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El esposo se contagió, mí hijo negro se aprovechó.

en Amor filial

   EL ESPOSO SE CONTAGIÓ,    MÍ HIJO NEGRO SE APROVECHÓ.

Quiero compartir con los lectores de todo relatos, cómo mi vida ha dado un giro de ciento ochenta grados. Para ello le envíe un correo al Sr. Azalais, para ver cómo podíamos hacerlo.

Soy una mujer del sur, por discreción no quiero dar demasiados datos.

Desde muy joven he sido una hembra de sangre caliente, de piel trigueña, quizá por el fuerte calor que suele hacer en esta parte del sur.

Me casé bastante joven, enamorada de mi esposo Marcelo. Él nunca ha sido un hombre apasionado y caliente, peró aun así ha sabido satisfacerme sexualmente alguna vez que otra, con más pena que gloria, esa es la verdad.

Soy según dicen un pedazo de hembra. Tengo bastante parecido con la actriz María José Cantudo, una morenaza guapísima.

Soy algo más bajita que la actriz. Pero en todo lo demás somos bastante parecidas. Llevo una melena negra por debajo de los hombros. Poseo unos muslos macizos, apretados, sin grasa en las caderas, tengo la cintura «de guitarra».

Creo que la parte más seductora de mi es mi culo. Es duro y respingón, con forma de manzana, atrayendo por igual las miradas de mujeres y hombres.

Mis pechos son más bien pequeños, solo gasto una talla 85 copa C. Esto hace se me aguanten aún a mis 40 años, inhiestos, sin llevar muchas veces sujetador.

Para acabar de describirme, diré que mi coño es demasiado abultado. Atrayendo mucho las miradas lujuriosas de los hombres.

Quizá es debido a que nunca me ha gustado depilármelo. Lo llevo con una mata de bello abundante, hirsuta, de pelos negros y ensortijados. Se me ve un coño peludo pero recortado, con forma. Tengo los labios abultados, carnosos de un color rojo intenso, asomándose los labios entre los pelos negros ensortijados.

Esto hace que tenga aspecto de ser un coño, demasiado guarro y carnoso.

Al ser mi esposo poco dotado, pues tiene una polla como la de un crío, de apenas diez centímetros, nunca ha conseguido hacerme correr. Teniéndome que «matarme a pajas», cómo se dice vulgarmente.

Alguna vez he conseguido que me coma el coño. Pero el pobre no tiene ni idea, y le da bastante reparo hacerlo. Para poder llegar al orgasmo casi lo he tenido que obligar a comerme el coño.

Cuándo lo ha hecho, le he encajado el coño en toda la boca. Así de esta manera le he frotado el coño en su lengua, frotándome el clítoris contra su inexperta lengua.

Al hacerlo he tenido algún «orgasmo asesino» corriéndome a chorros. Mientras me he corrido usando la lengua del negado de mi esposo, se me han cerrado los muslos. Atrapándole la cabeza entre mi muslamen, sin dejarle retirarse, levantando las caderas del colchón, sacudiendo de forma convulsiva el coño contra la lengua, hasta acabar de correrme sollozando y gimiendo cómo una guarra, sin decir nada el soso de mi marido…

─¡¡OOOGGG…COÑO!! Me estoy corriendo en tu boca Uuufff…¡¡OG MI CHOCHOOO…!!

Nunca hemos tenido ningún hijo, aunque lo hayamos intentado durante mucho tiempo.

Hace dos años mi esposo cogió paperas, pasándolo muy mal el hombre. Cuándo se curó, el médico nos dijo que, seguramente podría sufrir impotencia sexual.

Pasados unos meses mi esposo perdió todo el apetito sexual. Intenté que se le pusiera dura provocándolo, vistiéndome cómo una puta. Uso habitualmente desde entonces tangas brasileñas, baby dolls, medias de rejilla a juego con las tangas, pero nada, no hay manera.

Cuando sucedieron los hechos que, me han cambiado la vida llevaba dos años sin que me follará un hombre.

Al ser una mujer tan caliente para el sexo, aunque soy bastante vergonzosa, para poder dormirme necesito tocarme. Me voy al lavabo para que, Marcelino no me escuche, abriendo el agua del bidet.

Me meto sin prisa ninguna un dedo, luego otro, soltando a los pocos minutos jugos cómo un grifo mal cerrado.

Al escuchar cómo me chapotea el coño, me acaricio a la vez «la pipa», así llamo al clítoris cuándo estoy cachonda, que se me pone hinchada y gruesa, sollozando como una guarra.

—Mmm…¡¡OG…!! Qué cachonda estoy…me chapotea guarro el chocho… ¡¡AY…LA PIPA!! La tengo muy hinchada…

Al estar tan desatendida por Marcelino, voy bastante al gimnasio. Así quemo adrenalina y no me vuelvo loca de deseo y calentura sexual.

Como decía más arriba, mientras me meto dos dedos, me doy en la pipa, sollozando porque me folle un hombre, mi hambriento coño.

—Mmm…cómo necesito una polla…¡¡OG…sí!! Qué me folle así el coño…hasta el fondo.

Me llegó un orgasmo traicionero, haciéndome levantar las caderas en el aire.

Moví el coño como una puta, chapoteando jugos, corriéndome por los muslos abajo.

Un amigo íntimo de mi esposo enterado de nuestro problema, nos dijo que, la asistenta social le había comentado estaban buscando una familia, para un chico adolescente procedente del Senegal.

Al parecer el chico tenía dieciocho años, era alto y desgarbado. Según nos confirió nunca había tenido suerte. Las dos familias anteriores lo habían utilizado cómo a un esclavo doméstico.

Lo hablamos durante unos días hasta que mi esposo me dijo

—Lucia los dos sabemos qué, no voy a poder darte el hijo que queremos. Quizá ése chico podría ser el hijo que nos alegre la vida —me escrutó los ojos, buscando mi complicidad — ¿Estás seguro Marcelino…? Cómo tú dices quizá es el hijo que nunca hemos podido tener…que sea africano a mí no me importa.

—Pues ya está, llamo a la asistenta a ver si aún está en ése centro —me dijo con decisión—.

Cuándo llamó estaban ya gestionando su traslado, para llevárselo a otra autonomía.

Quedamos en que iríamos el viernes, para ver al chico.

                                                                                                ENCUENTRO CON CHEIKH.

El sábado por la mañana fuimos a la entrevista con la asistenta. El chico estaba allí mismo con ella, según nos comentó.

Una vez se aseguró lo teníamos claro, lo llamó.

Al verlo nos gustó e impresionó su aspecto, sobre todo a mí. Esperábamos quizá ver a un adolescente, algo canijo. Media algo más de un metro ochenta, con unos brazos cómo un hombre.

Llevaba el pelo corto, casi rapado. Era guapo el jodido. Sus ojos eran penetrantes, nos auscultó a los dos por igual. Lo sentí mirarme con una intensidad que me puso nerviosa y excitada, el mocoso.

Sentí mi coño húmedo, y un leve rubor en las mejillas que, sólo pareció percibir CHEIKH, como se llamaba.

Después de explicarle la asistenta quienes éramos, le preguntó si le gustábamos.

Le parecimos buena gente, según le oímos susurrar.

—Ella es una mujer muy guapa…si quiere ser mi madre, presumiré de madre delante de los chicos.

El comentario nos arrancó una risa a todos a la vez —Hahaha…— diciéndole mi esposo al oírlo — tienes salero y desparpajo jodido, así que te ha gustado mi esposa Lucía, tienes buen gusto — Marcelo…— recriminé a mi esposo con una sonrisa —deja al chico—.

—Ya te está defendiendo…eso es que le has gustado Cheikh.

Reímos mi comentario. Él me comió con los ojos, mirándome con descaro las tetas. Al ser verano «descubrió» iba sin sujetador.

Sentí un hormigueo que, me recorrió la espalda hasta el coño, notándolo húmedo por el descaro con el que, me miraba aquél chico negro.

Comimos todos juntos cerca de allí. Después de la comida Cheikh se vino a casa con nosotros.

Le encantó descubrir que, vivíamos en una casa en mitad del campo. Lo que más le gustó es que tenemos algo de terreno, aunque sin cuidar. Mi esposo para eso es un auténtico desastre. Además tenemos un pequeño establo, con una vaca que nunca nos ha dado leche.

Nada más entrar nos pidió muy educado si podía ducharse.

Se notaba que, no lo habían tratado como a un hijo las otras familias.

Nada más oírlo mi esposo y yo nos miramos.

Le dije — queremos que, aunque te cueste un poco al principio, te sientas en tu casa.

Para eso te hemos traído Cheikh.

Nada más oírme se me abrazó, con una fuerza que me dejó alucinada. Marcelo se dio la vuelta cuando aún no me había soltado.

Mientras me tenía contra su enorme pecho, noté algo que me presionó el vientre.

Al ir a soltarme, me pegó la lengua en la oreja, chupándome, mientras me susurró—gracias…Lucia—.

Al ver su descaro, me sentí arder la sangre, cómo una adolescente. Además noté cómo me olió, ocultando su cara en mi negra melena.

Cuándo me soltó mi mirada quedó atrapada, por el enorme bulto que hacía su bragueta. Intente disimular ruborizada, pero él se dio cuenta donde lo miraba guiñándome el ojo, el muy atrevido.

Para empeorarlo lo cacé mirándome el coño con descaro. Al llevar un leggins muy liviano, la tela la llevaba clavada. Se me veía todo el coño marcado, viéndose lo carnoso que es.

Me devoró el coño cómo si se le fueran a salir los ojos, con la boca abierta. Mi esposo jamás me había mirado el coño, con el deseo que vi en  los ojos de aquel chico.

 Lo malo es que, yo le miré el enorme bulto de su bragueta, igual que él, con la boca abierta, notándola reseca.

Me alejé notándome las mejillas arder, y el coño húmedo.

Mientras me alejaba me descubrí más excitada de lo que, quería reconocer y enfadada conmigo misma —qué clase de madre va a pensar que eres… ¡GUARRA! mirándole el paquete…—.

Con estos pensamientos tan obscenos en mi mente, noté cómo las caderas se me movían solas.

Estaba moviendo el culo cómo una puta. Al mirar por encima del hombro hacia atrás, descubrí al chico mirándome el culo. Antes de que se duchara, le enseñé su cuarto.

Al verlo noté que le causo muy buena sensación.

Aproveché para darle una toalla para que se duchara.

Aunque era ya algo tarde me puse a pasar el mocho. Lo hice sólo por encima, un poco rápido.

Marcelino salió a buscar algo al pueblo. A lo que nosotros llamamos pueblo, no es más que, un poblado con unas cuantas casas, distantes de nuestra casa a poco más de cinco minutos en coche.

Al pasar el mocho por delante de la puerta del baño, empujé sin querer la puerta, haciendo se abriera algo.

Fui a cerrarla cuándo vi a Cheikh ducharse con la cortina medio descorrida.

Me quedé ensimismada sin creer lo que mís ojos estaban viendo.

Se estaba masturbando mientras se enjabonaba.

Sostenía en su mano derecha una verga negra, que parecía más una gruesa morcilla.

La tenía toda descapullada y de un grosor exagerado.

Me pareció era el doble que la de mi esposo. Sentí tenía reseca la boca, y el coño húmedo, aunque me avergüence reconocerlo.

Se acarició la verga a todo lo largo, sin prisa alguna, al hacerlo ganó grosor y dureza. Tenía en el cipote alguna gota de líquido pre seminal.

De repente aceleró los movimientos de la mano, oyéndolo gemir, entre los labios.

─Uuufff…qué buena está la Lucia joder…cómo te comía el chocho Mmm…y te metía toda la polla…se le marca todo el chocho en el leggins…¡¡GUARRA…!!

Al oírlo se me mojó el coño, notándome los pezones tiesos por lo caliente que me sentí.

Mi mano se me fue al coño. Noté la malla húmeda por los jugos que solté.

El chico negro aceleró su mano, moviendo con fuerza las caderas.

Lo siguiente que oí hizo me metiera la mano dentro del leggins, hasta correrme de placer, cachonda como nunca lo había estado jamás.

─¡¡OH LUCIA…!! Cómo me gustaría fueras mi madre de verdad…para follarte bien rico…¡¡ME CORROOO…!!

Mientras se masturbó permaneció todo el tiempo con los ojos cerrados.

Al ver la cantidad que lanzó de leche, se me escapó un sollozo ─¡¡OG…COÑO!!─ corriéndome a la vez que él.

Me escuchó, abriendo sorprendido los ojos, cruzándose nuestras  miradas en el momento que lanzó con más fuerza los chorros de leche.

Me aparté rápidamente yéndome a mi habitación. Me ardían las mejillas de vergüenza, sintiendo como me latía el coño.

Al quitarme las bragas descubrí estaban empapadas de jugos, olían a chocho que tiraba para atrás.

Mientras me duché descubrí no dejaba de tener el coño húmedo de jugos. Nunca me había sentido antes así de excitada. Los pezones estaban hinchados y duros.

El chico no salió de su cuarto hasta que regreso Marcelino.

Oí que le preguntó si podía limpiar el establo y el granero donde estaba la vaca.

Le explicamos que, no debía hacer nada. Él insistió ─quizá os extrañe pero me gustaría ser granjero─ nos miró a los dos a los ojos. Sin darse cuenta de nada mí esposo, Cheikh y yo nos cruzamos una mirada llena de picardía y lujuria. Se atrevió el mocoso a guiñarme el ojo, arrancándome una sonrisa su desparpajo.

Al oírlo Marcelino me miró interrogándome, provocando que levantara mis hombros sin saber qué decir.

Cheikh nos habló cómo un hombre en vez de como un adolescente.

─ Me encantaría llevar a  la vaca a que coma buen pasto, seguro por aquí cerca tenéis algún prado cerca y no lo sabéis…Hehehe ─sí lo hay tienes razón─ le respondido Marcelino─ yo trabajo fuera con el camión, a veces varios días, así que no me ocupo del establo nada, y Lucia lo hace a ratos.

─No quiero me paguéis nada. Seguro en pocos días la vaca dará leche ─el comentario nos arrancó una carcajada a los tres ─Hahaha─.

 ─Pues tú mismo Cheikh si es así a mí no me molesta.

Al día siguiente cuándo se fue Marcelino temprano, se encontró la luz del granero encendida, a las siete de la mañana.

Me levanté a medio mañana y vi al chico en el granero, sin camiseta. Estaba todo sudado con la piel brillante de sudor.

El verlo así hizo me sintiera más excitada de lo que quería reconocer. Tenía un tórax musculado y fibroso para ser tan joven.

Salí a saludarlo tal como iba vestida. Llevaba un baby-doll de gasa transparente de color purpura, llevando debajo sólo una tanga brasileña.

Al verme así me devoro con sus negros y grandes ojos. Noté su mirada en mi abultado y carnoso coño. Sabía que, algunos pelos negros se escapaban por el lado de la tanga, dándome aspecto de ser una guarra…

─B-buenos días Cheikh ─ le saludé sin poder disimular la excitación y el nerviosismo que me producía ─ ¿Has madrugado de verdad…? ─ sin poder evitarlo no podía dejar de mirar sus brazos y su abultado paquete.

─Buenos días Lucia, sí madrugué algo. El establo está algo bueno… ─algo no, muy dejado─ le dije a la vez que separé algo los muslos, enseñándole mejor cómo iba vestida, comportándome como una madre adoptiva pervertida y viciosa. Al hacerlo me noté se me humedeció el coño.

Sus ojos me miraron con lujuria y desparpajo, el coño y las tetas.

Poco después llegó mi esposo, sin echar cuenta de cómo iba vestida, así es Marcelino. Después de desayunar lavé la ropa de toda la semana, y toda la ropa que trajo él, que no era mucha realmente.

Al sacar la ropa sucia del cesto, encontré me faltaba la tanga del día anterior.

Ordené la habitación de Cheikh, aunque estaba todo en su sitio, natural al ser el primer que estaba con nosotros.

Cuándo hice su cama encontré mi tanga debajo de su almohada. Al olerla olía a chocho caliente que tiraba de espaldas. La dejé donde la encontré. Debajo de la cama  hallé un bóxer usado. En el momento de ir a meterlo en el tambor, se me resbaló entre los dedos.

Lo recogí con un gesto mecánico, rápido. Al hacerlo así me llegó a la nariz un olor intenso que me llegó al cerebro.

Sin saber cómo es posible, me vi con el bóxer del recién adoptado «hijo negro» pegado a mi nariz.

Al hacerlo se me escapó un gemido obsceno, mientras lo olía profundamente, igual que él me había olido mi melena negra nada más llegar el día anterior ─Snifff…Snifff…¡¡Oh…qué olor!!

Me vi acariciándome el coño por encima del leggins, mientras lo olí aún unas cuantas veces más.

Tal cómo pasaron los días y las semanas entre Cheikh y yo surgió una «atracción obscena», que fue a más a cada día que pasaba.

Desde que llegó, me sentí excitada cómo un animal en celo. Busqué a mi esposo, obligándole literalmente a que me comiera el coño al menos una vez a la semana. Esto provocó se quejara sobre cómo estaba yo ─joder Lucia, ya sabes no me gusta comerte el coño, lo tienes empapado de jugos…nunca te había visto así de cachonda, que ya tienes cuarenta años mujer…

Al mes de haber llegado a casa, se presentó un sábado a las nueve y nada de la mañana en la cocina.

Yo llevaba uno de mis baby-dolls, de color azul cielo.  Debajo la tanga era rosa, toda de blonda lo que hacía se me viera claramente todo el coño.

Al quedarme la tanga pegada, los abultados labios se veían mucho, con algunos pelos por fuera.

Marcelino sólo miraba el diario del futbol, que había ido a buscar hacía un rato.

─¡¡Matilde ya da leche…!! ─entró cómo una fuerza de la naturaleza, un huracán. Marcelo levantó los ojos del diario. Yo me gire con la boca abierta sorprendida, sin poder evitar mirar el paquete que, se le marcaba en el ajustado leggins.

─ ¿Matilde…?─ Le Preguntemos a la vez los dos, mirándonos sin entender nada.

Se acercó a mí, levantándome cómo si fuera su muñeca, después de haber dejado el cubo en el suelo.

Me cogió de la cintura, con uno de sus fuertes brazos. Con la otra mano me cogió de las nalgas sin que, mi esposo se enterara de nada, siempre embobado él con el dichoso futbol.

La mano que, me cogió por las nalgas acabó entre mis muslos, atreviéndose a cogerme con desparpajo todo el coño.

Fue algo rápido sin que mi esposo se enterara de nada, al estar Cheikh dándole la espalda. Al sentir su mano así en el coño, me mojé, notándolo él rápidamente. Me dio un beso en las mejillas, dejando sus gruesos labios en mi piel unos instantes, quemándome su beso.

Marcelo nos miró con cara de inocentón. Sin entender nada de lo que pasaba.

Cuándo me dejó en el suelo nos mostró el cubo medio lleno de leche fresca. Me miro con lujuria y deseo incestuoso el coño, guiñándome con picardía el ojo. Al ver cómo me devoró se me humedeció el coño.

─Matilde es la vaca, creí que, ya os lo había dicho. Me pareció que le queda bien ése nombre.

Realmente es un adolescente dentro del cuerpazo de un hombretón.

Marcelino dejó el diario sin dar crédito a lo que oía. Al ver la leche le dio unas palmadas en la espalda, a la vez que le dijo ─Está claro que te gusta esto de ser granjero. ¿La podemos beber sin peligro…así sin más? ─No Marcelino─ adujo con seguridad él ─tenemos que hervirla, después si se podrá beber ya.

Cheikh es un adolescente cómo decía, pero a la vez es un hombre a pasar de su juventud. Nos ha traído a nuestro hogar una energía y alegrías difíciles de explicar.

Herví la leche tal cómo él nos indicó. Mientras se hervía se acercó a mí lado cogiéndome por la cintura, sin dejar de mirar los dos el cazo puesto al fuego. A la vez escondió su cara en mi negra y densa melena. Mi esposo no nos echó ni cuenta. Yo le pasé a la vez mi brazo por su cintura.

Mientras me olió con su cara oculta en mi pelo, me chupo y besó con disimulo la oreja y el cuello, haciendo se me pusiera la sangre a mil. Me arrancó un sollozo con sus caricias… ─ ¡Oooggg…nene! No seas malo con tu…madre ─ Vi cómo aumentó el paquete dentro de su leggins.

Él me respondió cómo no esperaba, haciendo que sintiera algo muy intenso y especial ─Es que eres una…madre muy guapa y sensual… ¿Sabes?

Al oírlo sentí un hormigueo por toda la piel que, me llegó al coño. Me pegué más a él, besándolo cerca de la comisura de los labios, mirándolo con deseo.

Me acerqué al santurrón de Marcelino, embobado con su diario deportivo. Se lo dije al oído, como si fuera un secreto muy importante.

Levanto la mirada de la prensa, mirando a Cheikh con cariño.

En cuanto se hirvió la leche, nos dijo ─ Me gustaría enseñaros el establo, si os parece bien ─claro hijo─ me oí responderle sin saber de dónde me salió la voz.

En sólo un mes cambió de arriba abajo aquel sitio. Consiguió paja fresca sin pedirnos nada. La vaca Matilde, había engordado a ojos vista, y parecía feliz con el cambio.

Y sorpresa…vimos a un nuevo inquilino. Un cachorro de pastor o mezcla de pastor y lobo. Nos explicó iban a sacrificarlo, por no encontrar a nadie se hiciera cargo de él.

Esperó a ése instante para pedirnos si podía quedárselo. Él pagaría todos los gastos nos dijo nervioso y excitado por la alegría que le embargaba ─ si me…d-decís que sí puedo quedármelo…y-yo voy a pagar todos los gastos… ¿Puedo por favor madre…padre…?

Marcelino le respondió algo que no me esperaba. Aunque sé que cada poro de mi piel lo deseaba con un encontrado deseo amoroso materno por un lado. Y por otro un perverso e incestuoso deseo sexual, de sentirme su madre real y sentirlo mi hijo, sangre de mi sangre.

─Estoy viendo que, eres el hijo que Lucia y yo no hemos podido tener nunca, nos has traído la felicidad a esta casa. Creo que, si puedes quedarte con el perro. Te desenvuelves bien con los animales, así que ya está todo dicho.

Me acerqué a Marcelino, dándole un casto beso en la mejilla.

Nada más desayunar limpié la casa y me duché. Al quitarme la tanga, descubrí estaba empapada de mis jugos, haciendo un olor realmente obsceno, a coño caliente.

Mientras me duchaba me pareció ver la sombra de Cheikh espiándome desde la puerta, que dejé sólo entornada.

Esto hizo se me mojará el coño, sin poder evitar tocarme con disimulo, sabiendo que el mocoso pervertido me estaba mirando.

Acabé acariciándome mi velludo coño, dejándole que me viera bien mientras lo hacía.

Nada más ducharme puse la colada con toda la ropa sucia. La tanga brasileña que me había quitado no estaba en el cesto.

Me asomé a la cocina a ver qué hacía Marcelino. Se iba con el coche al pueblo en ese instante. Me asomé al cuarto de Cheikh, sólo por curiosidad.

La puerta estaba entornada sin cerrar del todo. La empujé suavemente cómo si fuera una vulgar ladrona. Sólo llevaba la toalla, que apenas me cubría por debajo de la ingle.

Lo encontré todo espatarrado en su cama. Sostenía en la mano su gruesa morcilla negra, pero eso no era todo. En la otra mano sostenía mi tanga, encima de su nariz. La olía inspirando profundamente mi olor más íntimo… ─Snifff…Snifff…Mmm…¡¡OOOHHH…MADRE!! Qué rico te huele el chocho…Snifff…Snifff…Mmm joder que deseo tengo de comerte así el chocho tan carnoso que tienes…¡¡SO CACHONDA…!!

A la vez se pajeó la verga rápidamente, más excitado, envolviendo  la gruesa morcilla con mi tanga. Al hacerlo se comenzó a correr a chorros.

Sólo de verlo así, descubriendo qué me quería hacer me puso cachonda pérdida. Al llevarme la mano al coño, descubrí estaba empapado de jugos, bajándome los jugos por los muslos.

Lo vi lanzar unos espesos chorros de leche, mientras levantó el culo de la cama ─¡¡OOOHHH…MADRE!! Toma mi polla y la leche en tu coño…ME CORROOO EN TU CHOCHO…¡¡TOMA POLLA GUARRONAAA…!!

Entorné la puerta sin que me viera.

Me encerré en el lavabo que hay dentro de mi habitación. Nunca me había notado el coño tan húmedo, me goteaba cómo un grifo mal cerrado.

El clítoris lo tenía fuera del capuchón, todo hinchado, nunca me lo había visto así de grande. Me senté toda espatarrada como una guarra, en el borde de la taza. Además de ser bastante estrecha de puente, nunca he tenido ningún hijo. Esto hace que al meterme dos dedos me roce todo el coño muchísimo, además que mi esposo está como dije más arriba muy mal dotado.

Me hurgué el coño con dos dedos, teniéndome la imagen de mi recién adoptado hijo. Los dedos hacían un sonido muy guarro y acuoso por cómo soltaba jugos ─SPLAFsss…SPLAFsss…SPLAFsss…¡¡OOOGGG…!! Cómo me chapotea el coño…Mmm sí cariño follate a la guarra  de tu madre…con ésa polla que tienes…¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡ FÓLLAME HIJO…!! ME CORROOOO…Toma mi coño hijo…méteme toda la polla…¡¡ME CORROOO!!

Me corrí acariciándome el clítoris, levantando el culo de la taza…sollozando cómo una perra incestuosa… ─FOLLA MI COÑO CHEIKH…LLENALO CON TU POLLA…¡¡FOLLAME CARIÑOOO…!!

                                                               

                       

                                                                                       EL CONTAGIO DE MARCELINO.

Después de comer tuvimos que llamar al médico de emergencias. Mi esposo comenzó a sentirse mal, subiéndole mucho la temperatura.

Nada más verlo, la cara que puso el médico no presagiaba nada bueno. Nos fuimos todos al hospital para que, así no hubiera dudas del diagnóstico.

Pasadas dos horas nos confirmaron que era sarampión. Les pareció que, lo más seguro era que estuviera en casa, pero aislado en una habitación para él solo.

Nada más volver a casa, acostamos a Marcelino en la habitación de Cheikh. Para darle la medicina y la comida, era imprescindible que usáramos una mascarilla.

Durante la cena hablamos muy poco. Nos miramos en silencio como si no nos hubiéramos visto antes. Yo me noté el coño húmedo por las miradas que me echaba, descubriendo él como tenía de duros y tiesos mis gruesos pezones.

Al levantarse él un instante, descubrí el enorme paquete que lucía, haciendo que los ojos se me fueran solos. Sin poder evitarlo «me cazó» con los ojos en el bulto que lucía.

Nada más acabar de cenar le dije a mi recién adoptado hijo negro ─Cheikh como Marcelino se ha contagiado, tendrás que dormir con la vieja de tu madre…espero no te importe ¿Te parece bien hijo…?

Se lo pregunté estando de pie al lado del sofá. Sus ojos se fijaron en la tanga que llevaba de blonda. Descubrió la mancha de humedad que había entre mis muslos.

─Claro madre, tú no eres ninguna vieja. Ya quisieran muchas chicas ser tan guapa y sexy cómo tú… ─ al oírle decirme aquello, noté como se me humedeció el coño, para disimular le respondí algo sonrojada…

─Oye que somos madre e hijo descarado…Hehehe. Los hijos no dicen esas cosas a las madres…yo me voy acostar ya, estoy cansada de tanta tensión.

─Yo no tardo más que cinco minutos…Ah una cosa madre, olvidé decirte que, no suelo usar nada para dormir, duermo desnudo. Si no te parece correcto, me dejaré el bóxer, pero me cuesta mucho dormirme.

Al oírlo me noté se me mojó más el coño. ─ Eh…n-no h-hijo…no pasa nada está b-bien─ le respondí nerviosa y excitada de sólo pensar en que iba a dormir a mi lado todo desnudo.

Al ir al lavabo a orinar descubrí que no tenía ganas de hacer pis. Tenía el coño con los labios hinchados y abiertos, la pelambrera toda pegajosa. Jamás había tenido así de húmedo el coño.

Me acosté vestida sólo con el baby-doll y la tanga, sin sujetador. Cerré los ojos y la imagen que, me vino fue cuándo lo había descubierto tocándose en su cama, con mi tanga en la nariz.

Apenas pasados cinco minutos entró mi hijo negro. Me noté la tanga húmeda.

Se acostó cerca de mí, pero sin rozarme apenas. Yo estaba con los ojos abiertos y la respiración agitada. Tenía la seguridad de que él, estaba igual que yo.

Después de un rato lo oí decirme nervioso y excitado ─M-madre…p-puedo pegarme a ti un poco…así creo me d-dormiré…mejor, pero no te enfades p-por favor…

Le respondí tragando saliva, intentando no descubriera lo nerviosa y excitada que me tenía aquella situación tan extraña. Pero sé que notó en seguida mi olor íntimo nada más entrar en la habitación.

─Eh…s-sí puedes p-pegarte hijo, no te preocupes…Marcelino no se me pega nunca…yo también dormiré mejor así…

Nada más oírme se me mojó más el coño si eso era posible. Cheikh se me pegó, escondiendo su cara en mi pelo, oliéndolo profundamente.

Noté su gruesa morcilla contra las nalgas. Estaba como una barra de carne, dura y caliente, me quemó la piel. Me pasó una mano por la cadera, dejándola cómo por descuido encima del vientre. Sentí cómo me embestía con disimulo su gruesa polla contra las nalgas, dejándomela sentir a cada instante con más descaro.

No entendía cómo se atrevía a tanto con aquel desparpajo, siendo tan joven. Me separé intentando que se cortara y no se atreviera a tanto, al fin de cuentas era mi hijo y yo su  madre, y no quería sobrepasar ciertos límites.

Pasados unos minutos se atrevió acercarse más, dejándome sentir con más descaro la dureza y grosor de su polla.

Sentí cómo se me mojó el coño, de sentir el roce de aquella verga, tan gruesa y dura contra mis nalgas.

Me resbalaron dos lágrimas, más que por lo violento de la situación, eran de rabia.

Por sentirme así de excitada por el descaro y el desparpajo de aquel adolescente, que comenzaba a sentirlo como a mi hijo real. Y sobre todo porque Marcelino nunca había sabido hacerme sentir mujer.

Envalentonado por cómo le dejaba hacer me susurró zalamero… ─Eres la madre siempre he querido tener, para quererla mucho y acariciarla muy rico…necesitas un hijo que te acaricie toda…Sé que, tu esposo no te da lo que tú necesitas…

Mientras se atrevió hablarme así, me frotó con más intensidad la polla contra las nalgas. A la vez pasó sus gruesos dedos por la tanga, descubriendo como estaba de húmeda. Escondí mi cara en la almohada, mordiéndome el labio para que no me escuchara gemir.

Al verme así de excitada, se atrevió a meterme un dedo por dentro de la tanga, acariciándome toda la pelambrera, pegajosa de jugos.

Me repasó los labios descubriendo cómo estaban de hinchados y abiertos. Al sentir el dedo acariciarme así el coño sollocé de gusto, como una guarra… ─Mmm…¡¡OG…CHEIKH!! Soy tu madre e-esto no es-está bien por favor…

Me metió el dedo por todo el coño, como mi esposo nunca lo había hecho. Me corrí a los pocos  minutos, con la cara oculta en la almohada,  gimiendo quedamente, aunque sé que me escuchó, empapándole el  dedo de jugos.

─Mmmppp…no me toques así…por favor…soy t-tu ma-madre…Oooggg…me corrooo...¡¡Coñooo…!!

Al sentir cómo me corría aceleró los envites, frotándome con más descaro la verga contra mi tanga. De repente sentí cómo me echo varios chorros de leche, en las nalgas, haciendo me corriera de nuevo con él.

Al día siguiente actuó con una madurez que me sorprendió muchísimo. Madrugó para ocuparse del pequeño terreno que tenemos.

Cuándo me levanté a las nueve, me encontré con el desayuno recién servido esperándome. Además había recogido unas flores para mí, eso me descolocó por completo.

Al verlo con el tórax todo desnudo y sudado, aunque no quiera reconocerlo, se me resecó la boca.

Como decía, me miró como si nada hubiera sucedido la noche anterior. Al asomarme encontré todo el terreno de cultivo escarbado, listo para ser plantado.

Nada más verme me preguntó ─Madre si planto tomates y patatas crees que a Marcelo le importara─. Me quedé cómo una boba sorprendida, al ver la paliza que se había dado de buena mañana, sin saber que responderle, estallando en una sonora risa… ─Hahaha…peró eres increíble hijo, ¿A qué hora te has levantado…? ─ me respondió sin quitarme ojo de encima, descubriendo que iba vestida como lo hacía habitualmente, con un camisón muy corto similar a un baby-doll, sin sujetador y con una tanga brasileña, de las que utilizo habitualmente.

─A Las seis ya estaba despierto. Esto es para ti… ─me extendió un ramillete de flores silvestres. Al verlo me sentí el pulso acelerado, y el coño húmedo.

Lo abracé notando a los pocos instantes, una fuerte presión encima del vientre. Al contacto del bulto de su bragueta en mi coño, me sentí excitada, pero no me disguste en ningún momento. Estaba claro que, era así su naturaleza y el destino nos había unido para lo que fuera.

Pasó el día sin nada especial salvo que, en la piscina que hizo montar Marcelo el año pasado, jugamos cómo dos adolescentes.

Cheikh lo aprovechó para rozarse conmigo. Me hizo acabará rozándole el enorme bulto que lucía su minúsculo bañador. Él se las apañó para rozarme las tetas y el coño, poniéndome excitada y más caliente de lo que quería reconocer.

Nada más acostarme lo oí entrar en la alcoba a los pocos minutos. Se me pegó lo mismo que el día anterior, ocultando su cara en mi negra melena, oliéndome como un animal en celo. Al notar cómo me olía, me noté húmedo el coño.

Me pegó la gruesa morcilla a las nalgas, con más intensidad que el día anterior, dejándome una mano encima de la cadera. Se notaba en el aire la excitación que nos embargaba a los dos. Al sentir latir la gruesa verga contra las nalgas, me descubrí empujando el culo contra la caliente barra de carne.

Mi mente me decía que, aquello era insano, que no era correcto, pero mi cuerpo iba por libre, tenía la respiración agitada, de pura excitación sexual.

Como si él supiera lo mucho que me excitaba tenerlo así, con su cara oliéndome la melena, y su verga desnuda contra mis nalgas, mi hijo negro me susurró… ─Uuufff madre, jamás pensé iba a tener una madre tan guapa cómo tú, sé que mi padre no te hace caso, me voy a dar el lote contigo, ¡¡Que buena estás so cachonda!! Diciéndome esto llevó su mano hasta la tanga.

Me repasó con descaro la mano por todo el coño. Descubriendo como estaba de húmeda la tela.

Se atrevió a meterme el dedo corazón entre la tela, repasándome toda la pelambrera y hurgarme los carnosos labios, descubriendo como estaban de húmedos y abiertos.

Ante mi silencio, el muy golfo me mordisqueó el cuello, y chupó  la oreja poniéndome caliente, susurrándome ─¡¡Oh madre!! Tienes el chocho todo jugoso…y abierto…¡¡GUARRONA!! Estás deseando te acaricie toda…Mmm.

Me metió el dedo por todo el coño, repasándome los labios como si los pintara. Al sentirme acariciada así me hizo gemir, intentando no me oyera, ocultando mi cara en la almohada.

─Mmmppp…¡¡Oooggg…!! Mmmppp…¡¡Oooggg…!! No sigas tocándome así hijo…Mmmppp.

Sin hacerme caso me metió otro dedo más, acariciándome todo el coño, como nunca lo había hecho nadie antes. Me cogió una mano, llevándola a mis nalgas, haciendo le agarrara la polla.

Al sentir la polla en la mano, los dedos apretaron con fuerza la barra de carne de forma lasciva y morbosa. Le tironee la polla cómo una madre pervertida y guarra.

Sus dedos me acariciaron todo el coño, haciendo los empapara de jugos. A la vez me habló soez y caliente, sobre lo que mi coño necesitaba sus caricias…

─¡¡Oh madre…!! Tienes el chocho demasiado carnoso y jugoso, no paras de soltar jugos…¡¡PUTONA!! Necesitas que te acaricie así de rico todo el chocho…Me tironeas muy fuerte la polla…¡¡OH…!! Tócame así la polla madre cachonda…Mmm no pares…

Al oírlo giré mi cara hacia él, atrayéndolo hacia mí, cogiéndolo de la nuca, cachonda y excitada como nunca lo había estado antes.

Nuestras lenguas se rozaron fuera de las lenguas. Encendí la lamparita de la mesita, no quería estar a oscuras con mi hijo negro.

Al contacto de las lenguas, aullamos al unísono de lujuria incestuosa ─Mmmppp…¡¡Hijo!! ─Mmmppp…¡¡Madre!!

Nuestros labios se unieron, a la vez que las manos aceleraron las caricias. El chapoteo acuoso de sus dedos en mi coño, llenó la alcoba.

─SPLAFsss…SPLAFsss…SPLAFsss…SPLAFsss…Uuufff cómo te chapotea el chocho madre…¡¡OH…!! Me acaricias muy rico la polla…no pares por favor…me voy a correr…

─¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡OG…!! Cariño nadie me ha tocado así el chocho…sí mete tus dedos más…me estoy corriendo hijo…Mmm

Dame tu leche Cheikh…Qué polla tienes…Dale a tu madre la leche…Me corro…tus dedos me follan mucho el chocho…me matas de placer…¡¡GOLFO…!!

Me corrí tironeándole la polla como si quisiera arrancársela. Él a su vez me metió los dedos hasta el fondo del coño, sacándome los jugos a chorros.

─¡¡OOOHHH MADRE!! Me corro sí toma mi leche…Uuufff como me tironeas la polla…¡¡PUTA!! Córrete conmigo as텡¡OOOHHH…!!

─¡¡AAAYYY…HIJO!! Me corro toma mis jugos ¡¡OG…!! Nunca me he corrido así antes…me matas hijo, coño…¡¡ME CORROOO!!

Al tercer día de estar contagiado mi esposo, vino el médico del pueblo más cercano para ver qué tal llevaba el sarampión.

Según nos comentó con un día más de convalecencia sería más que suficiente. El peligro de contagio era ya prácticamente nulo, pero para asegurarse, era mejor continuará aislado dos días más.

Durante todo el día Cheikh no dejó de devorarme con sus negros ojos, me miró más como si fuéramos amantes en lugar de madre e hijo. Lo cierto es que, al tenerlo cerca de mí no supe o no pude evitar sentirme excitada como jamás me había sentido antes.

Además de su lujuriosa mirada en mís tetas, y mi carnoso coño, me noté el coño húmedo y la respiración agitada. Al medio día vinieron a buscarlo unos amigos del instituto.

Antes de acostarme me acerqué a ver cómo estaba mi esposo Marcelo. Lo arropé, y le toqué la frente con la mano para ver cómo estaba de fiebre. Mientras hacía esto lo miré en silencio, dándome cuenta de que, no me sentía nada culpable, por haber dejado que nuestro recién adoptado hijo negro me acariciará, con aquel descaro y desparpajo que lo había hecho, excitándome cómo él no había sabido tocarme jamás.

Esa noche nada más acostarme me sentí excitada como una adolescente no sé porque. Cheikh tardó algo más que los días anteriores, poniéndome más ansiosa y caliente de lo que quería reconocer.

Seguramente el haber descubierto el placer sexual con un adolescente de apenas dieciséis años, cómo era mi hijo negro me había roto todos mís esquemas, sobre como quería disfrutar mi sexualidad.

Nada más estar a mi lado Cheikh se mostró mucho más descarado, con más desparpajo. Me levantó hasta arriba el baby-doll el muy atrevido, dejándome con las nalgas al aire.

Sin darme tiempo a reaccionar me susurró ─ Madre…qué bien hueles ¡¡So Cachonda!! Te voy a dar lo que una señora cómo tú necesita. Solo estar a tu lado me ha puesto ya la polla a reventar…mira cómo estoy ¡¡ Tía buena!! Que ganas tengo de follarte madre…

Nada más decirme esto, el atrevido me hizo le agarrara la polla cómo había hecho el día anterior, llevándome la mano hasta las nalgas, envistiéndome con su gruesa morcilla.

La noté más gruesa y dura que el día anterior. Me mordió el cuello y me chupó la oreja como un animal. El muy chulo se atrevió a decirme ─Madre me voy a correr esta noche en tu peludo chocho y tu culo…¡¡SO GUARRONA!!

Más excitada de lo que yo misma quería reconocer, le acaricié toda la polla sin prisa ninguna, sin que él tuviera que obligarme.

Recorrí toda la verga desde los huevos que, noté hinchados como pelotas hasta la gruesa cabeza toda descapullada.  La masajee tironeándola morbosamente, mientras Cheikh con su cara oculta en mi negra melena, me gemía por cómo le acariciaba la polla, manoseándome las tetas con descaro, tironeándome los pezones con vicio…

─¡¡OH MADRE…!! Me tironeas la polla cómo una puta…Que pezones tienes tan gruesos y duros…Mmm sé que te pone cachonda que te acaricie así las tetas…¡¡SO PUTONA!!...Te quiero madre…quiero seas sólo mía…

Al escuchar aquello hizo me saliera la madre amorosa e incestuosa que llevaba dentro mío.

─¡¡OH CHEIKH…!! Tu padre nunca me ha tocado cómo tú sabes hacerlo, tócame el chocho como tú sabes cariño…

Nada más oírme mi hijo negro me metió los dedos en el chocho, sabiendo acariciarme el clítoris para mi sorpresa. Sentir sus dedos hurgarme todo el coño, y atraparme el clítoris hizo me corriera, mojándole los dedos.

Lo atraje hacía mí, besándonos como dos amantes con las lenguas fuera de las bocas. A la vez me aparté la tanga brasileña, cómo una guarra, pintándome yo misma los carnosos labios con la gruesa cabeza de la polla.

─¡¡OOOGGG CARIÑO!! Sí tócame así la pipa…Mmm ¡¡OG…!! Haces me corra ya…Tócame así el chocho…Me das mucho placer hijo…que polla tienes Mmm…

─¡¡OOOHHH MAMÁ…!! Que chocho tan guarro y carnoso tienes sí, me voy a correr en tu chocho, que rico me frotas el cipote…¡¡PUTA!! Toma mi leche…

Nos besamos con los labios pegados, mientras me echó varios chorros de su caliente leche en mi culo y coño. A la vez Cheikh me titiló el clítoris haciendo me corriera a chorros.

Me envistió su grueso cipote contra mi pelambrera y carnosos labios, haciendo lo ordeñara como una madre pervertida y viciosa.

─¡¡OOOGGG…CARIÑO!! Sí dame toda la leche así…no te dolerá hijo, haces me corra a chorros, mi esposo nunca me tocó as텡¡Te quiero hijo!!

Nos dormimos con las piernas entrelazadas, los sexos en contacto. Hacía años no dormía así de bien.

Al día siguiente nos miramos todo el día más como amantes que, cómo madre e hijo. Después de comer el descarado me llevó a la piscina, para manosearme cómo quiso, sabiendo que me ponía caliente con sólo rozarme.

Jugamos cómo dos adolescentes sin salir del agua, aunque estábamos solos a salvo de ninguna mirada. Me atrajo hacía él cogiéndome de mis rotundas nalgas.

Me susurró con todo desparpajo ─Uuufff mamá que ganas tengo de darte lo que necesita un pedazo de señora cómo tú…¡¡preciosa!! Te voy a comer entera esta noche…¡¡Mamá cachonda!!

Mientras me dijo esto, me chupó la oreja y el cuello, abrazándome contra su pecho el muy atrevido. Sin oponerle resistencia, le dejé me frotara el grueso paquete de su minúsculo bañador, contra mi coño.

Mi bikini era cómo una tanga brasileña, dejando a la vista varios pelos negros escapar entre la tela. Por detrás las rotundas nalgas ocultaban la tira de tela, dejando las nalgas desnudas.

El aprovechado me repasó con sus dedos toda la canaleta del culo al coño, atreviéndose a meterme un dedo dentro del coño, allí mismo en la piscina.

Al sentir su caricia le saqué la polla del bañador, quedándome hipnotizada del grosor y dureza de aquella polla. Me la metió entre la tanga, frotándomela por todo el coño, cómo su padre nunca me lo había hecho.

A la vez, se atrevió a meterme un dedo dentro del culo, poniéndome loca de cachonda.

─¡¡OG CHEIKH…!! La polla de mi esposo es ridícula al lado de la tuya. Me frotas todo el chocho…¡¡QUÉ POLLA…!!

Nos corrimos a la vez, llenándome toda la pelambrera de leche y mis carnosos labios. Le chorree toda la verga con mis jugos, haciendo soltara una cantidad de leche exagerada.

A media tarde el médico se presentó para confirmar la mejoría de mi esposo. A partir de mañana ya podría dormir en su cama.

Cenamos en compañía de Marcelo, sin que sospechará nada de lo mucho que había mejorado la relación entre su esposa y su reciente adoptado hijo negro.

Para estar segura de que mi esposo no nos sorprendía, ni escuchaba nada que no debiera escuchar, lo drogué, para decirlo rápido. Le di a mi esposo una dosis doble de Diazepam.

Me acosté llevando el baby-doll más sugerente que tenía. Era todo de blonda roja, totalmente transparente. Dejé la alcoba iluminada únicamente por la lamparita de la mesita con una bombilla roja. Realmente parecía la habitación de un burdel.

Me acosté en el centro de la cama, sin bragas.

Noté como el coño soltaba jugos como un grifo mal cerrado. La cabeza me iba a mil, pensando en las últimas semanas, cómo había cambiado mi vida.

Era madre de un adolescente que, parecía enamorado de mí, y que había buscado sin suerte hasta esos instantes una familia que lo hiciera sentir querido.

Llevaba media vida queriendo tener un hijo, y jamás pensé sería africano, pero eso no me importaba lo más mínimo.

Quería aquel chico, lo sentía mi hijo realmente, y estaba dispuesta a todo por él.

La alcoba olía a «CHOCHO CALIENTE» así con mayúsculas. Nada más entrar Cheikh, notó mi olor íntimo.

Se pegó a mi cómo un animal en celo. Al descubrir cómo estaba vestida, cómo una guarra sin bragas, se atrevió hablarme muy caliente y soez, excitándome más… ─Uuufff mamá…eres una madre muy caliente y cachonda…¡¡GUARRONA!! Mira cómo estás vestida esperando a tu hijo…sin  bragas. Te voy a dar lo que necesita una señora como tú…Que ganas tengo de follarte…¡¡MAMÁ PUTONA!!

Nada más decirme esto me subió el baby-doll hasta la cintura. Me chupó y besó la oreja y el cuello, sabiendo que eso me ponía muy caliente.

Me encajó la polla entre las nalgas desnudas, dejándomela sentir con descaro, cogiéndome las tetas, como si quisiera quitármelas. Al sentirme acariciada así sollocé morbosamente ─¡¡ Mmm…AH APROVECHADO!! Te aprovechas de tu madre…¡¡GOLFO!!

Al oírme hablarle así de excitada, mi hijo negro me besó las nalgas, liándose a darme lametazos entre los muslos. Me separó las nalgas lamiéndome mis abultados labios, y toda la pelambrera como nunca lo había hecho nadie.

Al sentir su lengua acariciándome el coño gemí como una guarra…─¡¡OOOGGG…Mmm!! Me abrió los labios a lengüetazos cómo un perro… ─Slurppp…Slurppp…Slurppp…¡¡OH MAMÁ!! Qué chocho tan sabroso…sí Slurppp…Slurppp…Slurppp…Slurppp…

Me dio la vuelta dejándome cara arriba. Me lamió desde los pies hasta llegar a mi coño, que chorreaba jugos cómo un grifo mal cerrado.

A cada lametón me hizo saber lo que le gustó mi piel, diciéndome cosas que mi esposo nunca me había dicho, poniéndome más caliente a cada lametazo…

─Uuufff…mamá que piel tan caliente y sabrosa tienes…te voy a comer toda…Slurppp…Slurppp…Qué buena estás mamá…

─¡¡OOOGGG…Mmm!! Nadie me ha lamido así nunca hijo…No pares descarado, chúpame toda entera…¡¡GOLFO!!

Me colocó un cojín debajo del culo, para así comerme mejor. Me abrió el chocho con los pulgares, como si fuera un rico manjar.

Al verme el chocho tan peludo todo abierto y húmedo de deseo, se lanzó por el cómo un lobo hambriento…

─¡¡QUÉ CHOCHO TIENES MADRE!! Slurppp…Slurppp…Slurppp…Slurppp…¡¡Qué jugos…Mmm!!

Me pintó los carnosos labios abriéndolos a lametazos, bebiéndose los jugos que no paraba der soltar. Nada más sentir cómo me comía el chocho, le cogí la cabeza frotándole todo el coño en la boca, corriéndome a los pocos minutos.

─¡¡AAAHHH…!! Sí…comete así mi coño hijo…¡¡AAAHHH…Mmm!! Mi esposo nunca me lo ha comido así…Méteme toda la lengua en el chocho Cheikh…¡¡ME CORROOO…!!

Haciéndome caso me levantó las nalgas  en vilo, con los muslos en alto. En esta pose tan lasciva para una madre y su hijo, me encajó la boca en el coño.

Me metió toda su gruesa y larga lengua en el fondo del coño, viviéndome loca de placer.

─Slurppp…Slurppp…Slurppp…Mmm que sabroso te como así el chocho mamá…dame tus jugos ¡¡PUTA!! Slurppp…Slurppp…

─¡¡AAAHHH!! ¡¡AAAHHH!!...Me corro hijo…Cómete mi coño as텡¡CABRÓN!! Que lengua tienes…sí comete así mi coño…+

Puse los ojos en blanco, sacudiendo la cabeza a un lado y otro. A la vez Cheikh me estiró los pezones entre sus dedos poniéndome más caliente y excitada.

Nada más correrme me hizo le comiera la polla.

Jamás pensé disfrutar así de comerme una polla, y menos cómo aquella. Me embistió la polla hasta el fondo de la garganta.

Al lengüetearle los huevos me pidió que parara.

─¡¡¡OOOHHH…MADRE!!! Para o me correré…Uuufff que rico me comes la polla…¡¡¡MADRE CACHONDA!!!

Se echó encima de mí besándome como mi esposo no lo había hecho jamás. Nuestros labios se besaron sin prisa ninguna. En aquel instante supe que, él era el hijo que siempre había querido tener, aunque alguien piense que no es sangre de mi sangre.

Nuestros ojos se buscaban mientras sellamos los labios, lamiéndose las lenguas obscenamente, dentro y fuera de las bocas.

Noté su gruesa polla encima del coño. Como una madre incestuosa, me enfilé el grueso cipote entre los labios del coño.

Le susurré sin deshacer el incestuoso morreo, lo que ambos estábamos deseando con cada poro de nuestra piel…

─¡¡Follame hijo…!! Follate a la puta de tu madre…Mmm.

 ─Mmm…¡¡Oh Madre…!! Qué deseo tengo de follarte…¡¡PUTA!!

Me cogió por las nalgas con sus fuertes manos. Al ver cómo me cogió mi hijo negro, lo atenacé con mis macizos muslos por sus caderas.

Me cogí a su cuello como si quisiera ahogarlo. Nuestros labios se sellaron en el momento que, me envistió toda la polla hasta el fondo del coño, donde nadie me había llegado jamás.

─MMM…¡¡¡OOOGGG…HIJO!!!

─MMM…¡¡¡OOOHHH…MADRE!!!

─¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡OG…!! SÍ MÉTEME ASÍ TODA LA POLLA…¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡OG…!! CÓMO ME FOLLAS CARIÑO…¡¡OOOGGG…MMM!!

─¡¡OH…!! ¡¡OH…!! ¡¡OH…!! TU CHOCHO SE TRAGA TODA LA POLLA…QUÉ RICO TE FOLLO EL CHOCHO…¡¡PUTA!!

Me envistió toda la polla lentamente en cada mete saca, haciéndomela sentir sin prisa ninguna, llenándome todo el coño de su gruesa morcilla negra.

Deshice el incestuoso morreo, para susurrarle a mi hijo negro lo bien que me estaba follando, sollozando como una puta incestuosa…

─¡¡AAAHHH…!! ¡¡QUÉ POLLA TIENES…!! MÍ ESPOSO NO SABE FOLLAR…MÉTEME MÁS TODA LA POLLA…¡¡FÓLLAME CHEIKH!!

Al oírme cómo le sollocé cachonda pérdida, Cheikh me envistió con más fuerza haciendo que me corriera, chorreándole la polla de jugos.

─¡¡OOOHHH…!! ¡¡QUÉ CHOCHO TIENES…!! TÓMA TODA LA POLLA ¡¡PUTA!! QUÉ RICO TE FOLLO MADRE…

Sin él haberse corrido aún, demostrándome un aguante increíble, hizo me sentara encima de él.

En esta postura, cogidos de las manos, me enfilé yo misma el grueso cipote, dejándome caer hasta que sentí sus gruesas pelotas rozarme el coño.

Soltamos un alarido cómo dos animales en celo… ─¡¡¡OOOGGG…CHEIKH!!!─ ¡¡¡UUUFFF…MADRE!!!─.

Cabalgué encima de mi hijo negro, con nuestras miradas observando morbosamente cómo su negra polla me empalaba en cada envite.

─¡¡TU POLLA…!! CÓMO ME LLENA EL COÑO…¡¡OG…SÍ!!

─¡¡TU CHOCHO…!! SE TRAGA TODA MI POLLA…¡¡FOLLAME MAMÁ!!

Al oírlo llamarme mamá en aquel instante, me sacó la madre amorosa y filial que llevé dentro de mí, oculta toda la vida. Me puso loca, cachonda pérdida.

Aceleré mis envites follándome a mi hijo negro, cómo una madre pervertida, hablándole muy caliente y soez.

─¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ERES UN HIJO MUY SUCIO CHEOKH…TÓMA EL COÑO DE TU MADRE…ASͅ¡¡FÓLLAME CABRÓN!!

Me atrajo hacia él, pasándome uno de sus musculados brazos por la cintura. Con el otro me cogió del cuello, haciendo que me reclinase sobre su fuerte pecho, cogiéndome a él de su cuello.

En esta postura me dio un mete saca diabólico, hablándome muy caliente y soez, excitándonos más los dos.

─¡¡OOOHHH…!! ERES UNA MADRE MUY PUTA…TÓMA LA POLLA DE TU HIJO…PLAFFF…PLAFFF…PLAFFF…PLAFFF…PLAFFF…PLAFFF…PUTA

Me agarré a su cuello cachonda pérdida, fuera de mí. Le grité cómo si me estuviera matando, sintiendo como el coño se me movía solo, al ritmo que mi hijo negro me marcaba.

─¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ME CLAVAS TODA LA POLLA…MMM…MÁTAME A POLLAZOS ASÍ ¡¡HIJOPUTA!! FOLLA A TU MADRE…ASͅ

Cheikh aceleró el mete saca, haciendo me corriera a chorros, arrastrándolo conmigo. Me corrí en un orgasmo encadenado, chorreándole la verga con mis jugos.

Nos corrimos cómo dos amantes incestuosos, con nuestros labios sellados, chupándose nuestras lenguas, con la piel erizada ambos, al sentir yo sus potentes chorros de leche, él al sentir mis jugos y mi coño ordeñarle la polla, hasta que soltó el último chorro de leche.

─¡¡OG…!! ¡¡OG…!! ME CORROOO…ME ROMPES EL COÑO…¡¡AY TU CIPOTE…!! ME LLENAS TODO EL COÑO…ME CORROOO...¡¡FÓLLAME…!!

─¡¡OOOHHH…!! TÓMA EL CIPOTE EN EL FONDO DEL CHOCHO…¡¡GUARRA…!! QUÉ RICO TE METO EL CIPOTE ASͅME CORROOO…¡¡MADRE…!!

─¡¡AAAYYY…!! SͅDAME LA LECHE Y EL CIPOTE…ME MATAS…TOMA MÍS JUGOS, ME CORROOO HIJO…ME QUEMA TU LECHE…¡¡OOOGGG…!!

Cheikh me envistió cómo un animal, clavándome toda la polla a cada chorro de su hirviente leche.

A cada envite me arrancó un morboso sollozo…Llenándome el coño de leche cómo nunca lo había hecho nadie antes.

─¡¡OOOHHH…MADRE!! TÓMA CIPOTE Y LECHE…¡¡PUTA!!

─¡¡AAAYYY...HIJO!! TU CIPOTE Y TU LECHE…¡¡ME CORROOO…!!

─¡¡OOOHHH…!! QUÉ CHOCHO…ME CHORREAS EL CIPOTE MADRE…

─¡¡AAAYYY…!! QUÉ CIPOTE…TÓMA MI COÑO…ME LLENAS DE LECHE…

─¡¡OOOHHH…!! TODA LA LECHE Y EL CIPOTE…ASÍ GUARRA…

─¡¡AAAYYY…!! QUÉ LECHE Y QUÉ CIPOTE…¡¡CABRÓN…!!

Desde esa noche Cheikh no ha dejado de follarme, llegando a follarme por el culo. Pero eso es parte de otra historia. Me encantaría explicarlo sí las/os lectores de todo relatos, valoráis éste relato, y os molestáis en decirme qué os ha parecido.

Una madre feliz y su hijo negro.

                                                                                                                     FIN

                                                                                                        Azalaiscopyright©2018

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