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La solución final

en Confesiones

Hace un año que entró en vigor la directiva federal de delitos sexuales. Solo en la ciudad autónoma, centenares de personas incluidas en la ley como "desviados sociales" han sido deportadas a campos de internamiento mixtos, en régimen de aislamiento e incomunicación con el exterior, a veces solo con simples denuncias sin probar. El día 5 de cada mes, nuevos casos de homosexuales masculinos y femeninos "oficialmente probados" son llamados a presentarse para ingresar en esos campos. Los que no lo hacen son perseguidos con orden de tirar a matar.

Los fuera del sistema se han organizado con los pocos medios todavia no controlados por el gobierno. Colectivos como Anonymus intentan ayudar a los perseguidos que, en algunos casos, desean terminar con una vida predestinada a la persecución y a un triste final en esos campos. Es el caso de Ann, una ingeniera de comunicaciones de 32 años denunciada como lesbiana. Veronica una prostituta de 16 años, perseguida por la justicia. Tom, de 33 años. Gay. Abogado del turno de oficio y Alex de 30 años, un Médico en paro forzoso considerado como peligroso social por ser gay.

Ann y Vero se encuentran en el bar al que habían quedado a través de unos mensajes encriptados por Anonymus.

—hola, tu eres Ann no?

Se saludan

—quieres que nos sentemos?

Se sientan

—bueno, qué te parezco. Tu me gustas mucho. Eres menor?

—gracias, tampoco estas mal, pero mi intención no es ir a despedirme de la vida follando. No soy less. Y a lo segundo no, cumplí 18 la semana pasada. Oye, no quisiera perder el tiempo, y dado lo que vamos a hacer podemos ir al grano no?

—claro.

—qué te ha impulsado a meterte en esto? Si prefieres que sea yo quien hable primero...

—no, es igual. El cansancio. Mi vida ha sido muy ordenada desde que nací. Me he acostumbrado a vivir con pautas y he dicho basta. Bueno, eso y la perspectiva de la nueva ley. Mi ex me ha denunciado y estoy bajo sospecha. La multinacional en la que trabajo me ha protegido hasta ahora pero es cuestión de tiempo qq me toque. No me apetece nada huir y esconderme o acabar en un campo.

—has estado casada?

—si, diez años, dos hijos, un infierno. Tuve una debilidad y me pilló con una amiga. Ya sabes lo que significa. Divorcio express, perdida de custodia y bienes. No volveré jamás a ver a mis hijos. Peor le fue a ella, directa al campo núm 2. Menos mal que no me dejaron sin trabajo y he podido sobrevivir. Hasta cuando? No lo se. No tengo ideales, esperanzas de futuro, ni amistades, familia o similar. Se acabó. Ya está. Y tú? Perdona pero pareces tan joven para verte en esto.

—nací cansada. No me dieron tiempo de aprender a cansarme. Cansada de vivir. No he tenido padres ni hermanos. Mis primeros recuerdos en la casa de acogida es del daño que me hacia la polla de aquel horrible ser que me follaba cada noche.

—joder.

—si, eso... Joder. Después vinieron las humillaciones, las palizas... Y joder, siempre joder.

—vaya vida. Y los servicios sociales? No hicieron nada por ti?

—ja... No me hagas reír. El primer supervisor se turnaba con el monstruo. El segundo más de lo mismo pero me azotaba con más saña. Donde están los servicios sociales?

—y cuando te libraste de ellos?

—hará dos años. Me fui de casa. Me gané la vida en la calle. Hace dos meses vi la página. Me la recomendó una amiga. Reuní todo el dinero y aquí estoy.

—no has pensado en denunciarlos? No tendrías porqué llegar a eso.

—he hecho algo mejor. Ayer mismo maté al tercero. No tengo marcha atrás. Prefiero esto que el corredor o la cárcel. Satisfecha?

Por un procedimiento similar han quedado los dos hombres en la escalinata del ayuntamiento. Tom reconoce a Alex por su camisa.

—hola, eres Alex verdad? Soy Tom.

—quieres que vayamos a tomar algo y hablamos?

—te importa que paseemos? No me gustan los locales cerrados.

—lo que quieras.

Los dos hombres pasean por la arboleda

 

—supongo que no te vas a echar atrás verdad?

—porqué me haces esa pregunta?

—no sé, se me hace difícil al verte.

—lo mismo podría pensar yo no?

—están las cosas muy mal para nosotros. Me acaban de echar del trabajo. Contaba con ello pero después de dejarme la piel diez años siempre duele. Es cuestión de tiempo en que acabe en un campo.

—a mi me llegó la notificación ayer. El próximo día 5 tengo que presentarme... no te dejas a nadie?

—murió el mes pasado. No tengo nada que me retenga.

—yo tampoco... Bueno, es lo que hay. Sabes algo de las chicas?

—me mandó un mensaje Ann anoche. Ayer conoció a Verónica. Dice que es una cría. La ha escondido en su casa porque la busca la pasma. Me contó que ha tenido una vida muy perra.

—como casi todos.

Estamos en la estación de metro Chueca, donde han quedado en encontrarse los cuatro. Después de las autopresentaciones habla Ann, la que ha mantenido los contactos con Anonymus.

—la cabaña esta lista. El coche estará aparcado antes del 5 frente al cine The Movies, un discreto sedan negro. Estará abierto y con las llaves puestas, así que tenemos que turnarnos para vigilar y cogerlo nada más que aparezca.

—pues si, porque mañana estaremos ya a dos. Y cuando esté... Qué ?

—propongo que nos veamos discretamente cada día en el parque Francisco Franco sobre las 20 h. Cuando el coche esté salimos el día siguiente. Conducir de noche puede parecer sospechoso. Alguna idea?

Nadie dijo nada.

—vale, pues preparemos los turnos nosotros tres. Vero no cuenta. Ah, los móviles los dejamos en la vía. Alguna otra sugerencia?

—y el viaje hasta allí? Porque donde está ese maldito refugio?

—el mapa estará en la guantera. Anonymus cree que no habrá mucha policía durante ese trayecto, pero que si nos paran nos comportemos como matrimonios bien avenidos. Carantoñas y eso. Que no sospechen y comprueben.

—si, porque nosotros dos ya estamos fichados.

—desde hoy yo también lo estoy. Esta mañana me ha llegado el despido, el embargo de bienes y la citación para el día 5.

—estonces la única que no figura en ese listado soy yo je je.

—pues no se qué es peor niña, estar fichado por peligroso sexual o por asesina.

Los cuatro rieron por no llorar.

Han pasado tres días, tres angustiosos días. Ayer Tom apareció a la cita del parque a bordo de un vetusto Chrysler. Al día siguiente emprenden viaje a su destino. Los cuatro van en silencio. Conduce Tom. Tienen pocas ganas de hablar. Saben que no es un viaje de recreo. Todavia quedan sus buenas cuatro horas. Por el retrovisor Tom observa un coche de la policía que se acerca con intención de que se detengan.

—la poli nos va a parar. Conservad la calma.

Efectivamente se trata de una inspección. El agente se acerca. Instintivamente Vero que va detrás mete su mano por la bragueta de Alex. Cuando el madero asoma por la ventana lo ve. Vero mira sonriente mientras masturba a Alex que tiene una fuerte erección.

—circulen.

—uff, qué susto.

—oye, tú no eras maricón? Joder qué pollón se te ha puesto. Bueno, ya estamos tranquilos no?

—no Vero. Si el guardia reconoce el coche y a alguien de nosotros cuando reciba el parte de los que no se han presentado para ser internados, la policía tendrá una pista para buscarnos.

Cinco horas después, y tras muchos vericuetos y haberse perdido tres o cuatro veces, llegan a la cabaña, un lugar prácticamente imposible de encontrar sin una guía como la que ellos disponen. Para el coche y salen. Quedan impresionados por la belleza del entorno.

—joder, qué sitio tan increíble.

—si, para pasar unas buenas vacaciones.

—tampoco es mal lugar para lo que venimos no? Bueno, descargamos y llevo el coche lo más lejos posible para ocultarlo.

—y eso?

—tiene razón. Los helicópteros de la poli lo corren todo. Alex, te acompaño?

—eres una urbanita Ann. Llevo dos años no haciendo otra cosa que deporte. Volveré antes de que anochezca.

Seis horas más tarde aparece Alex. Los otros tres están sentados. Ya es de noche.

—estábamos preocupados. Donde lo has dejado?

—a unos veinte km. No creo que lo relacionen con este lugar. Oíd, cuanto menos luz mejor no? Hace calor.

Alex se quita la camisa y se sienta. Come algo. Lee la desesperación en los rostros de sus compañeros. El silencio pesa como una losa. Por fin alguien rompe el silencio. Es Ann.

—cuanto tiempo pensáis que tendremos a partir del día 5?

—mi experiencia es que la eficiencia de la policía deja mucho que desear. Tu Vero, debes de estar a estas alturas en caza y captura. A vosotros y a muchos más que no se presentaran ese día también os pondrán. Nosotros no nos conocemos, así que es casi imposible relacionarnos. El coche se compró en un desguace sin factura. Confío en Anonymus con la cabaña. Qué se yo... Quince días? Un mes?

—nosotras cometimos un error.

—qué dices.

—si Vero, nunca debimos quedar en aquel bar. Hay confidentes por todas partes.

—bueno Ann, ya está hecho. No vale la pena lamentarse ahora.

Alex se despereza. Está cansado. Ha corrido más de 20 km por el bosque campo a través después de enterrar el coche. Hasta para un deportista como él es demasiado.

—me voy a la cama. No he visto el interior. Donde me meto?

—hay dos cuartos. En el del fondo estamos nosotros. Solo hay una cama. No te importa verdad?

—Tom, no sólo no me importa. Es que quiero follar contigo esta noche... Si no te importa.

—hemos venido a eso no? Vamos, te acompaño.Las dos chicas se quedan solas viendo a los chicos caminando hacia su primera noche de sexo.

—míralos, qué felices van.

—Vero, has estado alguna vez con una chica?

—no, y no por falta de ganas, pero si además de puta, tortillera, ya me dirás donde estaría yo ahora. Pero esta noche me estrenaré aquí contigo quieras o no. Me ponen las rellenitas sabes? Aunque esa verga de Alex... Me la voy a comer entera si o si.

—gracias, no se si voy a ser buena compañera de cama.

—Ann, ya estamos muertas. Cuando antes te hagas a la idea mejor.

—oye Vero, puedo pedirte una cosa?

—dime.

—quiero que seas tu. Yo no voy a tener fuerzas. Me clavarás una daga en el vientre? Compre una en un anticuario. Por favor...

—pero Ann, no te vas a enterar con la pócima. Caerás en un sueño profundo del que no despertarás. Para qué sufrir?

—tengo que suplicártelo?

—no Ann, descuida. Haré lo que me pides.

Durante un buen rato las dos vuelven a caer en un profundo silencio. Solo se oyen los bichos del bosque y el rumor del viento. Las saca de su ensimismamiento unos gritos de los chicos al correrse. Se sonríen.

—esa es la actitud.

—si, ya me gustaría a mi tenerla.

—Ann, te voy a contar una cosa. No quiero contarla a los chicos. Uno de mis clientes era caporal en el campo de Salinas, creo que el Nº 3. Me contó lo que pasaba en ese campo.

—no tengo ni puta idea; lo mismo que en los otros creo. Qué te contó?

—de veras quieres saberlo?

—si.

—a los chicos los castran nada más entrar. A las chicas les hacen la ablación del clítoris.

—vaya, qué ocurrentes.

—cuando se recuperan los dejan juntos en un espacio común rodeados de un muro y Torres de vigilancia, todos mezclados, sin guardianes. Hay unos barracones y unas letrinas. La ropa de cama pasa meses sin reponer. La comida la tiran por encima del muro. Dentro impera la ley de la selva. Todos los días recogen cadáveres sobretodo de mujeres. Tienen los genitales destrozados de ser violadas y torturadas. Los hombres también mueren. A todos les falta el pene.

—vale Vero, no sigas

—no prefieres esto Ann? No lo prefieres? Anda, vamos a la cama.

Vero intenta infructuosamente que Ann tengo una chispa de deseo, pero no lo consigue. Al final muertas de cansancio, caen en un sueño profundo y poco reparador.

La mañana está muy avanzada cuando aparecen los hombres. Vero y Ann están en bikini tomando el sol.

—hola chicas, como lo lleváis?

—no tan bien como vosotros por lo que veo.

Por toda respuesta Tom besa en la boca a Alex.

—descubristeis el amor, queridos?

—ya que vamos a palmarla, disfrutemos lo que podamos. Y vosotras qué?

—me parece que estoy semando la fiesta a Vero.

—oye Alex, le has dado la exclusividad de tu divina verga al culo de Tom? No podías dejársela al mío un poquito?

Tom y Alex se miraron. Vero puso cara mimosa. Ann no decía nada.

—desde cuando no estás com una tía desnuda Alex?

—uff, ya no recuerdo si en el instituto o el primer año de medicina. Si no contamos los cadáveres claro.

Todos rieron.

—y qué tal te fue, venga cuenta.

—mira lo que me gustó que ni me acuerdo. Y tu, letrado?

—tuve un lío con una que defendí hace mucho. Nada. Pero he de reconocer que las tías, aunque más insípidas, huelen mejor. Bueno, no se yo si Ann con esos sobacos peludos...

—hoy no me he duchado. Con el calor que hace estarán guapos. Quieres acercar el hocico nene?

De nuevo risas.

—oye Vero, tiene Ann el coño tan peludo como parece?

—ah, no se. Anoche sin luz ni luna se veía poco. Díselo tú Ann.

—mujer, pero al tacto...

—eh chicos, a qué tanto interés. Os habéis cambiado de acera así de repente?

—yo no se Alex, pero pienso follaros a las dos.

Vero se levanta.

—esta conversación ya me está poniendo mala. Voy a darme un baño.

—voy contigo.

—pues este y yo vamos a desayunar. Luego nos vemos.

En el lago Ann y Vero están nadando. Se oye un ruido creciente. Es un helicóptero. Tom les grita que se escondan. A toda prisa se meten bajo los árboles, justo a tiempo. Una vez pasado el peligro vuelven a la cabaña. Ann se pone a llorar. Los demás la consuelan. Una vez más tranquilos...

—creo que debemos dormir de día y vivir de noche. Es peligroso dejarnos ver.

—sabéis qué día es hoy.

—lo sabemos Alex.

—nos queda una semana. No se si seré capaz de aguantar tanto.

—ya vale de pensamientos negativos joder. Estamos bien aquí, donde difícilmente nos encontrarán si tomamos precauciones. Muy buena idea Tom lo de dormir de día. Tenemos el congelador a tope de comida. Porqué pensar ya en cuando nos van a detener? A ver...

—Vero...

—dime Alex.

—quiero verte el coño.

—y yo tu polla, no te jode.

—quid pro quo vale?

—me voy a la cama. No se como podéis hablar de tantas chorradas.

Ann se va a la habitación. Se desnuda y se pone a llorar. El resto está en silencio. A pesar de las bromas también les pesa la situación. Vero es la única que conserva un cierto talante positivo.

—si nos dejamos llevar por la desesperación vamos a acabar muy mal.

—tienes que entender a Ann. Es muy sensible. Os dais cuenta de que nunca nombra a sus hijos?

—oye chaval, aquí todos somos sensibles. Tú tienes... No se, treinta tacos? Yo dieciséis, os sea, he vivido la mitad que tú.

—no tenias 18?

—os mentí. A buena hora me hubierais dejado ir con vosotros. Soy puta desde los 14, y es el mejor periodo de mi vida. Sabéis si me pillan lo que me van a hacer? Os lo imagináis no? Pues hala, seguid llorando. Me voy a ver a Ann.

Vero va a la habitación. A base de ruegos la calma. Consigue que acepte un masaje. Y así, rodando rodando se encauza la cosa...

Ya ha anochecido. Después de haber follado con Ann, Vero se ha quedado dormida. Se despierta sola. Ann no está. Echa de menos una buena ducha, pero ay, esas comodidades no están en esta cabaña. Sale fuera en ropa interior. Los chicos están sentados.

—hola bombón. Ya has amanecido?

—y Ann?

—lleva media hora ahi detrás en la ducha.

—una ducha?

—si una exterior que ha podido hacer funcionar. No tiene agua fría pero con el calor que hace...

Vero se va detrás de la cabaña. Alli ve entre unos trastos un cubículo y Ann de espaldas duchándose. Ver su orondo culo le levanta la libido y se acerca a ella abrazándola. De nuevo la lujuria se apodera de las dos. Después de un rato de pasión por el césped, vuelven al club.

—parece que el sexo mueve montañas eh?

—has vuelto Annie?

—iros a la mierda.

—vaaale guapa.

—oye Annie. Han aprovechado para olerte las axilas antes de ducharte?

—na, tanto interés que tenían y ni caso.

—oíd, ya se que muermo la fiesta pero ahi dentro hay un transistor y pilas. Queréis que oigamos las noticias de las nueve?

—me parece bien Tom, esconder la cabeza como el avestruz no conduce a nada.

—si que me parece que el sexo te ha reviscolado Annie.

Tom entra a por la radio. Los cuatro se acercan con interés:

<< Buenas noches, son las noticias de la 2. Como cada día 5 la policía de seguridad de la ciudad autónoma ha trasladado a las zonas de internamiento a 36 personas formalmente declaradas de alta peligrosidad social. Otras trece no se han presentado a los puntos de reunión. Se requiere de la colaboración ciudadana para su localización. Sus nombres son:

... Tom Estivill... Alexandre Dernia... Ann Moore...

Se recuerda que son altamente peligrosos, y cualquier indicio de su paradero deben comunicarlo al 091.

Por otra parte, la brigada criminal sigue tras la pista de la prostituta Verónica Luengo, la triple asesina de dos funcionarios de los servicios sociales y de su padre de acogida. La policía trabaja con nuevos indicios. Al parecer fue vista en el bar Penny Malones hace unos días, en compañía de una mujer cuya descripción encaja con la fugitiva Ann Moore, por lo que la policía cree que puede que hayan escapado juntas. También se baraja otra pista precedente de un agente de tráfico, que cree haberla visto junto con otras tres personas en la interestatal 12, otra mujer y dos hombres en un Chrysler negro del 89, que se dirigía al norte. Dos equipos de búsqueda con mastines rastrearán el bosque negro las próximas horas.

La alcaldesa Rita Mclapendon ha inaugurado...>>

Tom apaga la radio. Se hace el silencio, que rompe Ann:

—bueno, se acabó. Y yo que me sentía como en El Decameron... Y resulta que la peste llega antes...

Y de nuevo se hizo el silencio. Tom que había estado pensativo empezó a hablar.

—hace un par de años representé a unos padres en una demanda contra la policía. Una de esas brigadas con perros estaba ociosa en el parque que está frente a la Central de Seguridad. Soltaron a los animales para que corretearan. Los enormes mastines se lanzaron a por una niña que jugaba con su madre. Al verlos echó a correr. Los maderos también....

—y?

—cuando llegaron y los pudieron controlar, la niña ya estaba muerta. Le habían abierto el vientre y se estaban comiendo su hígado y riñones... Los entrenan para eso.

—fueron absueltos.

—qué fuerte.

—yo no sé vosotros pero para mi esto es una liberación, el fin de la incertidumbre. Al amanecer yo me voy. Si se comen mis vísceras no me enteraré.

Tras haber oído las noticias y haberse percatado de la velocidad de los acontecimientos, y de la cercano del desenlace, de nuevo un espeso silencio cae sobre el grupo. Otra vez es Ann quien lo rompe.

—Tom, tu tienes fantasías?

—como todo el mundo Ann. Porqué lo preguntas?

—bueno, en vez de contarnos cuentos como en el Decameron, nos podemos contar fantasías no?

—la mía es muy fácil, poder follar con quien me apetezca.

—las mías son tan sucias que me da vergüenza contarlas.

—venga Alex, no será tanto.

—de veras no nos las vas a contar?

—las contaré, pero antes que nos cuente Ann las suyas.

—porqué yo?

—porque tú has empezado. Te toca.

—vale, empezaré yo, pero hagamos una rueda. Después de mi Tom, Alex...

—vale llevarlas a la realidad si a alguien le apetece hacerlo? Si hay consenso, claro.

Lo ha dicho Vero. Los otros se miran. De nuevo Ann.

—yo no se qué pensáis los chicos. Por mi OK.

—vale, de acuerdo. Alex?

—si os ponéis así... Pero os advierto que... En fin, adelante.

—pues yo he tenido muchas en esta vida, pero una me marcó especialmente, la primera fantasía a los ocho años. Fue con mucho la más intensa y duradera.

—coño, qué precoz.

—en casa de una amiguita vi un cuento ilustrado. Era de una niña que salía al campo a cazar mariposas. Las llevaba a casa y les clavaba en la pared con una aguja. Un día la niña iba de caza, pero salió un ogro, también con una red, y fue a por ella. Corrió pero fue cazada. El ogro la llevó a su cueva. La desnudó y la clavó en su pared, desde había muchas mas niñas desnudas como ella. Se retorció pidiendo piedad.

—hasta que despertó, no?

—si, claro, pero yo hubiera preferido que se hubiera desangrado hasta morir.

—joder, tía. Y yo que pensaba que las mías eran sucias.

—estuve muchos años imaginando que yo era una de esos trofeos. Me clavaba agujas en mis pezones, en mi vientre... Hasta en mi vulva lo llegué a hacer. Me corrí tropecientas veces con esa fantasía.

—no hace falta preguntar si quieres hacerla realidad.

—la voy a hacer realidad Tom. Mañana cuando salga el sol Vero me clavará un cuchillo en el vientre. El olor de la sangre atraerá a los perros, así que seré la penúltima. No Vero?

—si Annie. Así será.

El ambiente se había distendido. Una nueva y subyugante atmósfera caía sobre el grupo. Las pasiones, la curiosidad, los deseos... habían abierto una brecha en la cerrada angustia. Tom cogió el turno.

—creo que me toca a mi, pero después de esto... Veréis, los abogados no tenemos mucha imaginación, así que fantasías fantasías... Solo he tenido una: vestirme de mujer.

—bah, pero eso. Es muy común en los chicos, incluso en los heterosexuales.

—yo lo he hecho muchas veces Tom.

—lo que ocurre es que empecé a los seis años. Veréis, tengo una hermana gemela. Desde esa edad jugábamos a ponernos la misma ropa. Yo no me sentía bien en todo el día hasta que estábamos solos en nuestra habitación. A ella le encantaba. Decía que éramos hermanas. Cuando nos quedábamos solos en casa íbamos al vestidor de mi madre y nos poníamos su lencería. Era genial, pero había una cosa. Le gustaba mucho mi pene también. Cuando hacíamos la siesta me pasaba a su cama y me desnudaba. Siempre lo tenía en su mano. Me lo besaba, mordía. Y cuando se empinaba se ponía muy contenta. Yo no sentía ningún deseo pero me gustaba que lo hiciera, aunque lo que realmente quería es ponerme su ropa. Empezó una especie de conflicto de intereses, ya que ambos teníamos nuestras preferencias. Cuando ella cumplió once años y empezaron a salir los pelitos en el pubis nos separaron. Era igual. Cada noche seguía metiéndome en su habitación en silencio y había un tira y afloja que empezó a cansarme. Se fue haciendo mujer. A mi también me empezó a crecer vello y verga. Un día me pidió claramente que se la metiera por su ano para no quedarse embarazada. Yo no tenía ningún interés y me negué. Empezó a insultarme llamándome maricón. Ahi se rompió todo.

—y qué pasó, no volvisteis a llevaros bien?

—no, jamás. A los quince años tenía las preferencias sexuales bastante claras. Una tarde mis padres no estaban, y llegarían muy tarde. Estábamos un amigo del cole y yo. No se como paso pero nos toqueteamos, nos desnudamos y... Bueno, fue mi primera vez. La mala suerte es que ella nos vio.

—joder tío, qué mala suerte.

—si. Se lo dijo a mis padres. Me sacaron del colegio y me llevaron a un internado, en Burbáguena, para jóvenes difíciles. Ya se consideraba a los "invertidos" como nos llamaban unos delincuentes. Me trataron como tal: palizas, humillaciones, disciplinas. Los Dominicos recordaban muy bien su pasado inquisidor. Cuando salí parecía que se había olvidado todo,pero mí hermana seguía siendo muy raspa conmigo. Entré en la facultad de derecho y acabé liándome con Salva. Cuando acabé decidí salir del armario y me fui a vivir con él. Estonces no estaban las cosas como ahora pero casi, y con mis antecedentes... Mi familia no quiso volver a saber de mi. Cuando a Salva lo mataron de una paliza ninguno vino a acompañarme al sepelio.

—pero tu fantasía... Imagino que la pondrías en practica muchas veces con Salva, no?

—después de lo de mi hermana no he vuelto a ponerme una prenda de chica jamás.

—qué tal una orgía chicos? A ver si aliviamos nuestras penas, venga.

—no me van las multitudes.

—ni a mi.

—Tom, quieres follar conmigo ahora? Te dejaras hacer una cosa?

—claro Annie, iba a pedírtelo.

—Vero, nos vamos a nuestro cuarto. Tengo alli la ropa interior.

—vale chata, luego nos vemos.

Mientras Tom y Ann entraban muy contentos, Vero miraba a Alex, que le sonreía.

—no querías ver mi polla?

—no Alex, quiero que me la metas entera, por delante y por detrás.

—no se si cabrá en ese culito. A Tom no le ha cabido.

—yo soy yo. Quieres probar?

Why not? Entremos

Así que los cuatro decidieron hacer un descanso en sus últimas horas de vida. En el amplio cuarto de las chicas Tom y Ann se besan y retozan.

—espera.

Ella busca algo en su maleta.

—toma, creo que no te quedará mal. Aquí las bragas y las medias. Venga.

—es una preciosidad Annie, como se te ocurrió traer esto?

—bueno, si una se va a ir al otro mundo... Nunca se sabe no?

Tom se pone el corsé, las medias y las bragas. Está feliz.

—gracias Annie. No se como...

—yo si lo sé. Quiero que el chico gay estrene una cosa de una chica less. Te imaginas lo que quiero?

—de veras es la primera vez?

—nunca dejé que mí exmarido lo hiciera. Veo que te gusta la idea.

Por toda respuesta Tom besó a Ann en la boca. Su miembro duro y palpitante asomaba fuera de las finas bragas de fantasía. Mientras estas cosas del joder pasaban en un cuarto, en el otro Vero y Alex estaban sentados desnudos en el catre.

—es más grande de lo que creía chaval. Me gusta su tacto, mmm.

—desde que me metiste mano en el coche me juré que te rompería el culo.

—déjame probarla antes.

Y Vero se arrodilló para comerla la enorme verga. Alex gimió...

 

Cuando unos sudorosos Ann y Tom salen al exterior, Vero y Alex ya están cómodamente aposentados.

—vaya figurín, qué bien te sienta

Y es que Tom no se ha quitado el body en toda su ración de sexo con Ann.

—qué bien huele la mezcla de sudor y semen. Ann estarás perfumada a tope. Venga, quítate las bragas.

—bueno, quiero que sepáis que me han dado por el culo por primera vez, y aunque estoy un poco dolorida empiezo a comprender a los gays.

—eso de masturbarse mientras te taladran por detrás es un lujo. Annie, te ha metido la lengua jugando con el esfínter mientras con el pulgar te masajeaba el clítoris?

—esa ha sido mi tercera corrida... Y yo casi nunca llego a dos. Tom es un maestro.

—y que lo digas.

—tendré que probar yo también. Me guardarás un poco Tommy?

—tú calla samurai, que eres una samurai. Le ha entrado todo Tom. Tú te crees? Hasta la raíz.

—por el coño?

—por el coño y por el ano. Esta tía no tiene límites.

—de veras Vero?

—una es así, je je.

—Alex, no es por incordiar... Te toca.

Alex se toca la mejilla. Tiene que contar su fantasía y aunque reina una total confianza con el resto, tiene sus dudas.

—venga Alex, no será tan grave.

—el verano en que cumplí diez años mis padres estaban a un paso de separarse. Había tantas discusiones y enfrentamientos que decidieron que pasara unos días en casa de mi tío. Está muy cerca de las montañas del oeste, unas casitas humildes desperdigadas junto a la carretera rozando el pinar y un barranco seco. Un lugar idílico para jugar y solazarse a esas edades. Mi primo Kim tenía un año menos que yo. Al llegar me asignaron una cama en su habitación. Después de cenar Kim me invitó a ir con él. Acostumbrado a las férreas reglas de mi casa, y ver que lo hacía con la mayor naturalidad del mundo, le dije que sí contentísimo.

—vamos al refugio. Conocerás a Dory

—su amiga Dory era de mi edad, diez años. Mientras íbamos hacia su casa me contó que iban siempre juntos, y no tenían mucha relación con otros niños de la colonia.

—es aquí.

—Estábamos bajo un enorme pino. Desde arriba oí —hola—. Era Dory que nos saludaba asomada en su casita de árbol.

—este es nuestro refugio.

—Dory nos lanzó una escalera. Kim subió con agilidad. Yo, un pobre niño de ciudad, me las vi canutas, pero finalmente llegué.

—pobrecito...

—si, pero llegué no? Dory era una niña rubia con trenzas, flacucha muy pecosa, con una mirada muy penetrante. Parecía estar siempre vigilante. La recuerdo todavia como una persona inquietante, que intimidaba, y dejó claro desde el principio quien mandaba allí.

—Alex, quieres ser de nuestro grupo secreto?

—Extrañado le pregunté qué era eso.

—somos vampiros y comemos sangre humana. Si quieres ser de los nuestros has de dejar que comamos de la tuya. Después podrás comer de la nuestra. Estás de acuerdo?

—joder Alex, eso son palabras mayores. Venga sigue, que está muy interesante.

—sois unos morbosos. A esas edades todo lo extraño y misterioso te atrae, así que sin saber exactamente lo que hacía le dije que sí claro. Solo pregunté estúpidamente.

—pero me haréis daño?

—desnúdate — contestó Dory, y ellos también se quitaron la ropa.

—Ahora túmbate que vamos a comer tú sangre roja.

—sangre roja... Que no es siempre roja?

—hay sangre blanca también. Luego lo veras. Vamos Kim.

—Y cada uno de ellos se pudo a chupar mis pezones. Bueno, más que chupar los libaban. Lo hacían tan fuerte, sobretodo ella, que empezaron a hacerme daño, pero no dije ni mu. Kim se cansó pero ella no paraba. Miré el pecho donde había chupado Kim y la vi, efectivamente había sangre. Pero Dory no paraba.

—por favor Dory, me haces mucho daño.

—levantó la cabeza, como con fastidio, por haberla interrumpido. Tenía los labios rojos de mi sangre.

—ahora tengo que chupar tu sangre blanca. Tú no Kim.

—y apartó a mi primo, que estaba claro allí no pintaba nada. Se puso entre mis piernas, las separó para llegar mejor a mi pene, y se lo puso en la boca, y...

—seguro Alex que nos has equivocado el bando?

—no Tom, seguro, pero a esas edades nunca se sabe.

—la que sabía era ella.

Risas

—si, pues chupó, lamió, extorsionó, hasta que tuve un estremecimiento y me puse a temblar. Y salió, mi primera corrida y mi primera eyaculación. Se la tragó entera.

—se levantó y se puso en cuclillas sobre mi cabeza, plantando su sexo en mi boca.

—chupa mi sangre Alex.

—ya tenía sangre blanca saliendo de allí, así que seguí sorbiendo.

—y...

—se corrió claro. Me llenó la garganta de su zumito. Por poco me ahoga. Y eso fue mi bautismo de fuego con la sociedad secreta.

—oye, y su sangre roja.

—se debió quedar satisfecha porque no me dio pezón.

—oye Alex, tanta impresión te causó si eres gay?

—eso Ann me dejó frío. Lo que vino después no tanto. En los otros días que pasé en casa de mi tío, Dory venia a buscarme por la mañana, cuando Kim no podía venir porque tenía que estudiar. Allí en el refugio nos "extraíamos" sangre sin parar, pero el último día, estábamos desnudos y sudorosos después de la chupada. Ella, cuando supo que yo me marchaba por la tarde me dijo.

—te gustaría que en vez de sangre comiéramos carne?

—carne?— pregunté —qué carne? De Kim?

—no, Kim es un crío. Yo comeré de la tuya y tú de la mía.

Alex hizo una pausa. Se le había transformado el rostro.

—os juro que no recuerdo nada en mi vida que me turbara más. Su mirada, ya de por sí penetrante, me traspasó como agua. Esa cría delgaducha y pecosa era una auténtica bruja, y yo estaba a su merced.

—serás capaz Alex?

—Levantó el brazo derecho Y señaló con su dedo índice de la mano izquierda debajo de la axila.

—ya era tarde para echar a correr. Estaba deseando hacerlo. Agarré entre mis dientes todo lo que pude abarcar de su carne y mordí, mordí, mordí... Oí el crujido y mi boca se llenó de sangre caliente. Seguí apretando. Mis dientes se clavaban más y más, pero... No tuve valor y solté mi presa. Ella no había emitido queja o gemido alguno, pero tenía los ojos llenos de sufrimiento.

—no me has comido, no me has comido.

—joder...

—por toda respuesta levante mi brazo dispuesto a pagar mi deuda. En ese momento tenía la mayor de las erecciones de mi vida. Me dolía la hinchazón de mi pene, y no era por esa niña desnuda y desafiante que se acercaba a mi costado, era por algo oscuro y maligno que me atrapaba. Dory mordió, y fue como si una llama quemara mi costado. Tuve fuerzas para aguantar mi brazo en alto mientras un trozo de mi piel y músculo eran arrancados y deglutidos por Dory.

Alex se calló. El silencio se hizo presente en el resto. Pasaron unos minutos. Vero lo rompió.

—no tengo edad ni conocimientos pero las fantasías de Ann y de Alex poco o nada tienen que ver con el sexo. Es algo, no sé, atávico, profundo... No creéis?

—estoy seguro de eso Vero.

—y tú? Eres muy joven pero muy sabia. A ver, cuéntanos.

—como ya os dije mí única fantasía era follar con quien me diera la gana, y que me dejaran en paz. Lo primero lo he podido hacer muy pocas veces. Lo segundo empecé a conseguirlo cuando cumplí 12 años. A esa edad mi padre adoptivo dejó de poder follarme. Ya no podía. Era más fuerte que él. Sabía que la próxima visita del tutor de los servicios sociales supondría ser violada y torturada, porque no podía con los dos, pero me daba igual. Un año tardé en conseguir que me dejaran en paz, pero hasta estonces lo pagué muy caro. Después, ya haciendo la calle, hubo una redada. Dos maderos se propasaron y los tumbé a los dos. A uno le saqué un ojo. Llegaron refuerzos. No se como pero escapé sin que me tocaran un pelo. Desde estonces soy una proscrita. Una compañera que hacía de puta de damas de la alta sociedad fue calificada como lesbiana, peligrosa social, y escapó gracias a Anonymus. Me debía unos favores y me dio las señas.

—y aquí estoy. Y tengo una fantasía, una asquerosa fantasía.

—cuéntanosla Vero, venga.

—va por Alex. Lucha conmigo. Si me ganas puedes comerme hasta hartarte.

—porqué tendría que hacerlo?

—porque te recuerdo a Dory. Mientras nos contabas lo que te sucedió con ella no dejabas de mirarme. Te mueres de ganas de hacerlo.

—das por sentado que vas a perder. Y si ganas?

—me comeré tu polla. Total, ya no te va a hacer falta.

—coño, os habéis vuelto locos?

—no Ann. Lo desean. Mira sus pezones... Mira la verga de Alex.

—vamos Alex?

—vamos Vero.

Y Alex y Vero lucharon, fieramente, a por todas. Lo hicieron hasta caer extenuados, sin vencedores ni vencidos.

—está amaneciendo.

Los tonos anaranjados teñían el cielo sobre las montañas. Vero se levantó y se tumbó boca arriba. Alex la siguió, se inclinó sobre ella y la mordió en su vientre. Tom y Ann miraban aterrorizados. Mientras masticaba el bocado se tumbó a su vez, con su asta erecta. Vero se incorporó e inclinándose sobre ella la desgajó de raíz. Un chorro de sangre la salpicó con el miembro en su boca. Se levanto llorando mientras Tom se acercaba y ayudaba a incorporarse a Alex. Se acercaron a las chicas.

—es la hora. Nos vamos dentro. Nos veremos en la eternidad.

Se abrazaron y se fueron a morir. Ann le dio a Vero un cuchillo. Se abrazaron.

—debes darte prisa Vero, si andan cerca no te dará tiempo.

—no Annie. No voy a suicidarme. Soy demasiado joven. Aguantaré.

—estás segura?

—muy segura cielo. Después de lo que he pasado en esta vida, todo lo que me ocurra no será mucho peor. Tengo curiosidad de ver qué pasa.

—estonces adelante. Nos veremos en la eternidad.

Ann y Vero se dieron un abrazo. Era la despedida definitiva. Se separaron. Vero tenía la gran daga en su mano. Ann puso sus brazos detrás exponiendo su vientre. Vero de un fuerte impulso clavó el cuchillo en el abdomen. Ann abrió los ojos y... Cayó herida de muerte. Vero se inclinó sobre ella y lloró, lloró...

Veinte años después un coche aparcó frente a la cabaña. Una mujer de trentaitantos años descendió del todoterreno. Entró en el interior, observándolo todo. Después de un buen rato rebuscó entre unos cachivaches en la habitación que tanto conocía. Sacó una botella y bebió. En unos instantes cayó fulminada entre vómitos. Vero se reunió en la eternidad con Ann, Alex y Tom, que estaban esperándola.

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