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Trio interracial

en Interracial

Hasta ahora siempre ha sido Jose el que ha hablado en primera persona, dando cauce a nuestras fantasías, ahora, en cambio, seré yo la que hable en primera persona sobre mis deseos.

Fdo Gema.

Mi marido y yo, como otras muchas parejas adultas, vamos conociendo paulatinamente lo corta que es la vida y la necesidad de apurar hasta la última gota del placer que nos ofrece. Por eso, en materia de sexo, hemos ido probando muchas posibilidades que han ido surgiendo en nuestro camino, dentro de un orden eso si, tratando, como decía, de sacarle el máximo partido a nuestra juventud. Sexualmente hemos practicado en la cama todo tipo de posturas, juguetes, masajes tántricos con mujeres y hombres, hemos follado dejando que nos vieran otros hombres en El Pardo, etc …… e, incluso, hemos compartido cama con una masajista erótica, con la que pasamos un par de horas increíbles, donde su boca logró llevarnos al climax tanto a Jose, aunque Jose no llego a follar con ella. Hemos tenido ofertas para cambios de pareja, para participar en orgias, etc, pero nunca hemos pasado la frontera de lo que nosotros llamamos “lo salvaje”

Me llamo Gema, tengo 40 años. Soy rubia, en buena forma, 1,65 e altura y 55 Kgs. Rubia, de buenas tetas y buen culo. Soy una mujer a la que miraras cuando me veas (si alguien quiere conocerme más, en infidelidades encontrareis muchos relatos sobre mi).

De las fantasías a cumplir, hay una que, a los dos nos excita sobremanera: Hacer un trio con otro hombre  y si este es de raza negra mucho mejor; nos encanta imaginar me folla junto con Jose o delante de él. Cuando el sexo es intenso siempre acabamos fantaseando con esta posibilidad; es frecuente que Jose complete la fantasía con un gran consolador negro, con el que simula la penetración doble que me darían los dos si definitivamente llevamos esa fantasía a la realidad …………. realidad que empezó a cumplirse cuando José ganó un viaje a Méjico en la fiesta de Navidad de su empresa.

Después de varios meses de excitación constante con ese viaje, donde José estaba dispuesto a lograr cumplir nuestras fantasías, partimos hacía Playa del Carmen, donde nos alojaríamos en uno de los mejores hoteles, sobre una playa de arena blanca que casi dañaba la vista con su brillo. Desde la primera mañana tratamos de exprimir al máximo la experiencia, por lo que no nos levantamos muy tarde, desayunamos y nos dirigimos a la playa, donde nos esperaban unas maravillosas camas-hamacas, servidas por un para de atentos camareros. Para la ocasión me puse un diminuto bikini blando que me había regalado Jose, que, sin llegara ser tanga, cubría levemente mi culo y mis tetas. Total, ¡Nadie nos conocía!  y quería lucirme para mi marido ……. Y para todo hombre que pasase cerca de mi.

Me tumbé boca abajo, sintiendo como el pequeño bikini me presionaba las tetas y el sexo, logrando que este se mantuviese permanentemente húmedo y excitado, sensación que propiciaba Jose resaltando permanentemente lo buena que estaba, como se estaba poniendo de cachondo el vecino de hamaca, los camareros, el socorrista ….. Por eso, después de comer, ya en la piscina del hotel (en la zona reservada para ello), decidí dar una vuelta de tuerca a la situación y, animada por el vino de la comida, me quíté la parte de arriba del bikini, dejando que mis pezones se retostaran al sol, mientras abría bien las piernas, par que Jose pudiera ver el contorno de mi sexo, la forma de los labios y la hendidura que marcaba mi sexo, lo que vulgarmente se llama “la pezuña del camello”.

Después de un buen rato en esta postura, cuando casi me estaba quedando dormida, me sobresalté al escuchar la voz de alguien hablando con Jose, en un español muy rudimentario, aunque se hacía entender bastante bien. Del sobresalto pasé a la sorpresa al ver a Jose hablando con dos hombres negros que parecían norteamericanos, los cuales, dada la posición en que yo estaba, no paraban de mirarme de la cabeza de los pies, mostrando especial interés, sin demostrar excsivo reparo, en mis pechos desnudos y la zona de mi sexo, que empecé a sentir muy abultado y húmedo, propio de una hembra en celo como era yo en ese instante, contemplada por dos hombres también en celo.

Aunque estaba salida como nunca lo había estado, la intensidad y persistencia de las miradas de aquellos dos hombres hicieron que cerrase las piernas, sin poder evitar cierto rubor en mi piel. Los dos eran hombres guapos, muy fuertes, de mas de un metro y ochenta centímetros, con cuerpos bien marcados y fibrosos. Nunca he estado tan salida como en ese viaje y, por eso, debo reconocer que me fije en lo abultado de sus bañadores, que debían de ocultar dos miembros de gran tamaño, marcándose perfectamente su contorno, acomodado hacia un lado del bañador …… lo que me hizo empaparme de un modo increíble, al recordar nuestra fantasía preferida.

Mis ojitos traviesos, que estaban escondidos bajo unas gafas de sol bien oscuras, se posaron hipnotizados sobre esas vergas que se adivinaban muy grandes bajo el bañador y que, sinceramente, imagine creciendo hasta hacerse descomunales; no se si fue por el morbo de la situación o por la fantasía que me rondaba por la cabeza, que, poco a poco, fui perdiendo mi vergüenza y disimuladamente volví a mi posición original, haciéndome la dormida, sin demostrar ningún interés en la conversación de los tres hombres. Abrí nuevamente las piernas dejando la descubierto otra vez mi sexo, solo cubierto por la pequeña tira del bikini, que presionaba con fuerza mis labios hinchados, sabiendo que los negros no debían perder detalle de todo ello.

Imagine, sin verles la cara, como me miraban, deleitándose con lo que veían, sintiendo como sus pollas se tensaban bajo el bañador; creí oler su deseo, su extremo deseo de montarme allí mismo, de montar como sementales a una mujer como yo, que se sentía guapa y deseada, poderosa del control que ejercía sobre los hombres que la rodeaban, sabiendo que era yo quien manejaba la situación y que moviendo los hilos esas marionetas masculinas harían lo que yo quisiera y deseara.

Al rato, José se acercó a mi oído y suavemente me dijo:

  • ¿Sabes perrita, ¿les estás poniendo como motos? Y me da que tu también lo estás, porque ya he visto como te abrías de piernas para que te viesen bien ………
  • ¿Tu que crees? Pues claro que estoy cachonda –le respondí, notando como mis pezones se endurecían hasta parecer rocas y como el caudal de flujo aumentaba hasta empapar el bikini- ¡No seas malo, que estoy como una moto y soy capaz de cualquier cosa!
  • He tomado con ellos un mojito mientras dormías y les he comentado la fantasía de muchas mujeres españolas de tener sexo con un hombre negro …. ¿A que no sabes que me han preguntado?
  • ¿El que? …………….. contesto a duras penas, mientras mi corazón está a punto de salirseme por la boca.
  • ¿Si tu también tienes esa fantasía?...................
  • ¿Qué le has dicho, balbuceo, con una sensación total de vértigo ……..
  • Que posiblemente, pero que no lo sabía con certeza.  Te los he dejado en posición; lo que hagas, ya depende de ti. Me voy un rato a la habitación, porque les he he dicho que estaba cansado y que quería descansar un rato: que me tenías muerto, que eras una maquina ……
  • Cabrón!!!!!!, dije, viendo como efectivamente recogía su toalla y se alejaba rumbo a la habitación.

No se si fue por lo que habían hablado con Jose (¿Habría exagerado en lo que me había comentado?) o porque se habían percatado de mi excitación extrema ………. o por todo ello, pero el caso es que los negros habían intuido claramente que con esa pareja española podía haber algo de acción y nada más irse Jose, se acercaron a mi, Así pude conocer que habían llegado ese día, que eran de Nueva York, que eran militares con destino en Irak y que eran sus primeras vacaciones en dos años, por lo que esperaban tener mucha diversión –dijo el más alto de los dos que se llamaba Sean, a lo que añadió Mike “ y sexo, mucho sexo”.

Debo reconocer que ambos, pese a su rudimentario español me resultaron simpáticos y atractivos; ambos tenía cuerpos muy cuidados. Fibrosos, muy trabajados, de piel no muy oscura, de una extrema sedosidad …… trate que no se notase, pero la mejor descripción que podía hacer en ese momento era que estaba como una autentica perra en celo, de lo excitada que estaba. Deseaba fervientemente que me cortejasen y avanzasen algo más en su ataque, pero ni ellos lo hacían, ni yo sabía como animarles, hasta que …. Ya se que no es muy original, pero solo se me ocurrió pedirles que me ayudasen a darme algo de crema para el sol. …….. Al principio me dio algo de temor y vergüenza, pero, armándome de valor, se lo pedí, les entregue el bote de crema y me dí la vuelta en la hamaca. Uno de ellos comenzó a extenderme una buena cantidad de crema sobre la espalda y los hombros, para luego bajar hacia los tobillos, los gemelos, los muslos y, viendo que no había oposición, detenerse en mis glúteos, sin cortarse lo más mínimo.

Al sentir su gran mano negra sobre mi culo, sentí que erizaba la piel, sensación que se transmitió a mis pezones cuando sentí que el otro también se animaba y eran los dos juntos quienes recorrían mi parte trasera con sus grandes manos, extendiendo la crema por todos los rincones de la misma.  Abrí los ojos y comprobé que, como sospechaba, las otras dos parejas que en es momento había en la piscina no perdían detalle de la escena, sabiendo, como era obvio, la extrema tensión sexual que había entre nosotros. Deje que me frotasen a su antojo, pensando en como sus paquetes debían haber crecido con la acción y como los bañadores se habían tensado. ….. me imaginaba esas vergas negras dentro de mi, montándome como bestias salvajes, haciéndome gemir y gritar ……... Uno de ellos, más lanzado, introdujo su mano entre mis pierna y, sin demasiados miramientos, comenzó a acariciar la parte interior de mis muslos y, de regalo, el contorno de mi sexo, que se erizó cuando ese dedo le acarició levemente, como si no hubiese intención de hacerlo.

Estaba a punto de gritar que me follasen, así que sacando fuerzas de algún sitio decidí cortar la escena y levantándome logre a duras penas recolocarme y ponerme la camiseta, mientras oía como ellos, divertidos con mi extremo azoramiento, nos invitaban, entre risas, a cenar esa noche, invitación que acepté entre balbuceos, sintiendo que o bien salía corriendo de allí o sería muy fácil que acabase con ellos en su habitación, porque mi interior estaba pidiendo a gritos una buena sesión de sexo. Mientras me dirigía hacia mi habitación, me alegré que me hubiesen permitido huir, porque  tuve la certeza que si hubieran tratado de retenerme, hubiera sido su perra toda la tarde y no de uno de los dos, ….. sino de los dos al mismo tiempo.

Cuando llegué a la habitación, Jose se abalanzó sobre mi, me tiro sobre la cama, me arranco la camiseta y la parte de abajo del bikini y , sin dejarme casi hablar, colocó su boca en mi sexo y me lo comenzó a chupar hasta lograr que me corriera en su boca, para luego darme una follada de novela en todas las posturas posibles; finalmente, como a José le gusta, me metí su polla en la boca, notando su impresionante dureza, hasta sacar la ultima gota de leche, que retuve en mi boca unos instantes, para luego dejarla resbalar muy lentamente sobre su pene. Agradecí ese polvo como nunca lo había hecho, pero los negros me tenían con una excitación total, como, así me confesó, también le sucedía a él. José lo había visto todo de la ventana, como me daban crema, como se detenían en mis muslos, en mi culo, en la cercanía del sexo ……. Y como, cuando me fui, hacían gestos entre ellos sobre la situación, dejando bien a las claras que, si o me hubiera ido, me iban a dar un buen repaso. Al enterarme de cómo los negros hacían gestos obsceno a mis espaldas sobre como me iban a follar, me quede muy callada, sintiendo como un escalofrií intenso recorría mi cuerpo al pensar en que esa noche, en muy poco rato realmente, iba a volver a verlos y que seguramente estarían muy animados en volver a atacarme.

José rompió mi silencio con la pregunta que flotaba en el ambiente:

  • Por las claras nena, la ocasión que esperabamos ha surgido y hay que tomar una decisión ……..¿Te apetece hacer un trio con uno de ellos?
  • No lo se, me excita mucho pero …….  No se que hacer ¿Y a ti? ¿Te apetece?
  • Si te apetecea ti, no hay problema por mi parte. Ya hemos probado con otra mujer y esta vez te toca disfrutar a ti; aunque tu tampoco lo pasaste nada mal con Diana, ¿Verdad?
  • Si, la verdad que si …….. contesto excitada recordando a la masajista con la que estuvimos hace unas semanas y como su boca recorría mi cuerpo, mi sexo…..
  • ¿A cual prefieres?
  • Ni idea. Los dos están bastante bien. Prefiero dejarlo a la suerte y que gane el primero que ataque….. eso si pasa algo, que estás dando por hecho que van a atacarme y no lo tengo tan claro –añado mintiendo claramente, porque en mi interior se que lo harán..
  • ¿Atacarte? Si por ellos fuera, ibas a ser el primer plato, el segundo y el postre.
  • Exagerado ……… contesto, agachándome sobre su polla que, con al conversación, ha vuelto a crecer.

Siento como la polla se pone en mi boca como una roca, momento en el cual me apoya en la cama a cuatro patas y me la clava por detrás, comenzando a embestirme con fuerza. ¡Que gusto sentir como su pelvis choca contra mi culo y como hace paradas en el interior para rotar su polla, volviéndome loca de gusto! A veces la saca y la rota contra mi ano, aunque sin llegar a meterla del todo, volviéndome loca de excitación, Está como una moto. Como yo misma, por lo que no me extraña nada que me coloque una almohada debajo y sin muchos miramientos termine de clavármela en el culo, que se abre con más facilidad de la esperada, aunque no evita que grite con fuerza al sentir como me taladra su gran polla. Afortunadamente no tardo en adaptarme a la enculada y empezar a gozar como lo que soy, como una perra en celo, pidiéndole que me de más fuerte, que me parta ……. Aunque no puedo dejar de pensar en como sería sentir a uno de esos sementales negros dentro de mi, con una polla más grane que la de mi marido, con esos cuerpos de atleta sobre mi ……….

Me folla hasta llenarme enteramente con su corrida, espesa y caliente, lo que no logra saciar mi excitación. Se da cuenta de que sigo excitada, por lo que sacando dos dildos del cajón de la mesilla se turna en metérmelos por mis dos agujeros, hasta dejármelos bien dentro quietos. Sufro para que entré el abultamiento central del dildo mayor, sobre todo en mi culo, pero la sensación final es maravillosa.

  • Quédate así un ratito amor ….. que es bueno que tu culo esté bien dilatado para esta noche …… a lo mejor te interesa que esté muy amplio.
  • Para esta noche ….. ¿qué? –gimo excitada, sintiendo bien dentro de mi los dos dildos.
  • Por si esta noche necesitas que se dilate mucho, mucho, mucho, -añade, con voz irónica, dándome un leve azote en el culo, mientras me deja allí tumbada, con la orden de no moverme hasta que él lo diga. Trato de relajarme, pero es imposible, porque cualquier movimiento me pone al borde del orgasmo y, además, no puedo dejar de pensar en ellos.

Cuando me lo permitió, me dí un ducha caliente reparadora, limpiando todo resto de la follada de mi cuerpo. Trato de relajarme, pero estoy tan excitada que solo la esponja ya logra ponerme cachonda al pasar por mis pezones o mi sexo. No hay duda que estoy salidísima con la posibilidad de tener esta noche dos hombres para mi ……. Salgo de la ducha, me seco y me perfumo bien; tras meditarlo un poco, me pongo un conjunto negro de lencería que a Jose le encanta y que, según sus propias palabras, me hacía un culo para estar dándome seis meses seguidos por detrás

Mientras me arreglo Jose me fotografía, preparando además la cámara de video. No solo se trata de cumplir mi fantasía, si esta se cumple, sino también de recordarla bien y no se como voy a estar yo, si rematamos el trio, como para recordar. Luego me gustará verlo en video con Jose y follar mientras recordamos lo sucedido.

Mientras cepillo mi pelo y me miro en el espejo del baño, no puedo dejar de pensar en lo que puede suceder esa noche. ¡Que dificl me iba  a resultar elegir a uno de esos sementales! Pero al mismo tiempo, me excita mucho la posibilidad de elegir y no conformarme con cualquier cosa. Me encanta elegir quien me va a montar esa noche con su enorme polla, quien me va volver loca de gusto. Los hombres piensan que son ellos quienes nos poseen en la cama, pero, la mayor parte de las veces, somos nosotras quienes tenemos el poder, quienes elegimos lo que queremos y cuando lo queremos. Ummmmmmm, me estaba poniendo muy cachonda imaginándome la noche. ¿Como sería follar con dos hombres al mismo tiempo? ¿Serían buenos amantes estos dos? ¿la tendrán grande? ….. a esto ultimo creía contestar que si, porque aun recordaba el enorme bulto bajo los bañadores y sinceramente no parecía relleno. La excitación era aun mas intensa porque una duda comenzaba apoderarse de mi cabeza ¿Por qué elegir? ¿Por qué no aprovechar que tenía a esos dos sementales cerca y sacar todo el jugo posible de la excitante situación?

Que loca estoy –pensé- pues no me aterra el tamaño de una de las vergas que he intuido bajo esos bañadores ……… y ahora me planteo enfrentarme a las dos al mismo tiempo. …… Ummmmmmmmm, me excito, no pudiendo evitar estremecerme, pensando en como sería follar con los dos al mismo tiempo, turnándose en mis agujeros, haciéndome sentir como una perra, como una zorra ……….. y eso sin olvidar, la polla de José que seguro que quera﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽par en la sesi polla e Josa ...nandose ecerme, pensando en como serff recia os y cuando lo queremos.idad de elegir y nría participar en la sesión y contribuir a volverme loca. Debo controlarme –pensé- o voy a tener que cambiarme de tanga, porque se está empapando.

Me puse un vestido rojo que me sentaba de verdadera maravilla, según mi marido, La falda era corta y algo vaporosa, así que flotaba en torno a mis caderas, de las que nacían mis piernas largas y bronceadas, rematadas por zapatos negros de tacón. Tras fotografiarme debidamente, salimos de la habitación y nos dirigimos al hall, donde ya nos esperaban los americanos, quienes me dieron un beso, mientras elogiaban mis aspecto. Ellos también estaban muy atractivos, ambos vestidos muy parecidos, con camisas blancas y pantalones azules, uno vaquero y el otro tipo chino.

Esa noche cenamos en un restaurante de los varios que tenía el Hotel, concretamente en el mejicano, para hacer honor al país donde disfrutábamos de nuestras vacaciones. Esa noche, entre inglés y español, hablamos de múltiples temas: la guerra en Irak, Obama, Europa, los hijos, el matrimonio …… y por supuesto de sexo, tema sobre el que poco a poco nos fuimos deshinibiendo según caían las botellas de frio vino blanco. Así, nos contaron las penurias sexuales de un soldado en guerra y los meses que pasaban sin catar una mujer, sobre todo en Irak donde era peligroso hasta acercarse a un burdel.

Sean, el más grande de los dos, tenso su brazo diciendo que ese musculo era producto de las pajas que se hacía, lo que me hizo reir con ganas, aunque también estremecerme al ver la fortaleza física que había bajo esa camisa. Como no podía ser de otra forma, se lo habían puesto muy fácil, la pregunta de Jose fue inmediata, aunque se limitó a hacer lo que yo deseaba, preguntarles por ……

  • ¿Lo tenéis todo tan fuerte y grande? Los blancos estamos siempre en inferioridad frente al hombre negro.
  • La verdad es que si. En el ejercito nos duchamos desnudos todos juntos y no es fácil ver a un blanquito que la tenga más grande que un hombre negro- contesta Sean, mitad en ingles y mitad en algo parecido al español, sin dejar de mirarme, mientras hablá de las “bondades del hombre negro”.
  • Modestia aparte, añade Mike, es que tu yo estamos muy dotados.
  • Cualquier hombre cree que está muy dotado, añado yo, irónicamente, mirándolos con ojos morbosos.
  • ¿Te parece exageración 12 pulgadas, casi 28 cms?, pregunta Sean.
  • Que exagerados, contesto, sintiendo como una extraña temblina recorre mis piernas y como un rojo intenso de apodera de mi cara- pobre de la mujer que tenga que aguantarte.
  • ¿Pobre? …… ya veremos, ya veremos, añade Sean, mirándome con deseo intenso.

Todos nos reímos al ver mi azoramiento, mientras pedimos otra botella de vino, cuyo frescor no logra apagar el calor que me arrasa, la excitación que crece en mi y, porque no decirlo, el temor a que te penetre algo tan enorme, tan largo y grueso como debe ser ….. Ummmmmmmmmmmmm.

Tras casi acabar la cosecha del restaurante, decidimos irnos a la discoteca del hotel, que estaba a tope de gente. Era casi imposible moverse por su interior, lleno de humo y ruido. Jose me llevaba de la mano, mientras los negros iban detrás de mi, por lo que, cada vez se amontonaba mucha gente y debíamos parar, sentía como uno de ellos se pegaba a mi sin reparo, manteniendo el contacto todo lo posible, lo que ayudado, por el alcohol, contribuía a excitarme cada vez más.

Logramos colocarnos en una esquina, tratando de llamar la atención de alguna de las camareras que, de vez en cuando, parecían acercarse. Tenía mucha sed, así que le pregunté a mi marido si podía acompañarme a la barra a por algo de beber. Al escuchar esto, Sean se ofreció muy gentilmente a acompañarme, a lo que José accedió, sin evitar guiñarme un ojo. Al llegar a la barra, vimos que una autentica muchedumbre se agolpaba para tratar de conseguir una copa, y que teníamos que hacer cola ………. Pero, en realidad, el que de verdad “hizo la cola” como dicen los sudamericanos fue el negro, porque, aprovechando la aglomeración, se acercó a mí y apoyo suavemente su cuerpo en el mío, dejando que la verga se apretase contra mi culo, permitiéndome sentir como algo comenzaba a crecer a mi espalda lentamente, como si estuviera tanteando la situación, averiguando si iba a ser bien o mal acogida entre mis nalgas.

Mi sexo vuelve a humedecerse y los pezones se me erizan bajo el vestido, si alguna vez han dejado de estarlo ambos, así que, sin pensar en las consecuencias, aprieto mi culo contra su creciente paquete y no solo eso, sino que para dejárselo completamente claro, muevo el culo como si bailase lambada, aunque lentamente, sintiendo como su verga aumenta de temperatura y como ese rollo de carne crece y crece. La sensación de morbo y placer me sobrepaso, porque sentir como, saltándome toda inhibición, aprieto mi culo contra la polla de otro hombre y como logro hacerla crecer solo con un leve balanceo, es increíble …… si además estás rodeada de gente, cerca de tu marido y notas como el negro presiona más y con sus grandes manos te agarra de las caderas, simulando una penetración, la sensación es indescriptible.

Solo permanecimos así unos 30 segundos, porque el negro no tardó en aceptar la invitación, cogerme de la mano y ,casi arrastrándome, llevarme hacia una puerta cerca de la barra donde ponía almacén. Parece que los astros habían decidido que esa noche todo saliese a favor y la puerta estaba abierta, así que entramos en la habitación, donde, tras cerrar la puerta, me apoyo en una pared, apretándome contra su cuerpo con fuerza, mientras me besaba con pasión. Al principio, pese a la extrema excitación, sentí que estaba un poco sobrepasada tuve tentaciones de apartarle y resistirme, pero su forma de besar, la presión de su polla enorme contra mi pubis y sus manos agarrando con fuerza mi culo, lograron que me entregase completamente y correspondiese a sus besos con pasión, entrelazando mi lengua con la suya.

No tardó en introducir la mano bajo mi falda buscando mi sexo húmedo y caliente. Mi primera intención fue frenársela, cosa que conseguí durante unos instantes, pero después, ante su insistencia y mi excitación, fui yo misma la que agarre su mano y la dirigí hacia mi sexo para que me lo acariciase por encima del tanga, mientras que, al misma tiempo, mi otra mano se apoyaba su pantalón y comenzaba a recorrer el contorno de su enorme verga. En ese momento, el negro, como un autentico desesperado, se bajo la cremallera y cogiendo mi mano la introdujo dentro de su pantalón: no llevaba ropa interior, así que me fue muy fácil hacerme con la enorme manguera, aun no completamente erecta lo que facilitó sacársela de su escondite.

Nos acomodamos al fondo en un lugar algo más oscuro, donde pasase más desapercibido lo que estábamos haciendo y comencé a masturbarle, bajando su prepucio en torno al enorme cilindro, cuyo tamaño me tenía completamente fascinada. No dejamos de morrear mientras nos masturbábamos mutuamente, haciendo que yo me colocase muy cerca del orgasmo sintiendo dos enormes dedos en mi interior, mientras su polla crecía y crecía, hasta su máxima intensidad muy cercana al tamaño del que se había enorgullecido en la cena. No podía calibrar en mi mente que un hombre pudiese tener una polla tan enorme, gorda y llena de venas, parecida, en negro, a la de una estatua griega. Deje de masturbarle por unos instantes mientras me corría, sintiendo como sus dedos giraban en mi interior, aunque no pude dejar de agarrar ni un momento su polla, esa polla que esa noche y en ese almacén iba a ser solo mía ……….., así que vuelvo a masturbarle con brío, mientras le muerdo el pecho a través de la camisa, mientras comprendo que empiezo a perder el control y que quien manda ahora es él.

Está como una bestia, como yo, así que se que tengo que apaciguar esa bestia que se viene encima. Trato de agacharme porque quiero meterme ya esa enorme polla en mi boca y hacerle gozar como el me hace gozar a mi, pero, sorprendentemente, no me deja:

  • Voy a follarte ahora mismo nena. Me tienes loco y voy a darte polla como nunca te han dado ……

Me da la vuelta, me baja el tanga y se prepara para penetrarme contra la pared. Sentí como esa enorme barra se apoyaba en mi sexo que palpitaba deseando acogerla en su interior ……. Se que cuando me penetre me va a romper, voy a gritar como nunca y solo espero que la música esté suficientemente fuerte como para amortiguar mis gritos. Me agarra las tetas, las estruja  y se que va a follarme ya, que me la va a meter con fuerza hasta hacerme gozar ……. No se como logro darme la vuelta, colocarme otra vez frente a el y agacharme hasta poder chupársela. No es el momento, ni el lugar para que me folle ……. y siento, además, que no puedo perder el control de la situación. Está como una bestia, es muy fuerte y me da un poco de miedo ….. si me la mete dentro ya no habrá vuelta atrás y se que me entregarñe completamente, que me hará suya y, aunque mi cerebro no quiero serlo, también se que tratará de dominarme y mi cuerpo no se resistirá.

Un ruido me sobresaltó cuando la polla del negro ya me llegaba hasta la campanilla; me recoloque rápidamente el vestido, guarde el tanga empapado en el bolso y, como pudimos, recompusimos nuestro aspecto, antes que otra pareja entrara en el almacén con iguales intenciones a las nuestras. Sentí cierto alivio, porque, pese a mi excitación, me aterraba que me penetrase Sean; nunca había tenido algo tan grande dentro y, de lo excitado que estaba, no podía esperar ninguna compasión ni cariño en su follada, sino simplemente que me montase como una bestia salvaje y con ese tamaño de polla  debo reconocer que me daba miedo …… aunque era un miedo que erizaba mis pezones y humedecía mi sexo

Volvimos hacia donde estaban Jose y el otro hombre. Miré a Jose y, al oído, le dije con una sinceridad brutal que quería volver al hotel porque estaba muy excitada y que si nos quedábamos podía hacer una locura. José les comentó algo a los dos hombres y salimos de la Disco. Caminando por los jardines el hotel, hacia la habitación, noté que la calentura no me había bajado nada y que seguía muy excitada; al contrario, de imaginar lo que sería sentir dentro la verga de Sean, parecía que me iba a estallar la cabeza.

  • Me parece que disfrutaste mucho de la bebida que ibas a buscar –me dijo Jose, mientras levantaba mi falda y comprobaba que no llevaba tanga, al mismo tiempo que me metía la mano entre las piernas y acariciaba mi extrema humedad.
  • Si amor, Sean es un animal. No mentía. Tiene una polla enorme, como de caballo y hizo todo lo posible para follarme en un almacén cerca de la barra de la disco ………. pero me dio miedo hacerlo con él a solas. Prefiero que estés tu ………..
  • ¿Que habéis hecho?¿Se la has visto?-pregunta Jose, mientras me mira hipnotizado, atendiendo a lo que le cuento.
  • ¿Versela? Le he masturbado, se ha chupado y, si no me aparto, a estas horas me estaría montando en un almacén de la disco. Me ha dejado como una moto, necesito ir a la habitación y que me folles como nunca.

(Continuará)