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La tanga negra de Laura con el signo de pesos

en Voyerismo

Laura estaba en el jardín regando las plantas con una manguera. Sólo llevaba puesto una camiseta blanca -sin corpiño- que no le llegaba a la cintura y una tanga negra, tipo hilo dental que por detrás tenía en la unión de las tiritas un símbolo de $ plateado, muy brillante y de unos 3 cms. de alto. Por delante era tan chiquita que prácticamente no se lograba ver algo de tela. Yo estaba en mi cuarto viendo la escena y consciente que, desde la obra de al lado, unos trabajadore también la estaban mirando. Ellos ignoraban que yo estaba en la casa y ella no era la primera vez que, adrede,  salía al jardín así vestida. Esta vez su osadía fue más allá de lo normal, ya que además de utilizar la manguera, conectó el regador automático para que se humedezca el césped. Obviamente en menos de dos minutos Laura estaba empapada y la camiseta parecía tener color piel. Los obreros eran 3 y no podían dar crédito de lo que estaban viendo. En la obra había dos ventanas en un primer piso. Uno de ellos estaba en la ventana de la izquierda y los otros en la ventana de la derecha. Desde mi puesto podía ver perfectamente sus rostros. Uno de ellos incluso filmaba o sacaba fotos con su celular pese a que intentaban no ser vistos por Laura. Estaban callados. No querían que ella se de cuenta de que estaba siendo vista, muy probablemente para evitar que la escena se termine.

Sin embargo, Laura sabía muy bien lo que estaba haciendo. De manera disimulada, mientras cuidaba el jardín, hacía todo tipo de movimientos bien eróticos. Incluso llegó a tomar agua de la manguera dejando que lo que no entraba en su boca caiga descaradamente en su pecho.

Cada tanto ella me miraba como buscando mi aprobación. Obviamente que la tenía. Eran aproximadamente las 3 de la tarde y el sol estaba a pleno. Hizo gestos de tener calor y de mirar hacia todos lados para ver si alguien la veía. Obviamente disimulando, haciendo que no sabía acerca de la observación de los obreros. Tras ello, se puso en un lugar en donde no llegaba el agua del regador, se quitó la camiseta y la estiró sobre el césped. Luego, se acostó boca arriba, muy lentamente, sobre esa camiseta. En menos de cinco minutos ya estaba seca en cuanto al agua, pero comenzaba a transpirar. Se la notaba caliente. Estiró su mano derecha sobre su tanga y poco a poco comenzó a acariciarse introduciendo sus dedos. Se estremecía. Su intención era masturbarse y llegar al orgasmo siendo vista por los tres obreros.

Yo me desabroché la cremallera, tome mi miembro con la mano derecha y comencé un lento vaivén. Si bien no veía que hacían los obreros con sus manos, me lo imaginaba. De pronto, de manera absolutamente sorpresiva, los tres obreros aparecieron en el jardín y se abalanzaron sobre Laura. Yo no sabía si ella quería ser rescatada o no. Me paré, guardé mi miembro en su lugar y corrí en su auxilio. Mientras me dirigía hacia ellos pude ver que uno estaba acostado sobre ella mientras que otro intentaba introducir su miembro en su boca. Ella no luchaba.

Plim, plim, plim, plim, plim.

Sonó el despertador de mi celular y me dí cuenta que estaba soñando.

La mañana era muy lluviosa y oscura. Estábamos en un sábado del mes de diciembre y la temperatura a esa hora - las 8.30 -, según me indicaba la pantalla de mi teléfono, ya superaba los 30 grados. Laura, mi mujer, dormía plácidamente. Normalmente ella despertaba a las 10 y yo también, aunque ésta, sería una mañana diferente.

Siempre quise que mi mujer se mostrara sexy - y aún más - frente a otros, pero por su educación, sus preceptos religiosos, y el miedo a perder su trabajo o amistades, mis pedidos casi siempre eran rechazados. Digo “casi” ya que en algunas oportunidades lograba que ella haga cosas que a mi me gustaban, pero casi siempre se daba en el verano cuando estábamos de vacaciones en algún lugar lejano. Lo malo de eso es que normalmente tenía que esperar un año hasta que se repitiera alguna situación y no en todos los veranos lograba hacer algo.  

Hacía mucho tiempo, diría que años, que venía pensando situaciones en donde Laura pudiese ser vista por otros, pero nunca lograba cerrar en mi cabeza algo factible de realizar.

De manera sorpresiva, el día anterior me llamó el dueño del departamento para anunciarme que finalmente había conseguido un equipo de trabajo para realizar la ampliación del quincho que estaba pactada en el contrato de alquiler. Según me dijo, vendrían a las 9 de la mañana dos obreros que trabajarían durante el fin de semana y que, si todo salía bien, terminarían el domingo por la tarde. Esa noticia me motivó a pensar la manera de hacer algo y lo que se me ocurrió, fue que cuando los obreros llegasen, pudieran ver a Laura durmiendo.

Mi mujer duerme todas las noches vestida solo con un camisón transparente, el cual normalmente aparece anudado en su garganta cuando se despierta, y en esta época, como hace calor, siempre duerme destapada. Nuestro dormitorio tiene la puerta sobre el pasillo que nace en la entrada de la casa y desemboca en el quincho. Los obreros, al empezar su trabajo, deberían recorrer varias veces el pasillo para trasladar los materiales. Mi idea era dejar la puerta abierta y producir que ellos cuando pasaban vean a Laura como Dios la trajo al mundo. Antes de que llegaran, comencé la planificación levantando un poco la persiana para asegurarme que el cuarto no esté oscuro y que la imagen de Laura sea bien nítida.

A las 9,05 golpearon la puerta los obreros. Eran dos chicos jóvenes. Lo primero que debían hacer era llevar todos los materiales y herramientas al quincho, para luego comenzar la mini obra. La reforma consistía en aumentar aproximadamente 1,5 mts. el ancho del quincho.

Ni bien los recibí me explicaron que el dueño del lugar les había dicho lo que tenían que hacer pero que querían ver el lugar para confirmar que habían traído todo. Así, nos dirigimos por el pasillo. Yo iba en primer lugar guiándolos. Debido a eso no pude ver si ellos mientras caminaban llegaron ver hacia dentro del cuarto en donde Laura estaba durmiento. Al llegar al quincho, ambos jóvenes observaron todo durante unos instantes para finalmente decirme que era todo tal cual como lo habían calculado. Me dijeron que no iban a necesitar ensuciar mucho pero debían traer todos los materiales y que eso podría ensuciar un poco el pasillo. Les dije que no importaba. Nos dirigimos nuevamente hasta la puerta de entrada a la casa, y les dije que trabajaran con tranquilidad. Ellos fueron hasta su camión para comenzar a bajar todo.

En ese momento me encerré en el baño que estaba frente al dormitorio nuestro, dejé la puerta entreabierta de modo que pudiese ver el momento exacto del paso de los obreros por el pasillo, me bajé la cremallera del pantalón, con la mano derecha tomé mi miembro y esperé.

Los obreros comenzaron a pasar una y otra vez por el pasillo. Cuando ya iban dos pasadas vi que el más bajo de ellos, advirtió la imagen desnuda de Laura. Su expresión fue alucinante. Se notaba que no podía creer lo que veía. Ella dormía plácidamente boca abajo y desde la entrada del cuarto podía verse perfectamente su culo, pero no solo eso, sino que como tenía las piernas medio dobladas y un poco abiertas, se veía absolutamente todo.

En ese momento mi erección ya era total, sin embargo los movimientos de mi mano eran lentos. Quería disfrutar lo más posible de esa escena.

Ese joven, esperó a su compañero y le mostró su descubrimiento. Ambos permanecieron mirando unos segundos y de inmediato decidieron seguir en lo suyo en la creencia de que yo podría verlos. Cuando volvieron a pasar siguieron mirando y así lo hicieron cada vez que pasaban.

Tras unos 5 minutos de repetirse esa escena, contrariamente a lo que yo creía, mi erección comenzó a disminuir. Es que me di cuenta de que si bien me gusta que otras personas miren a mi esposa, evidentemente lo que me gusta es que ella participe activamente, es decir, que sea ella quien voluntariamente se muestre. Así, era como que no tenía gracia. No había morbo.

Luego de notar eso, sentí una cierta frustración, pero bueno, sentí que al menos intenté hacer algo morboso y divertido. Salí del baño, y me fui a la cocina a preparar un desayuno para Laura.

Mientras el agua hervía, fui al cuarto, cerré la puerta y me acerqué a ella para despertarla. Le di un beso en su cabeza, le dije que le estaba preparando su desayundo pero también le expliqué que finalmente había unos obreros trabajando en el quincho en la obra que ella le había reclamado al dueño de la casa. Durante unos pocos segundos me miró como no entendiendo nada de lo que hablaba pero luego, reaccionó y me agradeció por haberme levantado para recibirlos y dejar que ella siguiera durmiendo. Me dijo que se bañaría y que iría a desayunar.

Cuando llegó a la cocina vestía con una camisa blanca -sin corpiño- y unos pantalones de jean ajustados.

Ella sabía que a mi no me gustaba que ella se ponga jean ya que significaba que no iba a existir posibilidad de ver alguna de sus partes bajas. Cada vez que ella se ponía jean dentro de casa, solíamos discutir ya que siempre le decía que aunque estemos solos quería que ella se mostrara y más aún si no lo estábamos. Pero bueno, era imaginable que habiendo obreros extraños en casa no saldría con una minifalda o con un mini short de jean (hecho por mi) que tenía ventilaciones por todos lados. De todas maneras el hecho de que no se hubiera puesto corpiño era todo un logro.

Al verla vestida así, de mi cara se escapó una expresión pícara. Sin embargo, el globo se pinchó ya que me dijo que no se había puesto corpiño ya que no encontró el que quería, pero que en unos minutos iría al lavadero a buscarlo.        

Tomó el desayuno y luego comenzó a lavar las tazas. Transcurridos unos minutos yo me fui a ver si los obreros ya habían entrado todos los materiales, corroborando que ya estaban trabajando en el quincho. Me quedé charlando con ellos y cuando pasaron unos veinte minutos apareció en el lugar Laura quien traía en sus manos una bandeja con galletitas y gaseosa. Saludó a los obreros y dejó la bandeja en una mesa del costado. Cuando bajó sus brazos, luego de apoyar la bandeja en la mesa noté que seguía vestida sin el corpiño.

Yo no daba crédito. Ahora sí se estaba dando una situación de las que me gustaban y lo mejor es que yo no le había pedido nada. Laura estaba frente a dos extraños, vestida con una camisa blanca que debido a la presión que sus pechos ejercían sobre la tela, dejaban apreciar perfectamente que no tenía el bendito sostén. La atención de los obreros se centró, con obvio disimulo, en la figura de Laura quien no paraba de darles charla. Como quien no quiere la cosa, aproveche para ir hasta el jardín y desde allí espiar lo que sucedía dentro del quincho a través de una ventanita que estaba en lo alto de la pared del fondo.

Lo que siguió fue mortal. Estando frente a los obreros Laura se dio vuelta para mostrarles un defecto que existía en el zócalo, y al hacerlo se puso en cuclillas lo que produjo que en la zona de su culo, el jean se baje un poco y aparezca la tanga negra con el signo de $ que tenía puesta en mi sueño antes de despertar esa mañana.

Bueno, agradeceré sus comentarios por mail [email protected] Siempre contesto los mails.