miprimita.com

Diario de Verónica (pasión por mostrar)

en Voyerismo

            Antes que nada, quisiera agradecer a todos por los mensajes y votos positivos que tuve en mis otros relatos.

En esta oportunidad les traigo la historia de Verónica, una joven que se encuentra en sus últimos años del colegio secundario y descubre su pasión por algo que hasta ese momento desconocía: el exhibicionismo. Ese descubrimiento causó en ella un estruendo tal, que necesitó contárselo a alguien pero, sin embargo, como no supo a quién, volcó sus experiencias en una especie de diario que le habían regalado y que hasta ese momento no lo había usado.

            Si bien las experiencias de Verónica fueron, son y serán muchas y sus gustos fueron refinándose con el paso del tiempo, para no cansar al lector decidí dividir este relato en varios capítulos. Les pido que si es de su gusto, dejen comentarios y votos ya que es la única forma que tengo de darme cuenta que quieren continuar recibiendo más entregas. Así, cuando vea que se reunió una cantidad de votos y comentarios razonables, publicaré la siguiente entrega.

            Espero les guste….

Debo comenzar aclarando quienes son algunas de las personas que Vero menciona en su diario:

Anita: su mejor amiga

Lucho: su hermano mayor.

Lorenza: la mujer contratada para hacer las tareas de cocina y limpieza en su casa.

8 de junio

            No se que pasó por mi cabeza pero, lo que haya sido, me gustó.

            Necesito contarlo YA y, por eso, decidí estrenar este diario que me regalaron para mi cumpleaños. No me animaría a contárselo ni siquiera a Anita y eso que ella me ha contado y, a su vez hemos hecho, cosas no contables, pero me avergüenza incluso frente a ella.

            Voy al grano. Hoy a las 6 de la tarde, cuando volví del colegio, no había nadie en casa. Ya estaba atardeciendo y los últimos rayos de sol que podían verse por la ventana, no llegaban a iluminar el living. Sabía que Lucho tendría entrenamiento de rugby y, por ende, no vendría hasta la noche. Papá y mamá, como siempre, llegarían cerca de las 9 de la noche y Lorenza seguramente había salido a hacer las compras para preparar la cena.

            Como dije, no sé qué me pasó, pero al entrar en casa tuve una sensación hasta ese momento desconocida. Podría decir que de pronto me sentí sexy. Si tuviera que describirlo de alguna manera diría que ardía por dentro y que tenía necesidad de que alguien lo advirtiera. Juro que hasta hoy jamás sentí algo así.

El día había transcurrido con normalidad y todo se combinó de manera positiva y armónica para que cuando yo ingresara en casa me sintiera así. El clima exterior era ideal, no había una razón para que estuviera preocupada o nerviosa por algo y, finalmente, la casa se encontraba ambientada de un modo justo. Creo que si hubiera existido algún factor diferente no habría ocurrido lo que contaré y este diario, tal vez, no existiría.    

            Jugar en ese momento con mis manos seguramente calmaría esa sensación pero ahí terminaría todo. Pero …. yo sentía que no quería eso. Es como que si al traspasar la puerta de casa hubiera sido bañada con un polvo mágico que, sorpresiva e intempestivamente, me puso en ese estado. Unos minutos antes estaba normal, viajando en un colectivo repleto de gente y pensando en qué cosas haría el fin de semana. Esa sensación que tuve, fue como de paz y armonía, pero al mismo tiempo de ansiedad. Necesitaba hacer algo caliente.

            Recuerdo una vez, hace un año, que al estar en un probador de ropa, sentí ganas de comprar las prendas que me hacían ver más sexys. Hasta ese momento me fijaba en si me quedaba bien, si combinaba con otras cosas que ya tenía, y si se trataba de algo que mis amigas no tuvieran. Pero ese día fue como que nada me importó. Pese a que no era lo que mejor me sentaba, que no combinaba con nada que tuviera en casa y que no sabía si mis amigas lo tenían y/o le gustaban, sentí el impulso de comprarme – y así lo hice – dos faldas que eran muy reveladoras. Sabía que me costaría encontrar alguna oportunidad para poder usarlas ya que ante la mínima inclinación o viento, se me vería todo, pero sin embargo el impulso pudo más y salí de la tienda con esas dos faldas. Una era con tablas de color blanco y negro,  y la otra era de lycra blanca.

            Esa vez me sentí rara, pues yo no era así. Al hablarlo con Anita me comentó que ella también tuvo ese impulso y que suponía que era normal en todas las chicas. Si bien era algo nuevo y difícil de contar, podía atribuirse al paso que existe entre la adolescencia y la juventud. Sin embargo, lo que me pasaba ahora era diferente. Eran varios pasos más en la escalada de crecimiento.

            ¿Me sentía puta?

            No se bien aún por qué pero lo primero que hice fue desnudarme por completo en mi cuarto y vestirme solo con una camiseta y el short que uso para entrenar en hockey. Digo que no sé bien por qué ya que no era nada muy sexy, pues de hecho el short me queda bastante holgado. Pero bueno, fue lo primero que encontré.

            Hasta hoy jamás me sentí en este estado y nunca se me habían cruzado por la cabeza estas ideas locas.    

            La semi oscuridad del living me tentó para recostarme en el sillón mirando hacia afuera por el ventanal. La imagen del anochecer que iba llegando me llevó a recordar lo bien que la había pasado, hacía unas semanas, cuando en un pijama party, jugamos con varias chicas a masturbarnos con la luz encendida. Mientras pensaba en esas cosas, metí mi mano dentro del short, no con la intención de masturbarme, sino que quería sentir la piel suave, sin vellos ni ropa interior….. Me encanta pasar mis dedos por mi entrepierna y sentir esa suavidad y frescura.

            Pero mientras estaba en ese estado, de pronto sentí que el ascensor se detenía y que alguien se aprestaba a entrar. El ruido de las llaves me dio la pauta de que se trataba de Lorenza. Fue en ese momento que un impulso, que llegó no se bien de dónde, hizo que me hiciera la dormida pero con una salvedad…. Para hacerlo, rápidamente invertí la postura que tenía en el sillón. Me puse de costado, con la cabeza hacia el lado del ventanal y las piernas semi cruzadas. Es decir, para ser clara, tuve ganas, muchas ganas de que mi rajita estuviera visible si es que Lorenza prendía alguna luz y me miraba. El atardecer me estaba dando impunidad pero mientras escuchaba como ella entraba a la casa mi corazón se aceleró por la adrenalina que me producía el riesgo de ser vista en ese estado.

            No soy lesbiana, y Lorenza, para colmo, no es una mujer que pudiera llegar a gustarme, pero debo admitir que en muchas de mis fantasías aparecen mujeres. De hecho, son frecuentes las veces en que me masturbo pensando en lo que veo en los pijamas party.

            Debo aclarar que en los pijamas party, últimamente tomamos la costumbre de que antes de dormirnos, prendemos una luz tenue y comenzamos a tocarnos mientras que alguna, con voz sexy, cuenta sus experiencias sexuales. En esas veces, que ya deben haber sido como cinco, me caliento mucho mirando como las chicas, pero especialmente Anita, juega con sus dedos. Verla tocándose, ver su expresión, sentir sus gemidos, es algo que me mata. Tiene una manera de jugar con dos de sus dedos que me permite ver claramente como se va humedeciendo. De hecho, en esas faenas, suelo acabar más de una vez, ya que esa imagen produce que me corra muy rápidamente. Insisto, no soy lesbiana pero esos juegos me calientan y mucho. Y otra aclaración que quiero hacer es que si bien Anita es una chica muy linda, sexy e inteligente, no es el tipo de mujer con la que buscaría tener sexo. Ella es rubia, y de un aspecto muy fino. Parece salida de un cuento sueco. En cambio si pudiera elegir un tipo de mujer para tener sexo buscaría una chica latina. Siempre me llamaron la atención, las caras y cuerpos de las mujeres altas, con cabello negro, de piel clara, pero con labios gruesos. Con Anita hemos jugado muchas veces pero jamás llegamos a tocarnos entre nosotras o besarnos.

            Por eso es que aquí no importaba si Lorenza me gustaba o no. Lo que sorpresivamente sentí, fue un impulso de lograr que ella pudiera ver mis partes. Podría decir que ni bien me puse en esa postura, y con la adrenalina del momento, comencé a sentir como si estuviera gozando. Algo en mi cabeza estaba produciendo que me humedeciera sin siquiera tocarme. Sentía en mi vagina el fresquito de la soltura y esperaba que Lorenza entrara y mirara hacia esa parte. Ya no había tiempo de arrepentimiento.

            Fue así que estaba acostada sobre el sillón dando una vista clara de mis partes más íntimas pues el short, al ser holgado, se abría dejando libre la visión de quien pasara cerca. Pero tras cerrarse la puerta pasó lo inimaginable. No era Lorenza sino Lucho quien llegó y, para colmo, estaba con dos de sus amigos. Escuchar sus voces me mató. Sentí como si un puñal matara el momento sexy en que me encontraba hasta hacía unos instantes.

            Ya era demasiado tarde para retroceder en mi accionar. Pararme no podía ya que me daba vergüenza que mi hermano y sus amigos pudieran verme de frente pues la camiseta que me había puesto, ajustada, dejaba una vista perfecta de mis tetas. Tampoco había dejado nada que permitiera taparme. Simplemente me encontraba indefensa, recostada sobre el sillón haciéndome la dormida y dejando una vista perfecta de mis partes.

            Lo primero que pasó por mi cabeza era que Lucho al verme ahí, intentaría no hacer ruido y se iría a otro lugar de la casa sin encender la luz. Pero ….. eso no ocurrió. Ni bien entró prendió una de las luces del hall y, por ende, los tres pudieron verme. En ese momento escuché que el primero en verme fue uno de sus amigos que le avisó a Lucho que yo estaba durmiendo. Sin embargo, en vez de apagar la luz e irse a otro sitio, escuché que Lucho dijo en voz baja, a modo de broma, “bueno chicos a ver cuánto me pagan para que los deje seguir viendo este espectáculo”. Desde que entraron hasta que escuché que se fueron a la cocina, pasó como un minuto. Durante todo ese tiempo pude sentir cómo se fueron acercando hasta donde yo estaba. Si bien yo me encontraba con los ojos cerrados e impedida de ver lo que estaba pasando, podía sentir sus pasos, sus movimientos, escuchar cosas que susurraban, etc…

            Jamás me calentaría o jugaría a algún juego sexual con Lucho, pero no se por qué, eso que estaba viviendo en ese momento, me estaba calentando aún más que si la que hubiera entrado hubiera sido Lorenza. Sentir que los ojos de los tres me estaban viendo casi desnuda, producía en mi una sensación única. No era Lucho quien me calentaba, era la sensación de que estaba haciendo algo malo, sucio, prohibido. Me encantaba. Puedo asegurar que me mojé. En un momento escuché que Lucho les decía que pararan de mirar, que era su hermana, a lo que uno de ellos le contestó en tono de broma que se dejara de joder y que no lo interrumpiera.

            Tras ese eterno minuto los tres se fueron a la cocina y me volví a quedar sola. Era esa la oportunidad que tenía para pararme y dirigirme a mi cuarto. Pero…..no. Eso que había vivido, sin lugar a dudas había sido lo más caliente que había vivido en toda mi vida. No sabía por qué razón Lucho no había ido a su entrenamiento, pero sabía que antes de que llegaran papá y mamá debía irse, pues a ellos no les gustaba que cuando llegaban hubiera amigos en casa. Era mi oportunidad de volver a tener un minuto similar al que había vivido.

            De ese modo, decidí seguir con el juego, pero en vez de quedarme en la misma posición, me puse boca a bajo y con una de las piernas semi dobladas hacia un costado. Así, la imagen que ellos tendrían sería muy similar, pero mi cara ya no estaría tan expuesta. Yo podría estar hasta incluso con los ojos abiertos, o hacer movimientos, sin que nadie pudiera notarlos.

            Era una sensación única. Sabía que las partes externas de mi vagina estaban bien visibles. Pude confirmarlo ya que al ponerme en esa posición toqué con mis dedos ambos laterales de mi vagina comprobando que el short no llegaba a taparlas. Los chicos seguramente se estaban preparando algo para comer ya que escuchaba ruidos y, por ende, por unos minutos no correría riegos.

            En esa posición, boca abajo, con mis manos sintiendo mis partes y escuchando las voces de los chicos, intenté volver mi mente al punto anterior a que ellos llegaran.

            Si bien hervía por dentro, comencé a cuestionarme lo que estaba haciendo. ¿Estaba seduciendo a mi hermano y a sus amigos?. ¿Los estaba tentado?. ¿soy una enferma sexual?.... Ese tipo de preguntas comenzaron a rondarme la cabeza y me sacaba del momento en que me encontraba.

Pero de pronto, volví a sentir un fuerte ruido y la voz de Lorenza que se notaba que hablaba por teléfono con alguien. Sí, nuevamente mi corazón volvió a latir con velocidad, pues era evidente que ella había llegado y me estaría viendo ahí recostada y con mis partes expuestas ante sus ojos. Nuevamente no había tiempo de dar un paso atrás y nuevamente sentía que lo que estaba haciendo me gustaba. La voz de ella permanecía ante mis oídos. Claramente ella advirtió que había gente en la cocina y querría terminar su conversación antes de entrar. Pensé …. ¿me habrá visto?. Por lo que ella hablaba deduje que estaría hablando con su madre y los términos no eran del todo buenos. Estaba discutiendo algo relacionado con su salud. Por momentos quería que no me viera, pero al mismo tiempo sentía muchas ganas de que se dé cuenta de que mi rajita estaba ahí. ¿habré mojado el short?.

Los segundos pasaban y la voz de Lorenza no cesaba. De pronto, y mientras seguía escuchándola, sentí que algo me tocaba. Es que mientras ella hablaba se acercó a mi y me estaba tapando con algo. Pero….. no tapó ni mis hombros ni mis piernas….. tapó únicamente mi culo. Y lo hizo de una manera especial, apoyó algo no muy grande sobre mi, y con su mano libre lo aplastó como para que tome la forma de mi cuerpo. Lo sentí como una caricia que me hizo casi alcanzar mi máximo climax.

Ahora sí, tenía la certeza de que ella me había visto. Que había notado que mi rajita estaba a la vista de cualquiera y decidió taparla. Es decir….. la vio!!!. Logré corroborar mi objetivo. Sentir que una persona me había visto desnuda era la sensación más hot que había tenido en mi vida.

Pero…. ¿qué me estaba pasando?. ¿Me volví exhibicionista?.

Lorenza terminó su conversación y se fue a la cocina, pero al mismo tiempo que ella entró, Lucho y sus amigos volvieron al living. Pero….. ahora estaba tapada!. Para colmo, como Lorenza le había dado forma al abrigo (que después me di cuenta que era mi campera de jean) de mi cuerpo, no había manera de que pudiera quitármelo rápidamente sin ser advertida.

Los amigos de Lucho comenzaron a decirle, en voz baja, que así no valía, que él me había tapado, y cosas así. En ese momento, mis manos que estaban en mi zona privada, ya sin riesgo de ser vistas, comenzaron a buscar el botoncito mágico que todas las mujeres tenemos para excitarnos. Sí, comencé a masturbarme lentamente frotando suavemente mis dedos por los labios vaginales. También, aprovechando lo mojada que estaba, poco a poco iba introduciendo en mi rajita uno o dos dedos. Así estuve unos momentos, hasta que de pronto escuché que uno de los chicos le decía a Lucho que si a la noche yo le decía a él – a Lucho – que me ardían las orejas, era que él estaba recordando lo que había visto al entrar en la casa.

Escuchar eso me hizo llegar a un orgasmo único. Incluso sentí ganas de retorcerme, gemir, y de hasta gritar. Pero … no podía hacerlo.

Tras esos comentarios los tres se fueron y yo aproveché para ir a bañarme. El juego, por hoy, solo por hoy, había terminado.