tanto descaro, se dio cuenta viendo como le subían los colores a las mejillas, éramos iguales en esto también—mamá ¿qué me miras así, si puedo saberlo?—.

Me acerqué cogiéndole la cara y le di un pico, no duró nada, pero una madre no debe besar así a su hijo. Pasada su sorpresa inicial, mi hijo no me perdonó que le provocara así, sin cobrárselo—mamá... ¿recuerda la señora sexy, que soy su hijo?—.  Al pasar por su lado me susurr󗡡qué buena  estás!!  —a la vez me cogió el culo con una mano, apretándome la nalga, cómo comprobando si estaba lo bastante duro.

Le solté un manotazo intentando aparentar que era una señora decente y se había pasado. Lo cierto es que el manotazo fue algo más por pura coquetería que por sentirme molesta, aunque al recordarme que era mi hijo, me sentí algo avergonzada notando mis mejillas sonrosadas, mientras mí coño para no perder la costumbre de los últimos días, mojó mis bragas, haciéndome apretar los muslos y que mis no dejaran de tener ese leve rubor.

Por la noche me fui a la ducha antes de cenar, mientras Martín acababa de repasar unos apuntes.  Después de ducharme dejé las bragas que me acababa de quitar en el cesto de la ropa sucia.

Al estar el cesto lleno de ropa vi las bragas que me había quitado por la mañana, empapadas de jugos de haberme pajeado la noche anterior.  Me llamó la atención que aparecían húmedas y brillantes, cómo si las hubiera dejado hacía poco rato.  Al cogerlas pude ver que estaban llenas de esperma, es decir de leche y solo podía ser de una persona.

Había una cantidad exagerada con unos goterones aun recientes, y toda la leche estaba en la parte que había estado en contacto con mí coño.  Me las acerqué  a la cara, penetrándome la nariz un olor intenso, que me produjo algo que no me esperaba.

Las olí varias veces, casi frotándomelas en la nariz, notando cómo me excitaba más al ir oliéndolas, sintiendo mis pezones y mí coño excitados por aquel olor.

Después de olerlas durante uno o dos minutos, las dejé en el cesto, intentando saber cómo me sentía ante aquel descubrimiento.  Mi cabeza iba a mil, sin comprender como podía excitarme, el descaro y la osadía del pervertido de mí hijo.  Fui cómo una autómata con la respiración agitada hacia mí cuarto, con la sensación de que el pasillo era diez veces más largo.

Entré en la alcoba alterada, con la respiración que me costaba respirar y mí coño latiendo y soltando jugos.  Abrí el cajón del tocador, cómo a punto de descubrir un tesoro oculto, metí la mano de forma mecánica y rápida.

Al tener el vibrador delante de mí vista, se me aceleró aun más la respiración, y un rubor subió por mis mejillas, mientras confirmaba el pervertido que era Martín, y la guarra que era yo.

Estaba toda la parte de delante del vibrador, manchada de goterones de leche, algo secos, pero aun se notaba algo reciente.

Mí coño se humedeció de forma escandalosa, apretando mis muslos, pues no llevaba bragas, al salir de la ducha, hacía dos minutos.  Guardé el vibrador y llamé en la puerta de mi hijo—sí ¿mamá?...pasa—.  Al verlo no podía creer que tras ese aspecto inocente, se escondiera el pervertido que se pajeaba, con mis bragas y mí vibrador, el muy golfo.

Parecía realmente concentrado en los estudios, con varios libros abiertos, un bloc con apuntes—vamos a cenar en unos minutos, ¿te falta mucho nene?—no mamá ya estoy, verte recién salida de la ducha, me ha hecho perder toda la concentración, con el pelo así húmedo te ves...—Martín...no seas pelota, si quieres algo dímelo, pero no seas zalamero que te conozco—¿Puedo darte un beso?—lo miré buscando en su cara de inocente algún rastro o signo que me confirmara que me estaba probando o gastando una broma, pero no vi nada de eso.

Era una mirada sincera, honesta, así que pidió lo que quería.  — ¿Por qué no me estaba callada de vez en cuando, para variar? si quieres algo dímelo...pues ahí lo tenias, señora sabelotodo—¿me quieres dar un beso eh...quieres decir en eh...—en los labios mamá claro, ¿dónde si no?¿Puedo dártelo?  No me tengas así en ascuas—pero soy tu madre, y los hijos no dan besos a sus madres en los labios y...—bueno tengo algún amigo que sí lo ha hecho, si te sirve de algo mamá—eh... ¿hablas en serio, ella aceptó que su hijo la besara?—aceptó y más cosas pero es muy privado ¿lo entiendes, no mamá?—eh...s...sí cl claro—y bien ¿puedo besarte? pero cierra los ojos por favor, me da cosa me mires a los ojos—bueno...no veo por qué no puedes, pero no debe saberlo nadie, o Martín, juro por tu vida que te mato, solo eso ¿me explico?—claro mamá, nadie lo va a saber—.

Martín se me acercó y puso sus manos en mí culo cogiéndolo con unas ganas, cómo nunca antes lo había hecho, manoseándome el culo con descaro.  Abrí la boca para protestar, llevando mis manos encima de las suyas, en ese instante mí hijo me besó en los labios, dándome un morreo cómo su padre no me lo había dado nunca.

Me besó moviendo sus labios, atrapando los míos, metiéndome la lengua chupando mí lengua cómo si la saboreara.  Permanecí con los ojos cerrados, gimiendo en un inútil intento de protestar por su atrevimiento.  Mis manos permanecieron encima de las suyas, sin hacer nada para quitárselas, mientras me manoseó y cogió el culo, como si quisiera quitármelo.

Cuándo sentí la lengua de mí hijo lamiendo la mía, me recorrió una descarga eléctrica por la espalda hasta mí clítoris, mojándose mí coño de forma abundante, y notándome ruborizada hasta las orejas.

No sé cuanto duró el beso, si diez, quince, treinta segundos o un minuto.

Cuando abrí los ojos al dejar de sentir sus labios comiéndose los míos, él ya no estaba.

Llevé mí mano a mí sexo y no podía estar más húmedo y con los labios abiertos.  Durante la cena, mi hijo me miró como si nada anormal hubiese trascendido, con una actitud madura que me sorprendió.

Nada más cenar Martín siguió con los estudios, diciéndole que no se acostara tarde.  Echada en la cama, pensé en lo sucedido durante ese día.  Él se había masturbado utilizando mis bragas, sabiendo que estaban húmedas de mis jugos.  Jugos míos de pajearme con el vibrador, que sabía yo, que él había usado para pajearse, y con el que yo me había pajeado después, empapando esas bragas, conociendo él todo esto.

Mi hijo era un pervertido y me estaba pervirtiendo a mí con él, quizá en parte por verme abandonada totalmente por mí marido.  La excitación que Martín me hizo sentir, al cogerme el culo con aquel deseo y descaro, me puso cachonda cómo nunca lo había estado, y aun me duraba todavía.

Me levanté de la cama y me puse unas bragas rojas tipo tanga.  Cogí el vibrador aun manchado de la leche de mí hijo, y me lo pasé por las tetas sin ninguna prisa.  El sonido del teléfono me dejó en suspenso, era mí marido, excusándose por qué no llegaría a casa el sábado cómo me había prometido que haría sin falta—Lola lo siento cariño, de verdad que no p...—tú mismo Javier, igual cuándo vengas te han quitado la mujer, te lo digo en serio—colgué y seguí acariciando mis tetas con el vibrador.

La excitación fue in crescendo de forma rápida, no tardando en meter el vibrador por dentro de las bragas.

Al rozar los labios con el vibrador, recordando que mi hijo había echado su leche en el, se me mojó el coño abundantemente, metiendo el vibrador sin prisa, abriéndome los labios con la punta de forma morbosa, mientras veía a mí hijo, corriéndose en el vibrador que me estaba metiendo en el coño.

Esta imagen hizo que me humedeciera más haciendo que lo metiera más rápido y profundo, a cada instante.

Me notaba tan caliente, que levantaba el culo de la cama, sacudiendo mí coño del gusto que tenía, mientras mí mano lo metía hasta el fondo del coño.

Tenía el coño empapado de jugos, chapoteando al clavarse el vibrador haciendo un sonido obsceno, poniéndome más excitada.  Cuándo más cachonda estaba, con mis muslos totalmente separados, con todo el vibrador clavado en el fondo del coño, con un mete saca rápido y lujurioso, sacudiendo mí coño de forma viciosa, vi la puerta de mí cuarto sin cerrar.

Rápidamente, solo imaginar que mi hijo pudiera verme así cómo estaba en ese momento, me hizo tener un orgasmo cómo no lo había tenido nunca, sacudiendo con más intensidad mí coño con las caderas en alto, mientras me clavaba todo el vibrador, sin dejar de correrme.  No podía quitar la mirada de la puerta entreabierta, imaginando a mí hijo allí en el pasillo, con la polla en la mano, pajeandose espiando a la guarra de su madre.

Este pensamiento me hizo gemir y sollozar diciendo cosas muy soeces y guarras, que jamás pensé sería capaz de decir, una mujer cómo yo con mi educación—OOOHHH...el coño no para de chorrearme jugos...AAAHHH...eres un pervertido que estás deseando tocarle el coño a tu madre...AAAHHH...has dejado tu leche en el vibrador que me estoy metiendo en el coño...OOOHHH SÍ...cómo me excitas...ME CORRO SIN PARAR...QUE GUSTO AH...cómo se me clava todo en el fondo de mí coño...    por tu culpa ¡¡PERVERTIDO!!  estás deseando follarte a tu madre...¡¡CABRÓN!!  ...ME CORROOO...OTRA VEZ...AH—.

A los pocos minutos de reponerme de la excitación, y de correrme no sé cuantas veces, fui al lavabo a lavarme un poco.

Al volver, la luz de mí alcoba que iluminaba parte del pasillo, me dejó ver algo en la pared.  Acercándome descubrí lo que nunca me había imaginado, Martín se había corrido me espiaba, atreviéndose a dejar allí la leche de su polla. Sin pensarlo un instante la cogí con los dedos, llevándomelos a la boca.  Su sabor y el olor, hicieron que se me mojara el coño en seguida.

Me tiré en la cama loca de excitación, por saber lo atrevido y osado que había sido, echando su leche ahí y todo lo que me habría oído decir, mientras me metía el vibrador en el coño, toda espatarrada cómo una puta para él.

Me metí rápidamente el vibrador, haciendo que mí coño chorreara jugos, mientras gemía sin parar cómo una guarra—...AAAHHH...AAAHHH...SÍ, que cachonda me pones, ¡¡PERVERTIDO!!  tengo el coño chorreando jugos otra vez, me has estado mirando cómo me metía todo el vibrador en el coño...OH...OH...SÍ, que ganas tengo me toques el chocho...ME CORRO OTRA VEZ, descarado pervertido...OH QUE GUSTO ME DA...¡¡COÑO!!  ME CORROOO...SÍ.

El día siguiente era Sábado así que nos levantamos tarde, después de la noche agitada.  Mira a Martín y no veía señal ninguna que delatara algo, por lo que había hecho la noche anterior, nada, se mostró con una naturalidad y madurez que me tenía confundida.

Sin pensárselo dos veces me dio los buen los buenos días piropeándome, pero no se conformó con eso—buenos días monumento—se me acercó, dándome un pico y cogiéndome el culo con una mano, se me escapó la sonrisa entre los labios, mientras le decía—qué bofetón te voy a dar, so descarado—sin detenerse a escucharme, preparó el desayuno para los dos.

Mientras hacia las tostadas me comentó—.¿Has quedado con alguien esta noche?—lo miré con cara de extrañada—...no ¿por?—es que mis amigos han quedado todos para no sé qué, pero paso de ir con ellos esta noche.  Esta semana estrenan una peli que parece está bastante bien pero...te aviso—puso voz de sargento, burlándose de mí, me estaba imitando el atrevido—Martín...¡¡qué guarro eres!!  ¿qué es esto vicioso?—no pude aguantarme la risa, el jodido tenía arte—Jajaja...¿Qué película es a ver?—Son unas vampiras del espacio con un físico espectacular, que vienen a la tierra y seducen a los hombres para...—en este punto lo interrumpí—para beberse la lech...el esperma de los hombres hasta dejarlos secos, es así?—.  Mi hijo se quedó con la boca casi abierta, mientras me miraba intentando saber cómo sabía yo eso—¿sí o no?—sí señora, vaya con la mamá...—Martín que te doy...—Bueno, pues ya lo sabes, es un cine poco concurrido, así que no creo haya apenas gente, aunque sea un estreno.  Así ¿te quieres venir o no?—¿estás invitando a tu madre al cine para ver una película erótica, es eso?—sí eso es, pero si no quieres o te incomoda, no pasa nada.  Pensé  que seguro tu marido te va a dejar tirada con la excusa del trabajo, mientras seguro, esta de putas por ahí—.

Al oír a mí hijo decirme esto, me sentí una boba e idiota por no ver que se interesaba por mí, cosa que mi marido nunca había hecho.

Se iba para su cuarto algo cabizbajo o decepcionado, no sabría decir cómo exactamente, lo detuve estirándole la manga de la camiseta, susurrándole de forma mimosa o coqueta, no sé—...ven, espera hombre, ¿ha qué hora...comienza el pase?—se quedó unos segundos sin responder mirando el suelo, me recosté en su espalda, rodeándolo con mis brazos por su cuello—Martín...soy una boba, perdona hijo—acerqué mis labios a su oreja acariciándola, mientras le susurré—descarado, ¿me llevas al cine ése o no?—me estás clavando las tetas en la espalda, luego soy yo, un descarado y no sé qué más—diciendo esto, llevó sus manos a la espalda cómo si se quisiera rascar, tocándome las tetas así sin más, además me sentí cómo si me riñera él a mí,¡¡el colmo!!.

Sentí un leve rubor en las mejillas, pues era cierto lo que decía, pero no entendía como tenía ese control y desparpajo, eso me excitaba muchísimo.

Sin darme tiempo a reaccionar, se dio la vuelta sin soltarme las tetas, al contrario, las cogió bien cogidas y se pegó a mí hasta sentirlo rozándome—comienza a las 22 horas, así que entraremos con los créditos ya saliendo, así te sentirás más cómoda—.

Esto me lo decía dejando claro que había pensado en mí, y que no dejaba nada al azar. El manoseo de mis tetas lejos de disminuir, era más intenso y descarado, atreviéndose a cogerme los pezones y yo con la cara sonrojada de vergüenza y excitación a la vez.

Me sentí con el coño húmedo y me descubrí cogiendo del culo con ambas manos a mí hijo, apretándolo contra mí, mientras no dejaba de mirarme a los ojos, y yo con la boca reseca. Me aclaré la voz para disimular la excitación que me embargaba—has pensado en todo, me sorprendes más a cada momen...—sin dejarme acabar me besó en los labios, y se soltó de mis manos que lo seguían teniendo cogido del culo, mientras se alejaba camino de su cuarto—no te aproveches de tu hijo mamá...jejeje— me quedé con cara de no sé qué, ¿me estaba pervirtiendo él a mí, o yo a él? en ese instante me sentí una madre muy guarra y caliente, aunque no sabía si me gustaba o no.

Cuándo habían comenzado los créditos entramos en el cine.  La señora de la taquilla con la mirada me lo dijo todo: ¡¡ puta asaltacunas!!  yo la ignoré del todo.  Nada más entrar en la ante sala, me cogió de la mano, como si lo hiciera siempre.

Entramos unos segundos en la platea, no vimos en la oscuridad más de 8 ó 10 personas. me sacó de la sala, llevándome por unas escaleras, con un aplomo que me hizo ponerme nerviosa y excitada, vaya con mi hijo. 

Entramos en el anfiteatro que estaba vacío totalmente, una gruesa alfombra amortiguaba nuestros pasos hasta hacerlos inaudibles del todo.  Únicamente la taquillera sabía que estábamos en aquella sala.

Martín me llevó hasta la primera fila, eran unas butacas de poli piel roja, con los apoya brazos anchos y abatibles, parecían muy cómodas.

Además, desde las butacas a la barandilla del palco había bien un metro y medio de ancho, lo que hacia fuera muy cómodo sentarse en ellas. nada más sentarnos mí hijo me pasó un brazo por los hombros, yo se lo quité cogiéndole la mano y dejándola encima de mí pierna.

Me puse una falda que me llegaba justo encima de las rodillas, pero era acampanada, y de una tela vaporosa. Al sentarme quedaron desnudos mis muslos, cosa que a él no se le pasó por alto.

Mientras la película subía de temperatura, mi hijo me iba acariciando el muslo con descaro, cómo si comprobara si yo estaba lo bastante dura para él, además me acariciaba el muslo subiendo la mano más cada vez.

Yo tenía el pulso acelerado, la mano de mí hijo ya rozaba mis bragas y mí mano encima de la suya, no hacía nada por detenerlo.  En la pantalla una vampira comenzó a lamer una polla, que hizo se me mojara el coño de ver cómo lo hacía.

Sus dedos rozaban el borde de mis bragas, cuándo se giró hacia mí y me pasó el brazo por los hombros, cambiando de mano en mí muslo, con la velocidad del rayo. Mientras me cogió una teta, me lamió la oreja y el cuello, la mano se acercó a las bragas ya algo húmedas.  En ese instante cerré mis muslos, atrapando la mano entre ellos, con la mía cogiéndola también.

Martín me quitó mí mano, poniéndomela encima del bulto de su polla. Me resistí a dejar mí mano allí, el metió su mano dentro de la blusa, cogiéndome la teta y sacándola fuera del sujetador y de la blusa, atenazándome el pezón entre los dedos.

Yo tenía las bragas más mojadas a cada instante, mientras mí hijo me lamia la oreja y mordía mí cuello, poniéndome más caliente.  en la pantalla la vampira lamia los huevos de su víctima, sin olvidarse del cipote, que aparecía morado y amenazante.

Después de forcejear unos segundos, agarre el paquete a mí hijo, haciéndome que se lo acariciara.  Cerré mis dedos alrededor sin creer que pudiera tener la dureza y el grosor que notaba.  Sin darme tregua, al agarrarle la polla llevo su mano a mis muslos que no tarde en abrir del todo para que me tocase el coño como él quería.

Sin prisa me acarició por encima de las bragas, que estaban empapadas escandalosamente.  Al ser tipo tanga y estar tan húmedas, dejaban escapar por los lados, mechones de pelos apegados por los jugos. Cuándo hubo repasado las bragas arriba y abajo repetidamente, me tocó los labios que se mostraban hinchados y abiertos por lo caliente que me tenía el aprovechado.  Me metió un dedo comprobando cómo chorreaba jugos, metiéndolo repetidamente hasta metérmelo del todo.

Al sentir como me tocaba el coño con aquel descaro mí hijo, le abrí la cremallera metiendo mí mano en busca de su polla.  nada más meter la mano, descubrí que el muy golfo no llevaba ropa interior.  La cogí con un deseo que me mojé más todavía, parecía una barra de lo dura que estaba, mis dedos apenas los podía cerrar del grosor, era más gruesa que mí vibrador, sin duda alguna.

La saqué fuera del pantalón apretándola y tironeándola, notando cómo vibraba en mí mano.  Al sentir Martín cómo le tocaba la polla, me metió otro dedo más, a la vez que me besó dándome la lengua.  Tras eso se tiró por mis tetas, sacándolas fuera las dos, comiéndoselas cómo un hambriento, chupando mis pezones hasta ponérmelos como piedras.

—cómo lo estaba haciendo, escurrí mí culo casi fuera del asiento, con los muslos abiertos del todo.  Teniéndome así, me manoseó el coño cómo nadie lo había hecho antes, abriéndome los labios y clavándome los dedos lentamente, haciéndome sentir cómo me manoseaba todo el coño, haciendo le empapara los dedos, cómo una guarra.

Encima mí hijo con un desparpajo impropio de su edad, me puso más cachonda, diciéndome cosas muy calientes y guarras—tienes el chocho chorreando jugos, uuufff que bien te meto los dedos, mamá caliente, no voy a parar hasta que te corras, tienes un coño precioso mamá, que bien me tocas la polla no pares que me voy a correr, sigue así mamá—.

Al oír cómo me hablaba me corrí de forma increíble, cogiendo su mano y haciendo me metiera los dedos hasta el fondo de mí coño, rotando su dedos a la vez que me estiraba los labios de forma obscena, haciendo que mí coño chapoteara cómo nunca lo había hecho.

Aceleré mí mano hasta que se corrió, lanzando chorros de leche al asiento, gimiendo de gusto, hablándome de forma caliente—Oh...mamá me corro sí, no pares...Oh toma mí leche me corro, sí—yo también me corro hijo, oh cómo me tocas el coño...ah, ah, ah sí toma mis jugos, me matas de gusto, mételos hasta el fondo, oh que gusto me das cariño, folla así mí coño, me corro.

Nos fuimos antes de que acabara la película, sin que pudiéramos verla apenas, esa es la verdad.  Esa noche dormí como hacía mucho tiempo no lo hacía.  Antes de dormirme recuerdo haber estado pensando en lo sucedido las últimas semanas.

Pensé en la inexistente relación con mi marido, hasta lo que estaba aconteciendo con Martín, sin tener claro del todo, adonde nos llevaría esta incestuosa relación.

Me sentí extraña y muy sensible, por que no fuera mí marido el que me hiciera sentir la mujer que hay en mí, y fuera mí hijo, casi un adolescente, comportándose cómo el hombre que yo necesitaba.

Estaba feliz sí, pero dos lágrimas resbalaron por mis mejillas, quemando a su paso mí piel recordándome que todo tiene un precio.  En mí caso, ese precio era que estaba teniendo una relación incestuosa con mi hijo, pero sin sentirme culpable en absoluto, era algo deseado y nadie iba a interponerse en nuestra felicidad.

Durante toda la semana siguiente, no paré de pajearme todos los días, con el vibrador y con mis dedos. Martín no falló ningún día, dejando su leche en el vibrador cada vez que yo lo utilicé.  Al llegar el Sábado me sentí con los pezones duros nada más despertarme. Me encontré el desayuno recién preparado en la mesa de la cocina.

Martín se me cruzó dándome un pico sin detenerse—mmm...me voy mamá, tengo entreno, llegare a las dos ¿harás pasta para comer?—pero Martin que prisas hijo...—desapareció y desayune sola.  Había cosas que no se cambiaban así como así, estaba claro.  Después de comer nos echamos juntos en el sofá, mientras mirábamos la peli.

Mi hijo no paró de rozarme, y besarme en las orejas, el cuello, yo le sobe el paquete varias veces.  Acabada la peli le hice una propuesta que hizo se me mojara el coño sintiéndome guarra, la verdad—hijo hoy he visto, que la peli de SPERMULA siguen haciéndola en el mismo cine, pensaba que podemos ir a verla de nuevo ¿qué te parece, o has quedado con alguien?—Martín no creía lo que le acababa de proponer—me parece genial mamá, no creí que quisieras volver a verla, seguro que lo pasamos genial—esto me lo dijo con una cara de inocente, que me puso los pezones duros, y me dejó loca de caliente para toda la tarde.

Me vestí con la misma falda que el Sábado anterior, pero esta vez sin bragas.  Entramos a la misma sesión, pero al contrario que la vez anterior, había aun menos gente, no más de cuatro hombres abajo en platea.

El acomodador ni lo vimos, dado el aforo de la sala no era extraño. La señora de la taquilla era otra, pero me miró igual que su compañera.  Nada más sentarnos, Martín me cogió la mano y me la puso encima del paquete, que ya se notaba duro.

 Me frotó la mano por todo el bulto, apretándoselo yo con ganas.  Yo me abrí de piernas cómo una guarra, notando como tenía el chocho húmedo y abierto.  Después de acariciarme los muslos, llevó su mano a mí coño, descubriendo que no lo cubría prenda alguna, reaccionó como no me esperaba, excitándome más si cabe—no llevas bragas mamá, eres más guarra y puta  de lo que creía, te mereces que te castigue y te folle aquí en el cine, guarra cachonda—al escucharlo mí coño se mojó más, cogiéndome mi hijo el coño con toda la mano, abriéndome los labios mucho y estirándolos, haciendo me sintiera cómo una puta.

Mientras me hurgó dentro del coño, azotó mis labios, haciendo me mordiera los labios para no ponerme a gemir de gusto.  Le saqué la polla en seguida, notando que estaba más dura y gruesa que la vez anterior.  Mí coño chorreaba jugos por los muslos, mientras apretaba más fuerte la polla, por cómo me tocaba.

Martín me susurró al oído—me estás cogiendo la polla como una guarra en celo, voy hacer te mueras de gusto...¡¡PUTA!!  —diciéndome esto, me metió los dedos hasta el fondo, acariciándome el clítoris con el pulgar a la vez.

Me corrí a los pocos segundos, levantando el culo del asiento, empujando mí coño contra su mano, haciéndome sollozar de placer. Mi hijo me cogió del pelo, cómo si fuera su puta, y llevó mí cabeza a su polla, haciendo se la comiera toda.  El olor era excitante, poco a poco me la fui tragando toda, hasta llegar casi a sus huevos que se notaban llenos.

me corrí dos veces empapándole los dedos, en ese instante mí hijo me hizo ponerme de rodillas, y que le comiera así toda la polla, mientras me sacó las tetas fuera.  Me las mordió como quiso, metiendo la polla entre ellas, sin dejar de tocarme el coño.  Me hizo le comiera la polla, sujetándome del pelo con fuerza, obligándome a que me la tragara toda, sin dejar de meterme dos dedos en el coño, haciendo me corriera mientras se la comía toda.

De repente levantó el culo del asiento, y me folló la boca dándome un mete saca rápido, mientras no me soltaba la cabeza, apoyándose en el asiento solo con la espalda y clavándome toda la polla en la boca, hasta que se corrió, lanzándome unos chorros muy fuertes y calientes en el fondo de mí garganta.

Nada más correrse, hizo me sentara y me comió todo el chocho, con el culo fuera del asiento.  Me lamió todo el coño sin prisa ninguna, cómo si lo esculpiera a lengüetazos, chupándome y lamiendo cada pliegue del coño.

Mi marido nunca quiso comerme el coño, decía que eso eran cosas de pervertidos.  Martín  me metió toda la lengua dentro del coño, bebiéndose todos mis jugos, poniéndome tan excitada que le cogí la cabeza y le frote todo el chocho susurrándole cosas muy calientes y guarras—aaahhh...aaahhh...sí....comételo...todo...hijo....ooohhh... toma....el...coño...de...tu...madre...ah....que...lengua...sí..., toma...mis...jugos...oh...¡¡cabrón!!  ...cómeme...así...todo...el...coño,... me corro...oh...oh...sí...toma...mis...jugos...vicioso...—.

Después de beberse todos mis jugos, tenía la polla más dura que antes de correrse en mí boca.  El pervertido solo con comerse el coño de su madre, se había puesto más duro que antes.

Mi hijo me estiró en el pasillo delante de las butacas, loco de excitación sin escucharme, con unos ojos de lujuria que me dio miedo—ven aquí mamá échate, te voy a dar lo que necesitas, guarra que buena estás, te voy a follar viva, puta incestuosa—Martín no hijo aquí en el cine no...  —.  Lo cierto es que yo estaba tan excitada cómo él le decía que no, pero abrí mis muslos atenazándole entre ellos bien fuerte, mientras levantaba el culo de la alfombra para que me la clavara toda.

Mi hijo me pasó las manos por debajo del culo, para tenerme así bien cogida.  Sin utilizar las manos me clavó toda la polla al tercer intento, haciendo que yo le atenazara bien fuerte con los muslos, por sus caderas—cógeme así mamá...OH...QUÉ...COÑO...OH...SÍ...te...la...voy...a...meter...toda...puta...cachonda...que...buena...estás...—me dio un mete saca que me hizo correrme sin parar nada más metérmela, volviéndome loca de gusto.

Arrastrada por él, no paré   de empujar mí coño para que me follase más, mientras no sé ni lo que le susurré, atacada por un deseo y una excitación animales—AAAHHH...AAAHHH...pervertido...AAAHHH...nadie...me...ha...follado...así...¡¡HIJO...DE...PUTA!!  ...FOLLAME...ASÍ...HIJO... MÁTAME...CON...ESA...POLLA...AH...QUE... BIEN...ME...FOLLAS...CARIÑO...FOLLATE...A...TU...MADRE...ASÍ... MÉTEMELA...MÁS...ME...ESTOY...CORRIENDO...SIN...PARAR...NO...  ME...LA...SAQUES...CÓMO...ME...FOLLAS...¡¡CABRÓN!!  ...—.

Después de esta primera vez hubo muchas más.  Seguí casada con mi marido, ya que él parecía satisfecho con venir a vernos una vez al mes.

Por mí parte me lo tomé del modo más práctico que podía.  Así era totalmente feliz con mi hijo, follandome todos los días varias veces, cómo si fuera un perro en celo, y usándome cómo a su puta sumisa y su guarra.  De esta manera no me faltó de nada, por que mi marido me llenaba la cartera, y mi hijo me llenaba el coño y algo más...

Espero les gusten estos recuerdos que he querido compartir con Vds. después de muchos años.

Lola.

              

                   Azalais copyright©2014

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