miprimita.com

El club

en Hetero: Infidelidad

La llevo de la mano por las escaleras de la discoteca donde hemos quedado a las 12 de la noche; ambos estamos nerviosos y muy excitados, lo que no es para menos. Cuando descubrí que Gema, mi mujer, me engañaba con sus entrenador personal, el mundo pareció venirse encima mío y durante unas semanas todo apuntaba más hacia el divorcio que hacia otra cosa, pero cuando quedamos en aquel restaurante “neutral” para hablar de cómo resolver la situación, nada hacia suponer que a los postres cogeríamos una habitación en un hotel cercano y follaríamos toda la tarde cono bestias, de un modo salvaje como nunca lo habíamos hecho.

Por primera vez no hubo reparos para nada: La follé como y por donde quiso, por el coño, por el culo, me corrí en su boca, entre sus tetas, la azoté mientras la montaba ……. Es decir todo aquello que antes solo hacíamos de un modo ocasional, solo cuando ella quería y de un modo controlado, despacio, muy despacio. Ese día sin embargo la follé como si fuese una puta a la que pagase por tener sexo y, lo mejor de todo, es que ella aceptó de buen grado  su papel, la fuerza, a veces excesiva, con que la traté, recibiendo todo con sumisión y deseo, porque gozó como una autentica perra de ese sexo sin limites, libre y salvaje, que nunca habíamos tenido juntos.

Entre polvo y polvo, tuve que admitirla que el hecho de saber que otro hombre la montaba me había puesto como una moto, no solo por el cabreo que me produjo saberme engañado, sino también, y eso era lo curioso, por la extrema excitación que me producía imaginar como la montaba ese montón de músculos que era su entrenador personal. Más de una vez había coincidido con el dentro d elos vestuariosdel gimansio s una d ela smtrles la genete que pasaba y que psoiblemente se daban cuenta d eloq ue suél dentro delos vestuarios del gimnasio, pudiendo contemplar en las duchas su enorme pene, que imaginaba dentro de ella, haciéndola gritar de placer. Gema, animada por la confesión, comenzó a chuparme la polla con suavidad, mientras relataba como su amante la follaba a cuatro patas con su enorme pene, como la montaba de pie en el baño en el gimnasio o como se corría en su boca mientras se la chupaba en el garaje, dentro del coche, sin importarles la gente que pasaba y que posiblemente se daban cuenta de lo que sucedía en el interior del vehículo. Era imposible aguantar  y, aunque ya me había corrido dos veces anteriormente, deposité entre sus labios una de las más grandes corridas de mi vida, que ella, por primera vez, tragó enteramente, mientras me miraba con sus enormes ojos azules.

Esa tarde decidimos volverá  nuestra convivencia marital como si nada hubiera pasado, manteniendo Gema su relación con su entrenador personal, quedando yo liberado también para poder tener sexo con quien quisiera: la única condición era una completa comunicación sobre lo que hacíamos y, por supuesto, el máximo cuidado sanitario. Desde ese día nuestra vida sexual fue vertiginosa, dado que aunque tuvimos sexo con más de un tercero, lo realmente interesante era lo que sucedía en nuestra alcoba, donde la situación nos había convertido en unos auténticos locos del sexo; follábamos cada noche y, a veces, también por la tarde, después de comer, excitándonos con las historias de lo sucedido fuera. Recuerdo el día que Gema me contó que tenía la sensación que otro monitor del gimnasio, al que yo también conocía, llamado Gerao, parecía sentirse atraído por ella. Casi me da algo cuando recordé a Gerao, un brasileño mulato de más de 2 metros y un pene que podría calificar, sin exagerar nada, como monstruoso.

La tarde que Gema quedo con Gerao en un hotel de la carretera de Burgos, recuerdo que estaba nervioso como un niño pequeño, muy excitado recordando como mi mujer se había vestido un rato antes, poniéndose el tanga negro de encaje que tanto me gustaba y un vestido corto de color azul que le sentaba de maravilla; los tacones altos completaban el conjunto, haciendo de gema un autentico bombón ………. Un bombón que esa tarde se iba a comer otro, con  mi autorización y ello me ponía como una bestia. Pensé en quedar yo al mismo tiempo con  Diana, una prostituta que visitaba regularmente, pero decidía no hacerlo; quería disfrutar la mezcla de celos y excitación a solas, sin que nada entorpeciese mis pensamientos. Me recluí en mi despacho, a solas, disfrutando con la sensación, teniendo que imaginarme todo, porque de Gema solo recibí unos pocos watsapp que pudo mandar cuando Gerao no se dio cuenta o contándole que era un tema del banco importante. Los watsapp decían así:

  • Ya he llegado y estoy sentado en la mesa; estoy muy excitada.
  • Creo que ya viene; me parece que ese es su coche. Te escribiré cuando pueda. Fdo. Tu perra caliente.
  • Ya estamos en la habitación; he entrado en el baño. Me ha estado besando antes de entrar y he podido comprobar lo fuerte y grabe que es. El bulto el pantalón es muy muy grande; creo que voy a correrme antes de que me toque.
  • ¡Es una bestia amor! Me esta matando de gusto, casi no me deja descansar. Tiene una polla enorme, creí que me iba a romper. Me encantaría que vieras como goza tu perra!!!!! Vuelvo a  la habitación, me está llamando porque quiere más …………
  • Ya voy para casa; no te masturbes, quiero sacarte yo toda tu leche, mientras te lo cuento con todo lujo de detalles.

Cuando la vi entrar por la puerta de la casa la bese apasionadamente, llevándola a la habitación y sin dejarla respirar la puse a cuatro patas y e la clave en su coño, notando su dilatación, imaginando la enorme polla que había albergado solo un rato antes.

  • Dame fuerte dame, gemía tan excitada como yo, quiero que te corras dentro de mi. Quiero tu leche dentro, junto a la del semental que acaba de montarme, que me ha llenado varias veces.
  • Como me poner perra, como me pones ……
  • Dame fuerte, quiero saber que mi marido me folla con la misma fuerza que mi amante ……..

No aguanté más y como un adolescente me corrí enseguida, con una fuerza bestial, lanzando dentro de su coño innumerables corros de esperma, mientras retorcía de placer, azotándola su culo, ya enrojecido de la paliza anterior, mientras sentía también como ella no paraba de correrse.

Por fin relajados, Gema me contó la tarde pasada con Gerao con todo lujo de detalles, remarcando todo lo relativo a su enorme polla, un enorme trozo de carne de más de 25 cms en erección, gorda como una berenjena madura y terminada en dos enormes huevos “a tope de leche”.  Volví a excitarme con su historia y cuando me contó como se arrodillo frente al semental y comenzó a chuparle el rabo, la pedí que hiciese los mismo conmigo, de tal modo que su boca a partir de ese instante se turno en chupar mi polla, dura como una roca, y en contar como el brasileño la montó como una auténtica perra, con fuerza, casi violencia, penetrando sus dos agujeros sin ninguna piedad, a sabiendas que el dolor inicial que le causaba tan enorme miembro pronto se convertiría en un placer inmenso. Pero aun me esperaba lo mejor: Gema, con el consentimiento de él, había grabado parte del polvo con el iphone, así que pude comprobar en directo como el enorme brasileño penetraba a mi mujer con fuerza, lanzándola una y otra vez contra las almohadas que había colocado para acomodar su cuerpo, metiendo y sacando, como una maquina, un pene inmenso. Nuevamente me corrí entre las tetas de Gema, que favorecía mi excitación continuamente:

  • ¡Dámelo todo mi amor!, quiero el semen de mi marido, a quien le encanta ver como su mujercita se la mete un semental. ¿Te gusta que tú mujer sea la perra de otro macho? ¿Verdad  que si? No te preocupes que te voy a hacer feliz. Voy a dejar que Gerao me encule una vez a la semana por la menos y, cuando pueda, lo traeré a casa para que puedas verlo en directo y disfrutes casi tanto como yo.

Dejo de pensar en ello mientras llego a la puerta del Club, donde un enorme negro guarda su entrada. Me pregunta la palabra clave, la contraseña que abre la puerta:

  • Perra consentida.

La puerta se abre y ambos, cogidos de la mano, entramos en la sala……….

Continuará.